La Razón me deja siempre desazonado.
No es por su perspectiva radical de la realidad o por su posicionamiento ideológico informativo que es claro y evidente. Es por su vehemencia. Por la totalidad con la que se revuelcan en sus convicciones y después miran como un niño que se ha ensuciado de pies a cabeza y busca la mirada paterna de aprobación.
Comentar portadas de La Razón es un hilo habitual de este blog.
Comentar portadas es un ejercicio poco durarero.
Es la foto del día. El titular del día. Es el ambiente del momento.
Hablar de ello, o leer, o escribir, a toro pasado, con la incandenscencia del debate convertida en cenizas o ni eso, pues es como ponerse a describir las rachas de viento del jueves veintitantos de marzo de nosecuando.
Pero es que, cómo es posible quedarse callado ante pepinazos como el de hoy.
En portada, Rajoy y Elvira en primerísimo primer plano.
Con un desenfoque en el que hay intención artística, de dudoso acierto o discutible al menos, pero ahí está: hay mensaje. El titular, ni lo comento.
El adjetivo familiar, lo uses como lo uses, llama a conflicto. Cuando una persona dice: Soy muy familiar, yo escucho: Me gusta comer paella los domingos en casa de mi madre.
Pero La Razón no llama familiar a Rajoy, no. Es el más. Y no se corresponde, en este caso, con mi analogía de comer paella. Ellos mismos, los de La Razón, lo dejan claro en portada. Rajoy se llevó sus tuppers a nosedonde que fue. Finde rural. Puente rural.
Suena a turismo rural, pero en realidad y lo deja claro el titular, no es ni eso. Es turismo familiar. Y de tupppers. No han ido ni a la casa rural de turno, o igual sí, no lo sé. Pero pinta un poco o un mucho cómo es el país. Señores con sus señoras y los padres de uno u otra o ambos, con comida preparada y ya está echado el puente. Señores registradores de la propiedad que se van a casa rural con toda la prole y los tuppers. Me niego a ponerle comillas a tuppers.
Personalmente odio la palabra tuppers.
Me parece un contrasentido total en castellano, en el tozudo castellano que tanto cuesta de pillar la fonética en inglés y que tuppers cuele, cambiando la u por una a, pues me da mucha rabia. Y también el hecho de que sea una marca comercial. no me gustar llamar Casio a los Casios, ni Danone a los Danones o Pulevitas a las Pulevitas. Me revienta la antonomasia.
La RAE recomienda fiambrera o tartera, amigos de La Razón. Pero bueno, el puntito popular de tuppers y esas comillas, pues divinamente. Ya han cundido en twitter las bromas, no es para menos. Si no fuera porque el tema de fondo es serio. Ser el más familiar, es serio. La propaganda populista es seria. Y bueno, alcanza a una esfera del periodismo que me interesa, que es la de no noticia.
No es noticia, o no debería erlo lo que haga en su tiempo libre un presidente de gobierno o de lo que sea, que se lo pase bien, que disfrute, pero a mí qué me cuentan. Allá él. Quiero decir, no es relevante dónde pase el puente el señor Rajoy. Ni lo que coma allí. Quizá para una nota de Sociedad, breve nota. Pero en portada. Como si fuera la gran exclusiva. Como si fuera importante. Vale, que está reportajeado, ya, claro. Es en plan reportaje del sábado, pero es que... Ni por esas. No se venden periódicos, se quejan los compañeros. No me extraña. El oficio se va a pique, de cabeza. Con portadas así, no me extraña. Y con el detalle tuppers. Porque el que escribe eso, lo sabe o lo debería saber. Que es meter una cuña de choteo, de un lado o de otro, que es demasiado.
Es sacarse una portada de lo que debería ser una nota breve de Sociedad y acaso ni eso. O sea que, es lo que hay. Información en plan tupper. Noticias para llevar de casa. Periodismo tupper. Periodismo tartera, como dice la RAE.
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