Será por ser de Granada pero a mí siempre me ha ofendido un poco esa libertad que se toman los políticos en campaña de ir por la calle saludando cordialmente a desconocidos impunemente, sin que nadie le suelte un exabrupto del tipo quepollases! porque ese teatrillo me agrede mucho visualmente y en las pocas ocasiones que, como periodista, he tenido que cubrir actos de ese tipo con lameculeo provincial galopante y espontáneos baños de masas, pues me ha dado toda la urticaria, concretamente recuerdo a Susana Díaz cuando estaba a tope de superstar que vino a una inauguración, y salió hiper diva del coche oficial tras una breve espera a la prensa y se fue directa no hacia donde estaban las cámaras para el pactado posado sino en dirección contraria a por una señora mayor que iba con la bolsa de la compra y sobre la que se abalanzó casi sin que a la anciana le diera lugar de apercibirse del respingo y la abrazo.
Y siempre me he preguntado yo, y os los pregunto ahora a vosotros, ¿cómo saben los candidatos que es uno de los suyos al que le están tendiendo la mano? ¿Saben que es de los suyos? ¿Van de locos? ¿Los viejos son de atrezzo? ¿Están ahí adhoc? ¿Son partidarios siempre? Pues no. Es el fulgor de la fama. De los flashes. De las cámaras. Es el mensaje.
A mí me parece la mar de interesante, como concepto. Y, por el aburrimiento, pues una vez saqué el tema en corrillo de compañeros más veteranos y la respuesta fue casi unánime: No lo saben. Saludan por doquier. Saludan por deporte. Saludan con simulacro. Saludan para la foto. Saludan para la prensa. Saludan a las cámaras en realidad pero necesitan estrechar una mano, una mano inocente. Saludan al infinito. Saludan al ciudadano desconocido. Saludan sin saludar. Y se la juegan.... Ojo, con un par. Puro instinto... Y si te sale rana.... Y si te hacen la cobra.... Y te dejan ahí, en la foto, con la mano puesta... Con la mano tendida.... La mano tendida y que empieza a llover. Es el mensaje. Es la sonrisa. Es política, joder. Es un teatrillo. Toca saludar, pues saludan. Les acerca a la gente, les conecta con la ciudadania. Es un formidable teatrillo en realidad. El teatrillo es el mensaje.
Oiga, teatro en toda regla. Del bueno, que decía el entrenador portugués. Porque, por cierto, en el acto no se admitían preguntas de la prensa, es decir, era para nada. Los que estaban de atrezzo éramos nosotros, los periodistas. Qué penita de vida, señora. Ir cargando con el microfono para que no te permitan usarlo. Que no nos dejen preguntar, a ver si los sacamos del guion o se equivocan y dicen una verdad... Qué asco da el periodismo, a veces. Qué asco de periodismo político, y más municipal. Qué asco de corrillos, de meritorios y de gerifaltes con pocas luces. Y, en medio, los que se prestan a esa mierda, que somos los periodistas locales... Las últimas putillas... Los periodistas de pronvicias que hacen política municipal....Apasionante gremio, amigos, en el que a veces no se admiten preguntas y se admite. Admitir que no admitan preguntas. Inadmisible, a mi entender. Se arriesgan a estrechar la mano del ciudadano pero no a encarar una pregunta difícil, que tampoco es que te vayan a poner contra las cuerdas por concender un breve turno de preguntas... NO es lo profesional, joder. Eso es lo que me jode. Y hacer el paria. Hacer de tonto. Contribuir. Forma parte de ese simulacro. Ser el tonto que hace su papel de árbol en el teatro porque no te dan una línea, no puedes hablar, y solo contribuyes a la puesta en escena, a que se pueda dar el estrechón de manos que acerca al que cobra el astizal con el que se lo paga sin saberlo... Y allí estaba yo, con mis malos pelos y mi mala cara, deseando acabar cuanto antes y figurando como un monigote con los veinte compañeros, incluyendo a gráficos para los que no posó apenas cinco segundos. El posado. Es el mensaje. La foto. El saludo. Las manos que se encuentran. El discurso de inaguración. La maquinaria de la propaganda. Más de dos décadas de imperio. Lo de los socialistas es más grande de lo que nos imaginamos en Andalucía. Es como Nueva York, que no te haces una idea... Pues igual. El mensaje es el que ellos quieren. Y no hay físuras. Y no hay filtraciones. No hay disidencia. Es el mensaje.
Alguien contó hablando del tema, de lo de estrechar manos a ciegas, que no siempre son bien recibidos los saludos y que le escupieron en un pueblo de Sevilla a Díaz precisamente... A la presidenta. Que fue noticia y tal. Podria googlearlo pero me da pereza. Se acerco a saludar a una señora y pum, resultó no ser de las suyas. No sé si lo del escupitajo lo he añadido yo y es cosecha propia, y fue solo reprimenda o exabruto sonoro... A veces sale mal. Y les da igual... No lo saben y les da igual. Se aplica una lógico de patio de vecinos. Cámaras, tv... Es famoso, sale en la tele y lo saludan... Saludan por defecto. Por miedo incluso a pasar por ignorantes de no conocer a la supuesta celebridad. Y es un teatro, y según vean el rictus improvisan. Son actores. Es ficción.
Pues eso. El puño es real. La indignación es real. La miseria es real. Y hay que superar un ámbito perverso de moralidad o moralina, sobre si es o no es decente o indecente porque eso es irreal. Y dejar el teatro... Que es dejar los antagonismos. Que es dejar el bipartidismo. Que es dejar la manera más cómoda de organizar sobornos. A cinco bandos es difícil untarlos, a dos, o es uno o es el otro y en los consejos de administración, pues los unos por los otros. Es el mensaje.
No hay preguntas.
Una de las veces que me dio asco ser periodista.
Fue en la inuguración de un centro de Covirán en Granada, un acto de propaganda del que formé parte y me siento avergonzado, sinceramente.
Yo, en lo poco que me toca, retiro la mano.
No hay preguntas. No hay manos.
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