domingo, 18 de noviembre de 2012
¿Dos tipos de desahucios o dos tipos de contarlo?
¿Desahuciados de primera y de segunda? En general, distintas cataduras en ciudadanía. Distintos tonos, al menos. Si no lo digo, reviento. Ayer con Cristina Fallarás en La Noria. A ver, en la interlocución de Jordi González, porque no hizo exactamente una entrevista sino que iba metiendo baza a medida que avanzada el testimonio del desahucio de la escritora y periodista. En un momento dado de la conversación, Fallarás dijo es que no tengo amigos con trabajo. A esto, González reaccionó asombrado. De mis veintincinco amigos, dijó Cristina, con los que hablo diariamente, añadió y yo pensé: vaya tarea hablar diariamente con una veintena de personas, por muy amigos que sea, pues solo uno, su cuñado puntualizó, tenía trabajo.
Entre el público un rato después, una familia entrevistada por Sandra Barneda. Tres hijos y el banco les quitaba la casa de los abuelos que habían avalado. Cinco a la calle, el matrimonio y los tres hijos y de regalo, los abuelos. Jordi González no le preguntó a esta familia malagueña por sus amistades y tampoco lo hizo Barneda. La abuela dijo que no sabía que por avalar a su hijo le pudieran quitar el piso y que así se lo explicó al juez y al abogado.
Se entiende que impresione más el caso de una compañera de los medios, pero no me resisto a destacar que hay un toque de proxelitismo en eso que me da arcadas. ¡Arcadas!
Fallarás tiene dos hijos. Eso dijeron. Los de Málaga, tres. Ganan a los puntos. Y tienen a la abuela, es goleada. Y se mostró una compasión más cotidiana para ellos que para la señora juntaletras, que enfrenta exactamente el mismo drama pero sin el añadido de joder a su avalista, o quizá sí, no se entró en esos detalles.
Lo que sí es cierto es que el discurso, el relato, fue muy diferente.
Cuando Fallarás explicaba su diálogo con el señor del juzgado que le decía que firmara o no firmara el papel, iba a pasar lo mismo, lo contaba medio entre rtisas. Con un tono de contador. De periodista o de, a ver cómo lo digo, ese tipo de frivolidad que aleja a los periodistas de las historias y los meten en la construcción más amena de un relato. Pues eso pasó.
Con los de Málaga, era más bien el tono de alegato: de últimas palabras, de súplica de humanidad... Mucho más descarnada pero también, ¡menuda paradoja!, mucho más habitual. Quiero decir, sorprende más ver o escuchar a una periodista hablando como una periodista sobre sus propias tragedias que un señor o señora de la calle a los que, por desgracia y por insensibilidad del ojo y el corazón, estamos habituados en los últimos seis meses a verlos rogar clemencia en televisión o siendo arrastrados de los portales por los policías con casco.
¿Son dos tipos de desahucios?
¿Es sólo una forma de contar? ¿Dos formas de contar lo mismo?
¿Dos formas distintas de vivir lo mismo? ¿No es lo mismo, de hecho es mucho peor una cosa que la otra pero nos lo venden como si fuera lo mismo o aún peor, como si lo menos malo fuera más nuevo o informativo que lo que es númericamente mucho más trágico y sangrante?
¿A quién le importa?
Antecedentes
La presencia de Fallarás en La Noria estaba motivada por este artículo en El Mundo: http://www.elmundo.es/elmundo/2012/11/14/espana/1352895914.html
Leyendo es evidente que se puede contestar alguna de las preguntas del párrafo de arriba. Es evidente que son dos formas distintas de contarlo. Contarlo. Contarlo es la mitad de lo que se convierte en realidad, resumiendo: es la mitad de la realidad. Esa distancia de observador incluso al tratarse de su propia vida, esa amable construcción del relato a pesar de tratarse de una desgracia propia... Por un lado me parece casi heróico y romántico, la palabra no es romántico, claro, estoico tampoco, pero algo entre medias de las dos: estoimántico. Pues eso, por un lado, estoimántico y por el otro, un poco exhibicionismo y pobretuno. Como el que no es del todo consciente de hasta dónde rompe por dentro el golpe que ha recibido. En fin. La forma de contar las cosas, que es de lo qe habla este blog o de lo que yo quiero hablar en este blog. De eso va la entrada, vaya.
Contar es ser. Ser es decir. Decir que... Poco más.
Más allá del testimonio, creo que Fallarás se empachó de foco y me chocaba, claro, esa mirada seductora y la media sonrisa en el amable relato, casi con notas de humor según el pasaje, tratándose de alguien al borde del precipicio. Debe ser también efectos colaterales de practicar durante muchos años el periodismo y de repente, ser noticia. Eso es raro. Te pongas como te pongas, es raro. Si le añades que es ser noticia por iniciativa propia al contar tu desahucio en primera persona, pues más raro. Lo entiendo perfectamente.
De la abuela desahuciada por avalar el piso de su hijo, también en la calle con tres hijos y mujer, no he encontrado foto en la web de Telecinco. Poco más que añadir.
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