lunes, 14 de mayo de 2012
La posibilidad de vivir en un mundo sin electricidad
Supongo que eso debería contemplarlo alguien. Incluso puede ser un nicho de mercado en futuros escenarios apocalípticos. Si no funciona nada que tenga enchufe, ¿qué puede pasar? No habló del ámbito doméstico o de que no puedas encender el ordenador portátil o cargar su batería para actualizar o leer tu blog, me refiero a los centros de información de los semáforos, las depuradoras, yo que sé... He leído un artículo en ABC sobre una inminente tormenta solar, que da miedo. Y con enlaces a informes de la NASA y de todo. A mí, pues como que se me remueve algo por dentro. Me dan ganas de escribir literatura prospectiva de catástrofes. Hace poco fui a unos jornadas sobre ataques en internet y ciberguerra, una conferencia en realidad que fue un peñasco, para qué engañarnos, pero en la que me sorprendió la gran cantidad de referentes literarios que tienen todas las catástrofes y que es algo, que formmulado en otros términos, siempre he creído que es modo en el que avanza el mundo, es decir, primero se lo imagina Julio Verne y unos señores ingenieros llegan décadas más tarde con la libreta de las cuentas y lo sacan, despejan la incógnita y se puede construir de verdad. Alguien tuvo que imaginarlo, primero. Era como una forma de dignificar la imaginación porque siempre que te di cen, tú tienes mucha imaginación, es como, viene a ser algo malo y en esos momentos, cuando a mí en particular me lo han dicho, siempre he tenido ganas de responder, pues es la imaginación lo que mueve el mudno y ya luego, vienen los que no son Julio Verne pero bueno, no es interesante, ni es eso lo que quiero decir. Imaginarse escenarios posibles de catastrofe a corto plazo es deprimente, no hay duda de eso pero debería concernir a la ONU o nosé a la Unión Europea, o a no sé quien, pero debería haber un plan B por si todo se apaga, ¿qué hacemos? ¿Sacamos las velas? ¿Cuánto aguanta el mundo sin electricidad? ¿En qué medida dependemos de los enchufes para nuestra más inmediata cotidianeidad? Eso mismo. Estoy seguro de que hay una profusa documentación sobre el apocalipsis de los apagones, y apostaría a que mucha se escribió hace veinte años, antes de la fascinación digital y la irrupción de los ordenadores malévolos. Pensar en la ciberguerra de los ordenadores lleva a citar "Juegos de Guerra" (1983) que se citó en esa conferencia a la que fui pero que pasa con la ciberelectricidaddesconectada, todo lo ciber es eléctrico, ¿no? Estaríamos hablando en cualquier caso de un cambio de paradigma a nivel mundial que es parecido al miedo o congoja internacional cuando nos imaginábamos nubes radioactivas salidas de Fukushima hacia vete a saber dónde. Era un riesgo no previsto o no valorado de forma conjunta, terremoto y tsunami a la vez. El reactor temblando, la vasija a pique de un repique. En fin, tormentas solares. Pues imagínate. A lo Julio Verne. Es imposible que no te alcance un eco de fin del mundo, un mundo derretido y vuelta a las cavernas, a lo oscuro, a protegerse del astro rey que será el que nos permita ver cuando se haga de noche, o con velas, el fuego. Es como muy atávico todo. Una vuelta a las cavernas o a los candiles, que eran una evolución quieras que no. ¿Cómo nos informamos sin electricidad? Ahí quería yo llegar y he tenido que sortear varios escenarios apocalípticos para dar con esa pregunta que era la original intención de esta entrada: ¿volveremos a las señales de humo? ¿Al telégrafo? ¿Todo se soluciona con generadores?
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