Estoy picando piedra. Literal. Con un martillo neumático. Se lo recomiendo a todo el mundo para ganar perspectiva. Picar piedra o lo que toque: bloque de cemento, loseta, bordillo... Te da una noción de lo duro que es todo. A mi me tiene malo. Le echo una hora al día y sudo la gota gorda. Gotas de todos los tamaños. Goterones. Picar es una rutina como otras y me recuerda a lo de hace un año. Estaba abriendo un agujero para sacar un rosal de dos metros y veinte años o más. Te da perspectiva por cojones. Y es una cuestión de agallas la mayor parte del tiempo. Tengo heridas en las manos. En la derecha, la más molesta. Me jode bastante. He tenido que googlear la palabra estigma. No me acordaba. Es eso, en mi diestra, tal cual y en la misma palma, cambiando las líneas de la mano, cambiando el destino... De mano no voy a cambiar. Siempre que hago movida lo primero que se me jode es la mano. Normal supongo. Me la abrase con el cemento. Soy un poco tonto, de acuerdo y que voy sin guantes. A las bravas. Y así todo. A la buena de Dios. Luego usé calcetines gordos a modo de guantes. Rollo Gilda. Un cuadro. Los errores son el camino. El error es el destino. La lógica de todo esto se sustenta en equivocaciones, como no podía ser de otro modo.
Picar destino. El destino son las piedras del camino o con las que tropiezas. Y las que pueden contigo o las que haces cascote. Pasa con todo. Picar piedra está siendo mi condena del nuevo año. Al pasar de los cuarenta minutos, se me va la cabeza. Tampoco es que la lleve muy bien de antemano pero el temblor se traslada al cerebro. Tengo grandes planes con el pico. Voy a aplanar medio suelo y ampliar el sótano. Casi el doble de espacio. Es cosa seria. Me lo propongo y con mucha fatiga, lo consigo y lo llevo a cabo. Puedo tardar y de hecho, voy lento pero no dejo de ir. Voy yendo y voy contando. Voy y ya es. Voy cada día por un camino distinto. Los caminos importan y a veces son de piedra y no se andan, se pican. Un camino picado. Abrir ruta y así cada puto día, pues como mínimo, cansa. Y cansan todos estos empeños artísticos más que estar en una peña de fútbol, por poner un ejemplo, aún calentándose mucho en los partidillos. Paso malos ratos por tonterías. De las que no me acuerdo a la semana siguiente. El blog son las migas de pan.
Picar piedra, sacar sacos.... Todo lo cíclico. Lo lineal. O la rutina... Es como interminable. Llevo picada la hoquedad de una bañera, más o menos con un largo de un par de metros. Como mínimo saldrá para unos escalones. Para guardar trastos. En el peor de los casos. Caso habitual por otro lado, que todo empeore. Tendencia habitual. Se jode y de la peor forma. Se ha inundado tres veces. Es increíble. Se espera lluvia para el miércoles. Estoy jodido cada vez que caen cuatro gotas. Goterones cabrones. No se acaba. No tiene fin. Un agujero que no acaba. Y no acaba y nada. Así vamos... Sin finales pero con toda la finalidad. O eso me creo yo. Pierdo el hilo igual que me pasa cuando pico. El orden de los pensamientos. Es un muro de metro y medio. No es para tanto. Qué orden de pensar es el correcto. O el idóneo o el más práctico. Y seguir. Como con todo. La música. La pintura. La escritura. Y todo viene a ser un muro que derribar y uno nuevo por construir. Enladrillar la voz en un par de estrofas que pillen aire y algo de vuelo. Un aleteo. Sin poesía, no somos nada y sin ella, una nada aún más vacía y rancia que no rima ni hace gracia.
Picar piedra. Nos enfrentamos al miedo y es siempre el mismo. La piedra es buena como metáfora. Caliza que se lleva bocados. El mareo abre camino. Un buen golpe lo desmorona todo. Tampoco tengo tan claro lo que hago y quizá por eso escribo al respecto, buscando explicación o entender algo. Mi cosa es siempre lo de entenderlo. Y luego una vez me lo explico a mi mismo y ya va a menos. Como con la ansiedad. El miedo no existe. La ansiedad existe. La tristeza a veces es bonita y sonríe. Una sonrisa triste que voy cargando desde que no te veo. Ojalá sacármelo de encima. Arrancarme la boca antigua y todos sus gestos, sus besos antiguos y sus labios mordidos. Darle una patada al pasado y sentirla en mi culo.
Picar piedra. Picar ansiedad. Hacerte picadillo. Llevo una temporada jodida. Y larga. No es por quejarse que es como decir que las piedras son duras. Picar lo que no te gusta. Roerlo. Hacer migajas de los miedos o de las peñas que son nuestras frustraciones. Me alegro mucho por ti. Estés donde estés. Es sincero lo que escribo. Por lo menos eso. Leer con sinceridad también deber ser posible. Es un ruego encubierto. Es un riesgo manifiesto. Hartarse de todo y para siempre. Irme lejos. Escribir de verdad y solo la verdad. Aburrir al bolígrafo y comprar otro antes de que se acabe. Seguir buscando. En el mismo margen. En la misma noche sin dormir. Y sentirse un poco mejor. Y leer. Leer más y leer lo que hay alrededor. Leer intenciones. Leer pupilas y leer los ojos de puñal antes de ver afilada las hojas. Leer poesía y memorizar algo bonito por si hay ocasión. Leer con sinceridad y vivir sin miedo y sin ansiedad. Capitulo a capítulo. Hoja a hoja. Frase q frase. Y bien, oye. Lo llevo bien. O eso creo yo. Veremos a ver.
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