me preguntaba una de las últimas chicas con las que he salido, que por qué todas mis canciones era tristes... Poned voz de chica mona. ¿Si? ¿La tienes? Adelante. ¿Por que son tan tristes todas tus canciones? Le tenéis que dar punto entre ingenuo y no conforme pero con deje dulce pero no del todo. Es fácil. O no... No supe qué decir. Como tantas veces... Y ahondó en la cuestión matizando... Que por qué estaban basadas en la ira, en la rabia, en el desamor y que si, no era tanto una pregunta como un comentario reflexivo, que, como decía, no consideraba que eran emociones negativas o básicamente chungas las que estaba poniendo en juego con las letras... Y, en último término, si no me sentía un poco responsable de estar emitiendo mensajes de ... odio....
Flipa porque uno no piensa... Y yo qué hago con el grupo y tal...
Tú mandas mensajes de odio... Pues no...
el caso es que .. No me cuestiono eso. Ni otras tantas cosas que debería y me da igual y especialmente igual lo que me diga una chica sobre mi música, mucho más si estoy medio enrollado con ella... Para bien pero sobre todo para mal, no es una opinión objetiva... Y ojo, parece casualidad pero si me gusta bastante la chica... A ella mi música no suele convencerla... Es una jodienda que queréis que os diga. Uno quiere compartirlo... Hablaba ayer con un gran músico de Granada y le decía: No jode cuando alguien se acerca, una chica vaya, que se acera una chica y jode más si es joven y guapa y dice, me gusta mucho tus canciones y la miras, la miras bien, la miras y te fijas, la miras a las pupilas, la miras a los labios, la miras de arriba a abajo intentando dilucidar si lo que le gusta es solamente tus canciones y es terrible cuando descubres que sí, que le gustan tus canciones y ya está. Y ya está. Es demoledor. Es como... Bueno ya os imagináis como es...Pero que para lo que escribía yo estas líneas era para deciros que lo mismo en el blog me pasa lo mismo que cuando me invento cancioncitas, que me pongo en plan plañidera, me monto la peli, o me lio a contaros pequeñeces, que no van a ingún lado o que nadie volverá a leer nunca, y el rollo plan diario. Que me gusta, tengo que reconocerlo. El rollo plan diario me gusta. No me vuelve loco pero me gusta. Bueno... Ya vuelvo a hacer lo mismo. Hablar tonterias. Y eso. Por eso lo decía. Que hay otras cosas. Otras cosas que me pasan y que me gustaría compartir. O contar. O no sé y no son de amor, ni de nada así en plan carnaza, es más reflexión del día a día... Un pequeño cuaderno de bitácora de lo que nos depara la providencia. Y del grupo. Me gustaría mucho hablar del grupo porque con el grupo se viven experiencias únicas, no porque sean nada del otro mundo, sino porque son especiales, efímeras... Porque cansa. Porque es, a veces, épico y casi siempre, miserable. Por la forma en la que la gente reacciona a la música, o a lo desconocido. O cómo entran en juego las apariencias. Las ideas prehechas. Los valores comunes. La estupidez cotidiana. La gente que vas conociendo y de la que te haces una idea en dos parpadeos. Cómo se comportan los desconocidos. Pero tampoco es que sean cosas la mar de interesantes. Es como que llama más la atención lo malo o lo extremo... O la comidilla de lo que hace o deja de hacer ella...Es más como un juego, yo paso de juegos en realidad pero reconozco que si no le busco un cierto punto lúdico a eso de contaros mi vida, pues tú me dirás.
Las ideas buenas. No son muchas pero como las brujas, haylas. Pues eso. Los sortilegios que tienen lugar en mi cabeza. Ideas buenas. Conjuros de repente que tienen magia o que se pueden ordeñar. Llevo todo el dia con ganas de rasgar la guitarra..ojo que digo rasgar, no tocar. Hoy tengo ganas. Ideas con ubres. Un establo de proyectos que casi ni pastan. Hoy voy con un amigo a tocar. Tiene un concierto y me ha invitado. Me dejará hacer tres canciones, al final de su show. No sé si irme sin guitarra. Quiero llevarmela, le dije que me la llevaría pero puede que me preste la suya y así no tengo que cargar con la nena toda la noche, con mi rojita preciosa. El caso. Que no sé qué pasará. Que es algo que depende mucho y me pasa todos los día, con esto de la música, el no saber... Y hasta que te acostumbras, mal... Luego ya bien. Abuso de los puntos suspensivos a posta porque es mi blog y puedo hacer lo que quiera. De los pocos sitios en los que puedo. No es tan fácil ser esclavo de las apetencias... Defenderlo luego, quiero decir. Justificar la veleta. Darle coartada teórica al viento. Pues eso es más o menos lo que intento. Y si digo algo de ellas, es para que ellas lo lean, claro. Que igual no suelen. Pero lo hacen, creo. O espero. O siento. O al menos, una. O al menos, alguien. No lo sé. Me da igual. A vees decimos me da igual que en realidad no nos da tan igual pero lo decimos porque es como debe ser, debe darnos igual o queremos que nos de igual o decimos lo que tenemos que decir, que es, me da igual, nos dé lo que nos dé. Tiene que darte igual. Es algo difícil de asumir. Porque son cosas de las que te preocupas, sobre las que tienes conjeturas quieras o no quieras hacértelas, pero las acabas teniendo, y conseguir eso, precisamente eso, que no te importe lo que importa, que no es importante pero importa y que importe lo que tiene que importar cuando pase el tiempo. Eso es lo único que importa, el tiempo. Sus pasos. Sus formas de pasar. Los pasos del tiempo. Porque ni pasa siempre igual, ni es siempre el mismo paso. No digo que a veces sea de desfile y otra se arrastren los pies del tiempo por el suelo de la vida... No lo digo pero lo apunto, porque esa personal percepción de lo que nos duran los minutos en función de lo que estemos haciendo, pues es un tema o a mí me lo parece pero el caso es que lo único que tenemos en esta corta existencia en este planeta, es eso, un paso del tiempo, es de las pocas certezas que uno puede constatar tanto en vigilia como en sueño, sea lo que sea la vida.
Sea lo que sea la vida...
Sea lo que sea la vida...
Sea lo que sea la vida...
Sea lo que sea la vida...
Le he puesto un eco y un delay a la última frase porque así es como me ha resonado a mçi en el cerebro justo después de escribirla. Es certeza. Y pura. Como pocas cosas. Como la nieve virgen y la palabra que usan los esquimales para referirse a ella. Como un beso de David el Gnomo. Como una despedida de dos invidentes. Como una cena en un hospital. Una sensación o acaso más, un sentimiento único y unívoco. Una sola cosa. Un solo sentir. Una única sensación. Una sola cosa. La única sola cosa que importa en el momento que está sucediendo. Eso y solo eso. Una segunda certeza. La que ocurre. La que tiene lugar. Lo que está pasando justo ahora. Que lees. Que lees esta frase. Que estás en mi blog. Que te cansa tanto párrafo. Que el rollo anáfora con el que y otro que y otro que pues agiliza la lectura pero parece que eleva el tono y que la frase siguiente va a ser la ostia y no. Que sea la ostia lo que lees. Que más que lo que lees sea lo que piensas. Que piensas en lo que lees que es lo que yo justo ahora quiero que hagas. Que piensas y lees a la vez. Que es una certeza que estás en mi blog y que estás leyendo esto aquí y ahora. Que es la segunda certeza. Que la primera era el paso del tiempo. Que cn certeza uno y certeza dos juntas, tenemos casi la certeza tres, que es que está pasando el tiempo mientras lees esto, que en cada frase, en esta misma frase por ejemplo pues habrás empleado al menos tres segundos, o puede que estés cansada, y digo cansada porque te hablo a ti y no a ninguna otra, y porque siempre dices que estás cansada porque creo que si no te cansas, no te sientes bien y si no te sientes bien, no creo que estés leyendo esto y que tampoco esté pasando el tiempo en lo que se refiere a mí dentro de tu cabeza pero que, ya que estamos ahí, que mira, tengo un sitio en tu desordenado coco, ya es algo. Que algo es algo. Que algo es mejor que nada. Que nada es más de lo que nos quedará cuando de verdad seamos nada. Que ser ya es. Que algo es ser que ya es y que nada, que no parece que sea nada, y que nada será, pero mirame, esto ahí, dentro de tu cabeza, mira, muevo la mano y te saludo, ¿me ves? Que ahí estoy. Que estar y ser no es lo mismo en castellano y que cumplo con ambos. Que ambos sabemos lo que hay. Que hay. Que ay. Que ahí te quiero ver, leyendo no en voz alta sino pensando en voz alta lo que lees. Que lees y piensas. Que lees y piensas de mí, para mí o por mí. Que si me lees, me piensas y me aguantas este párrafo de anáforas insoportables es porque lo mismo es más grande de lo que crees el sitio que tienes de mí en tu azotea. Que lo mismo sí. Que lo mismo no está ahí en la terraza de tus pensamientos, sino en una caja en el corazón, en la parte de trastero del corazón, con un montón de malos pensamientos bien embalados en cajas y con papel celo grande, del rollo grande y con sus precintos y escrito con rotuladors eding, en grande, malos pensamientos sobre Jose, no abrir y eso está ahí, y que tú querrás que siga ahí, y ahí seguirá. Que ay. Que nada se puede hacer, que lo sé. Que saber es como ser y parecido a estar. Que es como estar en el saber. Que ojala fuera el saber para ser algo tuyo que no tuviera tanto trasto encima. Que ser pues es difícil como lo es todo pero que, en una gatera pues peor, que un descampado, pues mal. Que es como tiene que ser casi. Que se me está alargando el párrafo. Que lo sigues leyendo. Que piensas en mi, que lo haces justo ahora. Que no lo puedes negar, porque me estás leyendo. Que lo sabes. Que te lo demuestro. Que me llames y te dejes de leer mi blog. Que me llames y te quites la careta y me digas: Mira, yo quiero dominarte y que me hagas cosas en estas reglas, y que yo me las salte cuando quiera, porque tú no me vas a poner reglas a mí. Que lo digas. Que me llames y me digas todo eso de limpiar el trastero, de hacer sitio a sentimientos nuevos, que me pidas que te eche una mano a mover cajas del pasado y a tirar cosas, o a que venga una furgoneta de esas de asociación Reto o Proyecto Hombre o venderlo en un mercadillo y librarnos de todo, que lo has pensado muchas vees y que, ya, aquí, ahora, por fin, tienes la certeza, la tercera certeza, o ¿era la cuarta? La más importante, en cualquier caso. Que sí. Que me quieres. Que me vas a llamar. Que nunca me has podido olvidar. Que piensas en mí todos los días. Que piensas en mí cuando te tocas. Que piensas en mí cuando te duchas. Que piensas en mi con el mango de la ducha. Que piensas en mi cuando no te puedes dormir. Que piensas en mí cuando todavía aparezco en tus sueños.
Adelante.
Dímelo.
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