miércoles, 17 de agosto de 2016

Los instrumentos musicales son seres vivos

Los instrumentos musicales son seres vivos.
He llegado a esta conclusión no por mi conocimiento técnico ni por mi espíritu observador o la querencia animista, sino por la tendencia de las personas a prestarse instrumentos cuando no los tocan y los tienen arrumbados en casa. Es muy posible que gran parte de los músicos que actualmente se dedican a ello empezasen a dar sus primeras notas con instrumentos prestados, por dos motivos, son caros y están vivos. Vivos.
En especial los de cuerda que tienen incluso alma, ojo. Tienen alma. Es un hecho.
Pero es que los de percusión tienen piel. Yo lo veo clarísimo, que queréis que os diga, está más que clara la analogía con el ser vivo. Y se gastan. Se muerdes. Las cuerdas. Los martillos. Las clavijas. Se mueren o se destensan, se sueltan y, en fin, que mueren como mueren todos los seres vivos.
Y cuando está en desuso, en la funda o con una sábana por encima como un fantasma, es como un animal criado en cautividad, no está en su elemento, no puede respirar, no puede vibrar que es como el latido de su corazón. Justificar que los instrumentos tienen corazón me parece inecesario.
Para que vivan tienen que ser tocados, como nuestras gónadas.
Necesitan rozamiento. Necesitan tiempo. Necesitan atenciones.
Y nos mandan, desde sus rincones o esquinas, vibraciones para que les echemos cuentas. Y por eso, para aliviar ese campo magnético que se traduce en una culpabilidad invisible que nos cuesta identificar, pues los prestamos. Que otro le de cariño. Que otro lo toque. Que suene. Que viva. Que siga vivo. Que respire. Que vibre. Que suene.


Y eso.
Por eso.
A mí me parece bonito, qué queréis que os diga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario