Duplicidades. Triplicidades. Vale, lo que tú quieras.
Pero, al meollo. Estamos echando a los nuestros, o a los otros, donde toque, pero nos recorta el trozo de campo, nos quedamos con menos.
Y, cómo. Quitando, sí, claro, pero a quién.
Consorcio. Mancomunidad. Concello. Junta. Generalitat. Delegación. Senado. Parlamento. Diputación. Ayuntamiento. Comunidad. Región.
Eso tiene unos gastos. Mucha silla. Mucho bombilla. Mucho que barrer.
Elige el ladrillo que quitas, de un muro que has levantado durante años. Y para algo, digo yo. Para tener algo, y ahora lo quitas porque no renta. Bueno, en términos generales, no renta pero al que come de eso, pues claro que sí. Por más que reconozca su labor como inútil. Echar a los nuestros. A los que hemos tenido que saber colocar para seguir contando con sus apoyos. O a los otros, vale. Echar a nuestra casta que es como hacernos un ERE entre bomberos. Sabemos lo que es que nos pisen la manguera. Imagínate lo que es que te la corten. Que te la corten. Nos ha costado mucho años y mucho esfuerzo y mucho pleno y mucho discurso y mucha visita de barrio y mucho lamer culos, de arriba y de abajo y de en medio, como para que ahora corten el chorro y reconozcan que lo nuestro, en verdad, es nada.
Nos ha costado mucho vender la duplicidad y que colará, para hacer ahora borrón y cuenta nueva. Y la triplicidad. Y las traducciones simultáneas y cuadrúples. Y la inmersión. Y las embajadas. Y las comisiones comerciales. Y todo lo que se pueda meter en la cuenta.
Cortar. Pues no. Recortan, pues vale. Pero sin reducirnos mercado.
No vamos a decidir los políticos, tener menos trabajo o lo que sea, menos responsabilidades para para los políticos. Corruptos, puede ser, pero tontos, tampoco.
Igual, por el camino de enmedio, habría que denunciar. Idea para Manos Libres, o para cualquier acusador particular que se atreva. Denunciar por inconstitucionales la duplicidad donde la haya o el solapamiento de competencias como forma ilicita de enriquecimiento, como cohecho. Vale, que no habrá mucho principio jurídico, pero oye. Que lo diga el Constitucional. Todo lo importa va al Constitucional, pues ya está. Y eliminar a todos los chupócteros.
Nosotros, los políticos, no lo vamos a hacer. Es obvio.
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