lunes, 6 de abril de 2015
No hay dos momentos para poder elegir
No hay dos vidas. Por más que lo escuchemos a menudo y no llegamos a creerlo, o los que creen, en dos, otra mejor, el cielo y todo eso... O tres. O cuatro. O te vas a Ibiza y te olvidas de las dos, tres. cuatro o ninguna vida que haya tenido. Pero no hay dos a elegir. O te vas a una isla o te quedas aquí. Y aquí no hay dos aquis. Cuando he vuelto a tomar una fotografía, muchas veces había desaparecido. Y no lo había hecho porque iba tarde, con prisa o no podía pararme porque era una calle con tránsito y quizá más tarde, pues con menos peatones daba menos verguenza tomar fotos de enfoques artísticos. No estaban. Cuando vuelves, no es igual. Alguien la movio, se la llevó y la cambió para siempre, la volvió invisible. Pienso en la metáfora de ser un mapa que entrecruza destinos y como en el camino de vuelta. cuando decidimos que era el mejor momento para sacar la cámara, y es metáfora, sacar cualquier cosa: la cara, el corazón, un disco, lo que sea. Sacarlo. Pues en ese momento, ya no estaba. No se elige, es ahora o nada. Especialmente con el corazón. Los discos pueden esperar, aunque no es prudente que se vuelvan añejos antes de ser conocidos. Nos ha pasado. Que no nos ha pasado. Nos ha pasado de todo. Y hemos elegido tan poco. Hablo de ambos, el fatos. Ese estupido cabreo. Esa falla perpetua. Nadie le amarga un dulce. Esta frase no venía a cuento pero estoy harto de desamor. No hay dos momentos para elegir. Desde hoy no será el momento desamor una elección más en mí. Repitelo. Desde hoy no será el momento desamor una elección para mí. Y no siempre está. A dios gracias. por otro lado. Me acuerdo mucho. De dos en concreto. La clásica y el fichaje extranjero. Cuestiono a veces aunque lo parezca poco y mal los límites del pudor. Especialmente con el corazón. Aunque es peor la política. Lo personal es político, es un titular de periódico que he incluido en un collage del cómic de nuestro grupo. He hecho un cómic. A bendita edad. Por fin me atreví. Los llevo haciendo desde siempre por otro lado. Lo personal es político. Ya casi no se hacen fotocopias analógicas. Cuando el dependiente me dijo, Lo que tú quieres son fotocopias de las de antes, analógicas, pues me sentí viejo sinceramente. Pero di con una. Tengo que hacer más copias. No hay dos momentos para elegir: Compradlo. No es publicidad subliminal, es publcidad. Cómpralo, no pienses. No pienses en los medios de producción, no. En que lo he dibujado con un boli y fotocopiado con una máquina analógica. No pienses en las sonrisas entrañables que mis trepidantes aventuras te proporcionaran cuando decidas echarle un vistazo a nuestro cómic. Cómpralo, si lo ves. No tendrás dos momentos para elegir, porque son tiradas cortas. De hecho no son tiradas, se grapan con una máquina en la tienda pero de facto es a mano. No pienses en eso. No pienses como cuando compras en Benettón o en INditex o en otras empresas que no respetan los derechos humanos para la confección de sus prendas... Tú las compras, pero qué culpa tienes de que exploten a otras personas en su elaboración, no? Hay una campaña que se llama ropa limpia pero compra mi cómic y piensa o mejor, no pienses en nada, compralo y ya está, trata, si es posible, si lo consideras adecuado y si te cuadra con tus principios morales de no comprar en multinacionales de ropa que explotan en países que no respetan bla bla pero ya cada uno, porque al final es cosa de cada uno, como todo, que es una frase que me encanta, como todo, eso es un poco como todo, es la versión larga de la frase, eso es un poco como todo y que vale un poco para todo, que es lo mejor, pero con las multinacionales, pues como con Dios, con las procesiones, con los judíos, no sé, no tengo opinión y a veces no quiero tener, no es que no quiera opinar, opino hasta sin querer pero tener una opinión, la posesión consciente de un punto de vista pues lo veo una responsabilidad que no me apetece en nada aceptar, estoy relajando mi código moral y me parece bien, para míy para los demás, a los que, supongo, les parecerá mucho mejor, porque no hay dos momentos en general para nada pero para lo que menos lo hay, es para pedir perdón o para disculparse, que sí, que lo mejor cuanto antes, lo más pronto posible, pero bueno que mejor tarde que nunca y mejor siempre que alguna vez pero preferible a veces que raramente o casi que no, que no, que perdón, no, pues ya, y así, seguir con la maleta que llevamos me dijo una vez la clásica, que havuelto a aparecer, en momento superclaves, llamada justo al subir al escenario en el primero concierto de la segunda etapa, en el pico papelón de amor de fichaje que despues de un mes, fue un espejismo. No sé qué decia antes del pudor, no es una cuestión de detalles, esos amores... El otro día me decía un amigo, fue más que decir, declamaba voz en grito que los amores de una noche no son amores, si acaso los de verano. Si acaso los de verano. Me parece bien para una estrofa. No da para estibillo igual. Pero arranca con fuerza una estrofa. Le escribí una letra a un amigo hace unas semanas. Para que la cambiase a antojo. Igual ni la acaba haciendo. Pero le puse contento. Bien. Pero bien. Le decía a una amiga que todas mis frases termnan así. Pero bien. Que todo mal. Que todo mal. Que todo mal. Pero bien. Y ella me dijo, pues yo igual. Pero bien. No hay dos momentos para poder elegir, y bien o mal es o parece, no siempre y ojo, no digo siempre pero seguro que muchas veces, muchísimas más de las que parece, bien y mal es una elección. En este ámbito cero relax del código moral. No hay dos momentos para poder elegir y en la étia no hay ni debe haber ningún tipo de dualidad.
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