Bebiendo un café a las 4.53 asi os escribo para que os hagáis una idea. Y es noviembre, hace frío. Me gusta hablar del frío en mi blog o en general, quejarse. Siempre que he estado una chica que me ha dicho: tengo frio. muchas veces me pongo a escribir aquí con aires de sublimidad y acabo con tiritones. Tengo los dedos entumecidos pero no es por el incipiente invierno sino por la cantidad de tiempo que hace que no escribo. Es como montar en bici, no se olvida, pero caerte, te caes. La pedalada de la palabra tiene su secreto y su pauta. Hubo un tiempo en el que escribía automáticamente y la idea del blog era precisamente esa, crear el espacio para que saliera todo, la bilis, los apretones, las ideas implosionadoras, las cuestiones trascendentales pero siempre desde el set de rodaje, con la gorra puesta, hablando de lo bien que va a estar todo después de positivar... El making of. De la parte del trabajo que se podía contar, que es poca. Pero es. Era, cuando tenía trabajo. Hace tiempo que no tengo ese trabajo al que tus padres o los míos llamarían trabajo. Que no es cualquier cosa y las cosas son, en gran medida, como se les llamen, el nombre que se les ponga... El destino está en los nombres, os lo he dicho mil veces, amigos.... Mil. Y una. El café que bebo está tan negro como lo que veo. Me gusta el drama. Hace tres días el blog tuvo un pico de visitas de 600 y pico. No le doy explicación alguna. Pongo cosas inconexas, amigos, lo sé. Es como pasear. La bici no se olvida pero tampoco te pones a dar carreras a la primera de cambio. Reflexiono sobre internet como espacio de comunicación social en permanente cambio y a veces pienso que debería no reflexionar tanto y buscarme un trabajo de los que llaman trabajo tus padres o los míos, un trabajo con destino en el nombre. A veces cuando escribo de forma no sesuda salen cosas que parecen fresquitas y digo, mira. Pues mejor. Piensa lo justo y teclea con gusto. Me digo a mi mismo cosas así y a veces me doy ánimos. Pero eso no viene a cuento, pero vaya que es como la rima, que se escapa por ahí, no debe ser tan diferente el proceso creativo en el ámbito musical. Que es muy mi ámbito de un tiempo a esta parte, amigos del blog que seguís de modo lineal las publicaciones que seréis uno o ninguno. A veces le digo a alguien: Oye, lee mi blog. Pero es muy pocas veces y casi siempre son chicas y casi siempre les escribo cosas a ellas para que digan, oh, escribes bonito. Que es plumaje todo esto, quiero decir. Colorido plumaje y ni eso. Oye, lee mi blog. Normal que me vaya tan mal en el amor. Y en los últimos meses, no veas con la salud. Qué mal. No he tenido nada grave pero para un hipocondríaco de mi nivel, han sido duras jornadas de incertidumbre esperando resultados de varias pruebas. Hoy lo pensé conduciendo.... Es impúdico hablar en público de las enfermedades de uno. Quiero decir... Es hecho relevante y casi trascendental. Si te presentan a alguien... Bueno, no sé... Cuando alguien tiene un cáncer te enteras antes de eso que de su color favorito o de su segundo apellido... No me estoy explicando muy bien. No se si somos nuestra circunstancia, que lo mismo sí o casi seguro pero lo que somos, sin duda y desde luego, es un derrame continua de lozanía y salud, porque ante todo, somos nuestra enfermedad, eso seguro y cuando alguien tiene un problema de salud es su prioridad número uno y eso afecta a la proyección pública pero ¿se comenta en Facebook? ¿Qué estás pensando? En mi colonoscopia. ¿Acaso puedo pensar en otra cosa? Entonces... El cuerpo te envía señales, me dijo hoy una amiga y me dieron ganas de responderle que el mío se las enviaba al de ella y que no se daba por aludido pero le dije; sí, todo son señales. Lo pienso de verdad. Esto es una señal. Que estés aquí y leas esto. Es una señal no sé de qué pero de algo. De algo súper tocho. Señales tochas hay por todos lados, estoy de acuerdo, no sé de qué son las señales pero apuntan en direcciones y las direcciones son vectores y la vectoridad es un campo de realidad cartesiana ciertamente incontestable. No nos pensamos. No nos decimos. La noción del ser propio aparece solo en determinadas ocasiones, por ejemplo, cuando tienes que actualizar un blog personal a las cinco de la mañana en noviembre con el frio a estrenar del otoño aún crujiente. Aún crujiente.
Es la pulsión letrista lo que me lleva a ese desvarío o poco alcance en el disparo de ideas. Es el propio valor sonoro y el eco, el espacio, el silencio, la música... El tintineo. El mirlo. El jilguero. El plástico del paquete de tabaco que se arruga y se hace orqeusta sinfónica en la quietud de la noche. El ulular de mis pensamientos desechados en la balsa de la duermevela. Las frases largas sin verbo ni mayor trascendencia pero efectistas. Todo eso de universalizar la pelusa de debajo de mi casa. De hilar con gracia las miserias cotidianas y hacerse un collar de perlas con las mejores desgracias no trágicas de las vecinas y un broche solo para días especiales de los verdaderos dolores de los demás que más nos deleitan. Lo de los demás. Todo a la vez. Hay una mosca que no me deja ni a sol ni a sombra. Ya no hiela. Buena cosa. Hablar del tiempo como si lo tuviera. Una noche en blanco bastante poco luminosa. Tampoco es verdad que me vaya tan mal en el amor, como dije antes Exagero. Si me fuera mal, ya sería algo. No va. No hay. No es. Es otra cosa, uno no lo tiene muy claro el qué pero es otra cosa. No me cabe duda.
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