El pueblo se manifiesta a veces con unanimidad. Desconfío de ambos, de lo unánime y lo popular a partes iguales pero en ocasiones, no. A mí me cuesta estar de acuerdo conmigo mismo, pues más difícil unirme a mayoría. Yo creo que más de 70.000 personas que se ponen de acuerdo en algo, lo que sea, en menos de dos días son una mayoría. Una mayoría espontánea. Una mayoría de dos días a la que me he sumado.
Las dietas de alojamiento vergonzosas de los diputados con casa propia en Madrid.
Oiga usted, ¿esto cómo se explica al ciudadano?
Dietas de alojamiento. A dueños, a propietarios de inmuebles. Y a señores diputados con sus señores ingresos. Es una injusticia flagrante que entiende de pleno el ciudadano corriente. Y es un clamor en internet, según publica El Periódico.
Y puedes firmar la iniciativa de Ana María Castillo Clavero, una señora malagueña a la que hoy mismo deberían estar entrevistando en todos sitios para que la iniciativa tenga más eco y más difusión y porque es una señora que tiene una historia que contar y que se han unido a su causa más de setenta mil personas, que lo pongo con letra porque parece más que en números.
Aquí puedes firmar la petición de Ana María en Change.org:
En mi opinión deberían publicarse los 62 nombres de los beneficiarios de la verguenza.
Es siniestro hacer la lista pero se merece una inforgrafía en alguna revista haciendo recopilación de los bienes inmuebles, el valor estimado y el conjunto de dietas que pudieran acumularse en otros conceptos. Una infografia del cachondeo de dietas, porque si lo piensas en serio, es susceptible de poner una denuncia y que los propietarios de pisos que cobraban dietas que explicanse a sus señorías la naturaleza de esos conceptos que se ingresaban en sus cuentas. Apuesto por ello. Esperemos que se superen las ciento cincuenta mil firmas que ya va más de la mitad (firma tú, no pases de ello, hazlo) y se consigue el eco necesario en todos sitios para que la propuesta vaya subiendo escalones, y a ver cómo reaccionan los avergonzados beneficiarios de las dietas de alojamiento vergonzosas. Ese momento tiene su interés. Reacción a ciento pico mil firmas en cinco días, mire usted.
Solo una cosa más
No puedo resistirme a añadir una cosa. Podía caber en el gráfico o en la infografía que hiciera la revista con los 62 de los 1800, ¿cuántos deshaucios podrían evitarse al día o al mes en España, con esa misma cantidad de la partida para alojamiento de los señores? Es bastante demagógico y lo asumo desde minuto cero pero es que no me resistía a decirlo. Dietas de alojamiento, ya que tiene que haberlas, que sean para los que más necesiten un techo de acuerdo a la Constitución, al sentido común o la caridad cristiana a la que jamás aconsejaría recurrir pero bueno, como excepción y que les den con esos napoleones alemanes un poco de aire, un alivio temporal ante las amenazas de embargo y aunque sea poco lo que se resuelva, con ese poco oxigeno se salva más de lo que parece a los que tienen la cabeza bajo el agua. Que sonará a demagogía, de acuerdo, pero es que por desgracia, la situación se ha puesto muy en ese plan de todo contra todo. Con casi dos mil euros, se pagan varios meses de casa y de hipoteca de muchas familias que sufren dramas extremos y que por contagio acaban metiendole el miedo en el cuerpo a todo el mundo y así estamos. Ese podría ser un final que casa con todas las entradas del blog: así estamos.
martes, 31 de julio de 2012
No al rock and roll
Desde que José Coronado y ahora Tom Cruise se apropiaran en sus sendos filmes Rock of Ages y No habrá paz para los malvados del palabro en cuestión y adoptaron la coletilla molona de decir: "¡Rock and roll!", parece evidente que no es lícito para cualquiera de nosotros que nos gusta el rock and roll desde siempre lo de volver a usarla en ningún contexto. Eso es así. Sí.
Hay que mover el foco hacía nuevos géneros y clamar por "¡Bachata!".
Es un ejemplo. Lo mismo "¡Grindcore!" o "¡Houseminimal!".
Dichos con el mismo tono de canallería pero cambiando un poco los golpes, ya me entiendes.
A mí tampoco me gustan pero nos obligan a hacerlo.
Así son las cosas.
Hay que mover el foco hacía nuevos géneros y clamar por "¡Bachata!".
Es un ejemplo. Lo mismo "¡Grindcore!" o "¡Houseminimal!".
Dichos con el mismo tono de canallería pero cambiando un poco los golpes, ya me entiendes.
A mí tampoco me gustan pero nos obligan a hacerlo.
Así son las cosas.
Es fácil no dejar de postear si sabes cómo
Los blogs parece que mueren como los elefantes. No sé cómo mueren los elefantes, nunca he tenido que verlo por suerte pero me lo imagino lento. Lentamente. Los blogs mueren lentamente. Una actualización. Tres meses después, otra. Ves el año. 2009. Nunca más se supo.
No dejan de pasar cosas, eso es evidente. Es fácil hacer una lista. De ideas, de canciones, de enlaces, de películas y simplemente escribir de modo rutinario. Encontrar la voz supongo que es la otra parte crucial de un blog que funciona y respira con normalidad.
Las voces cambian y los blogs se mantienen, los que no son elefantes moribundos. Y viven en la sabana del hipermedia como pequeños omnívoros que comen de lo que pillan y van sacando cuello por encima de las circunstancias. Es difícil para mí al menos hacer distinciones. Prefiero escribirlo todo. Es preferible escribirlo todo.
Llega un momento en el que tienes que dejar a un lado las proposiciones iniciales y aceptar aquello en lo que los blogs se convierten, supongo que es la clave de la perdurabilidad. En cualquier caso hay algo mágico en ello. En la vida de esos blogs, en las entradas, en los momentos, en la sutileza con la que se desliza la vida real y lo que no importa, lo que se imagina, lo que temporalmente te indigna y con el tiempo, ni se recuerda.
Una colección de pensamientos insensatos, impulsos a medio pensar y sensaciones o ideas que están prestas a ser repensadas como mínimo un par de veces. De ese modo se mantiene un blog, y metiendo la cuchara en todos los platos, lo que te interesa, lo que no sabes y te atrae, lo que te descubren, lo que te recomiendan, lo que ves, lo que vives, lo que quieres contar de tu vida. Al fin y al cabo es un blog personal y eso lo justifica todo.
Hoy comí tres bollos rellenos de chocolate. Era una oferta. Tres bollos por un euro. Generosamente rellenos de cocholate, Ha sido un detalle que me ha complacido. Y lo mismo que todos los días se come, todos los días se postea. Ya lo he escrito otras veces en este blog, tengo la teoría de que en las fotos de nuestros perfiles en redes sociales hay que subir platos que uno hace o platos que te sirven. Fotos discretas. Con salsa tampoco demasiado obscenas ni dimensiones que abrumen. Ni platos caros, ni nada en plan superchic. Lo que comes. Es un buen material.
Hacer el blog interesante es otra cosa. Lo de comer es un compromiso y si sueles comer mal, es mi caso, resulta incluso un aliciente preparar recetas que se merezcan una foto. Y así, dia a día, si te atreves con una tarta, si pruebas con una lasaña. El blog engordará a la par que tú, y escribiendo sobre temas intrascendentes que no digo que la comida lo sea, porque no pero así se desaturulla uno.
Los temas en el fondo son lo menos importante y da igual de lo que escribas. Si es lo suficientemente variado, creo que no importa. Los temas son lo de menos. Es posible que te sorprendas tú mismo de releer lo que escribi ni si quiera te interesarán en seis meses pero hoy son importantes. Tonterías del hoy que son importantes, defiendo que es la actitud correcta para que un blog fluya.
No dejan de pasar cosas, eso es evidente. Es fácil hacer una lista. De ideas, de canciones, de enlaces, de películas y simplemente escribir de modo rutinario. Encontrar la voz supongo que es la otra parte crucial de un blog que funciona y respira con normalidad.
Las voces cambian y los blogs se mantienen, los que no son elefantes moribundos. Y viven en la sabana del hipermedia como pequeños omnívoros que comen de lo que pillan y van sacando cuello por encima de las circunstancias. Es difícil para mí al menos hacer distinciones. Prefiero escribirlo todo. Es preferible escribirlo todo.
Llega un momento en el que tienes que dejar a un lado las proposiciones iniciales y aceptar aquello en lo que los blogs se convierten, supongo que es la clave de la perdurabilidad. En cualquier caso hay algo mágico en ello. En la vida de esos blogs, en las entradas, en los momentos, en la sutileza con la que se desliza la vida real y lo que no importa, lo que se imagina, lo que temporalmente te indigna y con el tiempo, ni se recuerda.
Una colección de pensamientos insensatos, impulsos a medio pensar y sensaciones o ideas que están prestas a ser repensadas como mínimo un par de veces. De ese modo se mantiene un blog, y metiendo la cuchara en todos los platos, lo que te interesa, lo que no sabes y te atrae, lo que te descubren, lo que te recomiendan, lo que ves, lo que vives, lo que quieres contar de tu vida. Al fin y al cabo es un blog personal y eso lo justifica todo.
Hoy comí tres bollos rellenos de chocolate. Era una oferta. Tres bollos por un euro. Generosamente rellenos de cocholate, Ha sido un detalle que me ha complacido. Y lo mismo que todos los días se come, todos los días se postea. Ya lo he escrito otras veces en este blog, tengo la teoría de que en las fotos de nuestros perfiles en redes sociales hay que subir platos que uno hace o platos que te sirven. Fotos discretas. Con salsa tampoco demasiado obscenas ni dimensiones que abrumen. Ni platos caros, ni nada en plan superchic. Lo que comes. Es un buen material.
Hacer el blog interesante es otra cosa. Lo de comer es un compromiso y si sueles comer mal, es mi caso, resulta incluso un aliciente preparar recetas que se merezcan una foto. Y así, dia a día, si te atreves con una tarta, si pruebas con una lasaña. El blog engordará a la par que tú, y escribiendo sobre temas intrascendentes que no digo que la comida lo sea, porque no pero así se desaturulla uno.
Los temas en el fondo son lo menos importante y da igual de lo que escribas. Si es lo suficientemente variado, creo que no importa. Los temas son lo de menos. Es posible que te sorprendas tú mismo de releer lo que escribi ni si quiera te interesarán en seis meses pero hoy son importantes. Tonterías del hoy que son importantes, defiendo que es la actitud correcta para que un blog fluya.
Super mariajuaner me
Super High me. Dirigida por Michael Blieden, en 2007. Parodia de Super Size me.
Protagonizada por Doug Benson.
Simpática y entretenida.
Protagonizada por Doug Benson.
Simpática y entretenida.
A favor de los borrachos en el escenario
Achispados. No arrastrándose. Con algo que les pudiera hacer tropezar o les haga hablar para sí mismo cerca del micro o que se rían sin motivo o se equivoquen al final de una estrofa y enderecen y luego, de coraje, alargar el solo y hacer diabluras, como doble ración de postre tras haber quemado el asado. Lo otro es comida de plástico. Conciertos clónicos, un sonido impecable, un set list cuajado, una actitud profesional, unos bailes que no nacen como deben de nacer los bailes sino que son como un bamboleo zombi que no convence a nadie y así pueden tirarse mil años. Y dando palmas. Que la cosa no esté preparada. Y quien dice alcohol, dice desinhibición y bio frutas. Que no es un tema de ponerse trompa y hala, ya está todo hecho. Ni mucho menos. El alcohol cuando entra por otro lado y no te da chispilla, te deja más bien aperezado y se da la murga más de lo que sería deseable. Borrachos, tampoco. Entendámonos. Gente que se la juega. Actos de difícil explicación, momentos límite. Situaciones inesperadas. Que se produzca un cierto entendimiento con el público. Tampoco no es ponerse a buscar que te coreen desde el minuto uno, pero hacer partícipe a ese público del concierto que están viendo. Si no fueran ellos, sería otro concierto. Conseguir eso. Necesariamente no a base de cuba libres, pero conseguirlo.
Es el problema. El otro día discutía con un familiar sobre Bruce Springteen. ¿A tí te gustará el jefe? Me lo dijo preguntando pero casi que lo afirmaba. ¿El jefe? Pues tampoco demasiado, respondí yo. Y ya no sé qué dijo del concierto al que había ido y que duró noscuántas horas y que si la apoteosis del rock, que si el no va más, que si mítico, inolvidable, antológico, innenarrable, y yo que sé, pues para mí no. No lo dije para no enzarzarme en una discusión estéril sobre la buena y la mala música y los buenos y malos conciertos. No estoy de acuerdo. Es un coñazo. Los conciertos al peso son para.... ¿pesados? No lo sé. Cuatro horas o tres horas. Es un musical. Demasiado. Mejor una hora a destajo y un bis largo. Bis con desparrame y hasta otro día. Cuatro horas, ¿para qué? Pues eso, concierto al por mayor, a granel, por peso... Y diseñados. Conciertos perfectos. Impecables, predefinidos, clónicos, todos iguales. Más largos o más cortos, pero todos perfectos. Qué aburrimiento. Es una sucesión de perfectos movimientos, sincronizaciones y momentos de emoción, de subida, de bajón y de euforia o coreo masivo prefijados, ensayados y anti naturales. Es lo contrario de lo que yo entiendo por un buen concierto. Un concepto el de un buen concierto que siempre tiene que tener un componente happening, que ocurra algo. No tiene tanto que ver con la calidad en la ejecución o el nombre del artista y su poder de convocatoria. Que ocurra algo. Que pasen cosas. El concepto de ocurrir algo es amplio, pero me refiero a que... Se improvise. Que surga algo que es especialmente idóneo para ese momento y lugar y que no volverá a repetirse. O si se repite no saldrá igual. Eso es lo que gusta de los conciertos. En general. Lo perfecto, medido y brillamente ejecutado me parece cómo mirar fijamente a una máquina de fotocopias. Mirarla a los ojos. Y gritar cada vez que la luz pasa por encima de la tapa. Esos ojos que brillan. Y en realidad son fotocopias.
Youtube VS Megaupload como modelo de negocio
Yo defiendo que no son tan diferentes. Consiste en el fondo en subir videos y ponerlos a disposición de los demás. Con sus políticas de privacidad diferentes, anunciantes, perfiles, vale, lo que quieras. Pero en el fondo. Lo defendí en un debate sobre el tema. Ni yo mismo me lo creo del todo, pero no por nada, sino porque no me alcanzan mis conocimientos de los entresijos de la red como para ser taxativo pero aunque se vendan en un entorno y con unas prestaciones muy diferentes, ok, la realidad es que son usuarios que suben material a la red, a veces con derechos y a veces sin ellos de acuerdo pero siempre con un mismo patrón, una línea de comunicación, el emisor no es el dueño legal del mensaje pero el mensaje se reproduce.
Quiero decir. A Youtube se pueden subir peliculas, en partes o al completo o como sea. Tardarán más o menos en denunciarte, en cerrarte el perfil o en exigir derechos de copyright pero entretanto, ahí está disponible el material. Y ya más allá de los vídeos, ¿qué pasa con las fotografías? Muchos usuarios publican fotos en sus perfiles sociales que no les pertenecen. Desde fotos míticas de grandes autores, hasta fotos de grupos de música o artistas... Quiero decir, que todo tiene derechos y ese tipo de material circula con cierta normalidad sin que se pueda poner un canon por crearte una carpeta de fotos de París o de imágenes del Ché Guevara o de lo que sea. Es un poner.
Lógicamente son diferentes en muchas cosas pero si pensamos de aquí a un cierto tiempo vista, años adelante, el modelo no parecerá tan distinto. No se podría cerrar facebook porque hay usuarios que suben material sobre el que no tienen derechos y obviamente a diario hay usuarios que suben material sobre el que no tienen derechos. Y en Youtube si pones en el buscador Full album te puedes encontrar un amplio catálogo de discos míticos de la historía de la música. Y ahí están, obviamente sin derechos. Totalmente accesibles en una red de vídeos relacionados, nada que ver con ninguna web en la que se alojen películas, series o estrenos, a las que se lleva a través de sucesivos pasillos de enlace con pop ups y todo tipo de anuncios extraños y sospechosos. Vale, no es lo mismo. En eso estamos de acuerdo, lo mismo no es. Pero tampoco es tan diferente y desde luego, creo que es comparable. Perfectamente comparable. Y a la larga, ¿qué? ¿quién piensa a largo plazo? ¿décadas? Que es difícil porque hace una década casi que no existía Youtube. El cambio es notable. Y hace una década desde luego no existía Megaupload. Eso es lo más emociante. Dentro de un tiempo, ¿seguirán existiendo? Un modelo de negocio intermedio está por crear. ¿Cómo? Ni la menor idea. Pero solo debe tener una premisa: ser gratis. Gratis. Como es Youtube, gratuito. Y pueden, no digo que no, funcionar puntualmente los sitios de descargas de pago o con determinados productos o determinadas campañas... pero, ¿a largo plazo? Largo largo plazo. Necesariamente será gratis y dijo más: debe serlo. Sería un poco tonto que una tecnología que está superada se cobre a precios de hace mil años cuando era una tecnología puntera o de lujo, que no me llega el entendimiento para especular demasiado con derechos, legalidades, leyes o formas de copyright. Es evidente que el término copy, las condiciones de esa copy, las menudencias del proceso de producción de every copy... Los puntos suspensivos son que me faltan datos para decir algo más al respecto. En resumen que si hay cambiado el copy pues que cambie el right. Los avances de las licencias Creative commons si las pensamos con perspectiva histórica, imagínate. Que te digo yo, un Caravaggio en Creative commons o las óperas de Verdi, arte o material sin propietarios. Se me va de las manos. Puntos suspensivos... Me encantaría que me llevaran la contraria de la forma más explicativa posible, en los comentarios por ejemplo y que arrojen luz sobre mi corto alcance de discernimiento y gracias por anticipado.
Carlos Latre anunciando yogures
¿Qué sentido tiene que el imitador Carlos Latre anuncie unos yogures sin imitar a nadie y solo diciendo que están más rebajados y a mejor precio? Que imite al Rey, yo que sé, o a la duquesa de Alba. La Duquesa de Alba anunciando unos descuentos en el pack de yogures, funciona. Eso funciona seguro. Pero Carlos Latre haciendo de Carlos Latre, ¿por qué? ¿Por qué, Danone? Creo que es Danone la marca.
Atención al guionista. No sé si será el mismo Latre, quiero creer que no.
Sale el tipo en el pasillo de refrigerados (creo) y dice: Últimamente estamos todos a dos velas.
Y saca dos velas encendidas.
¡Chistazo, man!
Y con una voz de anuncio de radio, Latre dice: ahora el pack de yogures de sabores cuesta bla bla bla...
Y ya.
Que digo yo. ¿Para qué te lo gastas en CArlos Latre que es un imitador de postín si no hay que imitar a nadie y solo es el chiste de las velas? Saca a una actor de careto llamativo, tipo los que anuncian Worten o ese tipo de perfil. Un tipo de cara rara y que diga lo de las velas. Aunque si lo piensas, con un tio feo no apetece comer yogur. Pero bueno. Ahí está Carmen Machi contra todo pronóstico vendiendo su impronta que da gusto, de modo que... Pero Carmen es actriz y hace de actriz. Lo suyo. Latre hace de Latre y con un chiste infumable. No lo entiendo. No tiene mayor importancia. Si no habéis visto el anuncio de televisión, ni os deis por aludidos y os pido disculpas por esta banal e insustancial entrada de blog.
Pero es que no me explico ese tipo de campañas y el gasto que suponen...
Para un chiste basado en la literalidad.
Por otro lado no entiendo los anuncios chiste en este tiempo.
Es, por eso, sobre todo. La actitud de los anunciantes. El desierto. Un imitador que no imita. Precios ajustados. La escasez de ideas de la recesión. Las consecuencias y los daños colaterales de vivir solamente atendiendo al factor precio. Es lo que hay. Factor precio. Y ya.
sábado, 28 de julio de 2012
Me emocioné con Teenage fanclub en ´Adult young´
Solo eso.
Con The Concept.
El trailer:
Aquí, Adult Young:
http://www.moevideos.net/view/44489
aquí, The Concept:
http://www.youtube.com/watch?v=rqYibZeafg8
Con The Concept.
El trailer:
Aquí, Adult Young:
http://www.moevideos.net/view/44489
aquí, The Concept:
http://www.youtube.com/watch?v=rqYibZeafg8
Disco de esta tarde de sábado
Safe as milk. Clásico de Captain Beefheart.
Debut furioso. El disco quizá. Para mí el mejor. Más mítico.
No me quedaría con otros más pasados de vueltas. Prefiero estilo pre-Zappa.
Entero. Del tirón me ha entrado sin problema. Me gusta que se va adentrado en un sonido cada vez más propio y menos blues. El blues es un coñazo. No me duele en prendas decirlo.
Están algunas de las más celebradas.
Electricity. Abba Zaba.
Me quedo con el arranque de Trust Us. La 18. Es la invención del rap.
Dice flow. ¿Usa la palabra flow? Yo diría que sí.
Hay un documental en el que sale Matt Groening, el creador de Los Simpsons, explicando lo que sintió la primera vez que oyó este disco. Buscadlo y oidlo a ver qué tal. Y ya está.
El grillo de mi hogar
El grillo. Son cosas que me pasan. Un grillo en casa. Una cosa exagerada por la noche porque atronaba el vecindario y claro, yo lo escuchaba especialmente cerca. El cri cri cri no era de fondo, sonaba en primer plano, no tenía un rítmo concreto y cambiaba cada poco, lo que hace que no te olvides de su monótono chirridito. Difícil de obviar. No deja que no le hagas caso. No pasa desapercibido como el siseo de un grifo abierto o una rendija que silba. De repente, para. El grillo paraba cuando le parecía. Silencio total. Volvía a los pocos segundos con un pitido más claro, más nítido, más potente... Y, ¿qué hacer? Hablamos de las tres, cuatro o cinco de la mañana, un grillo crujiendo a toda pastilla y obviamente viene de mi casa. Es mi grillo. ¿Qué pensarán los vecinos? ¿Pensarán que debo dejarles dormir y encargarme yo de darle pasaporte al grillo?
Es molesto. Se oye. Hace ruido. Mucho. Es un grillo. Obviamente se escucha pero ¿se oirá en un par de manzanas? No lo sé. Yo lo oigo mucho. El de la casa de al lado lo oye seguro. Se oye descaradamente. Pero ¿es por qué estoy al loro? ¿estoy demasiado pendiente? Es un grillo con buenos pulmones, con buena capacidad vocal. Es un grillo solista. Es de noche, muy de noche y reina el silencio, mucho silencio. Silencio de campo. Nada que ver con las ciudades dormidas. Los motores por lejos que estén son los ronquidos de la calle. Es otra cosa, el campo tiene un sueño de pleno silencio. Algún chicharra, algún pájaro y algún grillo si acaso. Grillos de campo. Es el caso.
Es normal que los grillos hagan ruido. ¿Pensarán eso mis vecinos? Sonar, suena. Se oye. Lo oyen. Yo creo que lo oyen. Lo tienen que oír. El grillo es como la alarma de una casa, como la alarma de mi casa que a eso de las doce y media o una arranca y ya no para hasta las seis cuarenta. Es grillo es mi alarma particular. Y un complemento ideal para mi insomnio. El insomnio típico de esta época del año.
Me desvela. El grillo parece que lo sabe. Que duermo mal. No para en toda la noche. Bueno, no es del todo cierto. Para. A veces, para. Pero se le oye con nítidez cuando vuelve. ¿Para treinta segundos? Quizá un minuto, o cinco. Puede estar callado hasta cinco minutos pero después vuelve con más energía, con más molestia para mis vecinos, o eso me supongo. Porque, ¿le molestará a los vecinos el grillo? Tampoco es buena idea pregunta, ¿o sí? Oiga, ¿oye mi grillo de noche? ¿le molesta? ¿Cree usted que debería exterminarlo? ¿Es una molestia? ¿Usted también sufre insomnio en esta época del año? El grillo. Al fin y al cabo es la naturaleza, vivimos cerca de la naturaleza, es la voz o una de las pequeñas vocecillas de la naturaleza en la que estamos y nos rodea. Es lo que hay, amigos vecinos. ¿Qué querrían que hiciera con el grillo?
Luego hay que dar con él. Buscar un grillo tampoco es tarea fácil. A ver por donde empiezo. Y buscarlo de día, pues ya me dirás. Pocas alternativas. Todas las noches. Cri cri cri. No sé qué piensan en el vecindario. ¿Qué puedo hacer yo? No hago nada, esa es la verdad. ¿Podría hacerlo? ¿Está en mi mano? Lo que sí parece claro es que está en mi seto. ¿estará en el seto? ¿en la valla? ¿En la pared? Tengo pocos indicios. Un ruido bien molesto, eso es todo. Poco que hacer al respecto. ¿por dónde empezar? Canta todas las noches. No siempre parece que esté en el mismo sitio. A veces retumba más la cocina, otras veces lo que suena con eco es el baño. Ni siquiera sabría decir la zona de la casa dónde podría vivir.
No siempre está cantando. No siempre, es cierto que a veces al despertarme de madrugada y encender la luz de la cocina en busca de un vaso de agua, el grillo se calla. Se callaba de repente, como si lo hubiese descubierto cantando en la ducha. Te he pillado, grillo. Y silencio. Un inquietante silencio, añadiría. O a veces, al entrar en el baño y tirar de la cadena, también cesaba en sus rutinarios pitidos para volver al poco pero parar, paraba un rato. No podía pasarme la noche en la cocina o en la cisterna, de modo que volvía a la cama sin saber lo que hacer y desvelado. Oyendo al grillo. Se oía fuerte, realmente fuerte. El silencio en esta zona de casas propicia que los grillos retumben pero en cualquier caso, suena muy fuerte mi grillo. Mi grillo.
Pienso y me pregunto, ¿cuántos animales tengo en casa? Dos gatitos. Comen de un plato y les pongo regularmente leche. Son hermanos. Y blancos. Mis dos gatitos blancas. Mis dos golondrinas amarillas. Daúricas se llaman. Vientre amarillo canario. Viven en un alerón, a la entrada de la casa, en una esquina del techo del porche. En un nido del tamaño de una bota de vino, una buena casa. Vivimos por temporada, se pasan medio año conmigo. Luego se van. En verano hay más animales en casa. Tres salamanquesas. Quizá más.
Cuatro salamanquesas. Se comen a las mariposillas, polillas y mosquitos. Viven en el exterior de los cristales de la cocina. Les veo perfectamente la barriga y los dedos como ventosas. Tienen cuatro dedos en cada pata. Cuatro patas, claro. Y tengo una tórtola que creo que frecuenta una parte del tejado, pero no podría asegurar que tuviera allí establecida su residencia. Por supuesto, hormigas y arañas de todos los tipos más o menos inofensivas. Confío en que no haya en ningún rincón de la casa ratas ni ratones. Confío en mis dos gatitos blancos. Y en sus habilidades como cazadores de alimañas. Y un grillo. Vivo con un grillo. Recuento: dos gatos, dos golondrinas, una tórtola, tres salamanquesas, varias colonias de hormigas, varias familias de arañas y un grillo.
Entonces un día, o más bien una noche, pienso. Pienso y me pregunto: Y, ¿si tengo el grillo dentro de la casa? Y es por eso que lo oigo tan fuerte. Un grillo en casa. El grillo del hogar, pero de verdad. Y lo pienso mucho, claro, es de noche, son las cinco de la mañana y pensar en que tienes un grillo cantando dentro de tu casa es el típico pensamiento que hace que cunda el insomnio. Grillo. Casa. ¿Qué hacer? Esto no puedo dejarlo en manos de los gatitos blancos. Si acaso las salamanquesas pero tampoco... De repente, lo vuelvo a pensar. Un grillo en casa, no creo. Estará fuera. Estará en el seto. Estará donde suelen estar todos los grillos y sonará más porque estamos en el campo y los grillos de campo tienen otra potencia. ¿Qué estoy pensando? ¿Un grillo en casa? Vaya flipadera. No, no hay un grillo en casa. Un tiempo después me duermo y ya no hay grillo que valga.
El caso es que un día después me encuentro una salamanquesa en la bañera. pequeña, muy bonita, con un verde intenso. No ha cambiado la piel, he visto como cambiaban la piel las de los cristales de la cocina. Es curioso. mientras hago la cena, aparecen. Al estar encendida la luz muchas palomilla van directas al cristal y los pequeños lagartitos se posicionan para hacerse ellos también con su cena. He visto más o menos a tiempo real como se les caía la cola y les aparecía una nueva. Un proceso que ciertamente da un poco de repeluco. Un grillo, el caso, Apareció la salamanquesa en la bañera. Sorpresa. Con la toalla. Yo desnudo ya dispuesto a meterme. Sorpresa, salamanquesa. ¿Qué hacer?
Recordé otro reciente episodio de animal atrapado en mi casa. Una cría de gato, no de los gatitos blancos, otros. Hay mil por aquí. El vecindario está lleno de gatos que se buscan la vida. Una madre gata tuvo un buen montón de gatitos y se colaban por mi casa, por el jardíin aunque yo los espantaba dando zapatazos. Los pequeños salían escopetados, a la madre le da igual. una noche se escuchaba lloarar a un gatito sin parar. No sabía que era. A la mañana siguiente, descubrí que el pequeño se había caído a la piscina vacía. ¿Cómo sacarlo? Por cierto, una piscina vacía. ¿Hay una imagen más triste que la de una piscina vacía? Probablemente sí, la de un gatito bebé atrapado en una piscina vacía. Es el caso. Por supuesto no se dejaba tocar. Y la madre estaba al acecho bufando como una loca. No podíamos tocarlo. El gatito no tenía fuerza obviamente para salir de un salto y además estaba muy nervioso y asustado. Lo que hice fue poner una escalera apoyada en el bordillo. Quizá la madre gata podría bajar a rescatarlo, pero no. El gato bebé subió por la escalera, después de que me alejara un poco. Y salió él solo de la piscina. La madre gata lo trincó del pescuezo y se lo llevó a un rincón. Fin de la historia.
La salamanquesa en la bañera era el mismo poner pero con otras dimensiones y componendas. Por supuesto norma número uno, no matar ningún animal. A no ser que ataque. Paz con todo animal. La incité a salir del baño por voluntad propia. Con el agua la ayudé a que ganara la ventana, la deje abierta y mojándola con el mango de la ducha, cayó por todos lados claro, charcos en el baño luego a tener en cuenta, pues conseguí que fuera poco a poco subiendo por la pared huyendo del agua y que finalmente saliera fuera. Todo esto lo hice desnudo. Le añade emoción aunque no lo parezca. No pensé entonces en el significado de la presencia en la bañera de la salamanquesa verde brillante. ¿qué buscaba allí? La respuesta no tardó en llegar.
Al día siguiente apareció el grillo entre los botes de champú. Hay una esquina que es la sección botes gastados de champú. Allí estaba. ¿Qué te parece? Callada como un condenado porque era de día. El grillo estaba en la bañera. Vaya buena caja de resonancia. Esto explica muchos ecos nocturnos. Vaya, un grillo en casa. No podía repetir la operación ventana como con la salamanquesa. Ni la operación escalera como con el gato bebé. Única opción: operación desagüe. No me gusta matar ni a las hormigas. Tampoco a las arañas, aunque a veces no quede otra opción. O tu telaraña o yo. Efectivamente en esta segunda aventura contra la naturaleza doméstica y salvaje volvía estar desnudo y en esa situación de concentración previa a entrar en la ducha. Sorpresa. Nueva sorpresa. Operación grillo.
A todo esto, el recién descubierto cantarín de mis insomnios subía por las paredes de la bañera que se las pelaba, buscando salir de su escondrijo. Yo lo mojaba, confiando en el poder de la corriente de agua y la atracción centrípeta del desagüe, pero no. El grillo luchaba. Se iba al fondo y en tres segundos volvía a subir. Una de las veces empezó a subir por el mango de ducha. Un grillo hábil. Otra vez repetí la operación. Lo mojaba. Bajaba. Se escapaba un poco. Le volvía a caer un chorreón. Se hundía en el dedo de agua acumulada en el sumidero, se zafaba, resistía agarrado a los bordes del agujero, más cascada, más chorro de agua, y después de un rato ya no sabía si se había colado o no. Parecía que sí. Estaba claro que estaba en el desagüe. Entonces puse el tapón de la bañera. estaba dentro. Ya no podría escapar.
Fueron tres segundos pero pensé en adoptarlo como mascota. Mi grillo. Mientras llevaba a cabo la operación mango de ducha asesino, pensé en coger el grillo y meterlo en un bote. En mi infancia no tuve esa fase experimentadora de meter insectos en botes de cristal. Tener un grillo en un bote. En cuestión de tres segundos, ya digo, tres pasajeros segundos se libró un duro e intenso debate en mi cerebro sobre el destino de mi ruidoso amigo. Grillo bote sí. Grillo bote no. Durante las largas noches de insomnio pensé en usar al grillo en alguna canción. En grabar al grillo. Incluso tarareé siguiéndole el ritmo. Tarareos mínimos pero tarareos. No siempre cantaba igual el grillo, eso es cierto. No era fácil seguirle tampoco. A veces no tenía ritmo. O era un ritmo difícil de precisar. A lo mejor me oía y no quería dejarse seguir. Difícil de seguir de verdad. Un grillo muy solista, ya dije.
No quería perderle, en el fondo. Grabarle era una excusa. Supongo que fue eso. Tres segundos de melancolía. Grabar al grillo me parecía una locura genial que podía acabar vaya usted a saber dónde. Dale delay al grillo. Dale reverb al grillo. Ponle eco al grillo y no eso, ponle un micro. Grillo en el micro. Lo veo. Como fondo, aunque solo fuera como fondo sonoro y quién sabe. Lo mismo se improvisa sus extraños patrones rítmicos y creamos algo. Pero no. No lo hice. En esos tres segundos pensé también en si sobreviviría en un bote de cristal y en cómo de grande debía ser el bote. si era conveniente hacer agujeritos en la tapadera o si era mejor sin tapadera a riesgo que de un salto se fuera a darse sus garbeos. Y, ¿qué comería? ¿Lechuga? Pensé en que le hubiera dado lechuga de comer y luego, no sé por qué, pensé en el grillo muerto de un empacho de comer lechuga. Y mientras pensaba esto lo veía luchar en el desagüe de la bañera contra la inercia atracción de los agujeros y la corriente del agua. Y puse el tapón y no pensé más en él hasta escribir esto. Es cierto. Me gustaría tenerlo en un bote. Espero que haya más grillos en mi vida. Y tener alguno en el bote que cante a disposición y no moleste de noche. Grillos amaestrados. Siguiente nivel. No llegaremos a eso, supongo. No descartemos ninguna opción.
Aparte del recuerdo y la semblanza del grillo de mi hogar, la razón de estas líneas se fundamenta en la asunción del hecho contrastado de que los más extraños supuestos descabellados que nos hacen no dormir o dar vueltas en la cama finalmente resultan siendo ciertos. Increiblemente ciertos. Aquello tanto raro que se nos pasó por la cabeza y sí, era eso. En este caso que hubiera un grillo escondido en mi bañera. Botes de champú gastados, de acuerdo. Da igual el hecho concreto. El silencio en el vecindario. El pertinaz silencio. Un grillo en el baño. Lo que sea. Significa algo. No es solo algo raro que se te paso por la cabeza. Vale para todo, en el fondo. Fin.
viernes, 27 de julio de 2012
Familiares recolocados
Idea para un reportaje. En poco más de seis meses de legislatura, familiares recolocados. Seguramente ya exista ese reportaje. No solo en la administración central. En Andalucía, unos pocos menos de meses de corona pero los mismos movimientos laborales en los ámbitos de la familia cercana de dirigentes o gerifaltes. Y lo de menos el partido. Desde la hija de Willy Meyer (¿es Meyer o Meyers?), a la hermana de Esperanza Aguirre, hasta el lucero del alba. Un pequeño rastreo y listo. Noticias de las últimas semanas, un mix. Se le da una vuelta, sus fotillos. Un reportaje de puta madre. De lo que nos empequeñece y envenena en realidad. Es como argumento muy loser pero cierto y evidente. El amiguismo. El compadreo. El hermano de la prima del sobrino. La madre que los parió. Y lo saben todos los funcionarios que ven caras nuevas cada legislatura y subidas como la espuma o repentinas desapariciones. La familia. Los recolocados. Por toda la cara. Sin miedo a que saquen su foto, su nómina y su hoja de servicios. Que los habrá preparados aunque desde luego no es ese el motivo de encontrarse en sus nuevos puestos. Lo peor es la impunidad. Hacerlo a los ojos de todos. Que no quede ese mínimo de... No sé, ¿Prudencia? ¿Miramiento? ¿Cómo decirlo? Que indigne. Que cale. Que se sepa por lo menos. Ahí puesto, con ese reportajín y si se echa un poco atrás la mirada se podría certificar que es un mal endémico de la democracia española. Y en resumen, un mal mundial de los países que van mal. Es como de primero de civismo. Evitarlo de forma previa, con filtros para los cargos de confianza, para las designaciones aleatorias, que pase por manos de terceros, control, un control, un mínimo control; que tengan que dar el visto bueno, hablamos de unos mínimos, y que no sean los amigos los que lo hagan, acolegados, cerrado con instituciones independientes, comisiones o yo que sé, no caer en eso que simplemente fuera una vergüenza, que se supiera con un reportaje y acarrease un deshonor contar con ese hermano, primo, hijo, sobrino o amigo recolocado cobrando de los impuestos de todos. Parece mentira que haya que remarcarlo.
Cancion de la semana: "Run Ran Run Rah" de Norwegian Arms
Elegir una canción de la semana es una estupidez. Mi criterio no es de actualidad. Se limita a recordar qué tema he oido más veces repeat que repeat en la semana. Y subirlo aquí. Puede ser cualquier grupo, cualquier estilo, cualquier época.
Pues esta semana, Norwegian arms.
Un dúo de Philadelphia.
La canción "Run Ran Run Rah" que abría su anterior ep. Como es corta, la he puesto mil veces. Espero que os guste. Un saludo.
Los vídeos en directo de Youtube merecen la pena. Búscadlos.
http://norwegianarms.bandcamp.com/album/trimmings-of-hides
jueves, 26 de julio de 2012
Todos los fuegos en contra
Soy de la generación Todos contra el fuego. Inolvidable tonadilla. Que mira por dónde no recordaba yo que Serrat estaba metido en ese embolado. La canción, el estribillo Todos contra el fuego con su coro infantil, ese coro infantil que marcó a una generación, la mía. No voy a opinar sobre eso. Información sobre incendios. Pero, ¿de qué estamos hablando? ¿Fuego? ¿Noticias? ¿Campañas informativas? El minuto a minuto. Cuando hay llamas, se manda al reportero o reportera lo más cerca posible de lo naranja. Que en el plano casi se queme al espectador. Cuando se extingue, apenas si se ofrecen un par de datos sobre el foco, los posibles indicios de autoría o las causas. Con gran libertad se habla en muchas de esas noticias y en muchas de esas conexiones en directo de intencionalidad o voluntareidad, que a mí me parece un poco absurdo y temerario. Con los recientes incendios, aunque esa expresión podría valer para casi cualquier temporada del año, pero es especialmente recurrente en verano porque siempre ha ocurrido un incendio en verano o varios hace poco, la información se volvía más útil porque pueblos y casas y vecinos han tenido que salir con lo puesto y han vuelto a un hogar reducido a cenizas. Las televisiones acuden a ellos como abejas al panal, el drama humano, la casa quemada, las paredes, los cuadros, el garaje, los coches en un chasis negro goteando chamusquina... Los incendios. El fuego. No es normal. Periodistas de España, no es normal, la cantidad de hectáreas que se queman en este país no son normales. Año tras año, comunidad por comunidad, ciudad por ciudad, pueblo a pueblo.... En el último incendio, pero ni lo nombro porque lo mismo me vale para cualquiera, en la noticia en televisión decían que habían encontrado cientos de colillas en el lugar que presumían que estaba ubicado el foco. ¡Cientos de colillas! Ni una, ni dos, ni tres... ¡Cientos! ¿Qué clase de explicación tiene eso? Cientos son como mínimo, cinco paquetes. ¿alguien se ha fumao cinco paquetes en el bosque? ¿Seguidos o a plazos? ¿Vació el cenicero del coche? A ver, no lo sé. Pero me parece una información tan poco informativa. Es fácil. Cogan los de hace un año. Los de hace tres. Este verano salió una sentencia y condena a un tipo que hacía una barbacoa. Que no es que yo quiero defender a fumadores y comedores o más bien cocinadores de chuletas a la brasa en el campo, no. Que no es que los defienda ni quiera hacer una apología del pirónamno involuntario, pero a ver. Son cientos de miles de hectáreas al año. Vale una barbacoa, vale unas chuletas, vale un pitillo mal apagado, pero algo más debe haber. Y somos de la generación Todos contra el fuego. Que nos lo metieron a fuego. La cancioncita y el mensaje, el concepto está plenamente asimilado por mi generación que no te digo yo que no haya quien se chufle sus pitillos o se haga sus parrilladas pero el indice general de mi tramo de población está concienciado hasta arriba. Estamos hablando de información. Quiero información. No es normal tanto incendio. ¿Qué pasa con ese suelo? ¿Un año después? ¿Tres años después? ¿Dos décadas después? ¿Alguien se ha beneficiado con ello? ¿Alguien puede haber ganado dinero con los incendios, aunque sea a largo plazo o como rebote por algo relacionado con el uso de terrenos o su calificación? Es que no me lo puedo creer. Que no hay intereses relacionados con el suelo. Que los tiene que haber. No digo en todos los incendios que se producen pero sí en una gran mayoría tiene que haber, tiene que haberlos, intereses chungos de verdad. Y en las noticias, ni asoman, primero porque el fuego está activo y se habla de frentes, vientos y dotaciones de bomberos y en segundo lugar porque los titulares ya se miden en hectáreas y una vez controlado, parece que ya no es noticia. El monte negro y apagado ya no es noticia de telediario. Pero, ¿por qué se quemó? Que en el caso de que haya detenidos y demás, qeu salga la sentencia un año o un par de años después pues tú me dirás cuantas hectáreas se han quemado por el camino. Y por el camino de esta entrada me he dado cuenta de que la sintonía que yo tenía metida en la cabeza no era de Serrat, sino de Larraz. Ya decía yo que no me sonaba el Joan Manuel. La versión de Vicky es la definitiva, más medio tiempo, menos acusado el coro infantil pero con unas respuestas al final del estribillo como más claras. En fin. Que con el paso de los años, que unos cuantos han pasado, más que Todos contra el fuego, tenemos todos los fuegos en contra.
A veces el paso del tiempo nos mejora: Kelly Reilly
En cuestión de pocos o poquísimos años. En un plis a Kelly Reilly no la reconocía ni la madre que la parió. Habrá quien la haya fichado de los recientes Sherlock Holmes de Guy Ritchie o los más perdiceros, ya le habrían echado el ojo años atrás en Una casa de locos (2002) y Las Muñecas Rusas (2005), de Cedric Kaplish. Yo soy de esos segundos que ya sabía del rojo pelaje que lucía la inglesa. Siempre me llamó la atención el cambio de ella y de su personaje (Wendy) en esa película y su secuela, son dos películas extrañas, algo inconexas y entrañables, francesas aunque tampoco lo parezcan y con un toque de comedia que me hizo siempre más gracia la primera vez pero es que también ya las he visto unas cuantas. Me gustan pero estaba escribiendo sobre el look de Kelly Reilly. A ello vamos. After and before. Ahora y después. Entonces y nunca jamás, allá vamos.
2002
2005
En este blog que enlazo a continuación le hacen una entrevista y la propia Kelly descarta tema de bisturí. Yo nunca lo haría, afirma. Uno se lo piensa al ver pómulos y barbilla de unos años para acá, que por otro lado, también apunta en alguna sesión o en según que poses un estrechismo de huesos de la clavícula y una delgadez generalizada que ciertamente preocupa, de hecho, para el personaje de Wendy en las dos películas antes citadas, su inestabilidad emocional y su baja autoestima la del personaje, no de Kelly sino de Wendy quizá tenga que ver con ciertos desordenes alimenticios, aunque seguramente no, porque la chica está la mar de sana y trabaja que no para, de modo que no. Pero realmente el cambio extreme makeover en cuestión de tres años nos deja los sesos fritos.
Si os gustan, hablando de freir neuronas, los GIFS en esta recopilación de Tumblr los hay de todo tipo: con mucha Kelly Reilly en Sherlock, pero también de películas de antes y en plan melosa. Si comparamos con fotos más recientes y con según qué estilismos, trajes de época y toda la pesca, el cambio es más llamativo. Hay un par de fotos de estudio en las que sale con varios tipo de traje palabra de honor que se la ve del todo chupada. Quizá orgullosa de haber bajado sus kilitos y mostrándolo sin más pero no sé. Por lo demás, es una actriz de gran expresividad. He leído por ahí que fue la chica por la que Guy Ritchie dejó a Madonna pero no me lo termino de creer, quién sabe. En mi opinión Reilly tiene una belleza genuinamente inglesa. No sé bien el motivo, tiene que ver con la boca o con la barbilla o la forma de hablar y moverlas, y el color de la piel, claro. En las fotos de niña se nota más que es muy inglesa, ¿no es cierto? Y en las dos películas de Cedric, en la primera parecía la típica estudiante guiri feucha y en la segunda, se revela mujeraza total. Y de ahí para adelante, porque la red está inundada de fotos de ella en plan súper sensual que ya os dejo a vosotros para que las busquéis. Con este nuevo ejemplo, volvemos a certificar que a veces el paso del tiempo nos mejora.
2002
2005
En este blog que enlazo a continuación le hacen una entrevista y la propia Kelly descarta tema de bisturí. Yo nunca lo haría, afirma. Uno se lo piensa al ver pómulos y barbilla de unos años para acá, que por otro lado, también apunta en alguna sesión o en según que poses un estrechismo de huesos de la clavícula y una delgadez generalizada que ciertamente preocupa, de hecho, para el personaje de Wendy en las dos películas antes citadas, su inestabilidad emocional y su baja autoestima la del personaje, no de Kelly sino de Wendy quizá tenga que ver con ciertos desordenes alimenticios, aunque seguramente no, porque la chica está la mar de sana y trabaja que no para, de modo que no. Pero realmente el cambio extreme makeover en cuestión de tres años nos deja los sesos fritos.
Si os gustan, hablando de freir neuronas, los GIFS en esta recopilación de Tumblr los hay de todo tipo: con mucha Kelly Reilly en Sherlock, pero también de películas de antes y en plan melosa. Si comparamos con fotos más recientes y con según qué estilismos, trajes de época y toda la pesca, el cambio es más llamativo. Hay un par de fotos de estudio en las que sale con varios tipo de traje palabra de honor que se la ve del todo chupada. Quizá orgullosa de haber bajado sus kilitos y mostrándolo sin más pero no sé. Por lo demás, es una actriz de gran expresividad. He leído por ahí que fue la chica por la que Guy Ritchie dejó a Madonna pero no me lo termino de creer, quién sabe. En mi opinión Reilly tiene una belleza genuinamente inglesa. No sé bien el motivo, tiene que ver con la boca o con la barbilla o la forma de hablar y moverlas, y el color de la piel, claro. En las fotos de niña se nota más que es muy inglesa, ¿no es cierto? Y en las dos películas de Cedric, en la primera parecía la típica estudiante guiri feucha y en la segunda, se revela mujeraza total. Y de ahí para adelante, porque la red está inundada de fotos de ella en plan súper sensual que ya os dejo a vosotros para que las busquéis. Con este nuevo ejemplo, volvemos a certificar que a veces el paso del tiempo nos mejora.
Munares
Munar es algo más que un nombre. Representa algo más en la política nacional. Una clave: la llave de gobierno. Se puede llamar Munar o Munor, da igual, lo que importan no son ni los nombres ni las siglas, ni siquiera las ciudades o las comunidades autónomas. No es lo relevante en el fondo. Es la llave. Las cerraduras de la ley electoral. El negocio sucio de pactar gobiernos. La parte a puerta cerrada de la política. Munar, en ese aspecto, es el perfecto ejemplo de cómo una situación se desmanda y cae alguien. Cae ella y es casi siempre lo mismo. El argumento: traición de segundos o terceros de a bordo, porque no llegó el total de su parte, porque se quedaron fuera del gran negocio o porque han venido a él a buscarle las cosquillas y apunta hacia arriba para salvarse. Lo que sea. No importa el nombre ni importan los motivos. Munar, Munor o Muner. Un país serio, un país de verdad con madurez democrática y una ciudadanía consciente de lo que hay en juego en el Parlamento impediría a priori que se dieran estas malformaciones en órganos de gobierno. ¿Cómo? Expertos tiene la iglesia pero una reforma de la ley electoral, un sistema que no de lugar a pactos extraños o antinaturales a luz de la ideología o lo que quede de ella, una forma de fiscalizar el rentismo de los socios, una trasparente negociación de compromisos y obligaciones entre políticos aliados, una claridad en los presupuestos que se destinan a cualquier organismo público. No es difícil de hacer. No es tan difícil. Prevenirlo desde antes. Erradicar la posibilidad de que exista una Munar, cortarle las alas a este tipo de negociantes de la política. Tengamos en cuenta que Munar se ha canteado de lo más grande, que no se cortaba en mostrar sus progresos y sus billetes pero los habrá más zorros, o más discretos, o mejor organizados, o simplemente con un entramado que nos les alcanza pero debería avergonzarles y están ahí, están en las instituciones y ganan pastizales. Es el asunto, el problema no es Munar. El problema son los Munares de los que no tendremos conocimiento y están dentro del sistema político, bien por la ley electoral, bien por clientelismo caciquil o por la financiación de los partidos, o la madre que los parió. Pero es fácil, o por lo menos, no es imposible, parar eso. Parar a los Munares, sin necesidad de traidores. Y de que exista el agujero para que alguien le ponga nombre. Da igual el nombre, el caso es que no se puedan hacer agujeros. Del modo que sea, por una serie de filtros, por una intermediación de organismos independientes, por la madre que los parió. Pero que no se pueda hacer, que no se pueda y punto. Que se prevenga el fraude. Se puede hacer. No más Munares.
Si me grabase una cinta para el coche
Si me grabase una cinta para el coche, que más bien sería un cedé pero con la actitud antigua de grabar cintas de 90 en plan verano 2012, o así, pues incluiría
las siguientes canciones que son algunos de mis descubrimientos internacionales más recientes.
Metería también alguna en plan petardeo, hacia el final de la selección.
Yo era muy de grabar cintas y más adelante cedés a mis amistades y le ponía titulillo a la selección, y al final las canciones o los grupos se hacían populares en mi círculo gracias a mis remixes, en los que siempre había algo que desentonaba, canciones yeyés o alguna versión que fuera patatera pero me hiciera gracia, aquí ese papel lo tiene Ziggy Marley cantando por Dylan, y era un profundo orgullo y una grandísima satisfacción lo de dar a conocer temazos de aquí y de allá, o comprobar al subirme un día en el coche de un colega y ver que lleva mi recopilata a volumen catorce y que se sabía dónde venían los subidones, los solos y los punteos, e incluso alguna letra de los estribillos más deep impact. Una sensación guapa. Lo de las cintas queda como del siglo dos antes de Cristo, pero vaya mi primigenio Renault 5 iba con cintas y no había otra, supongo que a día de hoy le podía dar una vueltecica y debería hacerme una lista de Spotify que llega más al personal de ahora o comprimir la selección para subirla donde sea y que os la bajáseis de por ahí, si es que os gusta el rollo.
Metería también alguna en plan petardeo, hacia el final de la selección.
Yo era muy de grabar cintas y más adelante cedés a mis amistades y le ponía titulillo a la selección, y al final las canciones o los grupos se hacían populares en mi círculo gracias a mis remixes, en los que siempre había algo que desentonaba, canciones yeyés o alguna versión que fuera patatera pero me hiciera gracia, aquí ese papel lo tiene Ziggy Marley cantando por Dylan, y era un profundo orgullo y una grandísima satisfacción lo de dar a conocer temazos de aquí y de allá, o comprobar al subirme un día en el coche de un colega y ver que lleva mi recopilata a volumen catorce y que se sabía dónde venían los subidones, los solos y los punteos, e incluso alguna letra de los estribillos más deep impact. Una sensación guapa. Lo de las cintas queda como del siglo dos antes de Cristo, pero vaya mi primigenio Renault 5 iba con cintas y no había otra, supongo que a día de hoy le podía dar una vueltecica y debería hacerme una lista de Spotify que llega más al personal de ahora o comprimir la selección para subirla donde sea y que os la bajáseis de por ahí, si es que os gusta el rollo.
Un sueño hecho realidad: la raqueta guitarra
¿Quién no ha...? No hace ni falta decirlo.
La han convertido en realidad. No suena a power. Es cierto. Pero la buena noticia es que te pueden hacer una. Ahí lo tienes. No suena a coro de ángeles en en el cielo pero suena. Es una raqueta y te permite hacer ruido. Yeah. Te hacen una y te la envian a casa. Y ya, pues lo que le saque. Es una raqueta que suena, tampoco se pueden pedir grandes cosas pero la experiencia debe ser guapísima. Ya quiero regalo. Eventual lector del blog, ¿quieres hacerme un regalo? Adelante. Una raqueta guitarra. Lo que siempre quise tener.
Más información, aquí:
http://vulpestruments.blogspot.com.es/2011/02/tennis-racketar.html
Para encargar la tuya (o la mía):
vulpestruments@gmail.com
Tiempo de dedicación a entradas de blog
Reconozco que no me curro las entradas de blog como si fueran un trabajo, a modo de pequeños reportajes sobre un tema concreto. Debería hacerlo. No me cabe duda. La demanda es ese tipo de acabado con datos, fotos y contexto. Pero me da pereza, punto uno, no me renumeran esto, punto dos y sobre todo, punto tres, bueno, da igual el punto tres.
En mi blog me gusta improvisar, soltar ideas absurdas, reflexionar sobre los conceptos establecidos en temas de comunicación y periodismo. Me ocupo y dentro de lo poco que ocupa un blog en darle vueltas a algo. No es lo mismo que buscar referencias, enlaces y noticias sobre un tema. Hacer una revista de prensa me parece un poco absurdo. luego pasa el tiempo y lees antiguas entradas y piensas, ¿por qué? ¿Por qué escribí esto y a quién le importa? Y, ¿qué?
sábado, 21 de julio de 2012
El enano de Juego de Tronos y su(s) mujer(es)
En la vida real:
El enano de Juego de Tronos está casado en la vida real con Erica Schmidt, que también es actriz. Peter Dinklage es el nombre real del actor que da vida a Tyrion Lannister en la serie de televisión Juego de Tronos (Game of Thrones).
En la foto de arriba, el matrimonio Dinklage-Schmidt posa en el photocall después de la ceremonia de los premios Emmy 2011, en dónde Peter resultó premiado.
En la foto de abajo, la pareja vestida más informal asiste a un estreno en Los Ángeles.
En Juego de Tronos:
Peter Dinklage en su papel del enano Lannister es probablemente el personaje más sátiro de la saga creada por George R. R. Martin. Tyrion es el lord del que más escenas de cama y aventuras sexuales conocemos y el que habla más a las claras de su sexualidad. Hedonista, putañero y vividor, parte del carácter entrañable del hermano de la reina radica en esa condición de vivales y la alegria con la que se dedica sin tapujos a trabajarse y confraternizar con las prostitutas de la corte.
Sobre estas líneas, podemos ver yacer al enano con Esme Bianco:
La actriz inglesa tiene una legión de seguidores en internet.
Más madera.
El enano también tiene un rollete con Sibel Kekilli.
Una actriz alemana de origen turco que hace unos meses tuvo una polémica por haber participado en unas películas porno en sus comienzos y que era la protagonista femenina de Contra la pared (Fatih Akin, 2004).
La química entre Tyrion Lannister y Shae es evidente y vital en el desarrollo de la serie.
¿Asomo de amor sincero, serio o trascendental más allá de la coyunda?
Como imagen de los tullidos del mundo, algo en lo que se erige el propio Tyrion en la serie, reconforta comprobar el tirón erótico festivo que tiene el enano y el éxito, pagando o no, que parece que tiene entre el sector femenino. Y yendo a la vida real, pues también tiene un toque entrañable imaginar al propio Peter con una seguridad en sí mismo parecida a la que tiene el personaje que representa, consciente de sus limitaciones físicas pero capaz de solventarlo o completarlo con otras virtudes. Y ligándose a Erica. Con esa fina línea mundo real-ficción bordeada y teniendo presente que es una historia pero tomando la poesía y en concreto la metáfora del asunto, en el personaje del enano Lannister interpretado por un enano en la vida real, se puede producir la identificación de cualquier defecto, invalidez o simplemente dificultad, con la propia acondroplasia que determina definitivamente el carácter del hermano de la reina y que no es óbice para llevar una frenética vida sexual y eso, en una palabra, se llama esperanza.
El enano de Juego de Tronos está casado en la vida real con Erica Schmidt, que también es actriz. Peter Dinklage es el nombre real del actor que da vida a Tyrion Lannister en la serie de televisión Juego de Tronos (Game of Thrones).
En la foto de arriba, el matrimonio Dinklage-Schmidt posa en el photocall después de la ceremonia de los premios Emmy 2011, en dónde Peter resultó premiado.
En la foto de abajo, la pareja vestida más informal asiste a un estreno en Los Ángeles.
En Juego de Tronos:
Peter Dinklage en su papel del enano Lannister es probablemente el personaje más sátiro de la saga creada por George R. R. Martin. Tyrion es el lord del que más escenas de cama y aventuras sexuales conocemos y el que habla más a las claras de su sexualidad. Hedonista, putañero y vividor, parte del carácter entrañable del hermano de la reina radica en esa condición de vivales y la alegria con la que se dedica sin tapujos a trabajarse y confraternizar con las prostitutas de la corte.
Sobre estas líneas, podemos ver yacer al enano con Esme Bianco:
La actriz inglesa tiene una legión de seguidores en internet.
Más madera.
El enano también tiene un rollete con Sibel Kekilli.
Una actriz alemana de origen turco que hace unos meses tuvo una polémica por haber participado en unas películas porno en sus comienzos y que era la protagonista femenina de Contra la pared (Fatih Akin, 2004).
La química entre Tyrion Lannister y Shae es evidente y vital en el desarrollo de la serie.
¿Asomo de amor sincero, serio o trascendental más allá de la coyunda?
Como imagen de los tullidos del mundo, algo en lo que se erige el propio Tyrion en la serie, reconforta comprobar el tirón erótico festivo que tiene el enano y el éxito, pagando o no, que parece que tiene entre el sector femenino. Y yendo a la vida real, pues también tiene un toque entrañable imaginar al propio Peter con una seguridad en sí mismo parecida a la que tiene el personaje que representa, consciente de sus limitaciones físicas pero capaz de solventarlo o completarlo con otras virtudes. Y ligándose a Erica. Con esa fina línea mundo real-ficción bordeada y teniendo presente que es una historia pero tomando la poesía y en concreto la metáfora del asunto, en el personaje del enano Lannister interpretado por un enano en la vida real, se puede producir la identificación de cualquier defecto, invalidez o simplemente dificultad, con la propia acondroplasia que determina definitivamente el carácter del hermano de la reina y que no es óbice para llevar una frenética vida sexual y eso, en una palabra, se llama esperanza.
Verano
VERANO
Verano, ya me voy. Y me dan pena
las manitas sumisas de tus tardes.
Llegas devotamente; llegas viejo;
y ya no encontrarás en mi alma a nadie.
¡Verano! y pasarás por mis balcones
con gran rosario de amatistas y oros,
como un obispo triste que llegara
de lejos a buscar y bendecir
los rotos aros de unos muertos novios.
Verano, ya me voy. Allá, en setiembre
tengo una rosa que te encargo mucho;
la regarás de agua bendita todos
los días de pecado y de sepulcro.
Si a fuerza de llorar el mausoleo,
con luz de fe su mármol aletea,
levanta en alto tu responso, y pide
a Dios que siga para siempre muerta.
Todo ha de ser ya tarde;
y tú no encontrarás en mi alma a nadie.
Ya no llores, Verano! En aquel surco
muere una rosa que renace mucho...
César Vallejo, 1913
¿Qué estará haciendo ahora Tom el de Myspace?
¿Qué estará haciendo ahora mismo Tom el de Myspace, el que se hacia amigo tuyo automáticamente al abrirte el perfil?
¿No sabes quién es? ¿No tenías Myspace?
http://es.wikipedia.org/wiki/Tom_Anderson
Tom el de Myspace esta en Venecia, o recien llegado de vuelta. Hay fotos en su página de Google +: https://plus.google.com/112063946124358686266/posts#112063946124358686266/posts
percepción de precio
He escuchado a Daniel Sánchez de Novarama hablando en Radio nacional. Decía, más o menos textual, que hace unos años la idea de disponer de todas las carreteras de España en un GPS y pagar por ello 5 euros, nos hubiera parecido barato y que ahora, el usuario se ha aconstrumbrado a que la aplicación sea gratuita y 5 euros le parece caro. No sé si es muy fidedigno a las palabras pero desde luego, la idea era claramente eso. Y ha hablado algo más, creo, nombrando el precio justo de las cosas. Que la gratuidad no permite a largo plazo desarrollar un trabajo que ofrezca ciertas ventajas, o sea realmente util, practico o competitivo para el que lo adquiere. En esto último no hay ninguna textualidad, lo infiero de la entrevista. Lo iba oyendo en el coche.
me parece muy interesante la percepción de precio
me parece muy interesante la percepción de precio
viernes, 20 de julio de 2012
Ojito
Me limpio las gafas y no lo consigo. Me froto los ojos pero tampoco. La suciedad sigue ahi cuando los abro. La única solución es la ceguera.
miércoles, 18 de julio de 2012
Palabras mágicas para la publicidad del futuro
Omitir anuncio
Un pequeño paso para el que está siendo impactado por la publicidad en ese momento, pero un gran paso para la humanidad que considera la idea de no tener que ver publicidad que no quiere ver. Tan sencillo como no hacer lo que no quieres hacer. No es algo parecido a la libertad, al menos en alguno de sus aspectos, creo que sí. Y casi sin darnos cuenta, se filtra a través de internet, de su lenguaje, de sus rítmos y de sus tiempos, un código que cambia o que redimensiona todo un comportamiento de relación del usuario con el anunciante. El nuevo paradigma debería hacer que las compañías se planteasen una mentalidad diferente a la hora de anunciar y publicitar sus productos que, básicamente, consiste en llegar a quien sí está interesado en ver los anuncios, es decir, el que no los omite. No es una pérdida de público global, sino más bien al contrario, es una selección de los que realmente están interesados que serán los que compren o adquieran el producto o el servicio. Dicho de otro modo, tan palabras mágicas son omitir anuncio como no omitirlo.
Ir a contenido
Es especialmente molesto atender a un impacto publicitario cuando estás buscando algo concreto: un contenido. Es como si llegas tarde a trabajar y se te interpone por la acera un hombre anuncio. Leí en algún sitio que los anuncios de coches en intersticial de páginas web, era como si antes de entrar al concesionario o de mirar el escaparate hubiera un empleado poniéndote una foto gigante en la cara, no era exactamente eso, pero se parece. Es distinto que estés mirando por mirar, dándo un paseo, hablamos de la red pero también con los pies, uno mira escaparates y eso mismo podía ocurrir en las webs y con las páginas y banners, etc. Si no llevas prisa y quieres ver escaparates, pues mode on de publicidad. Si tienes prisa, y quieres lo que buscas, pues Ir a contenido. Si se puede anular, se anula. ¿No es mejor fidelizar al usuario que busca contenido con la opcion mode off de publicidad, que molestar a todos los usuarios? Es una idea como para reconsiderarla si hablamos en´términos de medio o largo plazo.
Administrador de preferencias de anuncios
Conlleva una actitud activa que viene a ser lo contrario de lo que nos tiene aciosntumbrados la publicidad en la televisión, que por otro lado, es lo opuesto en términos comunicativos al proceso de emisor y receptor, porque al poder interferir, o seleccionar, los mensajes del emisor, el receptor tiene un doble papel. Lo contrario de la televisión, en donde se mezcla todo y se anuncia comida, ropa, articulos de lujo, coches y un quitamanchas, todo a la vez, o casi. De mañana, tarde y noche. Impactos publicitarios y más impactos publicitarios a un público mal determinado y contabilizado de una forma bastante poco desmenuzada, comparado con los datos que ofrece internet al respecto. Para una marca estar presente en la opción que elige el receptor es una gran parte del camino hecho y si no es el futuro, a algo así debería de parecerse.
Un pequeño paso para el que está siendo impactado por la publicidad en ese momento, pero un gran paso para la humanidad que considera la idea de no tener que ver publicidad que no quiere ver. Tan sencillo como no hacer lo que no quieres hacer. No es algo parecido a la libertad, al menos en alguno de sus aspectos, creo que sí. Y casi sin darnos cuenta, se filtra a través de internet, de su lenguaje, de sus rítmos y de sus tiempos, un código que cambia o que redimensiona todo un comportamiento de relación del usuario con el anunciante. El nuevo paradigma debería hacer que las compañías se planteasen una mentalidad diferente a la hora de anunciar y publicitar sus productos que, básicamente, consiste en llegar a quien sí está interesado en ver los anuncios, es decir, el que no los omite. No es una pérdida de público global, sino más bien al contrario, es una selección de los que realmente están interesados que serán los que compren o adquieran el producto o el servicio. Dicho de otro modo, tan palabras mágicas son omitir anuncio como no omitirlo.
Ir a contenido
Es especialmente molesto atender a un impacto publicitario cuando estás buscando algo concreto: un contenido. Es como si llegas tarde a trabajar y se te interpone por la acera un hombre anuncio. Leí en algún sitio que los anuncios de coches en intersticial de páginas web, era como si antes de entrar al concesionario o de mirar el escaparate hubiera un empleado poniéndote una foto gigante en la cara, no era exactamente eso, pero se parece. Es distinto que estés mirando por mirar, dándo un paseo, hablamos de la red pero también con los pies, uno mira escaparates y eso mismo podía ocurrir en las webs y con las páginas y banners, etc. Si no llevas prisa y quieres ver escaparates, pues mode on de publicidad. Si tienes prisa, y quieres lo que buscas, pues Ir a contenido. Si se puede anular, se anula. ¿No es mejor fidelizar al usuario que busca contenido con la opcion mode off de publicidad, que molestar a todos los usuarios? Es una idea como para reconsiderarla si hablamos en´términos de medio o largo plazo.
Administrador de preferencias de anuncios
Conlleva una actitud activa que viene a ser lo contrario de lo que nos tiene aciosntumbrados la publicidad en la televisión, que por otro lado, es lo opuesto en términos comunicativos al proceso de emisor y receptor, porque al poder interferir, o seleccionar, los mensajes del emisor, el receptor tiene un doble papel. Lo contrario de la televisión, en donde se mezcla todo y se anuncia comida, ropa, articulos de lujo, coches y un quitamanchas, todo a la vez, o casi. De mañana, tarde y noche. Impactos publicitarios y más impactos publicitarios a un público mal determinado y contabilizado de una forma bastante poco desmenuzada, comparado con los datos que ofrece internet al respecto. Para una marca estar presente en la opción que elige el receptor es una gran parte del camino hecho y si no es el futuro, a algo así debería de parecerse.
Mis veraneos
El verano es la niñez.
Después se apaga lentamente y se enfría poco a poco hasta el invierno que nos mata.
Mientras somos pequeños las cosas grandes, como el sol, como el mar, son demasiado grandes y demasiado importantes. Somos pequeños mientras dura esa fascinación natural con lo que nos rodea. Especialmente en verano, con las plantas rebosantes de flor, el aire lleno de zumbidos y las corrientes que llevan intensos olores de vida pura.
La niñez siempre va acompañada al recuerdo de la familia.
Después se crece como las ramas que buscan sus propios rayos, llenándose de hojas en su retorcimiento, demasiados rayos, demasiada fotosíntesis. Somos árboles en continúo crecimiento mientras nos vamos separando del bosque que nos rodea. Especialmente en algunas edades frontera, con intereses serios por prolongar la especie, con momentos de búsqueda. Especialmente en silencio, leyendo o escribiendo, imaginando con las palabras plenas de fuerza inspiradora, en soledad recordando tiempos pasados con el eco de las voces que como tesoros guardamos de seres y amores que ya no están.
Mi verano era en Sanlucar de Barrameda, en Cádiz.
A diferencia de mi ciudad natal, el aire de allí era amarillo y denso, como si se pudiera tocar. Sorprendía el color del mar, verde. Las algas eran una alfombra marrón sobre la superficie y el horizonte lucía brillos jade. En la orilla dejaban las olas en la última línea de mar, algo parecido a un gigante mechón de pelo hecho por algas secas que iba ganando volumen conforme subía la marca de la marea. A la mañana siguiente las algas parecían una cuerda deshilachada, una esponja derretida. La arena tan fina y minúscula era capaz de asentarse en el interior del alma o el cuerpo y el contagio del paisaje, con su tono ocre y su placidez en general te calaba, hasta el fondo. De niño Sanlúcar se metía por cada rendija y en la semana o diez días de asueto, era como viajar a otro planeta, con otra atmósfera, con otra arena, con otro aire.
Viajábamos en familia y nos alojábamos en casa de familiares.
El turismo en familia. A casa de la familia. A casa de otra familia. En este caso el piso era de unos primos de nuestros primos, los primeros primos se lo prestaban a los segundos, nuestros primos primeros y nosotros íbamos de invitados de ellos. Invitados de los invitados. Dormíamos varios en cada habitación, aunque era un piso amplio de cuatro habitaciones. Nuestros padres aprovechaban para viajar por los pueblos cercanos y alojarse una noche en un hotel, por ejemplo, ya que nosotros estábamos con la familia. Era en esa edad en la que los niños no molestan demasiado y son como el pequeño tesoro al que hacerle monería. Nuestros primos, encantados de acogernos unos días en Sanlucar y disfrutar de los niños.
Recuerdo olores, colores y sabores.
Hacían una manta de flores en las calles principales. En los días de fiesta. Una alfombra de pétalos. Un olor. No he visto nada igual, nada tan impresionante. Cerca de la Iglesia de Santiago Apostol. Íbamos allí a misa con la familia. A la heladería con la familia y al cine. Algún día cogíamos el coche de caballos para ir al paseo marítimo, era lo máximo. Con la sombrilla y la toalla en coche de caballos, con nuestra tía abuela que era muy buena y siempre o casi siempre hacía lo que le pedíamos y a veces ni siquiera había que pedir nada porque ella misma te ofrecía alguna buena idea apetitosa que hasta entonces no se te había ocurrido a tí, en la heladeria por ejemplo. Dar paseos. Era divertido dar paseos. No teníamos relación con más niños, eso se echaba de menos. No jugábamos entre nosotros y eso se echaba de menos. Pero éramos los reyes, no sé si me explico.
Hay un recuerdo por encima de los otros en el desván.
Desde el balcón del apartamento se veía casi entera la pantalla del cine de verano de enfrente. Todas las noches cenábamos con el estreno a cien metros. Se oía con dificultad, algunas palabras, pero costaba enterarse de todo lo que decían, más aún si sonaba, a la vez, música o ruido de motores, fuego o explosiones. Pero se veían los primeros planos de tres metros, a cien metros de distancia y era como un regalo del cielo, como un privilegio. Y aunque la tapia del cine de verano era lo bastante alta, también se intuía el bullicio de la sala, con las pipas, con los bocadillos, con la cena para llevar, con las risas o las expresiones de sorpresa o susto del público. Si era una película para mayores, de terror o de asesinatos, nosotros no salíamos a la terraza y cenábamos en la cocina.
Es el recuerdo por excelencia de mis veraneos.
Aunque como hay muchas más, a otras edades, supongo que haré una serie de ello.
Me pregunto si el cine de verano sigue existiendo. Seguro que no. Una tapia, sillas y una valla blanca. Los barre el tiempo como si fueran pelusa. Cambian los descampados, cambia la temporada, deja de venir tanta gente, construyen nuevos apartamentos. Los sitios cambian incluso más rápido que nosotros mismos, por suerte supongo. El día que vuelva a Sanlucar de Barrameda llevaré una cámara de fotos.
Después se apaga lentamente y se enfría poco a poco hasta el invierno que nos mata.
Mientras somos pequeños las cosas grandes, como el sol, como el mar, son demasiado grandes y demasiado importantes. Somos pequeños mientras dura esa fascinación natural con lo que nos rodea. Especialmente en verano, con las plantas rebosantes de flor, el aire lleno de zumbidos y las corrientes que llevan intensos olores de vida pura.
La niñez siempre va acompañada al recuerdo de la familia.
Después se crece como las ramas que buscan sus propios rayos, llenándose de hojas en su retorcimiento, demasiados rayos, demasiada fotosíntesis. Somos árboles en continúo crecimiento mientras nos vamos separando del bosque que nos rodea. Especialmente en algunas edades frontera, con intereses serios por prolongar la especie, con momentos de búsqueda. Especialmente en silencio, leyendo o escribiendo, imaginando con las palabras plenas de fuerza inspiradora, en soledad recordando tiempos pasados con el eco de las voces que como tesoros guardamos de seres y amores que ya no están.
Mi verano era en Sanlucar de Barrameda, en Cádiz.
A diferencia de mi ciudad natal, el aire de allí era amarillo y denso, como si se pudiera tocar. Sorprendía el color del mar, verde. Las algas eran una alfombra marrón sobre la superficie y el horizonte lucía brillos jade. En la orilla dejaban las olas en la última línea de mar, algo parecido a un gigante mechón de pelo hecho por algas secas que iba ganando volumen conforme subía la marca de la marea. A la mañana siguiente las algas parecían una cuerda deshilachada, una esponja derretida. La arena tan fina y minúscula era capaz de asentarse en el interior del alma o el cuerpo y el contagio del paisaje, con su tono ocre y su placidez en general te calaba, hasta el fondo. De niño Sanlúcar se metía por cada rendija y en la semana o diez días de asueto, era como viajar a otro planeta, con otra atmósfera, con otra arena, con otro aire.
Viajábamos en familia y nos alojábamos en casa de familiares.
El turismo en familia. A casa de la familia. A casa de otra familia. En este caso el piso era de unos primos de nuestros primos, los primeros primos se lo prestaban a los segundos, nuestros primos primeros y nosotros íbamos de invitados de ellos. Invitados de los invitados. Dormíamos varios en cada habitación, aunque era un piso amplio de cuatro habitaciones. Nuestros padres aprovechaban para viajar por los pueblos cercanos y alojarse una noche en un hotel, por ejemplo, ya que nosotros estábamos con la familia. Era en esa edad en la que los niños no molestan demasiado y son como el pequeño tesoro al que hacerle monería. Nuestros primos, encantados de acogernos unos días en Sanlucar y disfrutar de los niños.
Recuerdo olores, colores y sabores.
Hacían una manta de flores en las calles principales. En los días de fiesta. Una alfombra de pétalos. Un olor. No he visto nada igual, nada tan impresionante. Cerca de la Iglesia de Santiago Apostol. Íbamos allí a misa con la familia. A la heladería con la familia y al cine. Algún día cogíamos el coche de caballos para ir al paseo marítimo, era lo máximo. Con la sombrilla y la toalla en coche de caballos, con nuestra tía abuela que era muy buena y siempre o casi siempre hacía lo que le pedíamos y a veces ni siquiera había que pedir nada porque ella misma te ofrecía alguna buena idea apetitosa que hasta entonces no se te había ocurrido a tí, en la heladeria por ejemplo. Dar paseos. Era divertido dar paseos. No teníamos relación con más niños, eso se echaba de menos. No jugábamos entre nosotros y eso se echaba de menos. Pero éramos los reyes, no sé si me explico.
Hay un recuerdo por encima de los otros en el desván.
Desde el balcón del apartamento se veía casi entera la pantalla del cine de verano de enfrente. Todas las noches cenábamos con el estreno a cien metros. Se oía con dificultad, algunas palabras, pero costaba enterarse de todo lo que decían, más aún si sonaba, a la vez, música o ruido de motores, fuego o explosiones. Pero se veían los primeros planos de tres metros, a cien metros de distancia y era como un regalo del cielo, como un privilegio. Y aunque la tapia del cine de verano era lo bastante alta, también se intuía el bullicio de la sala, con las pipas, con los bocadillos, con la cena para llevar, con las risas o las expresiones de sorpresa o susto del público. Si era una película para mayores, de terror o de asesinatos, nosotros no salíamos a la terraza y cenábamos en la cocina.
Es el recuerdo por excelencia de mis veraneos.
Aunque como hay muchas más, a otras edades, supongo que haré una serie de ello.
Me pregunto si el cine de verano sigue existiendo. Seguro que no. Una tapia, sillas y una valla blanca. Los barre el tiempo como si fueran pelusa. Cambian los descampados, cambia la temporada, deja de venir tanta gente, construyen nuevos apartamentos. Los sitios cambian incluso más rápido que nosotros mismos, por suerte supongo. El día que vuelva a Sanlucar de Barrameda llevaré una cámara de fotos.
Nivel blog
El nivel del blog. Es algo que he querido escribir a menudo. El nivel del blog es cero. Vale todo pero parece que nada es suficiente. No se trata de un relato continuado de nada con principio y final. Solo son reflexiones muy espontáneas sobre lo que me sorprende, sobre lo que me conmueve, sobre lo que simplemente me desespera o me sorprende. Sobre ideas. Las ideas son aire, se van como una nube de humo de un cigarrillo, llenan una habitación, se abre una ventana y adios. Sobre formas de pensar. Me interesa la forma de pensar de la mayoría, me interesan las claves que nos caompañan a todos, la forma de contar las cosas, las noticias, la forma de comunicarse en sociedad. El nivel del blog es cero. Me interesa todo eso pero me interesa lo justo para darle a Entrada nueva y seguir. Llenar un par de líneas, y Publicar. O Borrador, en donde se queda mucho de lo que no me convencen. Y claro, la vehemencia es necesaria. No hay citas, ni referencias. Me gustaba hablar de los libros que leo, como parte del proceso, del viaje de la imaginación. Creo que en internet mucha gente busca con los ojos. Por eso, añado fotos. Fotos que me gustan, que me inspiran. Fotos mías. Es mi blog y el nivel es cero. De modo que me puedo permitir poner fotos que en redes sociales me daría vergüenza. Es mi blog. El nivel es cero. Puedo hacerlo. Me interesa el estilo. El estilo es otra cosa. Es lo único por lo que merece la pena tomárselo en serio. Me gusta la botánica. Un huerto. Fotos de mi huerto, pequeñas experiencias, de mi amateur forma de arar, de los compuestos, de cómo hacer compost. Puntos suspensivos. Me gustan, son tres pero para mí cada puntos suspensivos son como los campos de asteroides en las películas de ciencia ficción... Cada puntos suspensivos es un campo de asteroides en nuestra galáctico viaje a través del blog sin nivel o mejor, con nivel cero. El ánimo es otro, la intención. Confieso. Es la velocidad, la hipervelocidad, me gustaría poner la directa, saltar al hiperespacio. Los campos de asteroides no sirven. Por eso también, el nivel es cero porque no concreto nada. No es un trabajo, no hay que rellenar los huecos. No tiene una continuidad. Solo hay un par de series que se mantienen. Ideas gratis. Ideas para recaudar. Ideas... Campos de asteroides. Gravedad cero. Cuando leo o echo un vistazo a entradas anteriores, me sorprende incluso eso. Que las haya llegado a escribir. Temas que son de la actualidad de otros. Los comento. Los opino. Me los echo a la chepa, pero claramente no es mi equipaje. No es la pretensión de acumular nada de valor. Tener un rincón en el que van guardándose las conchas que cogemos en los paseos por la playa. Porque son conchas, son piedras bonitas. Es el acto de guardarlas, merece más la pena, agacharse esa vez que meterlas todas en un bote. Piedras, nivel cero. Sin embargo todos las han guardado y puede que de un año para otro, cuando coges esa carterona o el bolsón de playa, donde se llevan las toallas, en un bolsillo interior, ahí están, resulta que esperan ahí, al fondo del bolsillo las conchas o las piedras de aquel paseo, la pequeña colección de cantos blancos y redondos, o de caparazones en espiral. Pues el blog es ese bolsillo interior de bolsón de playa, minado de campos de asteroides. Nivel blog, nivel eso.
Sin otras opciones
Que el Gobierno presente su opción como la única posible le hace más daño del que piensan. Nunca hay una sola opción. Es posible que ellos solo tengan esa opción, que sea la única que otros les dan, así que puede ser cierto que es la única posible, para ellos. Pero no para el pueblo, no en la vida real, no para nosotros. Nosotros tenemos opciones.
Es malo también mostrarse así, con las manos atadas- Si eliges algo, lo has elegido. Avanti con ello, con fuerza, valiente. Hay otras opciones, pero esta es la mía. Es la que quiero. Es la que me convence. Es la que quiero. Es mi opción. No es culpa de nadie, no es la decisión de otros. No es la imposición de nadie, es mi camino. Lo eligo, plenamente consciente de lo que supone elegir ese camino y no otro. A la larga, incluso equivocándote, es mejor. Mi opción es mía.
Es malo también mostrarse así, con las manos atadas- Si eliges algo, lo has elegido. Avanti con ello, con fuerza, valiente. Hay otras opciones, pero esta es la mía. Es la que quiero. Es la que me convence. Es la que quiero. Es mi opción. No es culpa de nadie, no es la decisión de otros. No es la imposición de nadie, es mi camino. Lo eligo, plenamente consciente de lo que supone elegir ese camino y no otro. A la larga, incluso equivocándote, es mejor. Mi opción es mía.
martes, 17 de julio de 2012
Ideas para recaudar; Tasa de no pernocta
Está pensada para Granada. Desconozco si podía ser útil en otras ciudades o municipios, pero seguro que sí. Cualquier lugar con un fuerte atractivo turístico sin el desarrollo adecuado a ese interés que genera y que, por lo tanto, no se quede la totalidad del botín.
Tasa de no pernocta.
El turista que selle en la puerta del monumento de turno y no tenga reservada una habitación de hotel a menos de veinte kilómetros, paga.
Si es una empresa que mueve a nosecuántos turistas y vienen en plan excursión, pagan.
Tasa de no pernocta.
El turista que selle en la puerta del monumento de turno y no tenga reservada una habitación de hotel a menos de veinte kilómetros, paga.
Si es una empresa que mueve a nosecuántos turistas y vienen en plan excursión, pagan.
Lo que de verdad importa son las ganas
Tengo una canción que dice eso la letra. Que es lo que importa de verdad, que es lo que importa de verdad, son las ganas. Pues eso.
Lo que de verdad importan son las ganas.
Las ganas... Bueno, la letra sigue hablando de ganas en concreto. De ganas de esto. De ganas de lo otro. Lo recupero como concepto de lo que deberían ser las ganas en general. Como todo lo que viene rodeándonos. Llámalo crisis, llámalo cambio de milenio.
Ganas. En general.
Y lo importante, no dejar que nos las quiten. Porque es un batallón, la gente que quita las ganas a los demás. Es más, merecería una entrada, pero no, dejémoslo aquí.
¿Qué mueve a los demás a quitarnos las ganas de hacer cosas?
¿Piensan que en ese modo disuasorio recuperarán sus propias inquietudes?
¿Qué ganan con las ganas de los demás?
La pregunta sería esa: ¿Qué ganas con mis ganas y por qué me las quitas?
La respuesta más probable sería: Porque me da la gana.
No dejéis que eso ocurra. No puede ser. Son instraferibles para empezar y se respira en el ambiente conforme empiezas a hablar y a coger carrerilla. Analizas todas las ventajas y cuando pillas un poco de resuello, el interlocutor ladrón de ganas mete la cuña y suelta la primera contrariedad que podría ocurrir. Y dices: Ya, pero no ocurrirá. Error. Es cierto, no ocurrirá pero discutir con un cenizo es pillar un poco de la sombra de su nube, de modo que es mejor zanjarlo, a sabiendas. Conscientes de que es el único modo de conservar intactas nuestras ganas y que sigan de lo largo con sus peores previsiones o malos augurios. No, gracias. Ni hace falta decir, pues no. Solo mentalmente tomar nota. Vaya, vaya, vaya, estamos ante un robador de ganas, pues ni media palabra más. Y así. Porque es lo que importa de verdad.
Lo único.
Lo que de verdad importan son las ganas.
Las ganas... Bueno, la letra sigue hablando de ganas en concreto. De ganas de esto. De ganas de lo otro. Lo recupero como concepto de lo que deberían ser las ganas en general. Como todo lo que viene rodeándonos. Llámalo crisis, llámalo cambio de milenio.
Ganas. En general.
Y lo importante, no dejar que nos las quiten. Porque es un batallón, la gente que quita las ganas a los demás. Es más, merecería una entrada, pero no, dejémoslo aquí.
¿Qué mueve a los demás a quitarnos las ganas de hacer cosas?
¿Piensan que en ese modo disuasorio recuperarán sus propias inquietudes?
¿Qué ganan con las ganas de los demás?
La pregunta sería esa: ¿Qué ganas con mis ganas y por qué me las quitas?
La respuesta más probable sería: Porque me da la gana.
No dejéis que eso ocurra. No puede ser. Son instraferibles para empezar y se respira en el ambiente conforme empiezas a hablar y a coger carrerilla. Analizas todas las ventajas y cuando pillas un poco de resuello, el interlocutor ladrón de ganas mete la cuña y suelta la primera contrariedad que podría ocurrir. Y dices: Ya, pero no ocurrirá. Error. Es cierto, no ocurrirá pero discutir con un cenizo es pillar un poco de la sombra de su nube, de modo que es mejor zanjarlo, a sabiendas. Conscientes de que es el único modo de conservar intactas nuestras ganas y que sigan de lo largo con sus peores previsiones o malos augurios. No, gracias. Ni hace falta decir, pues no. Solo mentalmente tomar nota. Vaya, vaya, vaya, estamos ante un robador de ganas, pues ni media palabra más. Y así. Porque es lo que importa de verdad.
Lo único.
Los chándales de España
Vean. Polémica del día. Lo fue ya en la presentación. En cuanto se pudo ver el diseño. Las equipaciones del equipo español para los juegos olímpicos de Londres 2012. Un diseño que juega duro. Que pega fuerte. Flamígero, ese detalle me gusta, que sea flamígero me gusta. Lo reconozco.
He leído hoy de todo. Ropa de mercadillo. Chándal choni. No se han cortado para buscarle usos en twitter y en general, para recibir la global desaprobación del pueblo español, ante lo cual, me posiciono. Pues a mí gusta, dijo. Y lo dijo bien alto. ¡A mí me gusta! ¡Me gusta! ¡Que quede claro!
O al menos, me gusta todo lo que me puede llegar a gustar un chándal. Porque, piénselo. ¿A qué tipo de persona le pueden llegar a gustar los chándales? Que sí, que sí, que son cómodos, lo que quieras, pero ¿gustarte? ¿A quién le gusta un chándal? A mí desde luego, no. Dirá alguno, a los deportistas, deberían gustarle a los deportistas, pues sí. Pero un chándal es un chándal.
Esto lo digo ahora pero no siempre pensé lo mismo. Cambio de opinión con frecuencia. Si paso de los cinco párrafos, igual cambio una vez más. Los chándales. De pequeño me gustaban los chándales. Los chándales de marca. De marca de ropa deportiva. Para jugar al balón en el recreo. Y tengo una lección que contaros sobre los chándales de marca o no de marca, al hilo de la indumentaria flamígera de la selección de olímpicos que, repito, a mí me gusta.
La lección es: la ropa no es deporte. No tiene nada que ver la ropa con los valores que se ensalzan de superación, competición y juego en equipo del deporte. La ropa es ropa. No sirve de más. Si es flamígera, pues es flamígera y si tiene tres rayas horizontales en las mangas, pues tiene tres rayas, pero ya. No es nada más. Pero cuando era un niño no lo entendía.
No entendía que tuviera que ponerme los chándales comprados en gran superficie, que eran un poco inesperados y después profundamente gran superficie en cuanto a sus presupuestos estéticos y que para jugar a la pelota en el recreo podían servir pero si ya ibas por la tarde a entrenar con un equipo, pues quedaban de mal, de pobre, o de pobre de gran superficie, o yo que sé. Cuando era niño lo tenía mucho más claro que ahora.
Se daba el caso, que jugando al fútbol y quizá en algún traspies o entrada defensiva demasiado dura, yo y mi cuerpo de pequeño niño acababan en el suelo. Y no pocas veces se le abría un agujero al chándal de la gran superficie con el consiguiente disgusto que suponía al llegar a casa. Después de podía solucionar con un parche, a mí lo de los parches me molaba bastante como concepto, y dándole un golpe de plancha. Mi madre tenía el terreno allanado para hacerse fuerte en su argumento de para qué te voy a comprar uno de marca de ropa deportiva para que luego le haga agujeros y haya que ponerle los mismos parches. Y los mismos golpes de plancha.
A pesar de mi corta entendedera infantil yo ya atisbaba que puestos en el roto, yo lo prefería en una pernera con credenciales que a los ojos de mis compañeros de equipo no resultase tan cutre y gran superficie, y que los parches, como concepto, me molaban mucho más en el chándal de marca. Como modo de personalizarlo, si me apuras. Pero no había forma de discutir sobre el tema y cada cierto tiempo, una nueva caída, un nuevo roto y etc etc me hacía tener que cerrar el pico en el ámbito de las demandas de ropa deportiva con nombre y apellidos.
La ropa no es deporte, insisto. Es más, toda la ropa alrededor del deporte no me parece que hagan un negocio sanote acorde con los valores del deporte. Las grandes marcas y los grandes contratos para sponsorizar en exclusiva a deportistas y toda la locura que acarrea ese mercado me parece lo contrario al deporte. Al esfuerzo de un lanzador de pértiga que tiene que lanzar la pértiga unas setecientas cuarenta veces a la semana para ir pillando práctica o el que hace marcha atlética y se tira las tardes andando raro a las afueras del pueblo no libre de alguna mirada de no entender nada. Eso es deporte. Un esfuerzo a puerta cerrada. Un día que es la gran función. Un podio. Una medalla. Un aplauso. Para casa. A seguir entrenando.
Qué más da el chándal, si lo van a romper igual. O no es el caso, no es como mi caso, de los rotos y los parches, es otro percal el de los deportistas olímpicos. Qué más da el chándal olímpico, será una broma, la coña... Anda que no se van a hacer fotos, con los chándales puestos y de risas, aunque luego no lo saquen a la pista. Que le pongan unos parches, es lo que falta. Aunque a mí me gusta. La inspiración asiática o lo que sea. Al parecer compartimos diseño con Rusia y Ucrania, o alguno por el estilo. En otros colores, claro, pero igual de tendentes al rollo flamígero. Eso me gusta menos, porque siginifica que no se expresa de un modo único un carácter nacional con el diseño del chandal, pero bueno, si lo van a romper igual, que diría mi madre. Si no lleva publicidad. Si es de batalla. Si es para correr en el patio. Si es para estar en la villa olimpica. Si, en realidad, los chándales dan igual.
Los chándales de España se han dado de frente con la generación aquejada de marquitis, que así lo llamaba mi madre. Y en el fondo quiero decir que soy un convencido de que la ropa, no solo la de deporte, la ropa como concepto, la ropa en general, no importa lo más mínimo.
Si es bonita, pues mira.
Ropa bonita, pero poco más.
E insisto: ¿A qué clase de persona le puede llegar a gustar de verdad un chándal? ¿A tí? Espero que no. (Iba a poner una foto pero seguro que los que hayan llegado leyendo hasta aquí tendra en mente el diseño de la referida prenda, así que, no.)
He leído hoy de todo. Ropa de mercadillo. Chándal choni. No se han cortado para buscarle usos en twitter y en general, para recibir la global desaprobación del pueblo español, ante lo cual, me posiciono. Pues a mí gusta, dijo. Y lo dijo bien alto. ¡A mí me gusta! ¡Me gusta! ¡Que quede claro!
O al menos, me gusta todo lo que me puede llegar a gustar un chándal. Porque, piénselo. ¿A qué tipo de persona le pueden llegar a gustar los chándales? Que sí, que sí, que son cómodos, lo que quieras, pero ¿gustarte? ¿A quién le gusta un chándal? A mí desde luego, no. Dirá alguno, a los deportistas, deberían gustarle a los deportistas, pues sí. Pero un chándal es un chándal.
Esto lo digo ahora pero no siempre pensé lo mismo. Cambio de opinión con frecuencia. Si paso de los cinco párrafos, igual cambio una vez más. Los chándales. De pequeño me gustaban los chándales. Los chándales de marca. De marca de ropa deportiva. Para jugar al balón en el recreo. Y tengo una lección que contaros sobre los chándales de marca o no de marca, al hilo de la indumentaria flamígera de la selección de olímpicos que, repito, a mí me gusta.
La lección es: la ropa no es deporte. No tiene nada que ver la ropa con los valores que se ensalzan de superación, competición y juego en equipo del deporte. La ropa es ropa. No sirve de más. Si es flamígera, pues es flamígera y si tiene tres rayas horizontales en las mangas, pues tiene tres rayas, pero ya. No es nada más. Pero cuando era un niño no lo entendía.
No entendía que tuviera que ponerme los chándales comprados en gran superficie, que eran un poco inesperados y después profundamente gran superficie en cuanto a sus presupuestos estéticos y que para jugar a la pelota en el recreo podían servir pero si ya ibas por la tarde a entrenar con un equipo, pues quedaban de mal, de pobre, o de pobre de gran superficie, o yo que sé. Cuando era niño lo tenía mucho más claro que ahora.
Se daba el caso, que jugando al fútbol y quizá en algún traspies o entrada defensiva demasiado dura, yo y mi cuerpo de pequeño niño acababan en el suelo. Y no pocas veces se le abría un agujero al chándal de la gran superficie con el consiguiente disgusto que suponía al llegar a casa. Después de podía solucionar con un parche, a mí lo de los parches me molaba bastante como concepto, y dándole un golpe de plancha. Mi madre tenía el terreno allanado para hacerse fuerte en su argumento de para qué te voy a comprar uno de marca de ropa deportiva para que luego le haga agujeros y haya que ponerle los mismos parches. Y los mismos golpes de plancha.
A pesar de mi corta entendedera infantil yo ya atisbaba que puestos en el roto, yo lo prefería en una pernera con credenciales que a los ojos de mis compañeros de equipo no resultase tan cutre y gran superficie, y que los parches, como concepto, me molaban mucho más en el chándal de marca. Como modo de personalizarlo, si me apuras. Pero no había forma de discutir sobre el tema y cada cierto tiempo, una nueva caída, un nuevo roto y etc etc me hacía tener que cerrar el pico en el ámbito de las demandas de ropa deportiva con nombre y apellidos.
La ropa no es deporte, insisto. Es más, toda la ropa alrededor del deporte no me parece que hagan un negocio sanote acorde con los valores del deporte. Las grandes marcas y los grandes contratos para sponsorizar en exclusiva a deportistas y toda la locura que acarrea ese mercado me parece lo contrario al deporte. Al esfuerzo de un lanzador de pértiga que tiene que lanzar la pértiga unas setecientas cuarenta veces a la semana para ir pillando práctica o el que hace marcha atlética y se tira las tardes andando raro a las afueras del pueblo no libre de alguna mirada de no entender nada. Eso es deporte. Un esfuerzo a puerta cerrada. Un día que es la gran función. Un podio. Una medalla. Un aplauso. Para casa. A seguir entrenando.
Qué más da el chándal, si lo van a romper igual. O no es el caso, no es como mi caso, de los rotos y los parches, es otro percal el de los deportistas olímpicos. Qué más da el chándal olímpico, será una broma, la coña... Anda que no se van a hacer fotos, con los chándales puestos y de risas, aunque luego no lo saquen a la pista. Que le pongan unos parches, es lo que falta. Aunque a mí me gusta. La inspiración asiática o lo que sea. Al parecer compartimos diseño con Rusia y Ucrania, o alguno por el estilo. En otros colores, claro, pero igual de tendentes al rollo flamígero. Eso me gusta menos, porque siginifica que no se expresa de un modo único un carácter nacional con el diseño del chandal, pero bueno, si lo van a romper igual, que diría mi madre. Si no lleva publicidad. Si es de batalla. Si es para correr en el patio. Si es para estar en la villa olimpica. Si, en realidad, los chándales dan igual.
Los chándales de España se han dado de frente con la generación aquejada de marquitis, que así lo llamaba mi madre. Y en el fondo quiero decir que soy un convencido de que la ropa, no solo la de deporte, la ropa como concepto, la ropa en general, no importa lo más mínimo.
Si es bonita, pues mira.
Ropa bonita, pero poco más.
E insisto: ¿A qué clase de persona le puede llegar a gustar de verdad un chándal? ¿A tí? Espero que no. (Iba a poner una foto pero seguro que los que hayan llegado leyendo hasta aquí tendra en mente el diseño de la referida prenda, así que, no.)
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