miércoles, 10 de junio de 2015
JUSTICIA PARA LA LECHERA DEL CUENTO
No fue culpa de ella, no porque se tropezó y eso nos puede pasar a cualquiera, es común en el que anda, y tampoco está en mi ánimo exculpar a los ociosos obnubilados o defender a los obstinados soñadores y ni mucho menos enmendar a Esopo o a Fedro porque tampoco soy yo quién ni me sobra de nada como para fabular, ni por nada del mundo quiero unirme a la caterva de cuentistas que han comido de la olla rota desde el Conde Lucanor a Lope de Rueda pasando las Mil y unas noches, los persas, La Fontaine y cómo no, Calleja, Samaniego, Iriarte o Gil Vicente, pero, sin querer contrariarlos a todos, digo; Es posible, y solo apunto a que es posible que con el paso de los años, y las copias, pues ahora, visto desde el siglo XXI, sea otro el cuento o se vea o lea distinto y es posible y solo digo, posible, que se haya ido perdiendo el verdadero sentido de la historia sino la historia misma devorada por la rotundidad de la propia frase hecha. ese dicho popular con carácter de sentencia, ese oye, tú, no sueñes, porque la lechera ni siquiera cayó, fue el cántaro y a ver, a quién no se le ha escurrido algo alguna vez de las manos, y hasta a tope de concentrado, pues eso, fue el cántaro que de ir a fuentes se rompe pues igual de ir en cabezas que es donde lo llevaba pues que viene a ser la misma cosa y eso, como todas las cosas. se rompe, porque ya puestos a repasar otros puntos del cuento: la lechera pensó que daría nata, y que batida sería mantequilla, bien, pura lógica, y la venderia en el mercado, muy bien, hasta ese punto es el perfecto relato de una joven mujer emprendedora que reinverte lo obtenido en su modelo de negocio; compra después huevos, tiene pollitos y los junta en una granja, proyecto serio donde los haya y dato con el que se nos da verdadero medida del personaje, ojo, la lechera en realidad quería ser granjera, ojo, ojo, que no es poca cosa, tenía aspiraciones, era una luchadora porque de lo que vendiera en la granja, la lechera o granjera o joven mujer emprendedora porque ya no sé como llamarla, pues se iba a comprar un vestido verde de noséqué y el día de la fiesta se lo iba a poner, el color del vestido cambia con los autores pero para el caso es lo mismo y al hijo del molinero que es lo de menos el oficio del padre pero se conoce que daria dineros la molienda, pero que tanto da, uno de los mozos de allí, de los galanes y pudientes o eso quiero yo entender, pues dice la historia que le iba a decir ella que no con la cabeza cuando la quisiera sacar a bailar y al pensar en ese no, en su no del futuro, que se lo iba a decir tres veces pues pum, leche a tierra y no fue, por eso digo, en virtud y siendo observadores cuidadosos y justos, un traspiés por soñar o un error por soñar de más o soñar despierta que son las palabras textuales sino una abstracción en clave personal y amatoria, y, en ningún caso, por los procesos de elaboración y transformación de materias primas, lo de la nata, la mantequilla y los pollos, sino por vanidad: el vestido, el baile, las envidiosas del pueblo, el hijo del molinero, o lo que fuera el mozo según las versiones o hasta en las que no hay mozo, da igual, el hecho es que en lo de Esopo ella piensa en hacerle un San Pedro, por lo que es, de últimas, en la escenificación de ese tercer no, no uno ni dos, sino tres, pues es cuando el cántaro, pum y en suma, el futuro y todo el conjunto de sus ilusiones besan el suelo, por lo que considero que no es la cosa como os la cuentan, que para empezar y remendando el sentido habitual de la frase hecha, de "eso es como el cuento de la lechera", pues no digas que mis castillos están en el aire, si ni llegan a muralla y bueno, habrá que poner ladrillos y el aire es donde están todas las conversaciones y es dar pasos, no son ladrillos o soñar despierto es como, qué es, que me quieres decir, que renuncie a mi inconsciente en estados de vigilia, vamos a ver, "es como el cuento de la lechera" pero a qué te refieres exactamente, de qué me hablas, la nata, la mantequilla, el vestido verde, o qué, porque contra el vicio de soñar, la virtud de mirar al suelo para no caerse en lo más llano ni por las piedras del camino y ya, ciñiéndonos al cuento original, pues que si son las fiestas en el pueblo y estás de estreno y quieres bailar con el hijo de noséquien, pues que bailes y no te hagas la dura encima el día en el que te has puesto to guapa, tía.
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