Lo llevo pensando unos días, vivimos en una época con una permanente crisis de contenidos, parece todo lo contrario, que se multiplican de modo exponencial y que esa accesibilidad a los datos o a las historias redunda en un mejor conocimiento del mundo y de lo que nos rodea, pero mucho me temo que es más bien al contrario, cada vez sabemos menos y lo que sabemos, lo sabemos peor, casi que saber resulta un verbo temerario, no llega a eso, nos suena, todo nos suena, de poco llegamos a conocer un poco a fondo de qué o cómo se trata un tema, no llegamos, nos quedamos en el titular, la ojeada que antes era hojeada, pues en eso se pierde cosas, no es nostalgia por el tacto del papel, es más bien una melancolía de querer saber, de querer leer, de querer tener el dato antes que la opinión porque ahora es al revés, sin leerlo siquiera ya se está opinando, se opina sin conocimiento que no es lo más grave, lo peor es que se opina sin respeto, que le unes la falta de contenido, la poca información, los datos escasos, los tratamientos tendenciosos y todo va a peor, pero no un poco, va muy por el desagüe y una boca grande que nos está succionando el entendimiento y básicamente, nos está volviendo gilipollas.
Y le añado los memes.
Y le añado el video fail.
Y le añado todo lo que internet nos prometió como oasis del conocimiento y se está convirtiendo en el gran desierto de la estupidez lleno de gilipollas que opinan sin saber, sin leer y sin el más mínimo respeto. Eso pienso. Por lo menos, hoy. Nos vamos a pique, amigos. A pique de un repique. Sigo a lo mío. A misa y a repicar.
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