Un día al sol vale por todas las sombras de meses. Se disipan las nubes de un soplo y el azul parece bruñido. Como recién fregado. Como de estreno. Con olor a limpio y un aire frío. Un sol pertinente que nos recuerda lo molesta que es la lluvia y lo buenas que son las canciones tristes. Un cielo que espolea. Un viento que despierta. Fue un buen domingo al sol. El cálido mediodía tras el temporal con la tierra mojada lanzando su vapor terroso y la placidez de no hacer nada.
Siempre escampa. Nunca escapa a la melancolía ni el lomo al frío de las seis de la tarde. Pide radiador a gritos. Mesa camilla y su florecer en la penumbra de la tarde. El calor en las pantorrillas y la sensación de otro día perdido. Pensamos mucho y se quedan páginas en blanco en la agenda que a la semana siguiente me cuesta recopilar lo que hice cada día. Pensar mucho. Fustigarme. Sentirme culpable. Sentirme un idiota y creo que no es exclusivo mio. Que nos pasa a todos. Horas y horas de estar pensando, a veces en nada y otras, en cosas malas. Pensando movidas chingas que ni siquiera son reales o no son como nos las figuramos. El agujero negro del cerebro que se traga las horas de autocompadecerse. A mi me pasa.
Y es como si al día siguiente, no existiera. Sobre todo con los bucles obsesivos. Tengo mi poesía que me protege, como decía la canción de Simón and Garfunkel. Tú eres el verso que se atraganta... Bueno, al menos el sol cura. Conté los días solo en el primer confinamiento. Uno a uno en la agenda como anillas de una cadena. El año nuevo parece de hierro. Y oxidado. Viene con el ancla echada. Vamos esperando que acabe de una vez
Y luego qué. Lo tengo claro. No quiero estar solo. Hoy pensé que necesito a alguien para vencer a la muerte. Así de sencillo. Alguien que no sea mortal y que se vuelva familia. Quiero eso pero las cosas pasan. Lo que tú quieras no importa. Lo que te pasa. No disponemos de opciones. No hay elección. Y es bueno que sea así. No quiero estar más días solo pero por otro lado, tampoco tengo abierto el cupo para cualquiera. Es complicado. Por no decir imposible. Es una cuestión estadística. Es peor estar con alguien que no soportas. Y pasa. A veces re dejas llevar o amas y odias al mismo tiempo. Eso es una puta mierda. Mejor solo y con amor aunque sea poco. Hace cosas juntos. Hacer cosas solo y tal pues no es lo mismo. Por mucho que lo intentes. Pienso en todas las veces que fui solo al cine y si tenía tantas ganas de ver la película o que. En una época era una vez a la semana. Ni recuerdo la última que vi. Ni se si están abiertos.
Tener claro lo que quieres pero hacer nada casi siempre o hacer lo que sale. No tener claro ni lo que sale. No salir. Días y días sin salir. Hoy recordé el horario de paseos. El pistoletazo de las ocho de la tarde y todos por la vereda como autómatas. Pasear obsesivamente dentro del horario. No poder salir. Tener claro que no puedes salir y bajar andando a la ciudad. Con dos cojones y corriendo para ser más concreto. Estoy poniéndome en forma de tanto pensar. No salir es agobiante. Antes me agobiaba salir mucho. Conclusión: siempre algo falla. Que eres muy joio, que decía mi abuela y nada te va bien. Pues también. Y mejor. Saberlo. Y contar con ello.
Tener en cuenta todas las mierdas, las de antes y las de ahora. Actuar en consecuencia. No actuar y que sea a consecuencia todo. Liberarse del peso de la decísion y aceptar todo como venga. Estoy viendo una película de espías y no me entero de nada. Son muy buenos. Guardan bien el secreto del argumento. Me cuesta seguir el hilo. Me dan las doce con los ojos como platos. He perdido la rutina de madrugar. Con gusto la perdida. Todo cambia de un día para otro y no me termino de hacer a ello. Es un desconsuelo. Porque pienso mucho y hablo más, dice una amiga. Puede ser. Pero la opción no es el silencio y apagarse el cerebro. Quitarle los plomos o lo mismo, si. Y tirar la llave.
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