Tengo exactamente 25 entradas en archivo, en borrador, esperando a ser editadas, desde hace aproximadamente una semana. Sobre temas variados. Me había propuesto esta mañana empezar a quitármelas de encima y despacharlas, revisarlas, añadir, quitar, lo que sea, publicarlas y a otra cosa. Es molesto tenerlas ahí, esperando turno.
Resulta que hace una semana, un cineasta que tenía un blog en El País y que fue vapuleado socialmente por culpa de un comentario en twitter, enlazó desde su perfil en la citada red social, mi blog y pidió a sus contactos, que son muchísimos, que lo retwitearan y muchos de los muchisimos, lo hicieron. De repente, cuando volví al ordenador porque estaba viendo el Bayern-Inter en televisión, tenía la bandeja de entrada llena de notificaciones de twitter. Treinta seguidores nuevos de golpe.
¿Qué ha pasado? Me asusté. Miré en twitter y vi, el retwitteo del cineasta vapuleado y ex-bloguero de El País que se refiere a mi entrada del blog como "urgente reflexión", una entrada que había escrito esa misma mañana muy a la pata la llana sobre, nada más y nada menos, que David Bisbal.
Exactamente, mis seguidores en twitter. Siguen siendo modestos, en cualquier caso.
En fin, la fiebre es tan ridicula. Pero tengo 25 entradas en borrador esperando.
De repente sientes que puedes cambiar el mundo escribiendo un blog. ¿Cambiar el mundo? Bueno, no exactamente, cambiar y no exactamente el mundo, pero ya sabes, que pase algo. Inesperado. Absurdo. Especial. peculiar. Pero la fiebre... Dejo las entradas en borrador, no puedo, ni quiero opinar sobre todo lo que se me ocurre. O sí, precisamente por eso tengo 25 pollitos esperando turno. Borradoreando.
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