No quiero que pasen muchos días sin darle cancha a la confusión en este modesto canasto de ideas arrugadas y me hallo en flipadera constante con lo agitado que está todo y el horizonte de un curso turbulento pero tampoco es que tenga yo nada que aportar pero quizá precisamente por eso o simplemente escribir y en lo que voy juntando frases sin nada de tono grandilocuente ni esforzado pues lo mismo sale solo algo que pueda leer el año que viene que es un entretenimiento que tengo lo de volver diez meses atrás o doce a ver o leer de dos bostezos por donde iba la pedrada de entonces o cómo palpitaba el corazón y seguir que es de lo que se trata, palpitando y bostezando, regando el cerebro y el pecho.
Seguir y seguir poniendo palabra tras palabra y sin proponérselo salir o sacar la cabeza a dar un paseo y que se pierda entre frases que lleven una a otra hasta que se hace de noche o cambia algo que nos hace mirar de otra forma las cosas que nos pasan o que queremos que pasan o que pasaron y no queríamos o cualquier combinación de todo esto, que es como cuando vas al cine y sales hablando en el tono del protagonista o compartiendo sus dilemas, sus puntos de vista, su afectación al soltar sentencias, la chulería que suelen tener o su pose de héroe te la llevas en las yemas como el aceite y la sal de las palomitas y pasa también en casa con las series y los chutes de varias temporadas en pocos días.
Un punto. Esquivar los puntos. En el punto te paras y puedes no haber llegado. No estar. En el punto. Al punto. Quemarse o crudo. No puntos. Sin puntos. El punto mata. El punto para. El punto te hace pensar. Así con todo. Ansioso o aburrido. Y punto. Bien o mal. Punto. Sin puntos es más fácil porque todo va en un hilo y no respiras o no lo piensas y es como zambullirse, lo veo así y es como lo vivo, que pasa como con la música, es como la vives y cómo la respiras, el aire que lleva los pensamientos entra y sale como si fuera un reflejo y una frase es la rodilla y la siguiente es un martillo, el párrafo completo pretende ser todo un acto reflejo. Es lo que intento. No me sale. Los puntos me dejan seco.
Y cansa que parece que no pero acabas harto sin dar un paso o sin querer darlo porque la palabra acude en auxilio del pensamiento y uno tiene la impresión hasta de haber hecho algo, solo por ordenar lo mínimo y verbalizarlo, y poner un punto después. Los puntos importan. Aquí perdemos a los puntos. Pero tenemos algún que otro punto. Y algún que otro golpe que viviendo al filo en el silencio cualquier ruido nos parece música. Y a ver. Que ya. Que es para nada. Que es por nada. Por eso y por esquivar el vacío, en la cornisa mirando las puntas del vértigo, y sin querer mirar abajo, hablando con el vacío en animado diálogo y sin dejar una coma, que las comas se vuelven veredas y claro que la hierba crece en las veredas y se oscurece el cielo y lo mismo que la madera necesita sus cuidados, pues igual las personas que tienen cabezas cambiantes, como los atardeceres y los miedos como nubes van y vienen en claros a veces o negros como tiznado o como una rueda de bici que roza una pared, el miedo es asi y asoma en la cueva y nos maneja con hilos invisibles, martillos y rodillas que remueven las entrañas por cualquier tontería, que es lo habitual, la tontería y eso son lo que más hay por aquí
Esto es el cubo de la ropa sucia de las ideas
Lo mismo algún día las pongo todas en la lavadora
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