martes, 30 de noviembre de 2010

Escuché una noticia en la radio y tuve una idea

Escucho la radio. Mucho. Soy oyente de radio, más que espectador de televisión. Puede que más que lector de periódicos. La tengo encendida a todas horas, los periódicos los tengo abiertos solo un rato y ni siquiera todos los días. La radio está siempre ahí, me he descubierto a mi mismo escuchando programas de toros, de pesca, de escalada, de espiritus y misterio o de deportes, o no escuchándolos pero teniéndolos sintonizados.
A David Monteagudo le pasa lo mismo. Es oyente de radio. Lo explica en este video:
http://acantilado.es/cont/catalogo/catalogo_sola_es.php?idField=508

Pues resulta que Monteagudo escuchó de pasada una noticia, hace más de tres años -su novela está escrita en 2008- de unos mineros que se quedaban atrapados en una mina.
Pues bien, "Marcos Montes", su segunda novela, trata de eso. Mineros atrapados. ¡Vaya suerte! ¡O no!


¿Moraleja? No hagas caso a las noticias de la radio. Mucho menos como germen de una novela que luego desarrollas a costa de tu ingenio. Son noticias clase B. Son breves internacionales de catástrofes que se traducen como puntualidad bíblica. Mineros atrapados. Edificios derruidos. Aviones secuestrados. Siempre suceden lejos porque si no, en el tono de los locutores hay una clara alarma.

Para germen de historia, los breves del periódico. Proporcionan datos, edades, iniciales, nombres de calle y profesiones de los personajes de los que te incluyen sentencias de juzgado o denuncias en curso o de lo que quiera que vaya la noticia. El periodico posibilita la opcion del recorte. Quedarse con la idea para siempre para que madure en el cajón.

La idea de los mineros atrapados, que inspira esta novela de Monteagudo, es una mala noticia habitual que no siempre termina en final feliz. Como en Chile, recientemente.
A veces puede terminar en novela.
La portada me gusta mucho.

Escribiendo sobre perros

Me encuentro con esto. En "El Diccionario del Diablo" de Ambrose Bierce.


Perro

¡Guau!
, s. Especie de Divinidad adicional o suplementaria, destinada a recibir el excedente del fervor religioso del mundo. Este Ser Divino, en algunas de sus encarnaciones más pequeñas y sedosas, ocupa en el corazón de la Mujer el lugar a que ningún hombre aspira. El Perro es una supervivencia, un anacronismo. No trabaja, ni hila, pero Salomón en todasu gloria jamás yació todo el día en una estera, engordando al sol, mientras su amo trabajaba para poder comprar un ocioso meneo de la cola salomónica y una mirada de tolerante reconocimiento.

Huir de la verosimilitud

Siempre me llamó la atención un antiguo slogan del periódico ABC, de la época en la que yo estudiaba periodismo. ABC. "Informaciones veraces". El lema estaba impreso, debajo de la gran cabecera de tres letras, en todos los toldos de los kioskos sevillanos. "Informaciones veraces". Quizá me la esté jugando la memoria y fuera en singular. Información. ABC. Veraz. Es practicamente lo mismo. ¿Qué es veraz? Apariencia de verdad. Es como mentir a sabiendas. Avisando.
Noticias que lo parecen.
Siempre me sorprendió esa frase.
La aparencia de verdad puede llegar a ser más importante que la verdad misma.
Hablo del periodismo de consumo moderno. Consumo tecnificado de actualidad y otras formas de apariencia.
Estoy convencido de que es así.
Al pensar en escribir ficción, no noticias ni reportajes, sino literatura, creo que hay que huir de la verosimilitud. La verdad se obtiene sin recrear su apariencia, que ya es el primer síntoma de mediación en el relato. Por definición, las historias siempre son extraordinarias y únicas en algún aspecto, ése es el motivo para contarlas, su curiosidad o su diferencia. Da igual que se trate de una conversación en el autobus o una pelea entre clientes en la cola del supermercado. No tiene reglas. Simplemente ocurre. No es veraz. Es extraña. Necesita antecedentes. Explicar el clima en el que se desarrolla la acción, para entender el final o la moraleja que suele ser inesperada. Por eso nos llama la atención, -¡sorpresa!- y la contamos al llegar a casa. ¿Sabes lo que me acaba de pasar en el autobús? O, ¿sabes lo que he visto en el Súper? Una realidad sin normas.
Nada verosimil.
Lo otro, la recreación medida no termina de convencer. A mi, al menos. No es un texto vivo. Se nota compuesto, falso de alguna manera. Confeccionado sobre patrones previos. Voces que se reconocen. Lugares comunes. Metaforas con animales. Duro como el acero. Oscuro como la noche. Planteamiento verosimil. Como en una obra de teatro amateur, en la que se acepta tácitamente el gesto exagerado y los andares de pato de los actores que sabemos que lo son, aunque no sean profesionales pero representan lo mejor que pueden el papel que se les ha asignado y que, después, se han aprendido. Esto no sirve en una novela. Los protagonistas de una manuscrito no pueden aprenderse sus diálogos de memoria.
Informaciones veraces.
Deben hablar todos, incluido el narrador como voz destacada y más veraz que ninguna otra, tal y como se comunican o como nos comunicamos los humanos. De forma inverosimil. Eso es. Hay que repetir ese milagro cotidiano con su ausencia de reglas. Nunca nadie ha dicho; Me he comprado un vestido oscuro como la noche. O nadie se quejaria de un colchón diciendo que está duro como el acero. Son cápsulas cargadas de veracidad, desde luego. Formulas que funcionan para no imaginarse nada. O lo mismo de siempre, que viene a ser igual. No digo que haya que escribir como se habla, es decir, con gruñidos, contradicciones, risas, insultos, gritos, frases que se dejan a medio terminar o que no se entienden del todo, o muletillas, o refranes. Hay que escribir como se comunica. Como se habla, sólo los diálogos. Mejor que no abuden, por otra parte. Con el concurso de las manos, la mirada, los ladeos de la cabeza, toda la expresión del cuerpo con sus mensajes contradictorios incluidos, ahí está la ultima capa de barniz de la historia que probablemente sea la que termine de darle el brillo.
Lo inverosimil es que nos entendamos, desde luego. Como una cosa cotidiana. En el autobus o haciendo cola. Todas las historias genuinas son dificiles de creer, por eso se cuentan. Las noticias se cuentan en una frase. Son sorpresas cortas. No necesitan explicaciones.
Una novela es una explicación muy larga para la que hay que escoger con mucho cuidado la pregunta.
En los silencios de nuestra escritura, se asentará, como en la vida, una historia peculiar, única y verdadera que casi siempre no tendrá esa apariencia y no resultará creible, todo lo contrario, será dificil de creer y dificil de explicar pero todos la podrán entender y les será familiar, gracias a eso, podrá  ser una historia finalmente conmovedora.

Huir de la verosimilitud.
Hay una lógica en los acontecimientos que no la tienen. Hay un patrón que puede intuirse, no sé si llegar a preverse. Una dinámica que se convierte en inevitable. El efecto inercia. Entender esa conjunción de factores, una tectónica de placas cotidiana que encaja todas las pequeñas realidades que nos componen y que se mueven tan lentas como el suelo que pisamos. Establecer ese ciclo de empastes, de ajustes, de engranajes desiguales, es lo que establece la peculiaridad de una ficticia realidad genuina, tan corriente y vulgar como cualquiera de nuestras vidas, observadas y anotadas con todo detalle hasta tal punto que lleguen a no parecernos verdad. Como si fuera una lista de la compra, una vida contada igual. Es así como se empieza. Huyendo necesariamente.
Contando las cosas de forma inverosimil.
Después, se corrige. No ajustándolo al mundo sino entendiendo sus propias claves, la lógica en los acontecimientos que no la tienen y que, sin embargo, se imponen.
Informaciones veraces, después de todo.
Lo que quería decir, en resumen, es que puede que el único camino hacia la verdad y en especial, la propia, sea huir de todo lo verosimil.


verosímil.
1. adj. Que tiene apariencia de verdadero.
2. adj. Creíble por no ofrecer carácter alguno de falsedad.




La imagen es el primer resultado en Google imagenes para la palabra verosimilitud.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Compartir fotos, compartir recuerdos, corregir manuscritos

Las redes sociales posibilitan la novedad de compartir fotos. Es una novedad a tener en cuenta, en términos históricos. Los álbumes se vuelven públicos. Hoy he estado echando un vistazo a mis antiguas imágenes y he borrado unas cuántas de las que ya me había olvidado, que tenía un año o año y medio y daban verguenza. O desentonaban los comentarios. O las subí en su día por algún motivo que ya no tiene la mayor importancia. ¿Por qué hablo de esto?
Corregir una novela, es lo mismo. Se trata de compartir recuerdos y exhibimos un desbordado álbum de emociones que quizás después no interese o no sea útil a la verdadera historia, o aburra, o cause verguenza ajenas como alguna foto que he encontrado en mi archivo personal de Facebook.
Hay que borrar. Borrar indiscriminadamente aquello que no nos gusta o no nos convence, o que tuvo sentido entonces pero ya no lo tiene. Borra. Sin piedad. Es más difícil hacerlo de lo que parece pero es necesario. Borra de tu manuscrito. Borra de tus álbumes, no te sientas culpable por haberte hecho fotos estúpidas o haber escrito párrafos sin sentido.
Hay que atreverse a borrar (archivos de las redes sociales caducados o frases que no valen) y no pensárselo dos veces.
También creo que las redes sociales (El "¿Que estas pensando?" o "¿Que esta pasando?" ) han hecho que solo interese un absurdo presente, en el que la información, la novedad o la noticia es que hay tormenta, que nieva o que nos han puesto una multa, que se ha quemado el arroz o que nos hemos ido de copas o tal concierto o tal fiesta, si no es que escribimos directamente desde allí.
Es todo el ya. El ahora. El ahora mismo.
Pero los álbumes conservan la emoción de ese presente pero con el amarillento paso del tiempo encima, en las fotos del verano de 2009 por poner un ejemplo que ya queda lejos y tampoco nos representa ni son fotos bonitas y es como si ni siquiera fueran nuestras. ¡Bórralas!
Eliminar esta imagen.
Aceptar.
Listo.
Con los párrafos o incluso los capítulos que no funcionan, igual. Seleccionar. Suprimir. adiós.
No es tan fácil decirlo como hacerlo.
¿Hasta dónde meto el cuchillo? ¿No salvo nada?
Es natural que haya un exceso de emoción en el momento y sobre todo, en el momento captado de fiesta pero es lógico desprenderse de él con el tiempo, de ese exceso de euforia o afectación.
La foto de esta entrada la hice en una ferretería, hace dos meses y poco, con el móvil. Estaba probando la nueva cámara.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Pasión en la labor de un traductor

El otro día leyendo la edición bilingue de "Alcoholes" de Apollinaire (Hiperión, 1995) disfruté muchísimo con las notas de Juan Abeleira.
Son geniales. Analiza cada verso. Ofrece tres posibilidades. Muestra los juegos de palabras intraducibles, muchísimos por cierto.
Y se nota que está disfrutano, no se por qué, pero probablemente por verse envuelto en esa tarea ardua de desentrañar un artefacto poético, desmontar sus piezas y volver a armarlo en otro idioma.
Se me ocurrió una idea. Un traductor de poetas franceses, sería un personaje genial para una novela. Busco a Juan Abeleira, pro si tenía Facebook, pero no.
También ha traducido a Rumbaud, por lo que pude ver en Google.
Y Apollinaire, sublime en una carta que se incluye en la edición.
Disfrute como hacía tiempo.
Una lectura a muchas niveles.



Iba a trascribir un poema pero no lo haré.
Quizá otro día.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Cualidad de "Firmeza"

"«Firmeza», según pude observar, era la gran cualidad de que los hermanos Murdstone presumían. No sé si en aquella época habría sabido expresar qué entendía yo si me hubieran obligado a hacerlo; pero desde luego comprendía claramente que aquella palabra quería decir tiranía, y expresaba el terco, arrogante y diabólico carácter de los dos. Su credo, como puedo establecerlo ahora, era este: míster Murdstone tenía gran firmeza; nadie a su alrededor era tan firme como míster Murdstone; nadie de los que le rodeaban debía ser firme en absoluto, pues todos debían doblegarse ante su firmeza. Miss Murdstone era una excepción; podía ser firme, pero sólo relativamente y en un grado inferior y tributario. Mi madre era otra excepción; podía ser firme y debía serlo, pero solamente sometiéndose a su firmeza y creyendo firmemente que no había otra firmeza sobre la tierra".

Un párrafo de "David Copperfield". Capítulo 4.
Maestría de Charles Dickens con el uso de los dos puntos.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

"Tiempos difíciles" en edición cubana

Ayer recibí un libro de Charles Dickens que ha cruzado el oceáno Atlántico. Se trata de "Tiempos dificiles"´, la décima novela del gran escritor inglés. ¡En edición cubana!
Lo curioso es la introducción que firma María Eugenia Rodríguez Gómez, de la Universidad de La Habana.
Es interesante ver cómo interpreta la trama de la novela en clave local. La editorial es Ediciones Huracán.
El papel está muy deteriorado.
El lomo está reparado con papel celo.
Falta la primera página (¿quizá por que contenía una dedicatoria?) y no está la referencia al año y lugar de edición. Me ha hecho muy feliz recibir este libro, a pesar de su precario estado, y la lectura (las primera 40 páginas) están siendo un pleno disfrute.

sábado, 13 de noviembre de 2010

¿Para qué tener un blog?

Me lo pregunto últimamente. Supongo que debe haber un motivo, para mantenerlo.
No lo sé. ¿Para qué?
Voy a detallar para lo que no quiero usarlo.
No quiero conocer a otros usuarios, ni interactuar con ellos a través de comentarios.
No quiero escribir y subir textos literarios escritos por mí, aunque a veces se me cuelen algunos versos.
No quiero ir detallando mis lecturas, ni escribir sobre otros autores.
No quiero mantener un blog sobre literatura.
No quiero escribir sobre música.
No quiero enlazar cosas que me gusten, de las que sea fan, de cualquier categoría artística.
No quiero subir fotos, ni mías ni de otros.
No quiero pontificar, ni hacerme promoción, ni hablar de mis sentimientos o mi estado de ánimo.
No quiero contar mi vida.
No quiero contar la vida de otros.
No quiero imaginarme la vida que me gustaría vivir.
No quiero imaginarme la vida que le gustaría vivir a otros.
No quiero escribir pensando en que nadie lo vaya a leer, escribir con un destinatario en la mente.
No quiero que las actualizaciones sean cartas imaginarias sin destinatario.
No quiero hablar de nimiedades.
No quiero escribir sobre temas de actualidad.
No quiero comentar noticias ni hacer referencias a modo de obituario.
¿Para qué tener un blog?
¿Para qué?
 No sé si quiero saberlo. Seguiré manteniéndolo hasta que sepa para qué lo hago.

martes, 9 de noviembre de 2010

Escribir cartas

No lo hacia desde la adolescencia. Escribir cartas: papel, sellos y sobres. Es una experiencia que se puede comparar con el uso del correo electrónico lo mismo que ir al cine se puede asemejar a alquilar una película. Son experiencias distintas. Las cartas son mágicas y estos días lo he recordado.
No deberíamos dejar de escribir cartas en papel nunca.
Ahora sólo queda que lleguen a su destino.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Hoy hace un año del primer concierto de Enrique Octavo

Me estreno en Twitter

La verdad es que me ha costado una semana hacerte con el lenguaje y la dinamica de Twitter. Ahora entiendo su poder adictivo aunque no me parece realmente interesante.
Supongo que debo de incrementar mi número de seguidos o seguidores.
A primera vista, lo veo un mar de enlaces poco interesante. Una máquina para hacer alusiones. Aún no tengo a quien aludir. El sistema de los trending topics todavía no lo tengo muy asumido.
Supongo que sirve para las noticias a tiempo real.
Creo que es más útil para los enlaces que para las ocurrencias.
Ya iré hablando de mis avances con el medio.

Por si os interesa, estoy aquí:
http://twitter.com/#!/JoseBolivar1978

NOTA: Me ha sorprendido la cantidad de periodistas que hay en Twitter. Por otra parte, resulta lógico al ser una verdadera fuente de información y ya que funciona como una telaraña de noticias y enlaces de "Última hora". Muchos periodistas y no sé si tantas noticias, en realidad.
Me voy acostumbrando a su uso. Ya hablaré con más fundamento en el futuro.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Un artista serio

El artista Santiago Sierra renuncia al premio Nacional de Artes Plásticas 2010 a través de una carta.
Visto aquí (en donde se puede leer la carta original): http://www.contraindicaciones.net/
En la web del artista, hay muestras de su trabajo (algunas muy impactantes): http://www.santiago-sierra.com/index_1024.php Su última instalación-escultura no podría ser más idónea para el momento actual y para esta renuncia al Premio Nacional, porque se títula: "No, global tour". Renunciar a 30.000 euros (la cuantía del premio) por defender una libertad individual, nos debe hacer pensar en cúal es el nivel de esclavitud intelectual al que estamos tristemente aconstumbrados.


Madrid, Brumaire 2010

Estimada señora González-Sinde,

Agradezco mucho a los profesionales del arte que me recordasen y evaluasen en el modo en que lo han hecho. No obstante, y según mi opinión, los premios se conceden a quien ha realizado un servicio, como por ejemplo a un empleado del mes.
Es mi deseo manifestar en este momento que el arte me ha otorgado una libertad a la que no estoy dispuesto a renunciar. Consecuentemente, mi sentido común me obliga a rechazar este premio. Este premio instrumentaliza en beneficio del estado el prestigio del premiado. Un estado que pide a gritos legitimación ante un desacato sobre el mandato de trabajar por el bien común sin importar qué partido ocupe el puesto. Un estado que participa en guerras dementes alineado con un imperio criminal. Un estado que dona alegremente el dinero común a la banca. Un estado empeñado en el desmontaje del estado de bienestar en beneficio de una minoría internacional y local.
El estado no somos todos. El estado son ustedes y sus amigos. Por lo tanto, no me cuenten entre ellos, pues yo soy un artista serio. No señores, No, Global Tour.

¡Salud y libertad!

Santiago Sierra

jueves, 4 de noviembre de 2010

Una frase de Flaubert

"De vez en cuando, cómo para sacudir el polvo, daba golpecitos en la seda de los chales desplegados, que se estremecían con un leve rumor, haciendo parpadear, a la verdosa luz del crepúsculo, las doradas lentejuelas de su urdimbre".

En el capítulo cinco de Madame Bovary.

martes, 2 de noviembre de 2010

El mejor consejo que he leido

DIALOGO CON EL MAESTRO
Crónica de alta mar
(De Esquire, octubre de 1953)
Ernest Hemingway

MAESTRO. ¿Cómo se puede entrenar un escritor?
CRONISTA. Ha de observar con atención todo lo que sucede alrededor de él. Si enganchamos un pez es necesario mirar atentamente qué hace cada uno de los circunstantes; si usted se emociona mientras el animal de saltos procure retener en la mente cuáles fueron las acciones que le causaron la emoción; si fue el sedal al surgir del agua, ponerse tenso como una cuerda de violín, mientras lanzaba salpicaduras, o el modo en que le pez rompió la superficie, soltando agua mientras saltaba; es necesario recordar el sonido que ha producido y los comentarios que se hicieron al respecto. Hay que hallar la causa de la emoción que se experimenta, las acciones provocan la excitación. Entonces se toma nota de ello sin olvidar ningún detalle con el fin de que el lector lo viva y le cause la misma emoción que le causó a usted. Esto es un ejercicio primordial.
Visto aquí: http://losmanuscritosdelcaos.blogspot.com/2009/10/dialogo-con-el-maestro-i.html

A veces el paso del tiempo nos mejora: George Clooney

Un abrazo, Vargas Llosa

Acabo de terminar "Cartas a un joven novelista" de Vargas Llosa, flamante premio Nobel de literatura 2010, del que también he empezado recientemente su novela de debut, "La ciudad y los perros". Pero vayamos a las cartas, en la edición de Ariel de 1997. Lo haré enumerando varios puntos sin ningún orden en concreto.

1.- Niego la mayor. No son cartas. Utilizan la forma epistolar, comienzan con Querido... y terminan con Un abrazo, pero bajo esta argucia se esconde un cuerpo de ensayo, en el que no se apela a nadie en concreto. Son los mismos compendios de un temario. Al principio Vargas parece responder a las preguntas de un escritor novato, pero conforme avanzan los capítulos se nota que es un truco que resulta chusco. Quizá lo impusiera la colección, leí también "Cartas a un joven periodista" de Juan Luis Cebrián, hace más de diez años (tampoco me gustó especialmente) y el formato era el mismo.

2.- Vargas Llosa se expresa realmente bien. La palabra es un don en su mano. Acierta de lleno cuando describe el estilo de Borges, que yo en mi humilde condición solo puedo calificar como abrumador. Me gustan los conceptos que usa: muda, vaso comunicante, espacio temporal, el dato escamoteado... Es expresivo y explicativo.

3.- Escribir es leer, eso debería estar claro ya para todos pero escribir sobre escribir, tampoco consiste en destripar nuestros libros favoritos. No consiste en decir: "¡Eh, mira!¡Eso es genial!¡Así es cómo se hace!" y poner a Flaubert o Faulkner de ejemplo. Muy bien. Eso lo puede hacer cualquiera. No consiste en eso. Poner de ejemplo a los grandes maestros y tomar pasajes de sus obras, ¿de qué sirve? Lo interesante es descubrirnos el truco, no hablarnos de lo que hacen los grandes magos, lo que todos vemos desde nuestro patio de butacas compartido de lectores.

4.- El primer consejo está en la página 30, capítulo 4: "Busque y encuentre un estilo".

5.- Como guía de lecturas, es interesante. Como inspiración, no. No hay ardor, no hay pasión, ni siquiera se muestra el Vargas lector en toda su desnudez. Recomienda libros, toma ejemplos (eso es lo más detestable, un ejemplo detras del otro) sin el menor riesgo, ahora Quijote, ahora Moby Dick, y siempre desde un punto de vista casi académico, casi ensayístico pero sin la especialización del estudioso, desde el punto de vista del autor. Además desvela el final de algunos de los libros que cita, que si bien todos debemos o deberíamos haber leído, puede no ser así.

6.- El mejor consejo es el de la posdata del libro, que es bastante breve. Vargas dice al final: Olvídate de todo lo que he dicho, deja de leer sobre cómo hacer novelas y empieza a escribirlas ya. Y nos desea suerte. debería haberle dedicado un par de líneas al menos a ese tema, la importancia de  la suerte.

7.- ¿A un joven novelista? vale, muy bien. Y, ¿quien es joven? ¿A qué se refiere? ¿Existen los novelistas jóvenes? Si uno escribe por primera vez, tenga la edad que tenga, ¿no es joven al menos en el terreno de la narrativa? Acaso llevándolo más lejos, ¿no es cómo si fuera virgen?

8.- Un libro sobre escribir qque no habla de correcciones, editores y agentes literarios cuenta sólo una parte de la verdad. Es curioso cómo muchos autores americanos, al escribir sobre escribir, utilizan la palabra "negocio" que en la voz de Vargas, o la que usa en las cartas, sonaría a sacrilegio.

¿Recomendado? Pues, no lo sé. Supongo que para los aspirantes a escritor es una lectura interesante, de la que extraerán enseñanzas, algun truco quizá o estructura. Para los que no estén muy obsesionados con la cuestión de escribir, mejor que opten por una obra del mismo autor de narrativa.
Creo que se aprende más leyendo a un autor, leyendo sus libros que siguiendo sus consejos, una idea que creo que el mismo Vargas recoge en el libro.
Cuando terminé "La ciudad y los perros"´, haré un comentario más amplio pero por ahora, me ha resultado mucho más estimulante que estas "Cartas..." sin remitente.