Mark Twain tiene lo que todo un escritor quiere tener. Historias. Ideas. Estilo. Ritmo. Elegancia. Acidez. Ternura. Profundidad. Ironía. Humor. Ingenuidad. Niveles. Visión. Un mundo propio. Personajes.
En este caso, los coge de la Biblia a los personajes y se apropia de los primeros momentos de la historia de la Creación para reinventar ese mismo proceso creativo con el que se atreve a componer este libro breve, llleno de ingenuidad y originalidad en el formato clásico de diario.
Es un libro "idea", en ese aspecto.
A dos manos. La mitad la escribe Adán.
La mitad la escribe Eva. El primer hallazgo. una idea maravillosa para mirar la realidad desde dos puntos bien distanciados, acaso enfrentados, que entronca con una lucha de sexos siempre actual. Twain lo convierte en lucha de sensibilidades.
La familiaridad de ambos narradores en primera persona, su modo de expresarse es genuino y somos Adan durante unas páginas para después meternos de lleno en la piel de Eva. Destaca la forma de resolver algunas complicaciones de la propia trama como la creación del lenguaje o la forma de nombrar a todos los seres del paraíso demuestran la altura como narrador de Twain que las despacha con maestría. Un libro que he disfrutado muchísimo y que no he leido en la edición de la foto, que me encanta la ilustación y es de la editorial argentina Corregidor. Es corto, es sencillo y también resulta inspirador. Muy recomendado.
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