Desde que tengo este blog he aprendido un par de cosas.
No muchas, claro. No es que lo mantenga precisamente como camino de aprendizaje. Pero... A veces, pasa.
La religión.
El respeto al credo de los otros.
El respeto, en general.
Y me encuentro con artículos como éste de El Plural, evidentemente tocado de un cierto sesgo ideológico pero útil para lo que quiero contar.
http://www.elplural.com/politica/desde-el-pp-se-vuelcan-con-la-llegada-del-papa-y-piden-que-sirva-para-iniciar-%E2%80%9Cuna-nueva-evangelizacion%E2%80%9D/
A mí, que venga el Papa, plim.
Ni me emociona, ni me indigna. El gasto público a costa de la visita, pues más me indigna que emocionarme pero... No sé. Lo veo como si viniera Justin Bieber de promoción o los de Crepúsculo, en plan a hacer bussiness, vender su negocio y tal. Con su show. Para su gente. Para sus fans. Como Justin o los de Crepúsculo. Para los suyos, pues fetén. Palante. Pero ya.
Es decir, he aprendido con esto de escribir en el ciberespacio y que cualquiera pueda leerte sin mayor contextualización y sin otro nexo que lo que literalmente pones en el texto, que es importante el respeto.
Respeto al papa. Respeto a los que lo viven. Respeto a Crepúsculo. Respeto a Justin Bieber. Respeto, incluso, a rollo iconoclasta de los que parece que no respetan a otros, como Leo Bassi. En fin, yo que sé.
Pero contra lo que no puedo es con los evangelistas.
Me da igual que evangelicen con Lady Gaga, Benedicto o el Dalai Lama.
Es como: Nosotros lo sabemos, vosotros, no. Es como: Nosotros tenemos la verdad, vosotros, no. Es como: Nosotros tenemos los valores, vosotros, no. Y No. NO. No. NO. No quiero soportar eso. A nadie que me diga que es lo correcto o la forma idónea de hacer, sentir, pensar o vivir las cosas. No, gracias. Y este país tiene ese pasado católico por narices, que me revienta. El estado debe ser laico. Laico. La política debe ser laica. En beneficio de todos. Los políticos deben ser laicos, o al menos, en el ejercicio de su responsabilidad pública, no señalarse en virtud de ningún credo. Pero bueno, ¿qué tonterías estoy diciendo? Vuelvan al enlace de antes, lean a Mayor Oreja.
Le temo a eso, sinceramente. Aunque es probable que no sea más que el efecto rebote de las políticas anticlericales de ZP. El contrataque. le temo a los resultados del 20N y las posteriores políticas desde la fe y el dogma. ¿Hay algo más dañino que un dogma en política, siendo ideológico o moral o del ámbito que sea? ¿Hay algo peor que un dirigente dogmático?
Bueno, ya, pongo punto final.
Una pequeña reflexión
Hace poco viendo el programa de Extranjeros por España, le hicieron un reportaje a un chino que vivía en un pueblo de Cataluña, no sé cual. Bajo Ampurdá. Llobregat. Ni idea. El caso es que al chino le pregunta la reportera -haciendo alarde de su preparación del reportaje- y tú, ¿qué Dios tienes? ¿Qué religión? Y el chino se le queda mirando a la reportera fuera de foco con cara de chino confuso y dice: ¿Dios? Ah, no, no tenemos Dios. Y tiene lugar una conversación absurda entre susurros de un par de segundos, cuando la periodista le dice: Ah, ¿no? Y el chino dice, pues no, por el comunismo, creo. Pero sigue con su cara de chino confuso que está haciendo la ruta de lugares pintorescos de un pueblo de la Cataluña interior.
Los chinos no tienen Dios.
Míralos, pensé yo.
Sin Dios.
Con las ideas claras. Por lo del comunismo, suena esa frase como con un eco. Por lo del comunismo. Encierra mucho rollo el concepto: Por lo del comunismo. Blame comunists.
En fin, no viene mucho al caso pero quería contarlo.
En fin.
Y en resumen y por acabar de una vez por todas.
Evangelización en política, no.
Dirigentes que recen en casa, no en sus despachos, no en sus cargos.
No.
Por favor.
Pidíendolo con respeto.
Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario