domingo, 6 de octubre de 2024
lunes, 2 de septiembre de 2024
Vuelvo a la radio
Volvemos a las ondas. Ahí estamos. Es emocionante escucharse en la fm. Es un hecho. Mi trabajo me ha costado. Tampoco es fácil volver. La radio está secuestrada en España. Es un monopolio a fin de cuentas. La radio musical no existe. Las iniciativas fuera del sistema se cuentan con los dedos de una mano .
Hoy vuelvo a emitir un programa. Agenda de conciertos semanal. Poder escuchar la música que va a sonar en vivo. A modo informativo. Esta siempre fue mi lucha. La agenda es información. Sea teatro, danza o música. Igual que la cartelera de cine. Es un servicio. Oír la música que va a sonar en vivo es un servicio público. Debería ser obligatorio. Si vienen en gira, suenan una semana antes sus canciones.
Lo he hecho a modo de cápsula. Con idea de redifusión. Son veinte minutos. Suenan casi quince canciones. Estaba pelín oxidado. Me costó lo suyo. Varios intentos. Tampoco tengo el mejor equipo técnico pero lo he podido hacer en mi estudio casero. Estoy orgulloso de eso. Con mi micrófono y una mesa prestada. Poder emitir desde casa. Es un logro. Solo estoy empezando. Espero mejorar pronto.
Es curioso cómo se dan las cosas. He estado haciendo radio muchos años. En varias emisoras. De todo tipo. Locales. Municipales. Comerciales. Libres. Comunitarias. He probado de todas las modalidades. Es curioso. Son ya años. Ahora que lo pienso. Muchas probaturas. Musical casi siempre pero también magazine o matinal. También probé informativos. He hecho de todo. No todo ha salido bien. Se ha luchado. El tejido es complicado. Tiene que ver con la pasión por la música. Los múltiples intentos. A veces me he cuestionado si también es por el gusto de oír mi propia voz. Pero me ha costado años que me guste. Es una vocación, supongo.
En el programa de hoy, el que se emite hoy, no me he quedado especialmente orgulloso. Está bien. Es profesional. Va a mejorar. En ritmo. En soltura . Me ha costado un poco dar el paso. Al final es uno a la semana. Comprometerse a ello. Le pillaré el truco. Seguro. Pero es un curro. Las posibilidades de cobrar por el trabajo en la radio es bastante remota. No imposible pero complicado. De tantos proyectos, habré cobrado en un par de ocasiones. Buscando patrocinio. Otro trabajo en si mismo para financiar el asunto. Es todo remontar el curso del río. Pero escribo esto hoy porque estoy ilusionado.
La ilusión es lo más importante siempre. Es curioso cómo se dan las cosas. Cuando acepté volver a hacer la agenda musical en la radio, me escribieron de otra emisora en la que estuve hace unos años para que hiciera lo mismo. Otra agenda de conciertos. Dos tazas de caldo. Y me alegró porque es como que se acordaban de lo que habíamos hecho. Y... Es que... Cuántas posibilidades había de que se diera esa coincidencia? Estoy con ello.
sábado, 10 de agosto de 2024
Mirar al trauma con cariño
Ayer vi Brats. Es un documental sobre la generación de actores jóvenes de los 80s. Lo dirige uno de ellos: Andrew McCarthy. No fue de los mejor parados en las décadas venideras... Era la pandilla de Emilio Estévez, Rob Lowe... Por ahí andaba Demi Moore... Qué gran intervención la de Demi, por cierto. Sale el periodista que escribió el artículo. Brat Pack. Ese fue el titular. Se traduce como mocoso. Y se convirtió en una etiqueta que perjudicó de distinta forma a todos ellos. Ese es el argumento a grandes rasgos.
Me gustó. Me suelen gustar todos los documentales. Sobre cine o música, sobre todo. Es un poco tedioso pero me gusta. Un poco desorbitado. Demasiadas vueltas. Demasiado rollo sobre el trauma de la etiqueta. El trauma de Andrew. Y su voz en off... Se hace un poco largo y concéntrico. Me parece más interesante la reflexión sobre el cine de la época. Años ochenta. Comedias adolescentes. Éxitos en taquilla. Y el discurso de los medios... Como un titular o un apodo o un alias funciona y la realidad pasa a un segundo plano.
El documental trata de traer esa realidad de vuelta. Con una perspectiva de tres décadas. Con crudeza. Con cierta melancolía y nostalgia de otro tiempo. Muy interesante la reflexión de la actriz de Regreso al futuro que hacía el papel de madre de Michael J. Fox: la irrupción del VHS. De poder ver la misma cinta en bucle. Algo inédito hasta entonces. Y relevante. Por el tipo de consumo de cine en casa y en modo repeat. Lo que produjo, según ella y yo estoy de acuerdo, una identificación generacional. Algo que ha trascendido con títulos como El club de los cinco (The Breakfast club) por ejemplo. Judd Nelson no participa y Molly, tampoco. Molly tiene un apellido bien difícil. El resto dan su versión del asunto y de la influencia de cargar el sambenito de mocosos de moda.
Demi y Rob lo enfocan muy diferente. Casi agradecen ese momento. Que los pusieran en la picota. Miran al trauma con cariño. Con solvencia. Para Andrew es una piedra en el zapato y se refiere a ello con enojo y mal rollo todo el tiempo. Como si le hubiera influido para mal... Revisando la filmografía de cada uno, se rastrea la influencia. Pensé en que hay que hacer. Hacer sin parar. Hasta que la etiqueta se despegue y pongan otra. Y seguir. Y hacer. Y estar por encima de los nombres que pongan terceros. O las críticas... Eso me pareció útil. Esa diferencia de posición a la hora de encarar los acontecimientos fuera de nuestro alcance. Si veías películas en los años 80 o tenías un vídeo doméstico en casa, puede que te llame la atención. Si eres más joven pero te gusta el cine en general y todo lo que le rodea, pues también es un rato entretenido.
Anexo del indie que no es indie
Pasa en la música igual. Me da coraje igual. El rollo indie que es solo rollo. Sólo armazón. Sólo costra. Pintura exterior. Maquillaje a la moda. Sólo lo de fuera. Un barniz independiente. Un look Sundance. Y nada dentro. Como una almendra vacía. Recientemente he visto dos películas muy diferentes entre si pero con esa apariencia indie y bastante vacías, creo. Me han gustado. O lo he intentado. Más o menos. Las dos me aburrieron por momentos pero me dió coraje que tiren del maquillaje de lo no comercial. En esencia, lo alternativo es una forma diferente de hacer y decir. Importa el cómo pero también el qué. La historia. Sangre en los labios me ha parecido un poco truño. Kristen Stewart, muy bien. Con un pelo grasoso que me pase toda la película con ganas de lavarle la cabeza, ponerle suavizante y una mascarilla capilar tope de gama. La otra chica hace un gran papel pero el guión no vale nada. La peluca de Ed Harris es del bazar chino. Y me pasó algo parecido con Blondi. Que es cine argentino y una ópera prima, o sea que, aún con benevolencia y viendo más los logros y los guiños, pues me pasó lo mismo. Un guión con más lagunas que Sierra Nevada. Bien apuntado. Bien direccionado pero... Sin remate ninguno. Y lo raro que se me hizo escuchar tantas veces a The Velvet Underground de banda sonora. Que claro. Mola. Obviamente pero es como demasiado obvio creo yo. Pon Galaxie 500. Pon Luna. Pon The Warlocks.... Grupos menos conocidos. Canciones menos míticas. Que a ver Lou Reed pues bien, claro. Pero me parece cero riesgo. Lo hablé con amigos argentinos y no lo veían asi. Es como algo novedoso en su cine, según me dijeron. Aparte,.aparecen Las Ligas Menores. Salen tocando. Un poco en segundo plano y es suya la canción de los créditos.... hice todo mal... Pero están todos bien
Me gusta la canción. Y me sirve de cierre. Para las tres pelis... Lo hacen casi todo mal pero bueno. Está todo bien.
https://youtu.be/VDjHKp-wz9Q?si=9dJBVMNflVb0Qy7t
Un videoclip hecho con collages
Hacer lo que siempre has querido. Collage, en está caso. Amo los collages. Desde siempre. Me gusta. Tijeras. Revista vieja. Pegamento en barra. Dedos pegajosos. Es un proceso. Siempre salen cosas nuevas y chulas. Paisajes imposibles solapándose en trozos de papel. Me gusta. Me encanta. Me gusta el clásico collage que te imaginas de recortes de revistas antiguas. Hay menos revistas ahora. Es otra cosa. El collage siempre me ha parecido moderno. Tiene algo especial. Es divertido y me gusta. Verlos y hacerlos. Siempre había querido hacer un vídeoclip con collages en cada fotograma y que quedase guapo. Bien guapo. Es una tarea de chinos. Y que haya unanimidad en la guapura. Que dijera algo. Que no se viera barato. Que tuviera un significado. Y una estética. Un look. Un estilo. Y en eso estoy. Por fin. Me puse a hacerlo. Bien por mi. Me doy una galleta.
Tampoco lo pensé mucho.... Con ese tipo de cosas, creo que es la mejor forma de proceder. Lanzarse y hacer lo que intuyes. Lo que tienes en mente. Lo que te sugiere... Y me he puesto. Llevo un par de meses. Lo dejé porque me daban mareos. Es largo. Es tedioso. Me encontré un par de enciclopedias en el contenedor de papel y cartón y también apareció media docena de tomos de una colección de fotos de animales. Una cosa tremenda. Papel satinado. Impresión de calidad. Fotografías impresionantes. Me puse las botas con las tijeras. Una carnicería de hojas. Una barbaridad de detalle. Primeros planos. Ojos del león. Del zorro. Y unos colores.... Qué color!
Ya estoy un poco harto. También es verdad. Uno quiere... Uno quiere... Y se cansa. Como con todo. Mientras lo hacía no tenía nada claro cómo iba a ser el resultado final. No quería algo cutre. Con apariencia de hecho en clase de infantil. Que fuera poco serio. O feo. Tras escanear, ajustar y montar, que quedase feo a secas. Pero no. Ha funcionado. Al menos los primeros 93 ... Y muy guay. Mucho mejor de lo que esperaba. Tenía la inquietud de que no se apreciase apenas el detalle al pasar cada folio pegado y recortado como un frame en medio parpadeo. Pero se ve. Se aprecia. Se entiende. Va lento pero queda bien. Es mi primer vídeoclip en lo que a montaje y dibujo se refiero. Hecho por mi, quiero decir. Siempre quise hacerlo. Y mira, estoy en ello. Y bastante harto por otra parte
Sin prisa pero con un plan mínimo de tenerlo acabado y listo para el inicio de curso. A ver. Otra cosa que me tenía en alerta era el color. El frío del escaneado. Que perdiera el toque pero no. Hice las fotos en plan ráfaga. Las imprimí en una tienda y les hice fotocopias. Quince céntimos cada una, creo recordar. Sobre ellas, las fotos de animales y un coctel de periódicos viejos y papelotes que tenía por aqui: un calendario, que fue un acierto como telón de días que caen y se suceden; un mapa, que es como una piel pintada y era de un amarillo vainilla con el mar en delicado celeste; unas laminas de anatomía, eran el desplegable de una de las enciclopedias y quedó sensacional, como un velo... Y trozos de papel pintado. Y recortes de folletos de publicidad y en fin, todo lo que me queda por hacer. Que es mucho.
Me estoy tomando un descanso. Iba a ir a por una napolitana de chocolate para la merienda. Me la he ganado. Puede que pille una pareja. Hay 2x1 en el supermercado más cercano. Hace un calor obsceno. Es agosto pero me tiene mal tanta flama. Le temo a salir. Más le temo a volver a la faena. Es mareante manejar tantos recortes. Tijeras para arriba y para abajo. El suelo lleno de papeles. Una alfombra de hojas de periódico. Tengo que acabarlo de una vez por todas.... Voy en tiempo más o menos.
martes, 18 de junio de 2024
No os agobia mogollón elegir foto de una misma ubicación
Material fresco
La típica de los girasoles floridos
No falla.
No os agobia lo de tener que elegir una foto de una misma ubicación con mogollón?
A mí, sí
Plantar palabras en un papel
Uno. Dos. Contar. Tres. Cantar. Plantar cosas todos los días. Lo intento. Es solo una frase pero tiene mucho de plan de acción. Planta algo todos los días. Un tallo. Humilde. Unitario. Constante. Estás en otro día sin darte cuenta. Otra planta enraiza. Mañana llueve. Hoy escribí. Ya es ayer. Planté palabras en un papel
Un, dos, tres. Contar cosas. Tres. Tres. Tres. Tres. Tres por cuatro. Un, dos. Ya. Cantar letras. Plantar canciones. Melodías en esqueje. Cantar con ojos cerrados. En color negro. Tierra. Color sustrato. Cantar a ciegas. Hundir las manos en la arena. Sentir la tierra. Desafinar y sentirlo. Un columpio en las cuerdas vocales. Buscar un hilo. Tira. Cantar como el que olisquea. Buscar trufas. El que se ve en otra historia. Un reflejo. Un destello. Una colección de enojos o resentimientos hechos notas o acordes. Zahorí de ahogos. Abrir tuberías de alma atascadas. Agua estancada en el corazón. Las alcantarillas de cada uno. Alumbrar manantiales. Hacer letras todos los días como el que planta. Tallos rotos. Nuevas matas. Esa ilusion. La flor que vendrá. La poesía de la vida. Que se agarra al suelo y a la vida con finas vellosidades blancas. El que se planta en una hoja en blanco. Empieza a cantar o a contar y no pares. No esperes. Ni lo piensas. Sólo lo haces. Y está hecho y en otro día antes que quieras decir calabacines. Calabacín. No se parece a una calabaza en nada si te soy sincero. No se de dónde vendrá. El tiempo es fugaz. Pero perezoso. Da tiempo a que se llegue la próxima cosecha . Calabacines que se disuelven en el espacio y el tiempo.
Vino una ola. Me mojo. Vuelvo a empezar cada día y estoy un poco harto de hacer el café. Cada día. Haz café cada día como si fuera una condena. Mejora la redacción. Afana el tono tibio en las descripciones. Treinta líneas. Mezcla. Natural. Agua caliente. Expresos. Esa urgencia por contar. Por cantar. Por sentir. Por despertar. Una brisa fresca que despereza. Un viaje que empieza. Dedicarse a escribir pero hacerlo. Unas horas fijas al día. Es lo que siempre has querido hacer pero al final del día, lo que menos haces. Hay cosas más importantes. Cotidianas urgencias. Es algo que me pasa con frecuencia y en muchos ámbitos. Quiero hacerlo. No lo hago. Lo pienso. Mucho. Muchas vueltas. No lo hago. Encuentro motivos para hacerlo de otro modo o con otra idea. Vuelvo a empezar . Vuelvo a dejarlo a medias. Muchas frases cortas. Muchas mierdas. A quien le va a interesar esto. Todo flashes. Relámpagos. Muchos cambios de luz. Más aún de ánimo. Un tropiezo. Un roto. Una ilusión. Un agujero. Una gotera. Una descripción.
La noche se volvió un bloque frío de pronto y como una serpiente helada se enroscó en sus tobillos desnudos. Un escalofrío le recorrió como un rayo tímido. Los calcetines tenían permiso indefinido. La manta estaba de horas extra. Cena escasa. Una tarde larga y negra. Era febrero. Un febrero raro. Una temporada extraña en general pero frecuente. Temporadas de rarezas, diversas y a la vez lo mismo. Parte del camino. Hondonadas conocidas. Gargantas oscuras. Fatigas conocidas. Pasos familiares y estrecho. Cornisas resbaladizas. Casi habituales los extremos y las palpitaciones en el párpado izquierdo. Va solo. Un nervio se pone a zapatear sin motivo aparente. Será un conjunto de cosas. Un ruido interno. Como un frigorífico con tos. Como un claqué de cojos. La prosa poética me va a dejar gilipollas. Pero lo hago. Escribo algo. Planto palabras y a ver si me riega alguien. A ver si llueve. A ver si seguimos vivos y florecemos del todo y para siempre.
Los blogs de 2006 tenian más intimidad que las redes sociales de ahora
Mi teoría de que los blogs en 2006 tenían o contenían más intimidad que las actuales redes sociales. Y eso, por qué? Pues, a ver. Previo al perfil personal con nombre y apellidos en Facebook, lo de abrir un blog personal con un nickname o un título evocador era un primer paso frente al anonimato de la red. Y tenía esa parte de columnista, de escribir artículo... El modo diario. Y una intimidad mucho más selecta, y hablo de blogger o incluso antes
Esa tendencia produjo un efecto clave en los medios de comunicación masivos. Todos los periódicos incorporaron su sección de blogs. Las firmas... 2006. 2007.... Y los que estaban especializados. Por temáticas. En cine. Música. Lo que fuera... Prensa rosa. También política. Pero era un debate o una forma de afrontar la esfera pública de debate, si bien totalmente unidireccional, con cierta reflexión de fondo... Con aporte .Con cierta profundidad. Con mucha intimidad, por parte del autor porque estaba claro que no era lo mismo publicar en papel que en el espacio virtual de la red. Eso permitía licencias. Y a veces se abría una ventana a esa intimidad con una foto del escritorio. O de la cocina. O de una comida. O lo que fuera. Y tenía mucho más peso que el bombardeo de Facebook porque no se trataba de publicaciones en cadena. Estaba el scroll igual pero no sé alterada el tono. Era la misma persona. El mismo escenario. Era mucho más enriquecedora la experiencia. Y la lectura. Y la escritura. Era mejor en todo punto que un twit o un estado de Facebook. Ni hablar de Instagram.
No tengo una conclusión clara al respecto. Por otro lado, sigo actualizando el blog. El mío, digo. Que lo tengo desde entonces y oye. Mira. Seguir, yo sigo.
domingo, 16 de junio de 2024
Puertas cerradas ventanas ciegas
Las letras y los acordes entran por puertas distintas. En mi caso. Puertas cerradas. Ventanas ciegas. Últimamente se me ocurren frases. Ideas desparejadas. Vienen como relámpagos. Solo palabras. Destellos. Tampoco es que sean gram cosa, solo que vienen a ráfagas. De repente. Y sin previo aviso. Pocas llegan a ser algo serio. Con cuerpo. Con desarrollo. Esbozos de slogans sentimentales. Lo escribo. En borradores del correo electrónico. Sueltas. Según vengan. Conforme lleguen. Sin venir a cuento. No sirven para mucho pero las apunto. En mi opinión, si una canción es buena no tienes ni que escribirla. Llega a la mente y no se va. Se instala como un inquilino inoportuno y se queda adherida al cerebro en un tarareo involuntario. Se escriben las malas. Las que no valen. Acumuló de medianias. Diógenes de material a desechar. No es que sean grandes ideas, es morralla más bien. Fondo de armario para cuando no se me ocurra qué decir. A menudo. No suele funcionar haciéndolo así. Define funcionar antes, claro. No funciona de ninguna manera. En mi caso. Puertas desvencijadas. Ventanas en trozos. Cabeza en ruinas. Pero apuntarlo, lo apunto. Quizás por eso. Sin confianza ninguna pero en borradores. O funciona con su propio mecanismo o es para nada. Las mejores canciones vienen como a la fuerza. Pegan un manotazo en la mesa. No esperan turno. Arrasan en su sencillez. No sé salen de la cabeza y encajan por si mismas. Sin necesitar que se retuerza una palabra. Sin esperar al estribillo para que todo cuadre. Lo consagra el ritmo. Un buen ritmo. No piden artificios o vuelta de tuerca. Giran solas y se enroscan en la memoria.
Hoy es un día raro. Aún no he desayunado. Tengo hambre. Quiero churros con chocolate. Estoy en el límite del horario. Hay un sitio en el pueblo que pone churros por la tarde. O tiene un cartel en el que prometen eso. Estoy cansado. Duermo mal. Un insomnio impuntual que algunos días no aparece y otras tardes te arruina la semana completa. Cuerpo de derribo. Puertas con pestiño. Ventanas con cortina echada.. Voy mal de ritmo en mi rutina de sueño que nunca lo es. Un buen ritmo aunque sea descompasado a de los demás. Nocturno pero coherente. Bueno de últimas . El ritmo lo tengo jodido. De sueño y de sueños. De organización de párrafos y de ideas y conceptos en ellos, también. Un buen ritmo. O un ritmo normal. Un ritmillo en una canción que lo encauza todo. Es la frase bálsamo pero también la progresión armónica. Y el impulso. Hay un cierto vertigo en lanzarse a la creación. Una imprudencia de decir algo nunca dicho. Y no todos los días llevan ese componente de los colisión con la nada. De aminorar el vacío. De darle forma.
Era mejor plantearlo como un diario. Ayer fue un día en blanco. No dormí apenas y me fui con el coche sin pegar ojo a pasar la inspección técnica. Resultado negativo. Lo esperaba. Con la tensión pues la noche fue horrible e interminable. Ando calibrando el siguiente paso. Parálisis por análisis. Con esa veta quiero sacar un tema. Tiene rima rara. No convence del todo. Le pegan silencios por sorpresa. Estoy cansado pero con la falsa creencia que escribir me alivia. Me destensa. A pesar de la mala posición. A pesar del dolor de espalda. Los dolores encajan mejor en el diario. En ayer. En anteayer. En hace un año. En hace tres. Y encontrarse en ello. Reconocer algo. Patrones. Un diario de sueños. Un cuaderno con pesadillas en forma de poesía. Un cuarto sin ventanas. Puertas cerradas. Y la llave en forma de palabras. Y las mañanas del mañana ya serán.