Habrá de todo, claro pero yo no me siento a escribir: la escritura se sienta encima mía. Literal. Cae con un piano de cola. En mi cama. O se tumba. Oblicua. Como peso muerto. Escritura de todo tipo: relatos, canciones... O entradas de blog... Lo que sea. Hay que ponerse, sea lo que sea pero en mi caso, no sé si por falta de empeño o disciplina. El caos que me rodea. Que acecha y a veces me corta el paso. No me lo planteo. No de forma directa y clara. No con horario. Pienso o siento más bien, que lo hago mal. Que necesito un método. Una fecha. Ponerle fecha a los sueños, los convierte en tareas. Por eso es todo posible. Todas las historias sin final son al menos, un consuelo. Breve. Pasajero. Inconcluso. Pero no. Hay que terminar. El punto final. Lo que da sentido a todo. Que se acaba.
A veces es como el eximente o la excusa de no ponerse de todas todas. Y tiene algo de inevitable. De natural. De acierto no forzado. De no intentarlo del todo. Y algo de alquimia. Inspiración pura. Rima tonta. Salida fácil. Nada es fácil para mi últimamente. Nunca lo fue aunque me lo pareciera. Los personajes lo son todo. No hay reglas. No hay una llave que abre las puertas. Los párpados no tienen cerradura. Pasa más en nuestra vida mientras tenemos los ojos cerrados. Los sueños existen. Es pasar todo eso al papel. O al blog. O en notas musicales. Lo que sea. Pero tengo que buscar un hueco.
Que es de lo que viene. El motivo de esto. Ponerme. Si. Como ahora pero no repentino. Poco a poco. Todos los días un poco. Fines de semana incluso. Poco pero siempre. A ratos. No es nada fácil. Sacar un rato a diario para lo que sea. Lo pongo en la agenda. El caos también lo minuto. Dejo una hora libre para no hacer nada. Me organizo al dedillo la inactividad. Le saco el máximo partido. A lo que no hago. A lo que no termino. A la rima tonta. La rima no termina de convencerme en general pero para las canciones es bastante socorrida. Me saca de muchas. Son fáciles. Tontas a veces. No tengo una opinión del todo clara. El caso es que hay que ponerse. Ponerse. Una hora. Un momento. Una rutina. Una forma de hacer en la forma de decir. Que es lo que dices. Y tengo que hacer la colada. La comida. Lo del día a día. Que en el caos que me rodea los días tienen esquinas. Intento mirar adelante. Me choco con lo que menos te espera.
Pensar en lo que hacer es una excelente forma de no hacerlo.
Pensar demasiado. Piensas demasiado. Me lo dicen con frecuencia. Cuál es la unidad de pensamiento. Cómo de grande. Cuánto dura. La unidad mínima. El núcleo. La unidad de medida del pensamiento. Cómo los contamos. No creo que sean iguales para todo el mundo . Estoy convencido de ello. Son charcos de distinta hondura. Filtraciones de calado. Cuatro gotas. Una mancha en la pared. Pensar para no hacer. Nada. Para no actuar. Abandonado a la teoría. Pensar como el que tiene una gotera en casa. Pensar como producto de la tormenta. Como una canción triste. Un trueno a cámara lenta.
Habrá de todo pero a mí no me funciona casi nada. No lo que va en un plan previo. No me termino de No lo intento demasiado. Me falta ahínco. Sospecho que ponerle hora fija no va a ayudar. Hay que hacer algo. Hacerlo de todos modos. Contra viento y marea. Sobre todo marea que sube. Que vaya. Que viene. Que no llega. Que baja. Que se atrasa. Que es el tiempo perdido. Que no regresa más que en forma de recuerdo. Que es la cáscara de una nuez. Que es el suspiro de un gato. Habrá de todo pero mi gato suspira. A bocanadas. No es mío. En fin, los detalles. Canelita se llama.
Tengo que sentar las bases de un borrador. Las tengo. Treinta páginas. Quizá cuarenta. Pero hay diez que revisar. Pero no estaba mal. Le temo a releer. Que me parezca patético. El tiempo perdido en si mismo. Un despropósito. Una cagada. Una cagada gorda. Y encima. Porque la escritura se me caga encima. Como un pájaro con apretura. Cabron. Un pájaro cabron. Una vuelta de tuerca. Un vuelo de alivio. Un borrador. Algo definitivo. Algo terminado. Una mierda final. Una mierda acabada y gorda. O lo que sea. Una búsqueda. Lo que es siempre. Lo que es todo. O una excusa. O una diatriba. Pensar y pensar para seguir quieto en la sucesión de escenarios posibles. Asistir a la película de lo que no va a pasar. Una proyección privada a todos los niveles. Un camino. Una búsqueda. Una mierda gorda y profunda. Con rimas tontas. Una transformación. Un aprendizaje. Un puto blog de mierda. Gorda y profunda. Y profusa. Como un persistente dolor de muelas. Como una punzada certera. Como un calambre. Ponerse. Hay que ponerse como el que estira las articulaciones. Como el que se ejercita. Entrenar la voz del narrador. Manejar los tiempos. Las putas descripciones. Las putas descripciones que las odio. Las putas descripciones de mierda gorda y profunda. Que me salen fatal. Me aburren. No son lo mío. Poca rima en lo de describir. El color de las cortinas. La tapicería. El número de botones. El tono del linoleo. La cantidad de pasos hasta la puerta. El sonido de la ausencia tras el portazo. La orientación de las ventanas. El ángulo por el que se clavan los rayos de sol. El color del sol. Putas descripciones. Las odio.
Ponerme a escribir todos los días a la misma manera. Por las noches es tentador pero también embriaga. Recién despierto es como desayunarse la verborrea. Y luego digerirla en el curso cotidiano de la jornada. Pensar y no hacer nada. No hacer nada demasiado. Perderse en los detalles. Perderse en los detalles de las descripciones. Putas descripciones infinitas miradas al microscopio. No hacer nada Pero a diario y a la misma hora. En la siesta. En ensoñación. Con la duermevela. Con la urgencia. A golpes de ánimo. Con la marea baja. Con las pocas ganas. Con hambre. Con lluvia. Con sol sea del color que sea. Descripciones del color de la lluvia que suele ser gris pero tiene tonos. Habrá de todo pero el todo tiene tonos. Un todo muy blanco. El todo negro. Todo al rojo. Escribir de todos modos, Aún que sea esto y me de sueño. Rimas tontas y medias tintas. Ya estoy cansado por hoy. Igual vuelvo mañana.
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