Pues voy a escribir un poco y a ver qué sale que ya es algo y como estoy con el móvil pues las tildes las pone el cacharro y su corrector automático que debería extenderse a otras facetas de la vida: autocorrector de emoción o de sentimientos o con lo que decimos... la vibración corregida se sustituye... la vida como debiera
Lo de los deberes... La sensación de aparecer sin la tarea resuelta y con los problemas intactos. No son casualidad las erratas y aquí aparecen para hacer tropezar la vista o espantar la atención. Los ojos de los demás son bandadas lejanas que apenas parecen horas de tinta en un cielo en blanco. Hay cansacio en la incertidumbre que lo convierte en otra cosa. Las palabras son más libres conforme menos designan y para poco sirven. Inútiles tropiezos como cañas secas. Broza en la cabeza. Aunque me probé y no estaba. Me peino. Se desperdigan semillas que no darán fruto y no tocan la tierra. Ideas que vuelan. Dias que pasan. Ni gloria. Ni pena. Que ya es. En el atardecer, agudos ataques de melancolia. Finos pero afilados. Problemas viejos. Tarea sin hacer. Va ganando la mala hierba.
Me cuesta hacerme con los tiempos y aquí vengo a perderlo sin mucha solución de continuidad. Me pasa que hago carteles o collares que nunca llegan a usarse. Por feos o por poco apropiados. Es para nada. Algo que siento que me ocurre en muchos frentes. Se complica. Se pierde perspectiva. Este blog es tenaz en su inconsistencia y así me va con todo. Es como si todo el dolor de los perros abandonados del mundo me aquejase de pronto o el de un grupo de huérfanos en fechas señaladas o el penar de los señalados y es como un rato. Dura poco. Un flash. Duele y se va. Como un cobrador. Se hace su póliza de daños recientes y ahueca el ala. Sigue con su paso firme de tropiezos y pisotones. Ese mal propio del camino de no creerse tal. Tengo un descontrol de certezas que en el blog son nulas. Pero para eso es mío. Pienso en eso. Es tuyo. Hazlo mal. Come gomas y caga comas mal puestas pues para eso es. Para que fueses ajeno a ti mismo. Haciéndose pasar por otro, aún peor y sin filtro. Sin espejo. Con cristales rotos y días reflejados en sus cantos rotos. Cantos y muy rotos es lo otro que hago. Llevo meses sin sacar una canción nueva. Aún trató de aprenderme las antiguas. No es problema porque tengo muchas. Vuelven las dudas. Siempre con dudas. Me sorprende que luego se acabe materializando con la cantidad de dudas que me atormenta constantemente. Atormentada es mucho decir. La cabeza está llena de polen. Diente de León. Afilado. Sólo. Siempre con dos autocorrectores que se contradicen. No tengo claro a cual atender. Voy tarde. Otra molesta sensación. Esa prisa por las lavadoras no puestas... hoy no he puesto una que tenía de sábanas y toallas. Sábanas sucias que tienen pinturas paleoliticas. Y debería estar fregando platos. El fregadero es zona de guerra. Van ganando las hormigas.
Y se inventan caminos en casa en cada rendija y no puedo ganar. Ni me he rendido ni estoy resignado. Escribo poco en el blog y la casa empieza a serlo. Aún asusta. El miedo no existe. El miedo es una ilusión. De ilusiones se vive pero poco. Poca vida y pocos días. Son las nueve. Se va a hacer de noche. El pinchazo de melancolía está al caer. Va ganando la oscuridad.
A pesar del robo de la factura, soy de tener todas las luces encendidas pero a veces se me hace de noche así de repente. Echaba de menos escribir aquí con el móvil porque no tiene nada que ver. Condiciona. Como todo. El teclado. La pantalla. En la tele dan el tiempo: inestabilidad primaveral. Parece que va a llover. Que mayo más raro. Una previa a un verano que me apetece pero que me tiene perdido. No tengo nada claro qué hacer. Un autocorrector de decisiones, ya. Va ganando la inacción.
Tengo al lado a mi gato. Se duerme ahora y no es mío. Es una forma de hablar. Es libre. De noche sale y se pone en la puerta hasta que le abro. Desde que estamos conviviendo me ha llevado a pensar en muchas cosas. El hambre. Tiene hambre. Eso está claro pero a veces le mueven otras cosas. El calor. El contacto. Intento aplicarlo a las personas pero no suele servir. Calor. Contacto. Comida. Las personas soltamos pelo igual. Roneamos. Estiramos la cola o nos hacemos los interesantes o los interesados y en eso busco patrones entre mi gato y la gente pero es para nada. La gente. Es una forma de hablar. Mi gato es el antonimo de la soledad. No es amor o yo no lo llamo así o es otra cosa para mi pero le quiero y aparte de por la comida, que seguro que es lo primero, creo que me quiere aunque sólo sea para acariciarte. Comida. Caricias. Lo mismo que las personas. Mi gato se llama Canelita. El autocorrector pone Carmelita. Va ganando el autocorrector.
No hay comentarios:
Publicar un comentario