miércoles, 27 de mayo de 2015
Estamos en el mundo para equivocarnos
Estamos en el mundo para equivocarnos y en el blog para dar la tabarra. Eso viene siendo así y no quiero darle más vueltas. Tengo el blog para no cansar demasiado a la gente que conozco con mis reflexiones totalmente no requeridas y si lees esto pues no te quepa duda que es bajo tu absoluta responsabilidad. Y me da igual, que no me da igual, que a mí casi nada me da igual, es más, todo me importa más de lo que debería y lo que más debería importarme, pues tampoco me da igual pero igual puede parecerlo. He hecho una letra de canción con la polisemia de igual y se llama "Igual". Igual como adverbio, como adjetivo, como coro infinito.... Aparentemente le pongo mucho a lo ojo a la cosa que de natural uno diría que importa más bien poco pero es cierto o eso opino que las cosas sin importancia mueven el mundo. Las cosas sin importancia mueven el mundo. Es un estado de facebook que puse hace unos meses. Lo creo firmemente. Total, qué más da. Casi todo lo que suene trascendente con la palabra mundo incluida gana. Es un sustantivo muy determinante: mundo. Debería ser tambien un adjetivo y un adverbio, por qué no. Mundanal se usa poco para todo lo que significa. Mundo. Es como la banca en el Monopoly. Un personaje total: Mundo. En general gana. Cada blog personal es un mundo y así debe ser. O dos. Echo de menos más blogs personales con mierda al por mayor y menos vlogs que comentan mierda de los demás. Un mundo con menos mierda será cosa de echar de menos caso que existiera. Escribo un poco como el maestro Yoda. Una amiga que tengo me dice que mis frases son muy carpeteras. Amiga nueva. Al principio me desconcertaba que me dijera eso. No sé ni qué significa. ¿Es malo? Carpetero es infantil, se supone. O adolescente. Luego me apercibí de que así era como ella exactamente conseguía desactivar el efecto de mi magia: el unívoco sentido de lo que yo quería decirle. Mi frase. Mi mundo. Se queda en la forma y anula el fondo. Qué bien suena lo que dices. A ver, ve a lo que digo, no a su sonido. No es el eco. Es voz. Es luz. Somos dos mundos con posibilidad de colisionar son cosificarnos. No se me ocurre nada mejor. Estamos en el mundo para colisionar. Como si solo hubiera un mundo. Como si no tuviéramos problemas cotidianos que atender y servidumbres domésticas o más o menos ridículas. Mundanales. Eres tan mundanal a veces. Querida. No se te ve fina. No me llegan ondas de finura. Es un sentir. Un tanto tonto, lo reconozco. Lo es. Lo rezo. Y por eso lo es porque lo puedo rezar. Ese es el resumen de lo nuestro. Una plegaria. No atendida del todo por cierto. Un mundo roto. Un nudo doble. Un solo camino. Cortado. Así es como me dejó. Cortado. Yo y el camino. Dos cortes. Cortes por doquier. Un día uno y otro, dos o tres. Cortar casi por vicio. Así fue al final: vicio y más vicio. Pero oye. Bien. Poco fue. Más podría haber sido y más podría doler a día de hoy porque al fin y al cabo estamos en el mundo para equivocarnos y en el blog para dar la tabarra. Dar la tabarra se llamaba una empresa de management y promo. No es un naming que me enamore ni me de ganas de gastar los euros pero suena honesto. Es un naming honesto. El destino está en los nombres, os lo digo siempre. Un destino honesto. Un nombre honesto. Todo va encajando. Errores unos con otros y un todo que funciona. Que encajas. En lo fallido. Y ya está todo entregado. Ya es rendición y pedir disculpas. Funcionar con los fallos no en lo mismo que encajar en lo fallido. Lo fallido es jodido. Un mundo fallido que sin embargo, sigue girando. Que no dejará de funcionar hasta que explote. Un motor que se calienta. Y no tiene arreglo. Una explosión que tarde o temprano llega. La gran explosión. El gran final. Es una constante en mis relaciones. El día de la gran explosión. Frame a frame. Paso a paso. La historia se va prorrogando. Parece que no esta vez- Que acabará bien. Que habrá amor. Que será de verdad. Que va a funcionar. Que aunque no funcione, no va a notarse mucho. O que al final, notándose y siendo público y notorio, pues se encaja. En lo fallido. Fallido in love. Falling en lo amoroso que no podemos evitar, en lo que llamamos amor y es sexo, puro y químico. Olores. Lo que llamamos amor y es una pulsión narcotica que nos agarra de la pituitaria primero y nos tira de todo el cuerpo después hacia delante con el cerebro en primer línea quitándose todos sus pliegues. No es culpa mía que se enamoren de quien no soy. Le decía a una amiga que igual es que solo soy gracioso al principio que no paro de bromas y de juegos de palabras entre galantes y juguetones, o tontunos, o lo que sea, según el caso y el percal, el estilo y la hora o el día, en cuestión de unos meses, pues ya no. Ya ni puta gracia. Que lo mismo es que soy más como después que como antes. Lo he explicado regular pero más o menos pero bueno estamos en el mundo para equivocarnos, así que yo contribuyo aportando mi confusión bienintencionada. La intención no es lo que cuenta. Cuentan los contadores. Y los cuentistas. Y los contenederos y los contenidos y las contadas horas y lo incontable. Lo continuo cuenta y cuenta todo. El mundo cuenta. Cuentan mucho más de lo que creemos los musculos maxilofaciales y sus contracciones involutarias y espontáneas. El mundo es así. Involutario. Espontáneo. Es azaroso. Es intrascendente. Es vicio. Es miseria. Es amor inesperado e improbable. ¿Qué cuenta? Cuentan los polvos que echas. Al menos en los grupos de música es así. Si has follado donde has ido, eso no se olvida. Si cataste lugareña, juras lealtad a la milonga. Esa es la cosa. Lo nuestro funcionó por eso y me gustó por eso. NO quiero pensar que se jodió por el mismo motivo pero supongo que sí.Las cosas son así. Los mundos colisionan. Las cosas se acaban. Eso es todo. Se cavó la fosa sola. Se la estaba preparando el vacío. Nuestro bache fue una hondonada seria. Y allí podriamos haber sido muy felices, pensaba yo. Encajador de lo fallido. El vacío llenó el foso. Era lógico no apercibirse. Pero lo reconozco en mi larga lista de reconocimientos como culpa mía. OTra más. MIs reconocimientos son eso: fallos. A lo que habíamos venido. A morir. A errar. A follar. Lo de tocar con el grupo, vale. Mola. Es flipante cuando coges cierta onda. Supongo que son vibraciones. Será algo magnético. Será algo simplemente real. Auténtico. Que puede ocurrir o no. Y es en la música y pasa en el amor. Es comunicación. Y vicio. Y pasión. Y energía. Y las equivocaciones. Eso cuenta todo el tiempo. En mi caso, es una constante que siempre debe sumarse a la ecuación. El tanto por ciento de error. El ciento de error. Y el tanto que importará o el no tanto. A poco más puedo aspirar que ha limitarme los errores. A regarme el margen y que acabe siendo un florido arriate. Fallido arriate. Y que nazca. Que crezca. Que aprenda. Para que aprendas. Y para qué vivimos. Para aprender para la siguiente vez que no va a existir. Es como una paradoja. Sacarte el carnet sin tener coche ni poder tenerlo nunca. Conducir algo que no se puede manejar. Atrapar espuma. Interpretar movimientos de la arena en nuestras manos. Encariñarse de los diminutos granos. Ponerle nombre a la arena. A cada grano. Así es. El destino está en llaves y las llaves las pone uno en cualquier sitio. Se pierden las llaves pero no se pierden las puertas. Estamos en el mundo para perder llaves y salir por puertas que no creíamos hacer entrado. La vida es una casa de dos puertas. El mundo es un sitio dificil de guardar. No nos llevamos ni lo aprendido. Nos llevamos pensamientos de otros, eso es lo que nos llevamos cuando ellos lo tienen, cuando nos recuerdan, cuando rememoran, eso nos regalan, nos rellenan el casillero de vida como en los videojuegos cuando nos piensan, cuando nos hacen sentir, cuando somos felices por un rato, con un trago de vino y un trozo de queso, con un rato de charla y un rayo de sol, con lo mínimo que nos recuerda que somos de hoja caduca, que es primavera un día y que al siguiente truena, que es cansado mirar al cielo pero es peor no tener norte y que nadie tiene la última palabra cuando se trata de errores. A nadie les sirve los de otros. Es como la colección de besos. Te lo pueden decir. Que los labios se abren como si fuera una fruta y se puede leer poesía, se debe. Se debe aprender de las metáforas de los clásicos.... La miel.... La ambrosía.... La grosella... Esos manjares de letras cuando aun no se puede morder a señoritas ni tocar culos y tetas. Tocar culos y tetas es una fase de la vida que uno siempre cree que no va a durar tanto. Un tanto y otro tanto. Involutario. Espontáneo. Esa ansía de apretar esa mama ovalada y blandir el tiempo. Atrapar el segundo que vives en esa turgencia que mañana no será la misma. Uno dirá que le buscas el pezón pero en realidad estás haciendo un camino de migas de pan para volver atrás en el paso del tiempo. Llámalo magreo pero en realidad no es más que un intento de parar el tiempo. Parar el tiempo en tu piel. Eso se lo tengo que decir a alguna: Quiero parar el tiempo en tu piel. Aunque más concretamente sería parar el tiempo de tu piel. Ponerte en pause las pecas. Hacer recuento. Quiero contar tus pecas y cambiarles el final. Y que acabe bien. Estamos en tu piel para equivocarnos. Y tú en la mía. Para explorar el cuerpo que creamos entre los dos. Un duelo. De soles. De magias. Buena y mala. La tuya y la mía. La peste no entiende de ritos. Podríamos haber probado a ser felices pero a ti te motiva más las infelicidades emocionantes, que a mí me llenan bastante. Sin sentimientos. Solo sexo. Planazo. Vicio y más vicio. Contigo me valía y con otras, me vale. Son situaciones. Son personas. Es una cuestión de elegir bien los errores. De equivocarse a conciencia. Y ojo, con buena fe. BUenos errores. O buenos intentos de no meter la pata. Buenas patas. Buenas metidas. Buenos intentos. Buenos tequieros y buenos recuerdos. No se puede cambiar el comportamientos de la gente. No mejora. Nunca. Contadas ocasiones. Son tan pocas que es menester contarlo. Dar detalle. Del error y su circunstancia. La felicidad es un error. Una anomalía. Lo normal es una vida aburrida y un amor muy de todo a cien. Cien puñaladas. Cien discusiones. Cien dolores. Cien disputas. Cien desprecios. Cien mentiras. Cien mil coitos. El amor es de lo que siempre puede empeorar, siempre. No tenemos perspectiva. Si la tuviéramos sería una inversión y no un enamoramiento. No se planea. Se arriega. Se siente. Es todo intuición. No es un buen negocio. Es algo más animal. Apareamiento. Ritual. Y paciencia. Ritual y paciencia. Instinto. Y muy tedioso. Triste al final. Complicado. No sé. No estamos en el mundo para acertar a la primera. No estamos en el mundo para que nos hagan daño. No estamos en el mundo para no hacer feliz a nadie en especial. No estamos aqui para leer frases como de libros de autoayuda y aplicarlas a nuestro quehacer diario. No estamos aquí por un motivo y eso es lo bueno, o lo mejor en mi opinión. NO hay un motivo. No hay solo uno. Tenemos muchas cosas por hacer. Está todo por hacer. Están todas las equivocaciones a estrenar, todos los errores a elegir. Uno puede. Yo al menos sí. Es para eso, para lo que vine. Y por lo que me atreví a romper con la primera. Porque era un error. Era buena. Me quería. Era guapa. Tenía dinero. Tenía educación. Tenía unas tetas enormas. Era un error no buscar otras. Más pequeñas. Más desiguales. Más grandes incluso, por qué no. Sin maldad. Sin herir. Lo que me perdí, menudo imbecil. Y me acuerdo a menudo. De todas. De casi todas. De lo que nos podría haber pasado. En lo fallido. En el proceso de encaje. En la descomposición de lo nuestro y de cada uno por su lado. No sé si tiene sentido escribir todo esto aquí y mira que tengo clarísimo que en el blog estamos para dar la tabarra. Y oye, otra cosa puede que no. Pero tabarra y coñazo, damos todo el que tenemos. Que es lo único que uno puede decir. Doy lo que tengo. Que suena cristiano y bondadoso. No tengo casi nada pero es todo vuestro. Este blog es un gran ejemplo. Lo doy y mira que es nada y que lo alargo y me gusto en el pleonasmo y me doy rodeo y meto gamba y paso errata y me lio con cualquier rima barata, pero está aqui y es real y es vuestro. Y es un ejercicio de dedos a lo mejor. Me gusta pensar eso. Y los diarios, ese valor de diario...Quién sabe. Con el tiempo quizá tiene sentido o tiene un nombre. Y más allá de los lloros típicos de un blog personal de nadie me lee, nadie me quiere pues al final siempre queda eso: el eco. La intencionalidad. La búsqueda. Y son todo garabatos y basura y errores y más errores, y coñazo. Todo eso junto y con muchas palabras. Muchas frases. Demasiadas. Muchos caminos que no nos llevan a nada. Como esas personas que hablan solo por sentirse complacidos de escucharse, pues así. Esto es igual. Eco de un yo que soy por momentos. Como todo lo que de verdad es. Fulgores de ser. Puntos de luz. Yo era luz y te lo decía con toda la intención de iluminarte por dentro metiéndote toda mi luz por el coño pero tú no estabas dispuesta a dejarme manosear tu oscuridad. Y me parece bien. La oscuridad mejor no menearla. Y tocarla lo justo. Al final te toca ella a tí y te contagia. Te apaga y te cambia el tono. Es como un barniz que llega hasta nuestras más difíciles juntas. Estamos en el mundo para oscurecernos pero no para oscurecernos juntos y menos en esta edad que estamos que es tan malo. Que luz que pierdas, luz que no echas. Que no es el contador de la luz. Que no somos la empresa electrica que se cobra la emoción cada dos meses. Que no nos basta con una vida cotidiana y aburrida de 220w. Que necesitamos rayos y casi a diario, como el Delorean para viajar en el tiempo pero nosotros solo para poner la cafetera. Que fue un error que te fueras y aún peor que no volvieras nunca. Nunca me creí tus nuncas porque tu nunca los decías como si no fueras a volver a verme nunca de verdad. A día de hoy me cuesta creerlo. Y es por tu truco: ya nos veremos. Intuyo que tampoco has dado con tu media naranja. Sin duda te lo deseo. Que lo exprimas. Que seas muy feliz y lo tengas todo. Te deseo lo mejor. En serio cero ironía. De corazón A ella y a todas, les deseo lo mejor porque aún en lo mejor, se acordarán de mí y nuestros errores. Nuestros maravillosos errores. A este mundo he venido a equivocarme mucho y bien. Mucho y bien. Que lo tengas todo y nunca olvides lo poco que teníamos y lo mucho que se cocía ahí. Lo bulliciosos que éramos los dos en nuestros adentros. Nuestra piel y sus olores. Se feliz porque es mejor recordarlo desde la plenitud de alguien feliz, completo, templado.... Yo a la infelicidad no le tema en absoluto. La enfermedad. Los bloqueos. La paralisis. A eso le temo. La infelicidad es mi sala de máquinas. La infelicidad es mi cuarto de juegos. La infelicidad es mi fábrica de canciones. La infelicidad es mi mapa del próximo tesoro. La infelicidad es el respiro previo y algo entrecortada a la siguiente bocanada de felicidad libre y pura como el aire. Aire libre. Nunca nos podrán dejar sin viento. La infelicidad es mi veleta de lo que me sucede. Me cambia y me marca los senderos por los que avanzar, por los que crecer y aprender lo que no podré usar en una vida siguiente. Y escribir. Escribir todo esto aquí, joder. Escribir. Estamos en el mundo para escribir. Dejar testimonio y ganar. Ganar la partida dejando paso a otros en las mismas lides. Dejar la mesa. No abandonar. No del todo. No dejarlo nunca. No rendirse nunca. Jugar y ya está. No competir, no sentirlo así, como si fuera un deporte porque no es un deporte. NO existe un deporte en el que pierdan todos y así es como esla vida. Leer esto líneal tiene el mismo sentido que juntar nuestra adolescencia y el inicio de la edad adulta. Como si tuviera un sentido. Como si fuéramos a algún sitio... Me cuesta saber dónde voy. Parece que todo funciona. Pero no: simplemente fallamos y encajamos con la mayor elegancia posible. Bis. Error. Bis. Ni error. No oportunidad. Y ojo. Todo esto sin follar. Estamos en el mundo para equivocarnos y para acarrear los posibles consecuencias derivadas de todo esto. Que no son pocas. Sin follar. Que uno, quieras que no, con el día a día y los pagos y el descubierto y las epfianias y la luz y me derroche de luz con esta nueva amiga que decía de las frases carpeteras y mi ansiedad al poner el reloj y dormir solo cuando simplemente no tengo fuerzas para seguir y seguir así, sin follar, con cero abrazo, con cero amable penetración, con cero sexo oral, con cero casi todo, en suma. Es durillo. Porque follando todo es más llevadero y relativo, más puntual y menos determinante. Que viene a ser todo lo mismo. O casi igual. Pero follando el universo afloja la tensión en las cuerdas. La sangre circula mejor. Sobre todo la que va al cerebro. Sin follar todo es un 66% más dificil. Un tercio por la partenaire que no aparece, otro por el yo pajero que se apodera de tu mano derecha y tres por el que deberías ser y no eres. Ese tercer tercio me amargó durante mucho: el que deberías ser y no eres. Me exigo. Que nadie lo diría viendo lo poco que me levanto de la cama. Ok, lo acepto. A mí me parece que lo justifica, pero claro a mí me parecen muchas cosas que no guardan poco parecido con lo que le parece a otros. Cada uno con sus cosas. Cada uno con sus errores. Cada uno con su mundo. Pero no culpabilidad. Cero culpabilidad, no. Nunca. Paraliza y no sirve para nada. Bien y mucho, así hay que vivir y hacerse un mundo lo bastante bonito como para que nos de pena de verdad morirnos.
Y equivocaros sin miedo, que para equivocarse con miedo siempre hay tiempo.
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