martes, 18 de junio de 2024

No os agobia mogollón elegir foto de una misma ubicación
























Fotillos de anteayer.

Material fresco 

La típica de los girasoles floridos 

No falla.



No os agobia lo de tener que elegir una foto de una misma ubicación con mogollón?

A mí, sí 
 

Plantar palabras en un papel

Uno. Dos. Contar. Tres. Cantar. Plantar cosas todos los días. Lo intento. Es solo una frase pero tiene mucho de plan de acción. Planta algo todos los días. Un tallo. Humilde. Unitario. Constante. Estás en otro día sin darte cuenta. Otra planta enraiza. Mañana llueve. Hoy escribí. Ya es ayer. Planté palabras en un papel

Un, dos, tres. Contar cosas. Tres. Tres. Tres. Tres. Tres por cuatro. Un, dos. Ya. Cantar letras. Plantar canciones. Melodías en esqueje. Cantar con ojos cerrados. En color negro. Tierra. Color sustrato. Cantar a ciegas. Hundir las manos en la arena. Sentir la tierra. Desafinar y sentirlo. Un columpio en las cuerdas vocales. Buscar un hilo. Tira. Cantar como el que olisquea. Buscar trufas. El que se ve en otra historia. Un reflejo. Un destello. Una colección de enojos o resentimientos hechos notas o acordes. Zahorí de ahogos. Abrir tuberías de alma atascadas. Agua estancada en el corazón. Las alcantarillas de cada uno. Alumbrar manantiales. Hacer letras todos los días como el que planta. Tallos rotos. Nuevas matas. Esa ilusion. La flor que vendrá. La poesía de la vida. Que se agarra al suelo y a la vida con finas vellosidades blancas. El que se planta en una hoja en blanco. Empieza a cantar o a contar y no pares. No esperes. Ni lo piensas. Sólo lo haces. Y está hecho y en otro día antes que quieras decir calabacines. Calabacín. No se parece a una calabaza en nada si te soy sincero. No se de dónde vendrá. El tiempo es fugaz. Pero perezoso. Da tiempo a que se llegue la próxima cosecha . Calabacines que se disuelven en el espacio y el tiempo.


Vino una ola. Me mojo. Vuelvo a empezar cada día y estoy un poco harto de hacer el café. Cada día. Haz café cada día como si fuera una condena. Mejora la redacción. Afana el tono tibio en las descripciones. Treinta líneas. Mezcla. Natural. Agua caliente. Expresos. Esa urgencia por contar. Por cantar. Por sentir. Por despertar. Una brisa fresca que despereza. Un viaje que empieza. Dedicarse a escribir pero hacerlo. Unas horas fijas al día. Es lo que siempre has querido hacer pero al final del día, lo que menos haces. Hay cosas más importantes. Cotidianas urgencias. Es algo que me pasa con frecuencia y en muchos ámbitos. Quiero hacerlo. No lo hago. Lo pienso. Mucho. Muchas vueltas. No lo hago. Encuentro motivos para hacerlo de otro modo o con otra idea. Vuelvo a empezar . Vuelvo a dejarlo a medias. Muchas frases cortas. Muchas mierdas. A quien le va a interesar esto. Todo flashes. Relámpagos. Muchos cambios de luz. Más aún de ánimo. Un tropiezo. Un roto. Una ilusión. Un agujero. Una gotera. Una descripción.


La noche se volvió un bloque frío de pronto y como una serpiente helada se enroscó en sus tobillos desnudos. Un escalofrío le recorrió como un rayo tímido. Los calcetines tenían permiso indefinido. La manta estaba de horas extra. Cena escasa. Una tarde larga y negra. Era febrero. Un febrero raro. Una temporada extraña en general pero frecuente. Temporadas de rarezas, diversas y a la vez lo mismo. Parte del camino. Hondonadas conocidas. Gargantas oscuras. Fatigas conocidas. Pasos familiares y estrecho. Cornisas resbaladizas. Casi habituales los extremos y las palpitaciones en el párpado izquierdo. Va solo. Un nervio se pone a zapatear sin motivo aparente. Será un conjunto de cosas. Un ruido interno. Como un frigorífico con tos. Como un claqué de cojos. La prosa poética me va a dejar gilipollas. Pero lo hago. Escribo algo. Planto palabras y a ver si me riega alguien. A ver si llueve. A ver si seguimos vivos y florecemos del todo y para siempre.

Fotos de mi Canelita de ayer

 





Los blogs de 2006 tenian más intimidad que las redes sociales de ahora

 Mi teoría de que los blogs en 2006 tenían o contenían más intimidad que las actuales redes sociales. Y eso, por qué? Pues, a ver. Previo al perfil personal con nombre y apellidos en Facebook, lo de abrir un blog personal con un nickname o un título evocador era un primer paso frente al anonimato de la red. Y tenía esa parte de columnista, de escribir artículo... El modo diario. Y una intimidad mucho más selecta, y hablo de blogger o incluso antes 

Esa tendencia produjo un efecto clave en los medios de comunicación masivos. Todos los periódicos incorporaron su sección de blogs. Las firmas... 2006. 2007.... Y los que estaban especializados. Por temáticas. En cine. Música. Lo que fuera... Prensa rosa. También política. Pero era un debate o una forma de afrontar la esfera pública de debate, si bien totalmente unidireccional, con cierta reflexión de fondo... Con aporte .Con cierta profundidad. Con mucha intimidad, por parte del autor porque estaba claro que no era lo mismo publicar en papel que en el espacio virtual de la red. Eso permitía licencias. Y a veces se abría una ventana a esa intimidad con una foto del escritorio. O de la cocina. O de una comida. O lo que fuera. Y tenía mucho más peso que el bombardeo de Facebook porque no se trataba de publicaciones en cadena. Estaba el scroll igual pero no sé alterada el tono. Era la misma persona. El mismo escenario. Era mucho más enriquecedora la experiencia. Y la lectura. Y la escritura. Era mejor en todo punto que un twit o un estado de Facebook. Ni hablar de Instagram.


No tengo una conclusión clara al respecto. Por otro lado, sigo actualizando el blog. El mío, digo. Que lo tengo desde entonces y oye. Mira. Seguir, yo sigo. 

domingo, 16 de junio de 2024

Puertas cerradas ventanas ciegas

 Las letras y los acordes entran por puertas distintas. En mi caso. Puertas cerradas. Ventanas ciegas. Últimamente se me ocurren frases. Ideas desparejadas. Vienen como relámpagos. Solo palabras. Destellos. Tampoco es que sean gram cosa, solo que vienen a ráfagas. De repente. Y sin previo aviso. Pocas llegan a ser algo serio. Con cuerpo. Con desarrollo. Esbozos de slogans sentimentales. Lo escribo. En borradores del correo electrónico. Sueltas. Según vengan. Conforme lleguen. Sin venir a cuento. No sirven para mucho pero las apunto. En mi opinión, si una canción es buena no tienes ni que escribirla. Llega a la mente y no se va. Se instala como un inquilino inoportuno y se queda adherida al cerebro en un tarareo involuntario. Se escriben las malas. Las que no valen. Acumuló de medianias. Diógenes de material a desechar. No es que sean grandes ideas, es morralla más bien. Fondo de armario para cuando no se me ocurra qué decir. A menudo. No suele funcionar haciéndolo así. Define funcionar antes, claro. No funciona de ninguna manera. En mi caso. Puertas desvencijadas. Ventanas en trozos. Cabeza en ruinas. Pero apuntarlo, lo apunto. Quizás por eso. Sin confianza ninguna pero en borradores. O funciona con su propio mecanismo o es para nada. Las mejores canciones vienen como a la fuerza. Pegan un manotazo en la mesa. No esperan turno. Arrasan en su sencillez. No sé salen de la cabeza y encajan por si mismas. Sin necesitar que se retuerza una palabra. Sin esperar al estribillo para que todo cuadre. Lo consagra el ritmo. Un buen ritmo. No piden artificios o vuelta de tuerca. Giran solas y se enroscan en la memoria.


Hoy es un día raro. Aún no he desayunado. Tengo hambre. Quiero churros con chocolate. Estoy en el límite del horario. Hay un sitio en el pueblo que pone churros por la tarde. O tiene un cartel en el que prometen eso. Estoy cansado. Duermo mal. Un insomnio impuntual que algunos días no aparece y otras tardes te arruina la semana completa. Cuerpo de derribo. Puertas con pestiño. Ventanas con cortina echada.. Voy mal de ritmo en mi rutina de sueño que nunca lo es. Un buen ritmo aunque sea descompasado a de los demás. Nocturno pero coherente. Bueno de últimas . El ritmo lo tengo jodido. De sueño y de sueños. De organización de párrafos y de ideas y conceptos en ellos, también. Un buen ritmo. O un ritmo normal. Un ritmillo en una canción que lo encauza todo. Es la frase bálsamo pero también la progresión armónica. Y el impulso. Hay un cierto vertigo en lanzarse a la creación. Una imprudencia de decir algo nunca dicho. Y no todos los días llevan ese componente de los colisión con la nada. De aminorar el vacío. De darle forma.


Era mejor plantearlo como un diario. Ayer fue un día en blanco. No dormí apenas y me fui con el coche sin pegar ojo a pasar la inspección técnica. Resultado negativo. Lo esperaba. Con la tensión pues la noche fue horrible e interminable. Ando calibrando el siguiente paso. Parálisis por análisis. Con esa veta quiero sacar un tema. Tiene rima rara. No convence del todo. Le pegan silencios por sorpresa. Estoy cansado pero con la falsa creencia que escribir me alivia. Me destensa. A pesar de la mala posición. A pesar del dolor de espalda. Los dolores encajan mejor en el diario. En ayer. En anteayer. En hace un año. En hace tres. Y encontrarse en ello. Reconocer algo. Patrones. Un diario de sueños. Un cuaderno con pesadillas en forma de poesía. Un cuarto sin ventanas. Puertas cerradas. Y la llave en forma de palabras. Y las mañanas del mañana ya serán.