Muchas veces escribo estados de facebooks o en twitter, pensamientos o reflexiones que se ajustan a los 140 caracteres, y me lo pienso dos veces, y los traigo aquí, acaban aquí, en el blog, que es donde tengo la total tranquilidad de que nadie los lee. O casi nadie. O se leen de esa forma diacrónica a la que siempre me he referido que templa o directamente hiela según qué temas de debate candente, que pueden ser molestos para terceros que se lo encuentren en su muro o en su timeline de forma fortuita y mira que en twitter me permito más las idas de olla simplemente porque los que te siguen están ahí por voluntad propia y no así en Facebook donde los antiguos compañeros de colegio, de instituto o de universidad o conocidos de vete a saber qué, pues que se traguen tu morralla sin previo aviso pues no es lo suyo, es mejor que haya un espacio para cada cosa o así lo entiendo yo, pero nacen esas movidillas en el marco de un estado de un Facebook o en la limitación ya citada de los 140 suspiritos, de modo que tiene esa declamación de la red social, ese ánimo para decir algo en voz alta y que se nos escuche, cosa que en el blog, aquí, ahora, en estas mismas líneas que estoy intentando rematar no existe, porque esto es aún peor que seguir en twitter, en el que llega al blog personal y se lía leyendo esto, vale de acuerdo, quizá esté buscando fotos de Juego de Tronos, que es la entrada más visitada con mucha diferencia de mi blog, pero aquí estamos, y si aguanta leyendo hasta aquí, pues es que se lo ha buscado él, ya sabéis que a veces en el blog intento cosas absurdas, como por ejemplo, no escribir puntos e ir encadenando comas hasta el infinito o al revés, frases cortas, ráfagas, a golpes, a punto y otro punto y otro punto hasta llegar al final que tiene que ser un gong como mínimo, y casi nunca escribo en serio, quiero decir, cosas a las que les fuera a poner mi nombre o que sea apenas merecedoras de encasquetarles un título, que sean titulables y firmables, pues más bien, nada, que de acuerdo que no es importante porque el blog es un desahogo, ustedes, lectores fieles y pacientes, saben que no hay una particular línea de contenidos y que si el ánimo a veces me desaconseja dar rienda suelta a la voz de diario, de diario de los que se esconden en el cajón, de los que tienen una llavecita y un mini candado, pues saben, lo he dicho mil veces, que nada me gustaría más que contar con una forma de expresarme a lo diario, a lo decir lo que he comido, por ejemplo en instagram fotografío la comida, que es algo que interesa más bien nada, pero es por la presentación, es solo presentación de hecho, pero hace tiempo que quería compartir esta reflexión, desde que le hago fotos a la comida en instagram, como mejor, mejor presentado, pero también más variado, más mejor, por resumir, porque siempre he sido yo muy del bocadillo y de cualquier guarrería o de pizzas a mansalva y una vez que usas el hashtag #pizzatime pues no puedes abusar y que #pizzatime sea todos los domingos, sabéis que en el blog muchas veces la intención es procrastinar, es para eso, mi espacio de procrastinación, y en muchas ocasiones, cuando estoy nervioso, tengo tareas pendientes, llamadas por hacer, aún peor llamadas por recibir, trabajo acumulado o decisiones que tomar que es lo peor de todo, al menos para mí, pues en el blog divago para olvidar, divagar para olvidar, vaya expresión fea pero me ha parecido muy de canción de segunda, en fin, no divagemos que se me olvida lo que quería decir, a lo que iba.
Uno tiene la certeza de que esto no le interesa a nadie, y por supuesto, que no es una conversación, lo intento, en plan rápido, frases cortas, aunque no es lo que he hecho hasta ahora. Ideas. Pequeñas, no complicadas. Palabras cortas incluso. Ella. Es una palabra muy corta. Ellas. Un poco más larga pero aún muchísimo más honda. Ella. Ellas. El blog, para eso. Para todas. No lo lee nadie. Como si fuera una excusa. Justificar. Los bordes. Los márgenes. Justificar. Lo que ni pasa. Lo injustificable. A ráfagas. Casi como si fueran poesías. Evitar el condicional. Evitar el futuro. Presenta. Amplia concepción del presente. Es más alucinado. No tan alucinante. Se entiende menos. Se dice más. O lo mismo. Nada. Casi nada. No lo lee nadie. No es excusa. Evitar el no al comienzo de las frases. Anáfora nihilista. No me acuerdo de las formas retóricas. Me las aprendí en su momento. Las distinguía todas. Debo seguir aprendiendo. Se me da mal aprender. Lo entiendo todo rápido. Y se me da mal aprender. El blog, para eso. Ella. Ellas. Aprender. Como si fuera verdad. Evitar metáforas. No he usado metáforas. No era mi intención. Todo venía al pelo. Una cosa con otra. Ideas. Algo sencillo. Un blog para las ideas. Los estados de Facebook con ideas... El otro día vi en Sevilla un tío con un carrito vendiendo gazpacho, hacer un par de años lo escribí aquí dentro de una serie titulada ideas gratis. Llámalo serie, llámalo etiqueta. Hace semanas que estoy rumiando una ideica, no como la del gazpacho, las que yo considero realizables por mí, no las comento. Tengo mil. No lo dudes. Es como una enfermedad. Eso es lo que venía rumiando. Pasar del tener labia, que bien. A la verborrea, que es una enfermedad. Como una enfermedad, uno toda la vida pensando que es bueno con las palabras y que va, que es que estabas enfermo, amigo. Cómo se come eso. Pues es lo que venía pensando este tiempo, para meterlo en una canción, o darle una vuelta literaria. Las vueltas literarias estaban también en el origen de este blog, todo lo que tiene que ver con los libros, he confesado lo poco que leo últimamente, para mí decirlo aquí es como confesar el peor de mis pecados, de mis muchos pecados, el más feo: no leer, no quepa duda, y me refiero a papel, a libros, a revistas, a lo que sea, porque en internet estoy leyendo todo el día, tonterías me atrevo a añadir, pero no es eso lo que realmente le empapa a uno, y empaparse es fundamental, o para mí lo ha sido siempre, a la hora de hacer canciones o escribir lo que fuera, que siempre ha sido un acto de desembarazarse de algo, me cuesta usar las palabras, deshacerse de algo que te pesa, quitárselo de encima, una melodía, una idea, unas palabras. Ideas. Palabras. Tonadas. No lo entiendo como algo artístico, sino terapéutico. Volvemos a la enfermedad. Se ve de otra manera. Los que te llaman artista como si fuera un insulto no me parecen mucho peores que los que dicen que su arte les ayuda a hacer terapia, son estupideces, de las muchas que se escuchan y se repiten sin pensarlo dos veces, hay que tener cuidado con eso, hay que ser muy cuidadoso a la hora de elegir los tópicos que vas a reproducir y no te creas tan listo como para librarte de los tópicos, eso es un tópico, y no hacerlo, es otro y así sucesivamente hasta el infinito, pero lo eliges, siempre puedes elegir y eso es lo importante. En lo que te sale, de una forma, llamemos natural, parece que no hay elección pero por supuesto que la hay. Paro un segundo. Y pienso: ella. Qué estará haciendo. Esa pregunta retórica es fatal. Le siguen las peores. Con quién. Dónde. Las cinco W. Esto no es la botella que lanza un naúfrago. No lo soy. Más mal que bien, voy flotando. Pelín a la deriva. Pero braceando todo lo que se puede. No usaría metáforas, mal. Lo he hecho. Que ella no lo lee. Es lo que quería decir. Nunca lo hizo. Me hacía daño con eso. Una vez me dijo: Tienes un blog genial. Pero si no lo lees, amor. ¿Por qué dices eso? ¿Porque era de lo poco que parecía importarme por entonces? Piensas demasiado. Si me dieran un euro por cada vez que alguien me dice: Piensas demasiado. Tengo respuesta siempre. ¿No será que tú piensas demasiado poco? Pero no la suelto con todo el mundo. Generalmente me lo dicen chicas. Piensas demasiado. Ponedle voz melosa. Como de gatica. Piensas demasiado. A veces el "piensas demasiado" significa tírate encima mía a la voz de ya y hazme pedazos, y otras veces el "piensas demasiado" significa que vaya películona que te has montado con la chavala que ella ni se había puesto en tesitura de tener algo contigo y que básicamente lo flipas. Piensas demasiado. Demasiado todo, por resumir. No es cierto. Trato de pensar lo justo. Podría pensar mucho más. Podría penar mucho más. Me permito alguna licencia poética. Frases cortas. Pensar. Mucho, poco. Magnitudes. Marco de referencia. La x. La y. Qué es mucho, qué es poco. Tírate encima mía y hazme pedazos, ojalá fuera siempre eso. Ella. No solía decírmelo. Nos hacíamos pedazos. Bien casi siempre, algunas veces no. Alguien me dijo hace poco: Era una egoísta. Y eso me apenó mucho. Algo tan sencillo. Egoísta. A veces uno siente que tiene lo que se merece y los egoístas igual se reconocen, se huelen el culo, se siguen y acaban juntos queriéndose de verdad a veces y coincidiendo en ello otras, cada uno con sus intereses particulares y a veces coincidentes, lo que me parece, por mucho que se adorne, atroz. Amor egoísta. Desde el ego. Nos lo destruimos mutuamente. Ella me robó el mío, pero yo, a mi manera, le dejé el suyo hecho un asquito también. En fin, esto parece un diario. Podría hablar de los conciertos a los que voy y dejarme de gilipolleces, de robos de ego y de ellas en general. Porque si de ella no estoy currado de espanto, de ellas estoy espantado permanentemente. Espantado, amigos. De lo que hay ahí fuera. Terror. Y está reciente y es difícil hablar de ello, quiero decir sin meter la pata. Ellas. De todo tengo. Ellas. La que es amiga. La que quiere ser amiga. La que nunca será amiga. Las que vienen de fin de semana, que son la categoría estrella pero que, amigo, no se dejan las preocupaciones en casa, que digo yo, si te vas de fin de semana, pues a darlo todo, pero no. Es una suerte de turismo sexual las ciudades de provincias con fama de marcha nocturna de la que se podría escribir si no un libro, unos cuantos relatos con cierta enjundia y es divertido, en resumen. Con esas sí que no puedes pensar demasiado. Sota, caballo y rey. Sus tiempos. Van sus tiempos. En fin, son aventuras, ojalá las pudiera contar aquí sin tapujos sin ese molesto zumbido que noto en la oreja, como si me susurrase un abejorro haciendo de Pepito Grillo, porque tampoco es que sean nada malo, digamos, y dejarlo indicado me parece peor, por aquello de querer hacerse el interesante, tampoco es que mi historia sea única, la vida del treintañero soltero se enmarca en unos tiempos muy similares, venimos baqueteados, le valemos a veinteañeras aventureras y a señoras aún curiosas, el marco es amplio, es cierto pero la soledad de los domingos, no es la de los veinte años, en la que te ibas a un mirador con un litro de cerveza y estaba todo arreglado, es otra cosa, o es que yo me lo monto así, en el mes de abril (¿quién me ha robado el mes de abril?, oh dios, como odio esa canción) hice una canción cada domingo y luego el domingo noche me preparaba para los envios de mailing y de búsqueda de conciertos de Enrique Octavo, que es el nombre de mi grupo de música como muchos ya sabéis y los que no, deberíais. Total, que los domingos eran para Enrique Octavo. Era mi novia. Eso lo digo ahora, no es del todo verdad. Creo que ya os he hablado de eso aquí. Lo de los grupos de música y las novias. A las novias de los de mi grupo las llamo las Teclistas Invisibles. Ellas afectan al sonido de la banda aunque no lo sepan. Yo lo sé. Me monto películas, es cierto. Pero vaya. Que no es grave. Creo. ¿Es grave, doctor? Aunque tengo meridianamente claro que es más próximo a la enfermedad que al conocimiento, ese límite me parece apasionante en términos generales. Pasión, qué otra cosa nos queda. Las novias. Los grupos de música. Tener un grupo de música es como tener tres novias. Lo habréis oído decir eso alguna vez. Los grupos de música son como las novias. Te cansas, pues te cansas. Lo dejas, pues lo dejas. En fin, esas cosas. No estoy de acuerdo en absoluto. Los grupos son o deben ser mucho más sencillos que las novias. Vas, te enchufas, te cuelgas la guitarra y tocas. Una lista que está en el suelo. Tocas en orden la lista. Terminas y quedas al día siguiente. Es fácil. ¿Son así las novias? No, no hay lista en el suelo con las novias. No llegas, tocas y te vas. Que es como deberían ser los grupos, en general. Que luego hay peña que le gusta hacer debate o que compone hablando. Se compone tocando, opino yo. Y mira que soy hablador. A los de mi grupo se lo tengo dicho, lo peor mío son las charlas motivacionales sobre el grupo. Procuro espaciarlas para que no pierdan su efecto. Motivantes. O centradoras. O de objetivos. Me salen bien. Pero soy un palizas de cuidado. Llegas, enchufas, tocas, te vas... Otra cosa es viajar. Viajar es jodido siempre. Quien no ha hecho viajes con chicas que no conocía realmente pensando que en los hoteles iba a ser como una luna de miel sin parar de follar y al final no, el viaje ha terminado como el rosario de la aurora y todo ha sido un despropósito. Pues eso. Viajar es siempre difícil pero ensayar y sacar canciones no debería serlo, es más, a mí me divierte. No entiendo a los músicos a los que le aburre ensayar. Vamos a grabar en breve, eso debería escribirlo en otra entrada. Ya he grabado otras veces, debería recopilar todas mis experiencias en torno a lo de grabar, todo traumático. La verdad, mal. Siempre mal. Siempre me ha parecido una mierda. Siempre te lo dicen. Es que uno mismo se oye su voz y le parece una mierda. Pues sí, pero es que me la han grabado siempre como una mierda. Puedo hacerlo mejor, estoy casi seguro. Todo lo que he grabado siempre ha quedado mejor a primera toma, lo que demuestra que me han guiado muy malamente y que la parte instintiva era la que lo petaba pero quizá esto no sea más que una burda excusa. Y mi estrategia típica de echarle la culpa a los otros. Los otros. Las ellas. La ella. Los demás. Todos vosotros. Los lectores silentes de mi blog, los dos o tres. En fin, vosotros nos sois culpables de nada, tenéis el cielo ganado más bien. En el blog me gustaría mucho más hablar de mi grupo que divagar sin rumbo, con el grupo se viven cosas únicas, que puede que sean vulgares a veces, o que no sean, cómo decirlo, épicas, que sean más bien cotidianas, de andar por casa, muy miserables en ocasiones en lo que corresponde al pecunio y al aprovisionamiento de víveres, pero son únicas. Con el grupo te pasan cosas únicas. Eso es un enganche que no veas. Esa cosa especial de ir a nosédónde a tocar ante noséquién. Es fin, quizá sean obviedades. Que antes era una etiqueta preferente en mi blog, las obviedades. No sobre música o grupos, en general. Lo obvio. A veces me hacía eco de noticias o de movidas que eran tan cantosas, tan exageradas, tan abusivas, tan injustas y usaba el blog, a mis cinco o seis visitantes diarios para airear esas cosas chungas, noticias casi siempre. Y las campañas de comunicación. La comunicación, en general. Que es con lo que intento malvivir, claro que esto está a mil millones de millas de ser un espacio profesional, que es algo que pienso con frecuencia, pero tener un blog para trabajar me apetece menos tres. En resumen es un espacio libre, que es lo que siempre quise tener. Un espacio libre para divagar, para desahogarme... Para escribir sobre ella... Para usar todos los puntos suspensivos que me salgan de las narices... Para no atender a la forma.... Para igual hablar de política que del disco que estoy escuchando... Para perder el hilo... Para no tener hilo... Y me pesa a veces tanta premisa inútil de la que parte todo y que está bien que así sea pero que me pesa, siendo sinceros, porque podía escribiros cosas mucho más interesantes, mini crónicas, de los conciertos en los que he estado, lo que he visto... Cierto es que hace poco le decía a un colega, en plan vacilada, es que a mí por las crónicas me pagan... Y luego me contestó que cuánto y fue cuando tuve que agachar la cabeza, es bueno que el blog no sea para eso, para sacar pecho. No recopilo aquí ningún artículo ni nada de eso, tampoco es que haga tantos, eso es cierto. Poco pecho hay que sacar pero que no lo hago, porque eso tiene poco que ver con ser libre. Y me permito escribir con jerga, la mía además... Y decir que algo es tocino de cielo refiriéndome a muy bueno o que es una clase de spinning, para algo jodido o tedioso. Y permitirme las erratas, que es un tema a tener en cuenta también. Y es como que tener un blog que no lee nadie y escribir entradas interminables, te permite llegados a este punto, reconocer que no son siete veces lo que te acuerdas de ella al día, que son setenta. Y no sé por qué. Y que ellas dejan un vacío que aterra, una hondura de pozo seco que en los días malos, uno se figura que va a ser de por vida y te deja mal. Mal en general. Tengo un litro de café con leche aquí a medio metro de mi mano derecha, nada puede salir mal. Pero el mal en general del que hablo es otro. Y todo esto, es animismo. Quiero decir, que no se sustenta por nada serio, no hay datos al respecto. Es como el miedo ese de quedarse solterona, es un miedo atávico. Y utilizo el femenino pero me lo aplico porque en el atavismo hay mucho género, es inevitable. Esas mierdas del género son totalmente ella. Me llamó hace poco, estaba apagado gracias a Dios. Gracias a Dios. Un viernes a las 21 y 5 horas. A quién se le ocurre. Y desde su atalaya de felicidad, me imagino. Y ojalá así sea, pero queriendo poner una conferencia a mi desierto del Sáhara emocional, no es de recibo, amigos. No es de recibo. Nunca más se supo. Hará tres semanas, quizá cuatro de eso. No había registrados otros movimientos desde Febrero, que ya han pasado meses. Pero está ahí. Como al acecho. Que yo también tengo lo mío, de acuerdo, escribiendo esto. Pero yo no tengo atalaya y felicidad muy poca. Que es que como meta ya la he descartado, la felicidad, digo. Hay que aplicar lo del príncipe de Maquiavelo, pero al revés. La felicidad no es el fin. Pero eso necesita otra entrada. Me martiriza el acecho, si soy sincero. me veo como un cervatillo. Cualquiera que me conozca en persona dirá que soy felino como mínimo o que araño o que la lio con los cuernos, si es que de verdad me aceptan como cervatillo, y es todo verdad, qué le vamos a hacer. La felicidad son los medios, que no tengo muy claro lo que significa pero tengo totalmente claro que es así. Y también tengo claro que la felicidad no está en las atalayas, sean de lo que sean, de cañas, de barro, de hormigón o de marfil... No. Por otro lado, la felicidad está sobrevalorada. Me conformo con estar contento la mayor parte del tiempo, que parece poco pero lo es todo. Contento. Contentillo. Y a poder ser, con motivos. O sin ellos. Que es lo que me parece el great logro de todo el asunto y es a lo que iba. A lo que iba. En serio, todo esto solo ha sido una introducción. A lo que iba. Estar contento sin motivos. Eso. Sin motivos. Eso es de lo que quería hablar.
Disociar el estado de ánimo de lo que realmente te ocurre. ¿Me explico? No es un ejercicio de ficción para estar contento sin motivos. No es eso. Es una recalificación de motivos. O una nueva graduación, como las millas, como las leguas... Otra movida. Otra forma de pensar. La forma de pensar lo es todo. El poder de la mente y todas esas mierdas. Ese era más mi rollo. Ella estaba en el género y yo en el mentalismo. Su racionalidad lo arruinaba todo. A mí lo del género siempre me pareció apasionante pero no le daba alas para que no se volviera loca del todo. Conmigo fue con el primer hombre con el que consideró afeitarse el bigote y efectivamente, lo hizo. Yo pienso en eso y me emociona. Soy más tonto que una bola de paja, lo reconozco, pero es la verdad. Aquella pelusilla a la que renunció, esa pelusa con tanto significado, con la que rasuraba en parte sus principios de género y depilación, un tema que me parece apasionante que queréis que os diga, la depilación en general me resulta un tema interesante del que hablar, sobre todo si se trata de partes íntimas, pero yo tengo claro que si fuera una mujer tendría trauma con la cera y las cuchillas, pero bueno, esa renuncia a la pelusilla de ella en beneficio de nuestros besos, sí, de nuestros besos, de la suavidad de nuestros besos, de su mejoría, de lo deslizante en los chuperreteos... Ni amor ni leches. Era una cosa con un fuerte arraigo físico, de siempre, desde siempre y conste que no he puesto la carne en el asador, quiero decir, o lo que quedase de carne o simplemente revolver las ascuas, caso de que no quedase nada de nada de carne, que nunca hemos vuelto a vernos en persona. No quiso. Había dicho que nada de metáforas y mira que estoy siendo claro y detalloso. Que no detallista. Pero la metáfora a veces me puede. No soy de decir mucho te quiero. Alerta diario. Cuidado con las cursilerías. Es cierto. No soy del te quiero. Nunca lo he sido. Soy ese tipo de mala persona que se guarda los te quieros para los momentos mágicos y que tiene el listón de momentos mágicos sumamente alto, pues sí. Así soy. Es lo que me han enseñado en cierto modo también. Lo de los listones. Como siempre, la culpa a los otros. Pero es lo que realmente siento, en la gestión de emociones. Desde muy pequeño, soy un master en lo de la contención. Contener. No me cuesta casi nunca, contener. No me rompo. No suelo hacerlo. Muy pocas veces que recuerde. De las últimas veces cuando ella se fue y hace años. Años. Me da casi vergüenza ponerlo por escrito. Años. Joder, es demasiado. Después volvió y volvió y volvió. Pero realmente hace años que se fue y este que viene va a ser el primer verano sin vernos. Pensar en eso me destruye un poco también, pienso en los veranos anteriores, en los viajes anteriores... Todos o casi todos un desastre. A ella le gusta reservar. A mí me gusta ir sin reserva. A ella le gusta llevarlo todo más o menos calculado, a mí al contrario. Y dormir al raso, eso nos gustaba a los dos. El verano pasado, y parece que fue hace un siglo. Por otro lado, tanto contar esto por aquí me da un rubor que flipas. Que nadie lo diría, pues sí, pero me lo da. De verdad. Al amparo que nadie lee esto. La alerta diario está totalmente disparada. Ella no lo lee. No lo leía entonces, menos ahora. Desde la atalaya... Ojalá nunca más me llame, ni nos veamos. Me parece mal que lo haga. No sé si está tan bien como yo me imagino, ojalá que sí. Se lo merece, joder. Es una chica estupenda. Y que esté bien, de alguna forma que me cuesta reconocer, me alegra. O por lo menos me alivia más que cuando estaba mal... Profundamente mal y me llamaba para que la ayudase. Me alivia. Ya no llama para eso. Lo peor es por lo que me figuro que llama... Por lo que pongo o dejo de poner en el Facebook, no es mi amiga, me borró ella pero tiene espías... Yo no he podido mirar su Facebook. ni su twitter desde entonces, sigo sin hacerlo. Tengo amigas que me dicen que estoy fatal. Que estoy colado por ella. Yo no lo creo. Nos hicimos tanto daño, mutuamente. Y luego es tan egoísta, fue tan egoísta y a la hora de entregarse, fue una entrega creo que la de los dos, tan egoístas... ¿Me pasará eso siempre? Ojalá que no. Ojalá que no sea yo así, me temo que sí. Que es mucho de lo que soy. Ahora, que aprender, aprender he aprendido mil cosas. En eso le doy la razón, porque hacía mucho hincapié en aprender. Lo importante es aprender. Cuando la cagabas o algo no salía bien, era lo que decía, lo importante es aprender. Pues no. Yo me negaba. Hay que ganar. Hay que perder. Hay que asumirlo. Contentarte con que algo has aprendido, era como perder sin dolor. Aún pienso así en cierto modo. Se gana, se pierde. No es importante participar, eso es solo el principio. Participas, y ganas o pierdas y ya está. Y las cosas son así. Un triunfo. Una palmada. Un éxito. Un fracaso. Y no lo que ella decía: un aprendizaje. Todo es un aprendizaje. Pues no. Y sí, lo es. Pero no acepto que se quede ahí la cosa. Déjame perder con todas las consecuencias. Déjame perder sin aprender nada. Solo sentirme derrotado. Que es lo que toca... En fin.... Se me va.... Se me está yendo de las manos.... A más puntos suspensivos, peor voy en mis divagaciones.... Eso es así... Desde siempre.... No me corto con los puntos suspensivos... La gente les tiene manía... Cómo es la gente.... A mí me gustan.... No lo flipo.... Pero me gustan.... Me relajan.... Para leer.... Me relaja leer puntos suspensivos.... Siempre los defenderé...
Me iría mejor el domingo escribiendo canciones que haciendo entradas de blog, no me cabe duda. O trabajando en el huerto que lo tengo olvidadico.
Procrastinar. Ya lo decía. Es para esto también.
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