Las listas sirven para poner en orden o poner en evidencia, según las veces, las preferencias personales del que las perpetra. Las listas sirven, sobre todo, en mi opinión para excluir opciones. Y al final dependen en gran medida de los criterios. Cuando es la lista de lo mejor del año, pues entran en conflicto los discos de diciembre y enero, para empezar y las ediciones de otros países o las no ediciones o mil variables que se escurren en el margen temporal de doce meses que al final son apenas diez. Las listas le gustan a los que salen destacados en ellas y las desestiman los olvidados. Quizá uno entiende la competición en tiempos pasados, en otros momentos en los que el dial estaba copado y se establecía un hit parade, una jerarquía... Que si se analiza en el fondo es solo una forma de poner destacado un producto en la vitrina. Y no precisamente en oferta. Hay una película con Kevin Bacon de protagonista que hace de mafioso pinchadiscos aceptando mordidas a cambio de poner más una canción u otra, no es una gran película pero me sirve para lo que quiero decir, al final es negocio y las listas son una extensión de ese negocio... Que esto es solo una introducción de lo que realmente era el tema de esta entrada, una consideración previa al hecho mismo de listar, de la cultura del ránking, que si se analiza en profundidad o solo a un vistazo, uno se apercibe de que es simplemente un argumento de venta
La explicación o justificación de Diego Manrique por poner de número uno a Sabina en la encuesta del 30 aniversario de RockdeLux.
en el heraldo http://blogs.heraldo.es/lavozdemiamo/?p=7710
Bianciotto http://www.jordibianciotto.com/donde-estariamos-sin-rockdelux/
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