- Compra varias barras y lo congelas.
- No.
- Son cuatro por un euro.
- No. No me gusta.
- Y, ¿no te da pereza ir ahora a por pan?
- Sí. Mucha.
- Pues por eso.
- Ya pero no.
- Y, ¿por qué no?
- Porque no me gusta el pan congelado.
- ¡A nadie le gusta el pan congelado!
Más o menos es fiel la transcripción. Y es cierto que cerca de mi casa hay varias panaderias con tres barras, o incluso cuatro, por el psicológico precio de un euro. Cuatro barras a un euro. Una barra, sesenta y cinco céntimos. ¿Nos hemos vuelto locos? Me parece caro, muy caro, más de cien pesetas un pan, una pieza. Y no hay o no suelen tener bollitos, dígamos individuales. A veces intento que ladeen en cincuenta o que me cobren con cierto sentido o sensibilidad con la parte alicuota, si son cuatro la están despachando a veinticinco, eso sí por dobles parejas se la liquidan pero ese margen en el precio final me parece un tanto terrorífico como dinámica capitalista y siguiendo esa misma dinámica pues tendría que tener el congelador lleno de barras atrasadas. Lo curioso: A nadie le gusta el pan congelado, que es como decir,a nadie le gusta esta dinámica doméstica de comprar con sentido industrial, esa planificación del tres por dos, del segundo a mitad de precio, del vale descuento o de las cuatro por uno, o tres, y es terror porque no deja de ser un absurdo, una técnica de llenar una burbuja y una nevera que tiene consecuencias y se me ocurre el precio de la leche que hay una falla seria en el sector por estos mismos procederes que,visto con cierto lógica, solo deben interesar al que de cuenta de los tantos por cientos. Y haga caja. A costa de su caja o me tengo que comer el pan congelado o sentirme estafado con una sola barra, y cuando vuelvo en dirección a mi coche, pienso: tengo que escribirlo en el blog. Los productos de bollería también me da la impresión que han pasado a sector de lujo. Las tortas de chocolate se han aupado a la frontera mental de la moneda única y deberían costar, a mi modo de ver, céntimos pero no. Te sorprendes cuando en algún sitio te dicen, tan campantes y tan claros, el euro y medio por una cuña, una palmera, una napolitana de choco o crema, en fin.... Pero no sé si esto tenía mucho q ver, con lo del tema pan. Tema oferta. Tema tres por uno. Tema cuatro por uno. Porque, y de aquí viene todo, es como si te penalizaran por ceñirte a lo que meramente necesitas. Lo contrario del decrecimiento, sobreprecio por la necesidad básica como dinámica de venta, premiando el volumen pero a un nivel doméstico y a nadie le gusta el pan congelado. Tiene que ser del día, como cantaba Jonathan Richman, pues lo mismo. Como el pan. Tampoco he madurado mucho la reflexión pero quería comentarlo con vosotros porque este tipo de disquisiones me abocan al abismo del pan de molde y me resisto con todas mis fuerzas.
Y la parte buena es.... Que he descubierto una panaderia en mi pueblo que te lo vende caliente de madrugada. Caliente de madrugada a precio de coste. Podría ser el título de mi biografía autorizada, Caliente de madrugada a precio de coste. Pues eso: barras a cincuenta, bollos a ochenta y recién hechos, de tres y media en adelante, y aún calientes. Ir al origen. Supongo que es eso.
En el siguiente capítulo de mis compras y mis movidas hablaré de mi búsqueda de huevos no industriales.
Seguimos.
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