martes, 10 de diciembre de 2013

¿qué puedo hacer? si no puedo hacer nada

Era de una estrofa de los Planetas. Desorden. La canción. Hace unas semanas se subastó la mesa de la cocina de Ian Curtis. Pondría el enlace pero me da pereza buscarlo. Opino que en esas noticias deberían incluir la foto del máximo pujador para que el escarnio fuera general, que lo señalaran en el barrio y dijeran: "Eh, mira, el que se compró la mesa de Ian Curtis". Cuando se subastan este tipo de objetos, que les pregunten a los nuevos dueños si no les importa posar para la prensa. Seguro que muchos lo hacen encantados junto a su nueva adquisición. Y puede conceder una declaración acerca de lo que piensa hacer con el objeto en cuestión. ¿Exhibirlo? ¿Ponerlo en el baño? Un poco de información en suma. Para que no fuera la risa solo entre sus amigos y conocidos. La mesa de Ian Curtis. De la cocina. ¿Qué haces con ella? ¿La pones en una esquina y le pones un par de halógenos en plan museo?



No es el comprador, el de la foto. Es el que la vende. O la vendía. Menudo ítem. Un amigo mío me cuenta que ha comprado una reliquia de ese tipo, y es mucho peor si tiene connotaciones trágicas o morbosas como es el caso, y le miento y le digo que qué bien, ¿no? Pero por dentro, maldigo mi destino y pensaría que la próxima cerveza la pagase él, que qué demonios. Si puja que se convide que si tiene cuartos para invertir en nostalgia, que se estire con los socios. Aunque no era de eso de lo que venía a escribir aquí. Tengo pendientes chorrocientas mil cosas qué hacer. La mesa de Ian Curtis y sus subastas me son indiferentes. Tengo tarea acumulada. Escribir. Llamar. Planificar. Coordinar. Fregar los platos, aunque eso es un clásico en el apartado de las tareas pendientes y no suele caer los martes. Solventar un par de movidillas, un par de asuntos. Y otras y otros. Poner la lavadora, otro clásico básico de mis top 5 de tareas pendientes. Hay de todo. Ahí lo dejo. Cuestiones variadas y diversas de las que me encantaría dar cuenta en el blog para que fuera más como un diario y vosotros, lectores intrépidos, os sintierais más impúdicos en vuestras esporádicas visitas a este humilde palabrero. ¿qué puedo hacer? si no puedo hacer nada... Tengo esa estrofa metida. No llegaba a estrofa: frase. Siempre se puede hacer algo. Eso opino. Siempre se puede hacer algo. Siempre se puede poner una lavadora. Ian Curtis, haber puesto una lavadora. De blanco. O de negro, de color, vaya. De lo que fuera. Con las cortinas, Ian Curtis, si hubiera hecho falta ponerla pues se pone una lavadora con las cortinas que las cortinas se lavan poco y cogen polvo y ácaros como todo. Las cortinas de Curtis, no es mal nombre para un grupo. Que se hubieran subastado las cortinas seguro con el tiempo y les veo mejor salida que a la mesa. Pero vaya. Que podían haberte puesto con algo.
Que lo peor es la apatía. Lo que mata es la apatía.




Una lavadora a tiempo puede salvar vidas. Bueno, no sé si tanto pero seguro que el contenedor de la ropa sucia no estaba precisamente vacío el día que Ian Curtis... La de la foto es otra mesa. Que no es lleve a equivoco. En fin. Seguro que ese día no estaba haciendo nada. Y no podía hacer nada. O será que de tanto escuchar la letra de la canción pues le pongo yo ese debate interno. Y muchas veces me he acordado de esa parte de la canción. En momentos en los que he sentido impotencia... Cuando era más joven, Esto es como un diario, en realidad. Digo que no cuento pero lo largo todo. Que si por esto, que si por lo otro pero canto como un canario y no conservo nada el misterio. No hacer nada al respecto suele ser mi modo de arreglar muchas cosas. Y bueno, algunas veces es un acto consciente, no la mayoría... Sería debatible si hacer nada, es hacer algo. Como en los problemas de matemáticas, lo de no tiene solución. La solución es no tiene solución. Pues algo por el estilo. No poder nada es la solución a veces para acallar la conciencia de lo que está aguardando turno, en la cola de tareas pendientes. La mía da la vuelta a la esquina. Puedo y debo y tengo apremiantemente que hacer chorrocientas cosas. No escribo bien en el blog bajo presión. Ni por encima de ella, tampoco. Pero ahora es menos relajante. Ya sabéis si esto fuera un diario, os hablaría de mis escasos casi nulos quehaceres amorosos, que siempre es jugoso pero no, no lo es, ni lo va a ser por más que me muera por exhibirme emocional pues no va a ser posible, o no hoy. Ni aquí. No por ahora. La historia de mi vida, no por ahora. Si la melancolía fuera una enfermedad, me declararían terminal. Ya había asumido que fuera crónico pero ahora veo que no puedo hacer nada. ¿qué puedo hacer? Escribir en el blog. La típica mala idea. Escribo para desahogarme pero sin nombrar lo que me ahoga, o sea, que es para nada. Me desestresa, es cierto. A quien le importa, es cierto. Que sea público, qué sentido tiene. Ninguno. Estamos de acuerdo. Y sin embargo, gira. Uno se afianza como si su propio trepidar lo defendiera Galileo. Desestresar. Ese verbo no existe. No me sirve tampoco lo de escribir aquí para ello. Todo son intentos. En la vida. Digo. Puestos a generalizar. Los días malos. No tomes decisiones los días malos. Me parece bien pero llevo casi tres años sin tomar decisiones. Exagero. Dos. En fin. Las decisiones me toman a mí. Pero me defiendo. Soy Stalingrado. En ese aspecto. Más del erizo que de la avestruz. Pero vaya. Que no sirve a largo plazo como estrategia viable. Voy cambiando. En 2012 me decidí a hacer todas las cosas que jamás hubiera hecho. Por ejemplo, hacerme voluntario de una asociación. Nunca lo hubiera hecho. Lo hizo en 2012. Hay muchos más ejemplos que os podría dar si esto fuera el diario que no es. A mí me encantaría que fuera un diario, Querido Diario, porque lo querría, claro. Pero no. En 2013 volví sin darme cuenta y de modo natural a hacer lo que siempre había querido hacer pero nunca había hecho. Un ejemplo, un programa de radio. Hay más pero en fin. Quizá debería abrir otro blog con un seudónimo y que fuera un diario en toda regla y escribir todas las noches repasando el día. Reconozco que me apetecería. Luego lo dejaría a mitad. Es norma en los diarios dejarlos a mitad. Es como perder la amistad. Muy gradual. Perder y recuperar amistades es un tema de conversación que me apasiona y que siempre saco si alguien me da pie y me habla de idas y venidas en las amistades. Debería asumir que la gente encuentra mi blog por Google por las fotos, las escasas fotos, y que a nadie le interesan un pimiento las disertaciones. Pero no. Soy Stalingrado. Hablo en términos de morir y matar.





Defiendo este palabrero y su ejercicio de palabrería blindado hasta que me arrase el tiempo o el enemigo, caso que lo hubiera y por seguir con el símil bélico más que porque tenga a nadie haciéndome la puñeta. No tener a nadie jodiéndote es casi un logro personal. Las he pasado putas algunas temporadas. Manías que les dan a las personas. Pero tampoco lo voy a decir muy alto ni a dar ideas. El caso es que a mí el blog me gusta como es con todo su desorden. Como la canción de los Planetas. Al igual que la melancolía el desorden es crónico y por momentos, terminal. Una cosa muy bruta. Rayando en lo complicado de verdad. Y me pierdo. Me pierde y me pierdo en ese desorden. Y la frase. ¿Qué puedo hacer? Si no puedo hacer nada. A veces expresa a la perfección ese achicamiento de mi persona ante las cosas cambiadas de sitio, desparramadas por el suelo, apiladas en el fregadero, o lo que es peor, más tremendamente peor, las cosas sin sitio. Las cosas sin sitio. Estoy rodeado de cosas sin sitio. Este mismo blog es una cosa sin mucho sitio. Algo de sitio tiene. Blogspot y tal. Que sí. Si sí... Pero que no. Si sí... Era una muletilla mía que le recomiendo a todo el mundo. La llamo la negación optimista. A veces cojo algo de resuello y saco mi yo monologista pésimo en el blog. Que eso también hay que verlo: la negación optimista. Decir dos veces sí para decir no. Sutil. Discreto. Ideal para aduladores de los argumentos que no se dan por vencidos en eso de darle la razón al otro y si bien no tienen nada con lo que rebatir pues usan... La negación optimista. Leedlo con voz de domador de leones. La negación optimista. Chas. Chas. Golpe de látigo. La negación optimista. Si sí... Condicional y afirmativo. Dos sí. Dos síes. Y los puntos suspensivos que ahí dan todo el matiz. Sustituyen al pero. Si sí... Pero. Pero. Ahí está el quid. El pero. Si sí... Pero QUE NO. Me explico. Que no. Si sí... Pero que no. La negación optimista. Fuerte aplauso.
A otra cosa.
Una foto de un gatito para marcar fases.





Hacer o no hacer. Pensar y pensar. Siempre se puede hacer algo. Los pensamientos también se puede controlar. Es hacer. No tanto en su origen, pero sí en su desarrollo. Pensar es casi hacer. A veces. No hacer nada no es hacer. Nada es nada. Y lo que tiende a nada, es nada. No soy muy de matemáticas pero si me viene bien, echo mano. Lo que tiende a nada, es despreciable. Siempre que decían despreciable en clase de matemáticas me parecía que eran crueles. Despreciable. Muy heavy, ¿no? Suena feo. Despreciable. Lo que tiende a nada. Tender. Siempre se puede tender. Siempre se puede hacer algo. Siempre se pueden fregar los platos. Poner una lavadora. Lo que tiende algo, pues ya va cundiendo. Poner la lavadora no es solo ponerla. Vale para mucho. Como ejemplo. Como metáfora. En la vida. Hay que tenderla. Tenderla. La vida en general. Tiene que escurrir. Hay que contar con eso. En fin. Ese es mi martes, amigos. Tareas del hogar. Llámalo hogar, llámalo aquí. Y procrastino. Así y aquí. Vaya plan. Además de dar carpetazo a los chorrocientos asuntos que me dan la vuelta a la esquina y están en un tris de hacerme la cacerolada, hablando de hacer, me haría una café pero ya se va haciendo tarde para la cafeína y la tarde me va comiendo terreno. Aquí se hace de noche a las seis. Y no hay luz. Es un horrible fastidio. De hecho voy a salir al jardín unos minutos. Ahora vuelvo. Un poco de aire puro.

 
En el corto paseo por el jardín me ha dado tiempo a sembrar un par de tallos de plantas crasas que tenía en macetas a la espera de ser trasplantadas. No parece que hubiera agarrado muy bien, por suerte aguantan. Se está montando un bonito arriate de plantas crasas y aloe veras. Crecen inesperadamente. Los he regado. Seis litros. En fin. Hacer cosas. Que las plantas tengan agua. Siempre hay cosas por hacer, especialmente en el jardín. Aquí hay muchas cosas sin sitio. Me impresiona cuando crecen los cardos. De medio y metro. Moradas coronas orgullosas rematadas de puntiagudos pinchos. Agresivas. Feas. Y cunden en cuestión de días, son difíciles de dominar. Según veo hierbitas, las voy arrancando. El gif es súper molesto. Al menos para escribir. Es que yo tenia el blog para entenderme con internet, que ya es. Pero entre otras cosas. Ahora debería fregar. En invierno hace tanto frío que el fregadero se convierte en la pirámide inestable de los mil platos. Es complicado. El agua caliente se agradece. A veces incluso ayuda a meterse en ello. En el fregado de platos. A mí me cuesta la misma vida. Si pudiera vivir sin platos. Odio en general los cacharros de cocina. En fin, no son horas para divagar, a lo que iba de entender internet. Los gifs se me quedaron atrás. Como que ya era grande y nunca los he dominado. Es el primer gif de mi blog, fite tú. A veces le damos importancia a las cosas equivocadas. Eso me pasaba con el carnet de conducir. Alerta brasas. Alerta diario. Alerta anécdotas. En fin. Que me fijaba en lo que no tocaba. Hay errores eliminatorios o graves. En eso hay que fijarse. Los intermitentes son leves. Hacen falta seis o siete errores leves para suspender. Suspendí cinco veces. Bueno, no. Cuatro. A la quinta me di cuenta de que había que diferenciar. Grave. Leve. Eliminatorio. Media docena. En fin. Las cosas equivocadas en las que nos fijamos. Los rastros confusos. Las intuiciones sin fundamento. Hay mucho de eso. En definitiva, el discernir. El discernimiento. Supongo que pasan cosas que uno no espera. Deje aquí esta entrada a medias por la tarde. Antes de que anocheciera, ahora es madrugada. Cambia todo en la madrugada, qué frase más tópica y más manida. Pero es cierto. Es otro el tono. Qué tontería pienso, porque nadie lo lee al mismo tiempo. Será de día, será nunca. No lo sé. En fin. Tenía toda la pinta de quedarse en el borrador. Hay un centenar de entradas en el borrador. Muchas veces he intentado terminarlas y publicarlas, ya que están ahí, como esbozo. Darle el remate. La mayoría son ridículas parrafadas. No creo que yo volviera a leerlas en ningún caso. Mi huerto está un poco maldito. No voy a daros detalles pero es como si no lo hubiera recuperado en el último año y eso me apena y se supone que iba a ser un jardín bonito. Sabes el programa Fix this yard. Pues eso. La sensación de los que ponen el jardín, el día a día, el bla bla bla... ¿Por qué escribo esto? Es un repaso a todo lo que está pendiente. Es vértigo. Ponerlo por escrito se supone que en algo ayuda. No estoy seguro. Es dilación. Es solo eso. Una forma de darle cuartos al pregonero. De evitar la hora del cafñe antes y ahora para aplacarme e invocar al sueño. Dormir es el principio de todo. Como durmieras la noche anterior, así empieza el día. Influye lo que sueñas. No consiste solo en divagar sin sentido. Las cosas sin sitio. Las malas hierbas. El trabajo por hacer. El peso del tiempo perdido. El valor de lo inmaterial. Quise escribir un ensayo. En plan serio. De verdad. Creo que llegué a escribir tres párrafos. En serio. En plan serio. Con ese título: El valor de lo inmaterial. En gran medida la crisis actual que nos cuartea el pellejo es por una mala adjudicación del valor que realmente tiene lo inmaterial. Es un tema filosófico. No está del todo claro como abordarlo. Lo intenté. Es suficiente. Como epitafio. Me vale para todo. No me gusta la gente que dice; Hago lo que puedo. Puede más. Haz más. Intentalo. Lo intenté. Pues bien. Intentaste más de lo que pódías. Eso es lo que me gusta. Es en lo que creo. Intentaste la pirueta sin la red de un millón de ensayos. Confiaste en la inspiración del momento y el momento quiso ser redondo. Funciona. A veces. A mí casi nunca pero yo creo que funciona. Quiero creer, es como los UFOs. En fin. Cuando escribo largo y divago, sé que os pierdo lentamente. Yo intento que no. Es el primer reto, creo. Lo de agarraros los ojos de poco a poco. Sin decir nada. Y con la letrita, que tampoco es que sea grande ni fácil de leer. Intentadlo. No hagáis lo que podeis. Haced más de lo que podéis. Equivocarse en ese intento es loable. Son intentos. Todo lo son. Cuando suponemos algo como definitivo, la vida pega un vuelco y nos sorprende lo débil que era este guión insoportable que nos había tocado. Empeora. Parecía imposible. Pero empeora. Lo temo. Hablar de temores es como tener un diario, no nos engañemos. Lo temo. Tengo muchos temores. Podría hacer un blog solo para mis temores, un blog para buscar culpables cotidianos de esos temores. Por meter en el ajo a alguien más. En fin, es una muletilla que odio por cierto la de En fin. Y la uso mucho. En el blog especialmente pero también en la vida diaria y tiene esa palabra, fin, que inevitablemente es triste y está en nuestro subsconciente de tanto verla en el último frame de las películas. Fin. Triste. Incluso los finales felices son tristes por ser fines. Fin y otro fin y al poco, un fin inesperado. Cansa tanto terminar casi sin haber empezado y es la dinámica. Es fácil hablar así con juegos de palabras e ideas como hiedras que crecen y a poco que notan muro, desarrollan raíces voladoras. El desarraigo es uno de mis temas favoritos. Hoy no toca pero quería decirlo.
Toca, por la época del año, comentar otras cosas, como las listas de lo mejor del año. Pues paso. Pero me apetece compartir un disco. Que es de este año. Pero bueno. No es el mejor. Pero me ha gustado y me ha sorprendido y lo comparto aquí.
 


Y hay un parecido con los últimos discos de los Kinks, que no era muy esperable. Y un deje de Ray Davies en un nosequé queseyó. Que a mi me ha sorprendido pero vaya que para disco del año pues no sé, he leído bastante coincidencia en torno a Daft Punk, para Lenore en el Confidencial son la decepción del año y para Jenesaispop es la canción de 2013. En fin. Lo de las listas. La de El País. Ni la he visto. Es una forma de acercarse a la música, vale. De hacer balance. De revitalizar algún disco. Rescatar algún olvidado. No sé. Me parecen una pesadilla. Y se ha calmado un poco la cosa en redes sociales, hace unos años. no sé por qué cundió la fiebre de autoentrevistarse en materia de favoritos. En muchas ocasiones he pensado en escribir sobre ello. Me pasa a menudo. Es como si rumiase un tema. Lo de autoentrevistarse. El grupo favorito que has visto? Cuantas veces lo han visto en directo? Cual es tu canción favorita? bla bla bla y se crea un círculo de gente que contesta y responde. Es demencial pero reconozco que nadie me invito. Lo hubiera hecho. Supongo. Pero me da que pensar en cuanto a la música como vestido, como tema de conversación. Como cosa de la que se presume. Y de algún modo, te distingue. Te diferencia. Se usa de ese modo, para marcar límites. Lo contrario de unir. No es dividir pero es diferenciar. Es estúpido. Cuando se trata de una experiencia puramente personal. La de escuchante, que digo yo. Que no habrá dos personas que escuchen lo mismo. Por matices. Por fisionomía, incluso. En fin. La música. Me cansa a veces.
Últimamente estoy más triste que una zapatilla de casa desparejada. De paño. De cuadros y de paño. Una tragedia andante. O no andante. Porque ser solitaria. Única. Sin motivo aparente. Lo de Ray Davies no es un parecido evidente, es más en los propósitos. Y la época de últimos discos me refiero a post Village Green. Lo conceptual Kinks. Nos entendemos, ¿no? Ahora me he quedado sin tabaco. No quiero seguir escribiendo porque acabaré yendo al 24 horas. Tengo tres 24 horas en un radio de 3 kilómetros. El mundo moderno es estúpido. Compro a menudo tabaco a deshoras. Son ciclos. Cuando fumas... Cada cierto tiempo. Quiero decir, como pilles la constumbre de quedarte sin tabaco a las tres de la mañana, mal vamos. Como también la gente que se duerme viendo Crímenes imperfectos, pues es muy posible que duerman regular. Si se queda la televisión encendida, más. También me ha gustado mucho una canción de los Ala. lalas. No sé como se escribe. En fin. Ahora enlazo el disco. Me ha gustado especialmente el punteo de No Vodoo. Pero luego los he visto en las sesiones de KEXP y caen mal. Tienen pinta de listezas. Pero vaya, el disco me gusta. A modo de confidencia, hay más gente que mira mis fotos en la página de Facebook de Enrique Octavo, que la gente que escucha las canciones. Es una jodienda lo de tener stats. Ves que nadie te escucha. Cero escuchas. Incluso hay gente que te dice: Que guay. Me ha gustado. Vas a las stas. Y pone cero reproducciones. Es así. Y las fotos las ha visto un centenar de personas. ¿Es que no les interesar escuchar? No lo creo. Quiero decir que no creo que sea algo personal, es solo toparte con ello en el momento adecuado. Lo de casi todo el mundo. Sabes a lo que me refiero. Es algo personal. Lo de escuchar música. Pero teniendo en cuenta que he subido 17 canciones. No una ni dos, 17 canciones. Pues intuyo que habrá algunas que nadie escuchará nunca. Nunca. 17 son muchas. Y tenía caras B. Pero bueno, no hago para que lo escuchen. Quiero decir. Si sacase un single en condiciones. Pues querría que estuviera sonando lo más posible. Mis canciones son caseras. Es otra cosa. Pero me hace ilusión que se escucharan las 17 o me conformo con las 10 o 11 primeras. No sé. No es muy escuchable tampoco. Pero bueno, era por reflexionar. En realidad, es lo que siempre he querido que este espacio fuera un espacio para la reflexión y el discernimiento. No lo consigo. Pero es un intento. No hago lo que puedo. Puedo mucho más. Esto es solo un intento. El disco de los Lalalas. Que no se como se llaman.



Allah las. Vaya nombre. El disco es chulo. Ellos se ven ... No sé.
La canción que me gustó originalmente, en el soundcloud de BrooklynVegan gratis para descargar, es "Every Girl". Os la pongo aquí también porque no está incluido en el disco.



Es una música que me da ganas de bailar. Es posible que empiece unas clases de baile. Una decisión muy 2012 en mi escala de decisiones. ¿Clases de baile? Pues lo mismo sí. Seguiremos informando. Me voy a dormir. Al final esto es un maldito diario. Que conste que a mí el revival me convence muy regular y más bien que no. Más que no, que que sí. En fin. No he hecho nada. La tarde se me ha ido con una cosa y otra y una vez más, otro día más, esa lavadora que espera. La lavadora pendiente. La lavadora prometida. Aún me queda ropa limpia. No estoy al límite. Es lo que suele ocurrir, que acabo rescatando camisas que no me ponía desde el instituto. Buena noticia, me caben. Mala noticia, todo lo demás. Pero bueno. Es el ritmo de las cosas. Cuestionarlo es como cuestionar el viento. No pongo la lavadora y me defiendo cuestionando al viento. No tengo tabaco. Eso me pone nervioso. Es lo bastante tarde como para acostarse y olvidarse del humo. Pero temo dar vueltas en la cama y pensar en que no tengo un cigarrillo que me calme. Es una adicción bien chunga y para la edad que tengo... Alerta batallitas. Alerta puntos suspensivos. En fin. Me duelen los hombros de tener los brazos estirados sobre el teclado, quizá sea una señal de que debo alejarme del ordenador y tumbarme. Mañana será otro día. Mañana escribiré. Como si fuera un maldito diario.
^PD: se nota que estaba deseando enlazar fotos videos y demás... con el móvil, cuando escribía con el móvil pues me costaba la vida subir cualquier cosa así.
^PD2: este tipo de entradas las leo con el tiempo y no me parecen escritas por mí, las veos sobradas y ridículas, bueno, igual no tanto, pero tontas, tontucas, no sé decir... un poco ajenas... Las siento ajenas conforme pasa el tiempo, la semana que viene igual ya me parece algo que no me toca nada, que es muy de hoy, de ahora, de no tener tabaco... Y pienso... Puntos suspensivos. Odiosos puntos suspensivos. Ya lo siento y vale que es un blog personal, pero no vale todo. Debería tener los arrestos para enfrentarme a un videoblog. Me saldría como el culo. Pero bueno por pillar trucos y hacer ,,, No sé. No tengo tiempo para las chorrocientas cosas que tengo que hacer como para encima grabarme vídeos ridículos para YouTube, bastante tengo con la guitarra y lo que hago tocándola o intentándolo, y el despropósito que es todo. Bastante tenemos con lo que tenemos y con lo que no tenemos y con lo que deberíamos tener y con lo que nunca tendremos. Siempre se puede hacer algo. Eso era para lo que me había puesto aquí a escribir. La clave, como en tantas otras cosas, es la dosis. De esfuerzo. De tensión. De inteligencia. De audacia. El punto adecuado. Lo del momento y eso también. Estamos en lo mismo. Acabo de enfrentarme a un bostezo en dimensión agujero negro, tengo a dos metros de la mecedora una botella de dos litros de coca cola a la que le voy a tener que ir dando un tiendo si quiero terminar esta frase. Que hacer. Hacer, hacer, hacer. Hacer. Es la única forma. Hacerlo. Y hacerlo mejor. Y hacerlo único. Y hacerlo, hacerlo, hacerlo, hasta que nadie lo haga igual o lo hagas mejor que nadie o simplemente, funcione. Si funciona, funciona. Si sí, sí. Triple positivo. Hacer. Siempre hacer. Aunque sea nada. Aunque sea esto. Aunque sea escribir esto. Aunque las anáforas nos avergüencen hasta el fin de nuestros días. Aunque duela. Aunque queme. Aunque llueva. Aunque nieve. Haz algo. Haz solo lo que de verdad merezca la pena.
Aunque sea nada.
^`PD3; Haz por lo menos nada.
^PD4: Eso es exactamente lo que quería decir, haz por lo menos nada.

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