Las redes sociales posibilitan la novedad de compartir fotos. Es una novedad a tener en cuenta, en términos históricos. Los álbumes se vuelven públicos. Hoy he estado echando un vistazo a mis antiguas imágenes y he borrado unas cuántas de las que ya me había olvidado, que tenía un año o año y medio y daban verguenza. O desentonaban los comentarios. O las subí en su día por algún motivo que ya no tiene la mayor importancia. ¿Por qué hablo de esto?
Corregir una novela, es lo mismo. Se trata de compartir recuerdos y exhibimos un desbordado álbum de emociones que quizás después no interese o no sea útil a la verdadera historia, o aburra, o cause verguenza ajenas como alguna foto que he encontrado en mi archivo personal de Facebook.
Hay que borrar. Borrar indiscriminadamente aquello que no nos gusta o no nos convence, o que tuvo sentido entonces pero ya no lo tiene. Borra. Sin piedad. Es más difícil hacerlo de lo que parece pero es necesario. Borra de tu manuscrito. Borra de tus álbumes, no te sientas culpable por haberte hecho fotos estúpidas o haber escrito párrafos sin sentido.
Hay que atreverse a borrar (archivos de las redes sociales caducados o frases que no valen) y no pensárselo dos veces.
También creo que las redes sociales (El "¿Que estas pensando?" o "¿Que esta pasando?" ) han hecho que solo interese un absurdo presente, en el que la información, la novedad o la noticia es que hay tormenta, que nieva o que nos han puesto una multa, que se ha quemado el arroz o que nos hemos ido de copas o tal concierto o tal fiesta, si no es que escribimos directamente desde allí.
Es todo el ya. El ahora. El ahora mismo.
Pero los álbumes conservan la emoción de ese presente pero con el amarillento paso del tiempo encima, en las fotos del verano de 2009 por poner un ejemplo que ya queda lejos y tampoco nos representa ni son fotos bonitas y es como si ni siquiera fueran nuestras. ¡Bórralas!
Eliminar esta imagen.
Aceptar.
Listo.
Con los párrafos o incluso los capítulos que no funcionan, igual. Seleccionar. Suprimir. adiós.
No es tan fácil decirlo como hacerlo.
¿Hasta dónde meto el cuchillo? ¿No salvo nada?
Es natural que haya un exceso de emoción en el momento y sobre todo, en el momento captado de fiesta pero es lógico desprenderse de él con el tiempo, de ese exceso de euforia o afectación.
La foto de esta entrada la hice en una ferretería, hace dos meses y poco, con el móvil. Estaba probando la nueva cámara.
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