Es de total última hora. Era un festival con cuatro grupos y falló uno. Era el encargado de abrir las actuaciones. Así que para no trastocar planes y como somos humildes y sencillos, pues vamos a empezar nosotros a eso de las nueve de la noche, un poco antes, y a hacer lo nuestro. Es viernes 15 de noviembre y a mes y medio de que acabe el año, hemos superado los veinte conciertos. Y con tres formaciones diferentes. Tuvimos que cambiar la sección rítimica dos veces por causas de fuerza mayor y ahora vamos como un tiro. Y estamos contentos. Lo de hoy es un poco improvisado y no sabemos cómo saldrá pero a mí personalmente, me apetece mucho. Son cuatro grupos, somos mejor dicho porque estamos incluidos y tampoco nos podemos explayar. Como hago aquí en el blog, por ejemplo, que me explayo sin necesidad.
Necesidad para mí es lo de tocar. Por eso hacemos lo que hacemos. El mundo de la música es acojonante de especulativo y lo de tocar es complicado a poco que te vaya bien. Se pone un listón de dinero que mientras te lo pagan, es guay pero cuando el camino es de bajada, la cosa se complica. Nosotros nunca hemos cobrado ese tipo de cachés, salvo rarísimas excepciones en las que nos han pagado lo que se paga a los grupos cuando pagan las instituciones públicas, y bueno, se tarda en cobrarlo. Nadie habla de esto, porque es de una miseria que acojona. Y de un rollo caradura que ofende. Lo del dinero público, sobre todo. La bandera de la cultura, etc. No tengo tiempo para estas mierdas, es la verdad. Pero nunca viene mal recordar el puto estercolero que es todo. Y que a mí, pobrecito escribidor, me gusta bailar encima de la mierda y salpicar si es posible a los asistentes. Pero bueno. Espero que nos salga bien porque ha sido un poco mi empeño.
Hago de manager y eso es un desdoblamiento que me cuesta. Me gustaría regañarme a mí mismo muchas veces. Como cantante. Primero, parece que bebo mucho. No. Bebo. Pero no mucho, lo normal. Unas cuantas de cervezas. Pero como de normal pues no vocalizo demasiado, con tres cervezas parezco un guiri en Sevilla hablando spanglish y harto de salmuera. Pero no. No voy borracho ni nada de eso. Lo parece. Ok. Pero las apariencias engañan. En segundo lugar, cambio las putas letras de las canciones. Según me parece. Mal. Porque lo hago en las que tienen coros y el coro, lógicamente, se descuadra. Y mal. Joder, claro. Mal. Muy mal. A veces puede que quede bien pero no deja de estar mal. Es asi, es la verdad. No hay que cambiar las letras de las canciones aunque a veces sea guay improvisar. Es guay improvisar. A mí es que me encanta, ok, soy culpable. Improviso en el escenario a menudo. Los pobres musicos de la banda siempre reaccionan raro, por un lado, lo temen pero por otro, lo disfrutan y le gusta. Pero claro. Como todo lo que gusta, cansa. Y como todo lo azaroso, pues uno a veces la caga. Que no es cosa rara en mí, el cagarla digo. Pero mira, la cagas aquí escribiendo entre amigos que sois los que me leeis pues oye, todo bien. Pero con técnico de sonido de por medio y con los compañeros ahí, a verlas venir, pues oye, no. Mal. Mal cambiar letras y mal improvisar. Mal, Jose, mal y me regaño a mí mismo.
Tenemos concierto esta noche.
Nunca me gusta dar un concierto sin tener otra fecha ya cerrada para más adelante.
Es posible que lo haya escrito alguna vez aquí, eso y otras normas o convicciones íntimas con el tema de dar conciertos o ir por ahí a tocar. Que siempre me emociona y lo flipo un poco.
Mejor un viernes con concierto que un viernes con vino y fondue que no está mal tampoco. Un vino que esté bien. Y mejor música que tele, en mi opinión. Me hincho de telebasura y bien sabe dios que echo de menos cuando el Salvame deluxe era los viernes, pero que mejor poner un disquillo y charlar. Que a veces piensa uno que lo tiene todo hablado y no. O mejor que no. Es mucho cómo lo pienses. Y claro, si vas al concierto pues piensas, pero menos o en otras cosas, o con ritmo, que pensar con ritmo es otra cosa. Viernes de concierto mejor que todas las cosas. O es lo que a mi me pasa.
Quedarse en casa es lo que hacen las parejas.
O lo que hacía yo cuando tenía pareja, incluso en los conciertos que me apetecían. Mal por mi, claro. Mal hecho pero es la tendencia. No la mía, de muchos colegas con mujer e hijos e bla bla bla e ble ble ble porque para ir a un concierto, como para ir al cine, no hay que .... No sé.... Lo de reunir tantos requisitos...Tampoco duran tanto. La peña lo asocia a los copazos. Pero yo voy a menudo solo a ver conciertos, me bebo una cerveza ya las doce y media, estoy en casa, dando de cenar a mi gato, que es familia al fin y al cabo. Pero la peña se queda en el sofa, yo incluido que me tirado tres años así y ponen la tele.
La tele lo mata todo y yo me hincho a verla, ojo, pero que un viernes de Netflix, Filmin o lo que sea, pues no, oye. Ven de casa sabiendo lo que quieres ver o hacer. Por experiencia propia la gente que se suscribe a esas mierdas, simplemente quiere tener la posibilidad de ver esas mierdas pero no tiene verdadero interés. Porque yo si quiero ver una serie, pues me la busco online que lo mismo tardo un poco más, me saltan mil banners de mierda o yo qué sé. Pero verla, la veo. O sea, los canales esos para un viernes, pues no los veo a no ser que tu vida sea una puta mierda y quieras perpetuarla así, que es respetable también. Es tener el canal para estar horas buscando y buscando y buscando.... Poner diez minutos de algo y decir... Oh, no.... No me gusta.... Joder, si ni ha empezado.... Voy a poner otra cosa. Es suscribirse a la confusión y a la más tonta apetencia. Y revivir la experiencia de vagar por el videoclub pero online. Perder tiempo entre caratulas, escudriñando sinopsis y leyendo por detrás y por delante, para acabar pillando una de las novedades que acababan de devolver. Pues eso. Ese deambular... Pues pagan por ello. Porque, obviamente, no saben lo que quieren ver. Esto lo desarrollaria más pero me come la pereza.
Y tengo que ir al supermercado a por leche.
A ver. Y azúcar. Que tocamos hoy.
Que da igual porque cuando leas esto pues ya habrá sido. Pero es hoy. Que es viernes 15 de noviembre. Que estamos en 2020 que es cambio de década y de todo. Que tenemos canciones nuevas y ganas de hacerlas. Que es lo más importante, las ganas. Y ganas de tocar, muchas yo particularmente. Acabo de googlear sobre prostatitis, joder, es que tengo una molestia en el pubis que me tiene un poco loco. Ya tengo una edad, amigos, aunque esté aquí escribiendo gilipolleces. Lo mismo una revisión, pero qué acojone, ¿no? Bueno, ya os contaré qué tal lo de esta noche.
Anda que como tenga cancer de prostata, que pereza.
Ay. Espero que sean solo los nervios. Y los vaqueros que me pongo ahora que eran de mi hermano, creo y me aprietan a la cintura mogollón. También es que estoy bebiendo menos café del habitual y lo mismo eso me depura menos. Porque yo lo bebía en cantidades depurativas. Hoy me tomaré unas cervezas, no están indicadas según he rebuscado entre síntomas e indicaciones. La red sí que tendría que ser más útil medicamente y no tanto canal de pago, joder. Me mosquea y todo. Lo mal que va el mundo. Que es 2020 de aquí a nada.
Bueno, voy al supermercado. Si lees esto antes de las nueve de la noche os espero en la sala Prince del Campo del Príncipe, en el barrio del Realejo, que estaremos ahí pasándolo piruleta con la hipocondría a cuestas y toda la mala cara.
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