Tengo ganas de trabajar, me da miedo mi ímpetu y me apetece mucho escribir, hoy es martes y tampoco se puede pedir mucho, el panorama general no da para más ni para pedir pero el caso es querer. En queriendo, ti se puede que decía la Mala. Tengo ganas de acabar las puertas. Los dedos están pagando el pato, me he clavado varias puntillas oxidadas. Una astilla de me atravesó en la yema del índice de la derecha. Se suele caer la piel de los dedos en esta época del año.
Yo quiero. No sé el qué o el cómo o el cuándo pero querer, voy queriendo. Lo mismo no quiero como debería. No se. Pero querer, yo quiero. Y en queriendo . . Se va pudiendo. En la querencia. En el sesgo. En el desglose. Pero ir queriendo es mejor que otra cosa. Sea la que sea. Yo quiero. No siempre lo mismo. No siempre el mismo querer, pero algo siempre. Algo es algo.
Hoy tenía ganas. Que es como osmosis. Que es una brizna. Un puro espíritu. Un sentir. Lo etéreo del poema. Lo inasible. Unido a un momento concreto, un atardecer naranja y morado o un rayo de sol de mediodía con luz ocre, y una calma que te remansa y te hace sentir bien. No por ganas, se explica uno mejor pero sin ellas, se vuelve imposible. Se me hace tarde. Duermo en el sofá. Duermo regular. Tengo esperanza. No se por qué. No sé hasta cuando. Hago planes y no se para qué pero es la consecuencia de las ganas. El caso es querer. Y hacer algo mientras. Casi sin darse cuenta.
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