Una idea para cobrar impuestos. Tasa de opinión. Si un medio de comunicación opina; lo paga. Cantidades simbólicas, en función de los medios y el alcance. En televisión si uno participa en una tertulia, se paga un canon. A cifra por silla. Ya será ver más adelante si lo paga la productora o el propio opinador, pormenores a resolver sobre la marcha pero el que opina, paga.
No es en ningún caso una tasa o un cargo contra la libertad de expresión, como podría achacársele. Todo lo contrario, eleva la opinión de todos a bien material, cuantificándola en euros y cobrándola en consonancia como momentáneo alquiler del espacio colectivo de ideas en el imaginario colectivo a través de los medios de comunicación de masas. Y así, veríamos. Es como si fuera un símbolo palpable del beneficio que supone opinar para todos.
¿Ventajas a corto plazo? Por lo pronto, menos tertulias. Menos opinadores por tertulias, menos sillas, menos horas y horas y horas de gente opinando, en una pantalla o en una antena. O en las páginas de un periódico: menos artículos de opinión, menos columnas, menos editoriales, menos artículos de fondo. Así en todo: menos debates por la radio, menos sondeos callejeros, menos noticias en las que se pregunta a los vecinos del barrio o a los bañistas de una playa. En general, menos opinión. Si quieren opinar, el medio se hace cargo de pagar el canon.
Y se acaban en dos días las horas y horas en televisión de gente opinando. Se acaban o se paga por ellas. En concepto de apropiación momentánea del espacio opinativo público. Así de claro. Tasa de opinión. Y en internet que cada uno diga lo que quiera. Que se abra un blog. Todo el que quiera opinar que tenga donde hacerlo. Pero en los medios, se paga. Canon. La opinión se paga o se acaba. Porque es muy barato sentar en torno a una mesa a cinco o seis personas y ponerlas a discutir sus opiniones al hilo de las noticias del día. Y tira millas. Es demasiado barato opinar.
¿Ventajas a largo plazo? Se revalorizaría la información. Las noticias. Lo que hay que contar sin dar tu opinión al respecto sino aportando una novedad, un dato o un contexto nuevo a un hecho ya de por si noticioso. La información es más cara de hacer. En términos generales pocas cosas, géneros o formatos hay más baratos que el de la opinión. Informar cuesta dinero. Opinar es (casi) gratis.
Pensando en términos futuros, podría ser una forma de acabar de una vez por todas con la clásica charlatanería nacional. Como concepto. En los medios de comunicación al principio pero quién sabe, si para las generaciones venideras, también seria un cambio en la forma de entender el mundo y lo que nos rodea o lo que les rodeará a ellos, nuestros bisnietos. Limitados a hablar de lo que saben, a trasmitir la información que conocen, a dar sus propias noticias pero no a opinar sobre ellas. A informar.
Yo creo que le dices a un par de columnistas naciones que tienen que informar en su folio diario o pagan canon de opinión y se caerían de espaldas. Pagan si citan a un autor de entre sus predilectos, repasan lo que hicieron la tarde anterior y hablan de la próxima ópera que van a ir a ver. Tasa de opinión. Un canon, señor columnista, por contarnos su vida. Y así sucesivamente. Quizá sea impopular, pero bueno, la sanidad y la educación también lo son, así que adelante, gravemos el hablar por hablar. Cierto es que tampoco está el sector de los medios como para tirarles pellizcos, pero es más el valor simbólico, el efecto tasa, además de que como medida sería altamente productiva en una primer alivio inmediato para el conjunto de la población: Ponernos menos las cabezas como bombos. Bombos. Bombos.
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