Es una canción de El Niño Gusano, un verso. Tengo puesto el disco ahora. Vuelve a funcionar el plato de vinilo. Hurra. Gracias a mis amigos. Uno tenía el mismo equipo y otro me ayudó a cambiar la aguja de plato y ya. Mira que es fácil el mecanismo. Un motorcillo y andando. Pues vaya quebraderos de cabeza. Desde chico porque tengo ese equipo desde que Paquirri estaba vivo. Una frustración que me acompaña desde siempre cuando se relantiza la voz y parece que canta una ardilla. O lo contrario. Las oscilaciones en general. Desesperanza. Sin motivo aparente. Ganas de estrellar el equipo contra la pared.
Tengo muchos vinilos que podría llamar familiares. Serrat. Neil Diamond. Libertad sin ira. Quilapayun. Y algo guay como Paco de Lucía o Los Ángeles. En 2000 y algo me tocó en un sorteo de Radio 3 el segundo lp de the Strokes y me tiré años sin sacarlo del plástico. Luego he hecho compras recientes un poco erráticas. No se me da bien comprar. Y tampoco tengo mucho dinero así que busco en segunda mano o me dejó llevar por el dos por uno o tres por dos, y acabo con un montón de mierdas. Por resumir mucho. Ojalá poder gastar en eso sin regomello. Pero no.
Luego hace dos veranos, o por ahí, me compro dos discos nuevos, llego a casa y el plato que dice que no anda. Cara de tontico. Y ya está. No los puedo escuchar. Lo de siempre. Que me podía comprar un equipo nuevo, pues si. Pero volvemos a la premisa de no dinero. Premisa uno. Cero presupuesto.
He hecho otro Canelita.
No puedo parar de crear.
Parece gata por los ojos. Pero es una Canelita bebé. El otro día me dijeron que si estaba embarazada. Me cagué en sus muertos. Mentalmente. Un gilipollas. El mundo está lleno de ellos. Yo mismo a veces pero como norma me abstengo de comentar el sobrepeso de mascotas ajenas. Canelita es libre. No es mi mascota pero ya me entiendes. El tema de la libertad gatuna da para rato. Mis métodos educativos de mi pupilo gatuno son ampliamente debatidos en mi círculo. Es habitual que le llamen gordo. Se creen que nos les oye el gachon. Esta fondoncillo pero no sordo. A mi solo me preocupa si será feliz. Vete a saber.
Esto venía a lo de oír vinilo y el punto que me da. Ayer me puse el Danubio azul. Pasteloso pero bien. Rossini es mi favorito. Me lo puse toda la tarde. Intenté meter batería a la de Guillermo Tell. Me hice varios vídeos. Un puto desastre. Pero estuve entretenido. Me gusta tocar encima de los discos. Te sueltas más. Estoy grabando menos últimamente pero todo bien
Llevo ocho párrafos y no he contado lo que quería contar. Lo de los discos y que, de pronto, se jodan. Eso. Es la vida. Es la vida misma. Una metáfora. Aprovecha. Pon la cara b. Dale la vuelta mientras siga dando vueltas. Y poco más. Es la vida. Poco más se puede hacer. Se rompe y punto. Lo arreglo con la inestimable colaboración de mis colegas porque si no sería imposible, y vuelve a sonar. Es como magia. Es igual el amor. Bueno, el amor o lo que sea a lo que uno le ponga corazón. Se jode y ya. Hay un cielo caliente en cada cuerpo y un día va y se nubla. Deja de ser caliente y al tiempo, no es ni cuerpo. Y es por el polvo. O por la correa o es lo que da vueltas. O se va el contrapeso o vete a saber. Pero se para. Y pasa. Pasa con todo. Se para a veces. Esto es solo la introducción.... Es broma. Ya casi he acabado. A lo que iba es eso. Aprovecha el disco que suena. Baila. Disfrútalo de verdad. Y así con todo.
Que vaya bien.
Un beso.
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