Me apetece dulce. Me apetece una merienda. De las de niño. A veces me pasa eso y me concedo algún capricho. Se está haciendo largo esto. Estoy cansado, nos pasa algo parecido a todos los que no estamos desesperados. Hay peña peor o que no alberga esperanza ninguna. Ni toalla que tirar. Es algo que se huele. Luego está la gente que sigue más o menos a lo mismo. No es mi caso. Estoy en un umbral que a veces me nubla la vista y parece un túnel infinito. Hoy soñé que venía mi familia y no le gustaba nada de lo que había hecho y era una zapatiesta. Me levanté mal. De mal humor. Hacia mucho tiempo que no soñaba. O no lo podía recordar al despertar que viene a ser lo mismo. Intento pintar o escribir en el mismo marco de libertad que en el terreno onírico. Sin límites y sin batería en el móvil que me hace escribir rápido. Sin pensar apenas.
Se han borrado los párrafos. De golpe. Dos veces distintas. Me ha cansado. Eran diferentes. Que más da. Da igual que se borren. Todos hablan de lo mismo. Es el tono lo que cambia. Es un pequeño eco. Ayer fue un día horrible. Da igual. Los días se mezclan y se borran igual. Esta bien escribir y seguir buscando el hilo. Inasequible al mal aliento. Siempre en la prueba. Una nueva pirueta. Una excusa mejor. Un lugar en el mundo. Y se borra. Los días se parecen. Sobre todo ahora. Queda poco para que acabe el puto año. Peor año de la vida de todos o en el top 3 con toda seguridad. Canelo ronca. Lo tengo en el otro sofá. 18 retratos llevo. Una fiebre de pintar. Casi se ha gastado la cera naranja y la marrón. Mucho negro en el contorno. Me gusta. Es importante que te guste. Hoy salí a la montaña. La ruta que me gusta. Seguir buscando. Y dejar por escrito algo. Escribír escribir, a ver para cuándo. Y cantar cantar. Hacerlo de verdad. No en modo borrador. Que se borren y volver con el mismo pulso para decir otra cosa. Rutinas locas. Es una hartura de vida a veces pero te pones y la cambias. Simplemente lo haces. Y como eso todo. Si se borra ahora, dará igual. Ya no salimos a respirar. Estamos en la burbuja. Esta la lista de las cosas buenas. Una lista corta. Escribí en mi agenda de proyectos: Cosas que te hacen feliz. La sigo teniendo en blanco pero le he hecho un marco de Cáritas sonrientes. Un círculo, dos puntos y un garabato de sonrisa.
Los ojos tristes no se disimulan. Te puedes estirar los párpados o aplanar las ojeras, ponerte pestaña o engordar la raya pero el brillo tristecillo no lo apagan ni las lágrimas. Llorame un canal y conducelo bien. Dale buen cauce al dolor. Dale sentido después de todo, me dijo. Dale contexto. Dale morena. Dale moreno. Y seguir dando sin esperar nada a cambio que rima y se dice tan fácil pero hoy en día es todo tráfico de atenciones. De que te hagan caso. Me decía hoy a mi mismo hablando solo en la montaña. No me hacía caso ni el eco. No me encuentro. No me atiendo. Los ojos tristes se ven peor en el espejo. Huye del lamento. Como todos. Risas y liviano todo, sencillo. Es una aspiración muy de ahora. Cosas simples que no hagan bulto. Estoy a favor de la no acción pero tampoco entraré en juego. Al final es todo un tintineo. Esta bien borrar. Sin querer. Pero que pase. Pensar que ya estaba guardado. Y no. Ayer se complicó todo. Anteayer se rayó el disco. Estaba contentillo. Y mira, hoy divagando sin motivo y con cuerpo de peluche.
Se han guardado los cambios. Pues claro. Menos mal. Sería la tercera piedra y el mismo tropiezo. Es todo tropiezo o es mejor verlo así, que lo normal es la ostia. Que lo raro es estar de pie. Y dar dos pasos sin llevarse tres leñazos. Que lo normal es que te llueva. Que te cale. Más la mierda cotidiana que el elevado mensaje. Confiar el destino a las lecturas. Bailar por las mañanas con tu música favorita. Y cambiando de canción preferida. Volver a las antiguas como el que pasa por una calle en la que ha vivido. Y señalar los amores perdidos como los balcones que fueron nuestro refugio para las macetas. Seguir regando. Seguir volviendo a la vida que tuvimos. Seguir pensando en ella a diario. Tener sueños raros. Que pase una cagada doméstica de las que me pasan. Un charco. Una gotera. Algo que se rompe. Roturas cíclicas. Ojos tristes. Piel canela que me lleva a desesperar. Ansiedad. De tenerte en mis brazos. Musitando palabras de amor. Mezclar letras. Cambiar frases. Soltar párrafos como el que achica agua. Salvar las ideas del naufragio. Hundirse a diario pero poco y bucear en la gota que colma el vaso medio vacío. Caso de tener vaso. Pero siempre de poco a poco. Paso a paso por la pasarela al vacío. Por la idea peregrina. Por la rima tonta. Por la causa. Por amor. Por aburrimiento. Por pura ansia. Por ponerse una meta. Por seguir. Por no borrarlo. Por el futuro. Por lo que sea. Por empezar de nuevo.
Un final un verso un mensaje. Con eso. Es poco. Para conformarse. Un chispazo. Un brillo de ojos triste. Que es bonito y parece contradicción. Pero no. Una pena que está tristeza sea tan bonita . Una tristeza para ponerla en la repisa. Una pena que pide marco. De plata. De lujo. Una tristeza premium. Todos tenemos una amargadera corriente. Una bajona pertinaz. Un taladro de diario en la oreja con los malos augurios y el mal rollo. Una cosa mala. Luego hay depresiones con botas de clavos y otras más de andar por casa. Tenemos travesías del desierto y oportunidades para predicar. Es un ejercicio individual de convicción pensar que tiene arreglo este mundo loco y enfermo. Complicado remedio. Yo estoy bien. Harto de todo. Pero bueno como casi siempre. Antes ya era una mierda. Ojo. Que tampoco hay que llorar de más aunque tengamos los ojos triste y el cuerpo de peluche. Como mi baby que sigue aquí. Sobado y ajeno al mundo exterior. Bendito sea.
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