martes, 18 de noviembre de 2014
lunes, 17 de noviembre de 2014
Buenas intenciones con castigo
Uno piensa en cómo se ha resuelto la problemática de la ley de la dependencia y se aterra al comprobar en la práctica ha sido peor el prometido remedio que la conocida y convivida enfermedad. Ese tipo de soluciones que no tienen forma de ser aplicadas y se quedan en promesas, terminar por ser más desilusionantes, por más que sea loable el proponerlas o propugnar una concienciación social para convertir en realidad esa ilusión y el problema, los recursos económicos a medio poner o nunca vistos, ni se sabe, ni se espera, pues mata, ese vacío de repuesta tras la promesa mata. Contar el número total de dependientes a atender, nos permite obtener el siniestro dato de los que se mueren cada año y a los que no llegaron los euros que se pensaron. Para nuevos partidos y ante nuevos retos, la bisoñez o esa distancia entre ilusión o realidad, las posibilidades de un cambio real vienen precedidas de grandes máximas y propuestas radicales. Aquella frase: Ninguna buena intención queda sin castigo. El castigo es un número concreto de personas, sin duda ninguna, las más necesitadas de la sociedad y ahora, un sector roto y unos familiares descorazonados, tienen que enfrentar la misma realidad tan mísera y triste como previamente de ser legislada, lo que tiene otro perverso aparejo, el de las leyes no realizables, las leyes no cumplibles, los compromisos no reales, y siempre bajo ese manto de beatitud, que ha dejado de ser tema de debate, con la presidencia de un partido de derechas parece ridiculo ocuparse de las necesidades de los moribundos. La moribundia no es objeto de atención preferente en lo neoliberal, más allá de la caridad o los ámbitos morales y tiene una consecuencia directa en la movilización ciudadana que se ha ido trasladando al tejido político, y uno teme que las buenas intenciones que ahora son fuertes, se vuelva una maldición para los presuntamente atendidos, que se sienten, es inveitable, carne de voto, de foto y de roto por el que se van los euros que no llegan y se prometen en meses como los que nos esperan de campaña y consigna y lema y locura de buenas intenciones y ventajas fiscales. Los que presumen de bajar impuestos no tienen la menor intención de aliviar los impuestos dolores de los terminales, habrá algo más de buen cristiano que atender a los necesitados y enfermos, pero eso no parece estar entre las prioridades de los mejores católicos antiguos que están al frente de secratarías y ministerios. Y el desapego o la desatención tienen difícil disculpa pero es que lo que ya no es de recibo, es hacer caja y cobrarles más caras las medicaciones. Uno piensa que la estrategia no puede ser más aviesa ni tener otro fin que recaudar hasta la muerte, pronta por otro lado, a los más débiles con toda la premeditación de contar con los números de contribuyentes moribundos que cesan de sus atribuciones de un curso a otro. Es vergonzoso sobre todo cuando tenermos un gobierno que habla de objetivos morales y desde cualquier orden, credo, grupo o sector político no se puede defender que una medida es irrealizable tras haberla hecho ley y no solo no proteger a los que necesitan una atención preferente sino saquearlos con costes a contribuyentes moribundos literalmente porque en metáforas lo somos todos. Y en medio de la vorágine, la solución con órdagos o negando la mayor nos devuelve al vértigo de las buenas intenciones. Uno piensa que reina o debe hacerlo el sentido común y las propuestas o las preferencias no deben ser discutidas pero no es cierto, frente al buenismo se recurre a Bruselas, se multa a los que rebuscan en la basura, que tendrá un sentido por los gancheros, que tendrá un mercado del desperdicio porque el incremento de la diferencia hace que determinados contenedores se llenen de lo que algunos no pueden pagar, Un castigo evidente a los pobres, los desproveídos con multa, con oprobio y tarifa, no es algo que se pueda llevar a cabo sin toda una puesta en escena de atención a la necesidad y el foco se olvida, ya no se escucha nada de dependencia, ya no hay casos en televisión, no hay conexiones en directo a los pisos atendidos o a las amas de casa que se hacen cargo no de uno sino de un par de familiares enfermos y es la contrapartida de bajar el listón de la dignidad, rebajar la exigencia del propio sentido común, aislarse frente a ello, que siempre hubo crónicos, que siempre han existido, como si no fuera una ley, como si lo llevase el viento lo votado, como si la única razón de ley sea el número que no suma sino resta, y no están en cuestión los costes de los gestores, uno piensa que es lo primero de lo que se recorta cuando hablamos de economía doméstica, si se puede tachar un gasto de la lista y asumir uno mismo la tarea a menor coste, es lo primero y se protege la privacidad o la opacidad de pormenores en viajes de fin de semana de diputados y senadores y ni siquiera se cuestiona que se presupuesten a costa de todos y ese ejercicio diplomático oscuro que casi siempre responderá a intereses de partido, nos cuesta los euros que no pueden tener los que son cambiados en grado de dependencia, los que tienen días contados y a pesar de ello, se les ningunea porque no son parte del programa de los actuales gobernantes, porque ya no vende, o porque no forma parte del ideario neoliberal, ni visten en pantalla, ese amago de muerte y porque todos estamos en el fango y eso une, y se vende la burra de otra forma, con los achaques que todos tienen en las cuentas corrientes cada vez menos corrientes y más vulgares, una insensibilidad que se inocula con una mezcla de mensajes no comprometidos con lo que se hizo ley en la anterior legislatura como si cambiase la realidad como se cambian las placas con los nombres de los despachos y ajenos a un sufrimiento real, a una fractura en familias, en personas, nombre y apellidos, en una lista, en una serie de promesas, en una necesidad extrema... Hay mayor castigo que incumplir un plazo pactado, que no llegue el dinero prometido y ya gastado, que se agrave la situación de alguien que está realmente mal... Los politicos se anestesian de las palabras, renovando discursos y gestos en función de sus objetivos, y ya no hacen visitas ni se implican en las problemáticas creadas por una ley a medias y el cierre de centros o los convenios con empresas del ramo, se olvida y se entierra una reconocida necesidad y oiga, aquí no ha pasado nada. Uno piensa que podemos volver a vernos en similares contradicciones, que Podemos, ahora con mayúscula, promueve ideas que igual tengan los tobillos de barro y no anden y se hagan ley y se vuelvan con el tiempo o en sucesivas legislaturas irrealizables y los años no copan ni un lustre, apenas se cumplen para una generación y mucho menos en la venidera y es todo un desperdicio el reconocimiento además, aunque importe menos, el debate social que se genera aplastado finalmente por una presunta lógica que impone no se sabe bien quién, el super tacañón dueño de la caja que es el que manda y siempre manda por encima de intenciones, buenas o malas.
sábado, 15 de noviembre de 2014
¿Cuándo volveré a escribir poemas?
Me asalta esta pregunta y me rindo, levanto los brazos al cielo mientras imploro piedad a la par que pido clemencia, y le ofrezco todo lo que llevo encima para que me deje ir. Dejarlo ir. Dejarse ir. Dejarnos ir. La primera vez que pensé esa perifrasis fue traduciendo las canciones de los Beatles, cuando era niño pensaba que Lennon se inventaba ese idioma, no era consciente de la existencia del inglés, creía que la música se cantaba con un idioma inventado, como cuando los españoles a los que sí entendía decían la la la o pa pa pa para papa, pues igual pero todo el tiempo. Un onomatopéyico juego de consonancias fonéticas sin significado y solo patronado en adecuación libre y musical a rítmo y melodía, no está mal pensado aunque fuera un niño. Tiene su sentido, quiero decir. No sé o no recuerdo con que edad fui consciente de la existencia múltiple de los idiomas, pero fuera como fuese, antes conocí a los Beatles. Lo de traducir Let it be fue muy posterior, adolescencia intuyo.
Los poemas primeros serían de entonces, los de consciencia lírica digamos, porque en el colegio creo recordar que hasta nos mandaron alguna vez como tarea lo de escribir una poesía, que no será algo que se haga hoy supongo. A mí se me daba bien, supongo por ese juego de tintineos sonoros que llevaba tiempo oyendo e identificaba en las canciones en inglés y que entendía como idioma universal de canto libre. Me gusta esta definición última. Y lo mismo es mucho suponer, pero de ahí nació un cierto instinto para la rima que puedo concluir con bastante sentido común que me ha servido absolutamente para casi nada, cuando escribía en periódicos era un coñazo porque rimaba los párrafos sin querer y en el blog pasa igual después de tantos otoños y primaveras, siendo consciente de ello que es lo peor, pero bueno, lo de los poemas nunca fue muy a posta. Esto es algo que me pasa no solo con eso, lo de que te ocurran los hechos artísticos. Como al que le cae un rayo. Es una conversación que mantuve no hace mucho, sin llegar a ninguna conclusión por cierto. En serio. Liberémonos de las conclusiones como si fueran la meta última de cualquier cosa, no seamos medio burgueses en general, porque ni siquiera su búsqueda está justificada, reivindiquemos las charlas genuinas sin el Santo Grial del sacar algo en claro, como si eso cambiase nada, que no, que no lo hace,,, Y escribir del mismo modo. Ese modo ahoga el aliento de verso que pueda quedarme vaya a saber usted dónde. Ni falta que hace, añado.
Hace poco una amiga vió mi antigua habitación llena de cajas, malherida por varias encarnizadas mudanzas y con muchos trastos en su mayoría, amontonados por el suelo un poco al túm túm pero también encima de la cama pósters, discos, pinturas, cuadros, tablas, revistas, periódicos... Y me preguntó: ¿Son tus cosas? Y le dije: No tengo cosas. Ya hace tiempo que no tengo cosas, más allá del ordenador, el cenicero, un mechero y ya. No es verdad, esa habitación y otras tantas en la casa familiar están llenas de libros... Lo de los libros es lo que más... En fin, rompí con las cosas. No sé si fue a la cantante de Transvision Vamp que le leí que no guardaba absolutamente nada y que vivía con lo que le cabía en la maleta. Odio la expresión: Tenemos que vivir con lo que llevamos en la maleta. Odio llevar maleta... Dicho así. En fin. Que vivo a veces un poco atrincherado, como en un asentamiento nómada, sin cosas, sin llenar las estanterías... Tampoco tengo afán de coleccionista, aunque siento profunda envidia por mis amigos con los discos ordenados alfabeticamente y toda la pesca. Pero no es lo mío. Tampoco me satisface decorar las estanterias. Es un poco como la mentalidad de un soldado en guerra, y que todo el resto de cosas se amontonen en habitaciones cerradas. Desordenadas, claro. Mi amiga resopló o suspiró no sabría decir, pero muy sonoramente. En plan: Pues no te queda ná... O algo así. O así lo interpreté yo. No tengo cosas, pensé luego en mi mismo diciendo eso. No es del todo cierto. Quiero tenerlas.
Mi casa es un poema. Tener cosas, o no tenerlas más bien, tiene que ver con ello. Poemas me sobran en cada habitación, varios, composiciones largas, poemarios incluso. Cosas sin sitio, no necesarias, Cosas sin sitio, hay mucha poesía en ello opino yo, en el sitio de las cosas, la adecuación y por eso lo repito en dos frases seguidas tirando de figura, antes me las sabía de memoria, literaria, las memorice como se hace con los elementos de la tabla periódica, en ese plan, Cosas sin sitio, ni me acuerdo por cierto de ningún nombre desde hace mucho, y hay poesía decía y decía poesía colando rima espomtánea, pues os decía que en las cosas sin sitio hay poesía, en los objetos o en su ausencia que no te sirven para nada, o para casi nada y que no puedes tirar, o no sabes, o no son tuyos sino de la familia y esos muebles de formica o de nogal o de lo que sea que pesan toneladas y son feos y señoriales, todo lo contrario que los muebles montables de hoy en día, tan sencillos de líneas, tan poco pretenciosos, nada barrocos, tan funcionales, pues ese tipo de objeto que pesa y se te sube a la chepa y que es difícil ubicar. Me decía mi amiga, eso, llamas a los de Centro Reto, o los de Nuevo Amanecer o cualquier asociación de ese tipo y te limpian una habitación en una mañana, pero claro, uno piensa que esa es la salida fácil. Todo a una furgoneta y adiós muebles de varias décadas, herencia familiar, no sería en cualquier caso mi decisión. Tú vives aquí, decía ella, pues tú tomas la decisión. A nadie le importa esa encimera, añadió. Quién dice encimera, dice chaise lounge, dice mesita baja con piedra de mármol, mesa de salón de madera ciertamente trajinada, sillas barrocas y más bien incómodas o lámparas de los ochenta que ya eran feas al salir de fábrica. Son mi enemigos en el día a día, como ejemplo. Centro reto. Lo mío sí que es un reto. Soy consciente de ello, en esa limpieza eternamente aplazada se pierde gran parte de mi sensibilidad poética, o lo que quede de ella.
Escribo cuando leo. No así con las canciones que aparecen a veces sin guitarra. Se atraviesa una frase, se repite en la mente insistentemente y de esa insistencia, aparece un ritmo y en último término, una vez afianzado todo lo anterior pues aparece la melodía, Al final de todo y a veces todo eso pasa en un segundo con la guitarra colgada y a veces pues no, el caso es que ocurre, que no suele ser algo planificado, en muy contadas ocasiones y con mis compañeros en los grupos pues me han pasado unas notas, una idea y me han pedido que le ponga letra, me ha pasado poco pero lo he experimentado y es totalmente distinto, me sale más elaborado, más rebuscado y sin el punch genuino que cuando se me ocurre a mí o eso pienso yo, no lo sé, lo decía por puntualizar que es un proceso distinto y que uno ocurre y lo otro se adapta, se cuadra, se busca... La pretensión. El ánimo con el que se hace. La pretenciosidad sobre todo. Expectativas. Ilusión. Visiones. No me atrevería a llamarlo meta. Es más intangible, una sensación. Eso pesa.Y es un lastre. Para mí al menos, en el orden de proridades y uno solo piensa, es solo cabeza. Solo nubes con pelo. Solo algo etéreo que en nada se concreta. Casi nada. Nada en realidad. Uno es nada y deja esa pretenciosidad intrínsecamente mala del querer ser. Querer escribir y querer leer suelen ser los primeros obstáculos para hacerlo. Querer a secas no es bastante. Querer en lugar de simplemente hacerlo. Simplemente hacerlo. Hacerlo, simplemente.
Los poemas primeros serían de entonces, los de consciencia lírica digamos, porque en el colegio creo recordar que hasta nos mandaron alguna vez como tarea lo de escribir una poesía, que no será algo que se haga hoy supongo. A mí se me daba bien, supongo por ese juego de tintineos sonoros que llevaba tiempo oyendo e identificaba en las canciones en inglés y que entendía como idioma universal de canto libre. Me gusta esta definición última. Y lo mismo es mucho suponer, pero de ahí nació un cierto instinto para la rima que puedo concluir con bastante sentido común que me ha servido absolutamente para casi nada, cuando escribía en periódicos era un coñazo porque rimaba los párrafos sin querer y en el blog pasa igual después de tantos otoños y primaveras, siendo consciente de ello que es lo peor, pero bueno, lo de los poemas nunca fue muy a posta. Esto es algo que me pasa no solo con eso, lo de que te ocurran los hechos artísticos. Como al que le cae un rayo. Es una conversación que mantuve no hace mucho, sin llegar a ninguna conclusión por cierto. En serio. Liberémonos de las conclusiones como si fueran la meta última de cualquier cosa, no seamos medio burgueses en general, porque ni siquiera su búsqueda está justificada, reivindiquemos las charlas genuinas sin el Santo Grial del sacar algo en claro, como si eso cambiase nada, que no, que no lo hace,,, Y escribir del mismo modo. Ese modo ahoga el aliento de verso que pueda quedarme vaya a saber usted dónde. Ni falta que hace, añado.
Hace poco una amiga vió mi antigua habitación llena de cajas, malherida por varias encarnizadas mudanzas y con muchos trastos en su mayoría, amontonados por el suelo un poco al túm túm pero también encima de la cama pósters, discos, pinturas, cuadros, tablas, revistas, periódicos... Y me preguntó: ¿Son tus cosas? Y le dije: No tengo cosas. Ya hace tiempo que no tengo cosas, más allá del ordenador, el cenicero, un mechero y ya. No es verdad, esa habitación y otras tantas en la casa familiar están llenas de libros... Lo de los libros es lo que más... En fin, rompí con las cosas. No sé si fue a la cantante de Transvision Vamp que le leí que no guardaba absolutamente nada y que vivía con lo que le cabía en la maleta. Odio la expresión: Tenemos que vivir con lo que llevamos en la maleta. Odio llevar maleta... Dicho así. En fin. Que vivo a veces un poco atrincherado, como en un asentamiento nómada, sin cosas, sin llenar las estanterías... Tampoco tengo afán de coleccionista, aunque siento profunda envidia por mis amigos con los discos ordenados alfabeticamente y toda la pesca. Pero no es lo mío. Tampoco me satisface decorar las estanterias. Es un poco como la mentalidad de un soldado en guerra, y que todo el resto de cosas se amontonen en habitaciones cerradas. Desordenadas, claro. Mi amiga resopló o suspiró no sabría decir, pero muy sonoramente. En plan: Pues no te queda ná... O algo así. O así lo interpreté yo. No tengo cosas, pensé luego en mi mismo diciendo eso. No es del todo cierto. Quiero tenerlas.
Mi casa es un poema. Tener cosas, o no tenerlas más bien, tiene que ver con ello. Poemas me sobran en cada habitación, varios, composiciones largas, poemarios incluso. Cosas sin sitio, no necesarias, Cosas sin sitio, hay mucha poesía en ello opino yo, en el sitio de las cosas, la adecuación y por eso lo repito en dos frases seguidas tirando de figura, antes me las sabía de memoria, literaria, las memorice como se hace con los elementos de la tabla periódica, en ese plan, Cosas sin sitio, ni me acuerdo por cierto de ningún nombre desde hace mucho, y hay poesía decía y decía poesía colando rima espomtánea, pues os decía que en las cosas sin sitio hay poesía, en los objetos o en su ausencia que no te sirven para nada, o para casi nada y que no puedes tirar, o no sabes, o no son tuyos sino de la familia y esos muebles de formica o de nogal o de lo que sea que pesan toneladas y son feos y señoriales, todo lo contrario que los muebles montables de hoy en día, tan sencillos de líneas, tan poco pretenciosos, nada barrocos, tan funcionales, pues ese tipo de objeto que pesa y se te sube a la chepa y que es difícil ubicar. Me decía mi amiga, eso, llamas a los de Centro Reto, o los de Nuevo Amanecer o cualquier asociación de ese tipo y te limpian una habitación en una mañana, pero claro, uno piensa que esa es la salida fácil. Todo a una furgoneta y adiós muebles de varias décadas, herencia familiar, no sería en cualquier caso mi decisión. Tú vives aquí, decía ella, pues tú tomas la decisión. A nadie le importa esa encimera, añadió. Quién dice encimera, dice chaise lounge, dice mesita baja con piedra de mármol, mesa de salón de madera ciertamente trajinada, sillas barrocas y más bien incómodas o lámparas de los ochenta que ya eran feas al salir de fábrica. Son mi enemigos en el día a día, como ejemplo. Centro reto. Lo mío sí que es un reto. Soy consciente de ello, en esa limpieza eternamente aplazada se pierde gran parte de mi sensibilidad poética, o lo que quede de ella.
Escribo cuando leo. No así con las canciones que aparecen a veces sin guitarra. Se atraviesa una frase, se repite en la mente insistentemente y de esa insistencia, aparece un ritmo y en último término, una vez afianzado todo lo anterior pues aparece la melodía, Al final de todo y a veces todo eso pasa en un segundo con la guitarra colgada y a veces pues no, el caso es que ocurre, que no suele ser algo planificado, en muy contadas ocasiones y con mis compañeros en los grupos pues me han pasado unas notas, una idea y me han pedido que le ponga letra, me ha pasado poco pero lo he experimentado y es totalmente distinto, me sale más elaborado, más rebuscado y sin el punch genuino que cuando se me ocurre a mí o eso pienso yo, no lo sé, lo decía por puntualizar que es un proceso distinto y que uno ocurre y lo otro se adapta, se cuadra, se busca... La pretensión. El ánimo con el que se hace. La pretenciosidad sobre todo. Expectativas. Ilusión. Visiones. No me atrevería a llamarlo meta. Es más intangible, una sensación. Eso pesa.Y es un lastre. Para mí al menos, en el orden de proridades y uno solo piensa, es solo cabeza. Solo nubes con pelo. Solo algo etéreo que en nada se concreta. Casi nada. Nada en realidad. Uno es nada y deja esa pretenciosidad intrínsecamente mala del querer ser. Querer escribir y querer leer suelen ser los primeros obstáculos para hacerlo. Querer a secas no es bastante. Querer en lugar de simplemente hacerlo. Simplemente hacerlo. Hacerlo, simplemente.
jueves, 13 de noviembre de 2014
miércoles, 12 de noviembre de 2014
lunes, 10 de noviembre de 2014
sábado, 8 de noviembre de 2014
Paréntesis con punta
La echo de menos, alguna vez lo he escrito aquí, echar de menos una mala etapa, ¿es loco, no? Y tengo una idea que me da vueltas por la cabeza últimamente, lo de gustarle a las locas... Cuando era joven, me encantaba, me hacía sentir especial y ahora me preocupa, me hace sentir especial pero de atención especial. No me siento especialmente cómodo hablando de esto, es cierto. No me gusta. nunca me ha gustado la palabra loco, creo que es muy inconcreta y que se usa sin respeto o sin demasiada puntería. Yo mismo acabo de hacerlo. La echo de menos pero en una nueva visión, en un revival... Ella, no. Entiendo que no. No se lo he dicho, más o menos se lo he dicho pero sin decírselo. Le mandé un corazón. Bueno, en realidad, un tres y un... Cómo se llama... ¿Un cursor? Acabo de googlearlo. Parece que no hay palabra en castellano. En inglés le llaman angle bracket. En fin, ya me entendeis. Un tres y un angle bracket. Un tres y un paréntesis con punta. Los corazones que se ponen hoy en dia. Solo eso. Se lo mandé la semana pasada. Mal por mi parte. Cero respuesta. Es escueto. Un corazón. Es explícito, creo. No entiendo porque no lo rechaza de pleno y me dice abiertamente: Oye, no quiero tu corazón. Ni tu tres. Ni tu angle bracket. No quiero tu paréntesis con punta. Y me parecería bien... A veces no contestar es no negar y a veces, es suficiente, en cabezas locas como la mía, significa algo bueno... Me recuerda a la letra del nuevo single de los Punsetes... Me gusta que me pegues, me hace sentir importante... Pues algo así. Me gusta que me ignores, me hace no sentirme rechazado de pleno. Ella es inteligente. No digo que yo no lo sea... Bueno, sí, qué coño. Lo digo. Yo no soy inteligente. Menos en esto. En nada, o casi nada, en realidad. engo gafas y pinta de intelectual y despisto. Pero soy un merluzo, especialmente en estos temas, especialmente trayendo estos temas a mi blog personal que no quería que fuera un diario y mira, como si tuviera quince añitos.... Mandando corazones. Mandando treses y paréntesis con punta. Asunto: corazón. Borrar. Descartar. Marcar como spam. Así me hace sentir su forma de ignorarme... He conocido una chica que se le parece. Es un drama contrariamente a lo que me figuraba. Es peor, mucho peor. No debería ni buscar parecidos, ni lo que es peor, encontrarlos. Es muy lo peor. Pero, claro, si busco parecidos o si busco cosas similares... Por otro lado, son mis gustos genuinos, no van a cambiar. Eso es así. Pero .... Me hace acordarme más, echarla más de menos. A mí siempre me sirvió mucho lo de volver a verlas y que estuvieran más feas. Me animaba. Es feo pero muy corriente, vulgar incluso. No es una competición, qué tenemos, quince años, o menos o qué... Abuso de los puntos suspensivos, sy consciente, pero bueno... En el blog es en el único lugar en el que puedo hacerlo con total libertad... Ojalá terminar todas las frases con puntos suspensivos... Creo que es mucho más real... Más como son las frases en la vida real.... ¿Cuántos puntos y final hay realmente en la vida? Pocos.... Ojalá ella me pusiera el punto y final de una vez por todas... Tiene ese rollo o yo lo intuyo de aparecer al tiempo... De volver a buscarme... A mí me pasa a veces y me cuesta entender por qué, lo de que me busquen... Me pasó con una, ocho años después... Después de negarse a hablar conmigo, de ni siquiera ser amigos, un buen día, ocho años después, me llamó por telefóno y no, claro que no, tampoco al segundo intento salió bien. Por otro lado, estoy conociendo gente nueva y cuando digo gente quiero decir chicas y tengo tipín, para mis hechuras de hombretón, pues en el último años y más por los disgustos que por la dieta, he bajado mucha tripa y me veo mejor, aunque la autoestima está por los suelos y se asemeja a un goterón seco de café. Que lo mismo el punto y final está más que puesto por su parte y soy yo el que busca ecos queriendo convertirlo en algo más... Ella se debe acordar de mí, noo puedo creerme que no lo haga y sí, cierto es, que a veces me he cuestionado si no es un egosurfing, el rollo de querer saber si me aparezco en sus sueños, o en sus pesadillas, si alguien dice mi mismo nombre y a ella se le aparece mi cara, si ese semblante fantasmal es agradable o un mal trago, si me tiene como un amor inolviadble o un desamor a olvidar... No tengo dudas de que ella está más en esto último. Y ni asunto corazón, ni ná de ná. He mirado por la ventana y es noche cerrada a las siete de la tarde. Parece que es sorpresa y no, claro que no, de sobra sabemos como se apagan las tardes de noviembre pero nos caen encima de forma irremediable, y el desamor es parecido, se nos cambia una hora en el corazón y viene a ser como un eclipse en el motor con el que se siente, un dolor punzante en el pistón de las emociones... Va a ser la trócola. Eso me decía yo hace un año. Eso va a ser la junta de la culata o la trócola, lo de siempre. Me jode que me ha pasado más veces y no te aconstumbras a que duela, a la pérdida, a los dos tipos de pérdida: el duelo y la desorientación, y aún tengo de las dos, o eso creo, porque en el fondo no estoy seguro si esto es un fustigamiento personal porque estoy con un pie en el pasado y un dedo gordo del otro en el futuro, y el presente se vuelve tan presente.... Tengo una canción con ese verso.... Es como puente de vuelta al estribillo... Y el presente se vuelve tan presente.... Antes dice: El futuro es feo y el pasado también... Es una canción intensita, sí. En directo si se mete el público es un pepino, sino un taladro. Mantenerme al margen de las discusiones, se llama. La grabé cuando estaba con ella, bueno no, cuando estaba esperando para volver a verla en uno de los picos de mi depre, muy pico y muy depre, y parte de la letra dice: No poder quererte como te mereces.... No poder darte lo que necesitas.... Porque yo mismo no sé quererme.... No sé quererme.... Y entra el estribillo: No sé hacer lo que conviene... No sé hacer lo que no hago siempre... No sé hacer lo que hace la gente... No sé mantener al margen de las discusiones... Y vuelve a los acordes de la estrofa.... Sol, la, fa nosequé... Fa nosecuántos. Y así hasta el infinito. En mi rollo repetitivo. Pues entonces ya pensaba que aquello no iba. Por lo que fuera. Era porque en el fondo intuía las mentiras, porque soy muy de intuir en general e intuir mal a veces, claro. Para bien o para peor. Hace unos días me dijo una amiga que los locos se vuelve locos porque le buscan un sentido al mundo. Y oyen voces, y ven señales y siguen rastros que no existen... Para ponerse a salvo del sinsentido de vivir. Me pareció poético pero sobre todo, me pareció muy certero. Las simultaneidades. Que en la radio se pongan a hablar de lo que piensas... Las casualidades. Eso sí que vuelve loco, eh... Que pienses una palabra y la pronuncien en televisión. A eso es más difícil darle una explicación pero debe ser la misma que para todo el resto de cosas del universo, no tienen sentido y punto. Punto. Quizá suspensivos... No tiene sentido y puntos, puntos suspensivos... Hay que asumir estas tres cabecitas de hormigas que no dan el portazo a la idea, que dejan que corra el aire en la frase y que al final se aconstumbra uno a los pensamientos con corriente, y nos vuelve la cabeza una veleta... No es que la quiera, es que me sale una voz que me dice que ella era la mujer de mi vida, un concepto en el que no he creído nunca, ni me parece real del todo, porque es más bien lo que uno quiera hacer de su vida, siempre lo he pensado y lo he sentido así... Creo... Porque últimamente dudo de todas mis convicciones... Lo que no sé si es bueno o malo, o simplemente inevitable por la edad, lo de la edad me tiene a maltraer. En fin, el paso del tiempo. Tema recurrente desde que no somos inmortales, nada nuevo. Ayer fue, esto es nuevo, la primera vez que la stalkeé. Año y poco después me sentí lo bastante armado como para cotillear la parte abierta de su muro de facebook que básicamente es la foto de portada, con unos pocos me gustas, no quise ir más lejos y verificar de dónde venían esas amistades, a quién le importa en realidad, a mí, no... Pero eso es nuevo... Hablo de facebook, el twitter lo he mirado en el último mes un par de veces, tampoco lo actualiza demasiado y tampoco me interesa demasiado a decir verdad... Sus temas recurrentes... Género, feminismo... Me parece más noticia lo de haber estado un año sin atreverme a echar una ojeada ni a twitter ni a facebook... Ni por encima... Mucho tiempo, ¿no? El que asusta de verdad es el de Zuckerberg claro... Es demasiado tiempo reprimiendo la curiosidad de todos modos, a mi entender y no es que el stalkeo sea una meta, aunque la curiosidad me ha matado más de una vida gatuna por querer ver a ver... Una expresión muy de aquí, ver a ver... Lo de querer ver a ver... ¿Pá qué? Pá ná... Por el mero hecho de ser lo bastante fuerte como para soportar una fotaca de amor insoportable y sin ambages por ejemplo... Un punto final en toda regla, ver esa cara... Que no es para nada la cara, claro, de mis recuerdos... Ni siquiera de los peores... La cara de punto final. Ver a ver. Esa misma y no otra. Oye, tú, a ver. Ponme cara de punto final. Eso es. Perfecto. A ver, sí, sí, justo así. No te muevas. Te voy a ahcer una foto con mi mente para no olvidarte nunca, justo eso. La cara de punto final. A veces es como si todo esto fuera un paréntesis y no lo es y cuando sueño con ella, que no me pasa muy a menudo, solo a veces, el despertar es en punta y no hay un tres, ni ningún número, hay dos paréntesis en punta enfrentados, como un relaoj de arena, pnchando cada uno por un sitio y sin tiempo, sin la arena que cae, si nada con lo que medir lo que dura el dolor... Yo que siempre me he ido curando y estando con cuquis cada vez más bonicas, todas han sido guapísimas desde que perdí la virginidad a los 16 pero que, qué poco pudor tengo, qué horror... Pero que... Bueno, no sé.... Según la época, me sentí satisfecho de mis relaciones, del algún modo, completo... Es una locura buscarle un sentido a los desamores, verlos como algo con cierta lógica, como un itinerario necesario para llegar a conocer a alguien... Es una estupidez seguramente y es el tipo de estupidez con la que la chaveta se va... Hace meses escribí aquí que la recordaba siete veces al día y como si fuera una maldición esa cifra comenzó a crecer exponiencialmente sin el menor sentido, como todo lo que existe en el universo, y claro, buscárselo, el sentido digo, a ese cambio a ese incremento de apariciones en la memoria pues me tienes como estamos actualente, un tanto loco de la cabeza porque si hay algo injusto en la vida, me encanta y es una pequeña disgresión cuando en Mad men alguien dice: No es justo, porque siempre le miran como pensando, pues claro que no, nada lo es... Ojo, porque si vamos atando cabos, nos sale que todo lo que nos rodea es un injusto sinsentido... Y puntos suspensivos... Mad men me aburre un poco, todo sea dicho, llegué hasta la tercera y estaba agotado, era casi una cuestión de fe porque los personajes, ninguno de ellos, terminaba de morderme el corazón, ni siquiera me mordía el tres que es más redondito y fácil de morder imagino que el angle bracket, que el paréntesis en punta. Paréntesis en punta y punto y final. Lo supo la primera noche, que seria una travesia del desierto como las peores... Los peores desamores me llevaron al desierto cuarenta días y cuarenta... Bueno, no... Muchas más... Quinientas noches, que decía Sabina, que lo pensé el otro día... ¡Sabina, supéralo! ¿19 días y 500 noches? Dios, supéralo, maldita sea. Como cuando se estrenó la película Her, un amigo de facebook al que no nombraré para que no se encuentre cuando se googleé, que puso: Spike Jonze, supera de una vez lo de Sofía. El otro día a otra de is nuevas amigas a las que puse al día de toda nuestra tempestuosa relación anterior me dijo lo mismo. ¡Súperalo, Jose, de una maldita vez! Y nos reímos mucho. Reirse mucho es otra frase que no me pide puntos suspensivos y lo digo porque a mi entender a todas les va bien un poco de eco al final, su poco de reverb en la idea... Acabo de oír las campanas de la iglesia de un pueblo que está a tres kilómetros... De repente me ha parecido que tenía sentido, que buena forma de volverse loco la de oir campanas y no saber dónde... Lo sé, son de la ermita del pueblo... Pero vaya, que no tienen otro sentido más que alertarme de que me alargo con esta entrada del blog... Escribo poco últimamente pero me entenderéis que para meteros estos ladrillacos pues mejor me estoy quieto, ¿no? Lo de meter el no buscando la aceptación vía blog pues como que tampoco, pero oye, lo que os digo siempre, esto es un blog personal y escribo lo que quiero ahora que ni siquiera le tengo miedo al rollo mi diario. El único tema que de verdad importa es la muerte. Algunas veces le dije que siempre tendría mi libertad y que, sin ella, era más fácil sentirse del todo libre, es una cosa curiosa que me pasa con las relaciones esporádicas de los últimos tiempos y es no pasar ni media, que lo mismo, bueno, no, que seguro y sin la menor duda, no es la mejor forma de que las cosas fraguan o, que también pudiera ser, que lo que llamamos cosas apenas ha llegado a cosita y que en esas lides pues la entrega es más, cómo decirlo, por fascículos y no todo de golpe, y como todas las entregas por fascículos o los premios por cupones pues a uno se le traspapela algo o se le olvida, o simplemente deja de estar interesado porque en el fondo tampoco le interesaba tanto o vaya usted a saber, porque loco no estoy y tengo bien claro que nada tiene ningún sentido, pero en esas, en esas disquisiones y en un segundo funesto se le viene a uno a la cabeza la última entrega total, el último álbum de cromos completado con esfuerzo y piensa en el denostado concepto del destino, de la mujer para toda la vida, de toda esa morralla melancólica o exaltadora con el pasado o lo que sea, que es, de todos los sinsentidos de los que ya hemos hablado, la más tremenda absurdez porque las cosas pasan por algo y los tropezones son por darle a piedras y volver a darles, por más que esté en nuestra naturaleza, es estúpido pero oye, ahí voy, con paso firme a romperme el pie una vez más, asunto corazón y cero respuesta, no un... A ver, qué te digo yo... Un,,, A qué viene esto.... O, mira, Jose, no quiero tus corazones... O un escueto.... Déjame en paz de una vez, acosador incansable... Lo que, a todos los efectos, pudiéramos denominar como punto muy punto y final muy final... El silencio tiene algo que lo asemeja a mis queridos puntos suspensivos.... Y ella, muy inteligente, también juega... Siento decir que también opino que el hecho de no querer verme una última vez, aunque solo fuera para decir adiós entre lágrimas, me parece otra carta, u otra manga, u otra vete a saber qué, porque el remate del tomate es pensar que no querer verte es una estrategia para que la quieras ver cuando pase el tiempo, en lugar de que, simple y llanamente, no quiere volver a verte nunca. Nunca. Vaya palabra, eh. Nunca. Es, como palabra, muy tremenda. Y si la pronunciamos pausadamente, nunca, la u se vuelve un valle bien profundo, dimensiones abisales... Lo mismo es que yo estoy particularmente sensible con determinadas fonéticas... Y muchas veces me quede en el fondo y no voy a lo que importa la mayor parte de veces y a la mayor parte de gente, las formas... Ni lo uno ni lo otro, no importa nada que ya l cantaba astrud, todo da, todo da, todo da lo mismo, pues eso, entre el sinsentido, la naturaleza obstinada de golpear dos veces o las que haya falta la misma piedra y la justicia que buscamos en el cosmos, vamos listos, pues no, pues claro que no, no y no y no y mil veces no, la vida es injusta, la vida no tiene sentido y en la vida nos pegamos una y otra vez con la misma piedra, en este ejemplo, la piedra es ella, una piedra dura de Shipiona como decía otra ex imitando a la famosa tonadillera, pues eso, piedra piedraca piedrón y roca rocota rocón que quiero yo convertir en rocódromo para no sé qué absurdas prácticas de alpinismo indoor y notarme con frecuencia suspendido de ese cable mal amarrado que es la memoria y con las guías que puso quién, pues eso, también la mala memoria o lo que es peor, la memoria viciada... Un alpinismo de escalar sus recuerdos que no tiene sentido, es injusto y doloroso como la muerte, la propia y la ajena... Porque también lo pienso a veces que si todo esto no será más que una retahila de excusas para no afrontar el dolor, el dolor y punto, sin suspensivos ni plurales, dolor y punto, el dolor al que no puedas dar esquinazo y que recordarás siempre, el dolor que es incurable, lo crónico, aceptar su recuerdo como un aquejamiento crónico que remite en las épocas con lluvia o en ciertas estampas del invierno o el otoño, en fin, dolor para siempre o puede que eso sea la memoria de un hipocondriaco o que sea una forma de dar sentido a lo vivido, que ya convinimos que no era... Cómo lo digo, a ver, ¿lógico? ¿Natural? Tengo de nuevo ganas de escribir, unas ganas locas, que es como ir en bici y vuelvo a sentir que ese viento en la cara me renueva, me ha costado, perdi el ordenador, con todo lo que había escrito, los tres mil poemas, hice el cálculo por encima, lo robaron del maletero, siempre confíe en que nadie hubiera podido acceder a los archivos, porque la pantalla estaba rota, iba a llevarlo al día siguiente a que lo intentansen reparar, por eso se quedó en el maletero, en fin,,, Me vuelve a doler cuando lo pienso, es como el telar de Penélope, lo de escribir siempre fue algo que costaba, como perder juguetes, recuerdo que quería hacer colección de muñecos y cada mes se iban perdiendo los efectivos y era una pena inmensa, la pérdida... La muerte.. Los temas universales están aquí también... El paso del tiempo, la muerte... El sinsentido de la vida, la ilógica sucesión de errores, la injusticia de lo aleatorio, de las casualidades o de la suerte, buena o mala, según pase el tiempo... Puntos suspensivos de nuevo... Mi guerra contra los puntos suspensivos... Volver a escribir en el punto y coma más radical, en la trenza de subordinadas y más subordinadas, las fugaces comparaciones que le ponen alas a los párrafos, los similes que son pájaros, las páginas en las que los ojos vuelan... Y quiera o no, es una pelea con la poesía siempre, con lo fácil, con las interrupciones, con los saltos, con los sustos, con las formas y la nata, con la crema, sin reparar en todo lo demás: los personajes, la historia, la trama, todo lo que se puede planificar o lo que se tiene que poner en un plan, por narices, sin más remedio y de lo que huyo siempre y siempre me ha asustado, llevarlo al papel, con un itinerario y perderme en paréntesis sin sentido, como la vida misma, y con punta y clavármelos y que duelan los paréntesis o limitarse a acotar los días, sin esperanza ni descanso, solo con las historias, con las ideas, con lo que le cuento a mis amigos cuando me preguntan cómo me va, esa era la idea, quise tener un blog mucho antes de abrir este para comentar el contexto de mis artículos y cómo se fraguaban, como se libraban los debates con el jefe y no me atrevía, claro, porque iba a ser muy ridículo y porque me lo tomaba demasiado en serio, y cuando estuve escribiendo en serio, los temas que quería recopilar, a los que quería volver, pues los iba recopilando aquí y también mis lecturas, algunas reseñas, mis gustos... Es para eso, ¿no? Lo del blog es personal por eso también porque sirve para hablar de lo que te gusta, incluso más que de lo que te pasa. Volver a escribir era solo cuestión de tiempo. No me queda otro remedio que no deja de hacerlo. He leído demasiado, ya has leído demasiado me dijeron una vez y siento o afirmo más que sentir, lo siento por el lado de que lo lamento profundamente, no haber leído mucho más, no haber copiado párrafos de los autores que todos los amateurs quieren ser, y mis subidones, mis días sin dormir, terminándome libros antes de dos noches y soñando con ellos, con otras resoluciones, con otros giros... Totalmente abducido por las palabras y luego al releerlo, ese rubor, esos fallos, que no es tan distinto a lo que me pasa cuando veo una entrada antigua del blog y la repaso, me extraño, me asusta casi pensar que ese que estaba escribiendo esas estupideces era yo, por otro lado tengo que aceptar todos estos rodeos como si fuera imprescindibles, como si sirvieran para algo, aunque no lo creo, a veces he puesto el ejemplo de las piedras en el río, de cómo se mueven, así avanza nuestra vida o algunas facetas de ella, que son como piedras, como ella, que es una piedra, como el personaje de la canción de Simon and Garfunkel, que decía soy una roca, pues así son muchas de las cosas que nos pasan, no podemos hacer nada porque se muevan, es una corriente superior a nosotros, ella diría que es una burda metáfora para eludir responsabilidad, cuando le hablaba del destino, decía eso, que quería quitarme responsabilidad, que era yo el que hacía las cosas o más bien, el que nunca las hacía y eso era todo, no había nada más, no había ni río ni piedras ni agua, no para ella por su forma de asumir su posición en el mundo y en la vida, me parecía bien en el fondo, pero tengo claro que existe una corriente en la que no podemos mandar y no es porque me quiera quitar culpa, es que lo creo de verdad.... O eso creo.... A veces tres puntos me parece poco... Cuando era joven pensaba que los puntos suspensivos no tenían que ser exclusivamente tres, que podían ser cuatro o cinco o los que uno estimase conveniente... Mi tintineo mental también quedó al descubierto en un examen, creo que ya en la universidad, qué verguenza, que escribí en un examen, a vida cuenta, ojo al dato, a vida cuenta... Por nada, porque no venía al caso, era por darme rollo por ese tintineo del que hablo y por mi lucha contra la poesía que, curiosamente, al escribir exámenes pues quedaba bien, les daba la impresión, me imagino a los profesores que iba sobradísimo, a veces no era así, solo me servía de adorno, adorno o no sé, disfraz cuando realmente no tenía mucha idea, esa cara ya no se la echo a la vida, así en general y creo que está mal, que es totalmente necesaria y que en las reuniones de networking todos y todas se la echan a espuertas, creo que el siglo que vivimos pide mucho descaro en general, por norma pero no era eso de lo que quería hablaros... La echo de menos, como canta Kiko Veneno, tanto como antes la echaba de más... Tenía yo una canción reciente que decía, yo no te eché, tú te fuiste... No es del todo cierto... Tampoco es que le diera una patada en el culo pero fue innegociable el hecho de no seguir viviendo en mi casa... No cerré del todo la puerta y me acabé pillando las narices por no mentar otra parte del cuerpo quizá más sensible al dolor... Todo esto va de dolor, amigos. Punto. Y seguido. Dolor y seguido. Dolor y final. No el final del final de todo final, no, algo mucho peor, un final que termina por ser corriente, un final habitual, un final familiar, que casi ni es final... Un final suspensivo y a cada rato, vuelta al punto de partida. Puntos finales, seguidos y de partida. Fue un tanto obligada, decía la partida, pero aún hoy... ¿Cuánto hace? Uff, me da vértigo hacer cuenta... Más de dos años... Me sé la fecha exacta. Podría contar las tardes, las horas, las noches como hizo Sabina. ¡Sabina, supéralo! ¡Sabina pesado! ¡Spike Jonke, supéralo! ¡Spike pesado! Y no me grito a mí mismo porque ya lo habréis hecho vosotros mentalmente. Uno siempre calibra mal. El error es siempre el mismo, el calibraje de las situaciones y mira que en mi caso le echo horas a lo de darle vueltas a las cosas, les doy biodramina a mis movidas de lo que las mareo, soy una carretera de montaña para tomar decisiones, cualquier tipo de decisiones, a veces lo hago de un modo impulsivo para no tener que escalar el puerto de tomar la mejor alternativa posible y siempre aspiro a el Everest y me quedo sin aire antes de salir del barrio, entreno lo que se va pudiendo, poco pero quiero poder más y poder es querer o viceversa o espero que poder y querer puedan conjugarse de todos los modos posibles porque en mi caso son más las veces que no quiero que que no puedo pero quiero poder, puedo querer, querría haber podido, podré ser querido y querer como la primera vez, como todas las veces en las que se quiere por primera vez, como se quiere casi sin saber o como se quiere cuando no se puede, que es, a mi entender y de todas las modalidades, la más meritoria. Queriendo. Pudiendo. Así se va. Entre piedras. Entre las mismas piedras. Entre la incredulidad de ver que una vez más es la misma piedra y que hemos cambiado nosotros pero a peor. Como los ríos que mueven esas piedras, desbordados o secos en unas horas, en una tarde... Podría contar las horas. Hay una canción, Te perdí una tarde de abril, fue así, es de Family, hace poco la tocó mi guitarrista, bueno mi ex guitarrista que se ha ido recientemente de la ciudad y al que hemos tenido que sustituir, o que estamos en ello, porque esto es como las relaciones, siempre lo dicen, lo de las relaciones y los componentes de los grupos, en mi caso, somos un grupo a todos los efectos excepto en algunos en los que ellos me recuerdan, bueno realmente ellos no, ni siquiera es necesario que lo hagan, porque en esos momentos, es evidente que es mi proyecto, una palabra que odio con todas mis fuerzas, proyecto, me parece odiosa desde siempre... Pues eso, mi proyecto... Pues unas tres o cuatro noches antes de irse... Toco esa canción de Family y claro, como todos os imaginaréis, me recorrió un escalofrío y volvió a aparecerse su fantasmilla... yo te perdí una tarde de abril y desde entonces soy un lagarto... No va a ser fácil encontrar un nuevo guitarrista pero soy muy feliz de que mi grupo siga con vida, mi grupo que no mi proyecto se llama Enrique Octavo, es el mismo nombre que pone en la firma, lo pone también en la presentación personal, a la derecha de sus pantallas y lo pone en mi bio de twitter, aún así, la gente se entera a medias y me encanta que sea asi, que sea como una identidad casi secreta de súperhéroe, cuando se lo cuentan a la gente que no está en la música o que le gustan los cuatro éxitos de turno o que escucha la radio más de moda y les da igual o casi igual y tienen unas cuantas favoritas que apenas si sabrían nombrar y son felices a secas con bailarlas una vez a la semana en la discoteca y antes de que pudiesen recopilarlas, ya tienen unas nuevas favoritas, pues cuando se lo cuentas a alguien así, te mira como alguien anclado en el tiempo, como si fueras una antigualla, un cantautor, te miran como a un cantautor, no soy cantautor ni tengo un proyecto, no, no y no y mil veces, no, no me resisto a aceptarlo por más que alguien me diga que canto mis canciones y que si las escribo yo y las canto y soy su autor pues.... Pues no.... Tengo un grupo... Hoy le decía al que va a ser el nuevo guitarrista, no te preocupes, somos un grupo punk.... Claro que sí. Qué tengo que ver yo con un cantautor, aunque sean mías las canciones y las cante, Ojalá los otros aportasen temazos, ojalá. Me quitarían un peso de encima y no te digo si me dieran la música para poner la letra que yo quisiera, eso sería amor. El amor es eso, que te den la música y le pongas letra. Y le pongas nombre. Y le pongas el corazón. Y le pongas. Y le sigas poniendo un año después y un lustro y un siglo. Que la pongas incluso un año después de no veros. Guiño, guiño, codazo, codazo. Que, dicho todo, no creo que sea el caso. Pero vamos. Ponerlo todo. Siempre. En el asador. En la parrilla. En la mesa. En la casa. En la cama. En todos los sitios, poner y poner y poner y volver a poner. En la música, es igual. No dejas de poner, no dejar de intentarlo y cómo te miran. Como si coleccionaras sellos, como si les dijeras que te vas con los amigos a buscar setas, como si fueras un soñador desfasado que se cree que aún es joven y vive de las verbenas y los cubalibres le hacen sentirse libre y desenvuelto, cuando toco no bebo por cierto a no ser que demos un concierto punk y haya que destrozarlo todo que es algo habitual con mi grupo que no es un proyecto ni lo ha sido nunca, pero cuando voy solo o en acústico apenas con una cerveza para mantener la lengua húmeda y eso, darlo todo. Ahora que no tengo conciertos me he cruzado con gente que me ha dicho que tienen ganas de verme en directo, el último fue un desastre. Pasa eso. Parecen que notan cuando no tienen fechas y te dicen de a ver cuando te ven. Es casualidad, lo sé, pero pasa. Veo de fondo un partido entre Houston y Miami mientras me despacho con esto. Tengo un amigo que también tira para adelante su propio proyecto y siempre que le cuento mis penas, me dicen: Claro, claro. lo normal. Le cuente lo que le cuente, me dice siempre lo mismo: Lo normal. Los imprevistos y las desgracias a veces le han llevado a darme un aplauso o un abrazo a veces movido por la más descarnada pena, pero siempre le quita importancia y me suelta un pues como a todo el mundo o me despacha con pues lo que nos pasa a todos y tengo, claro, que callarme y asentir. Pues claro. Lo que nos pasa a todos. Dolor. Muerte. Paso del tiempo. Lo que nos pasa a todos. El tiempo. Lo que nos pasa por encima. La muerte. Lo que no puede pasar y nos roza las entrañas. El dolor. Hablando con una amiga hace poco me decía que mucha gente que ha conocido con problemas se plantearon a una edad muy temprana la idea de la muerte. Que gran parte de las enfermedades mentales que ella conocía se incubaban en una pertubadora presencia del tránsito en la más tierna infancia. Un existencialismo sietemesino que alteraba para siempre la percepción de los tiempos vitales. A mí me parece muy interesante. Los locos, en general, me lo parecen. Las locas, a veces, incluso demasiado. Con la edad que tengo debo cuidarme de los abismos, que tengo unos años como para no volver. Escribí una infame canción, dedicada a un amigo absurdamente enamorada que decía Que el amor no te lleve tan lejos que luego no puedas volver.... Por cierto que el amigo está pensando en dejarlo con la novia, de la que estaba tan almibaradamente enamorado hace unos meses, es sorprendente o para mí lo es como cambia todo de unos meses para acá, no mucho meses, medio año, a veces parece que no, depende de dónde cogamos la horquilla, de dónde pongamos el taxímetro de los cambios a contar, pero en medio año todo se jode, todo se ilumina, todo se evapora o todo se congela y de repente, es para siempre. Por eso... Que el amor no te lleve tan lejos que no puedas volver.... Es un hit... Potencial. Una de relleno pero con mucho punch.... Que pasa con los titulos largos. A veces. Como me dice Manuel, mi productor, que no ha oido una canción mía que no sea un hit. Así. Que el amor no te lleve tan lejos que no puedas volver pero que tampoco te evapore, te congele, te ilumine... Bueno, me pillas la idea, ¿no? Tengo ganas de escribir, de tocar, de hacer canciones nuevas... Parece obvio o que siempre es así, pero no, no lo es... Tengo ganas a secas que no es poca cosa y que supongo que no debe importarle a nadie. Es de esas entradas que no es para que nadie las lea, especialmente pensada para simplemente escribirla, soltarla y seguir. Es una entrada de blog tipo soltar lastre Y, ¿sirve? Pues más bien no... Tener ganas de escribir sin ganas de leer no vale para nada y lo mismo para tocar o componer sin as ganas de ensayar. Es parte del proceso necesario. No somos mucho de ensayar ni mucho de leer, bueno no ahora, lo de leer ha sido casi una enfermedad y como tal parece que se pasa, como el febril recuerdo de una convulsa convalecencia y las gotas de sudor como pleonasmo permanente y hueco, que es parecido a esto, de joven solo pensaba en escribir de otra forma, como caligrafías y era eso lo que me parecía un hito, un ir más allá, algo parecido con lo de cantar, el lo-fi pero con el tiempo se vuelve poco sostenible, Hay palabras que odio por su culpa: sostenible, flexible, corazón... Se nota que uno pierde el ritmo en todo y eso incluye amar. Amar es un verbo que uso poco. Ella no tiene culpa, unas veces mi cerebro la exculpa y la trata como si fuera de cristal, piensa en ella sufriendo las consecuencias de mi inestabilidad, de mi depresión, de los bajones... Y piensa también en cierto tipo de contagio melancólico y luego, otras veces es la misma cara del demonio y fluye el resentimiento de una forma totalmente destructiva, como en la crecida de un rio el desengaño se lleva palos, piedras y lo tapiza todo de fango, muchos días me despierto precisamente así, tapizado de fango y ahora que las tardes acaban antes y todo se vuelve oscuro más allá de la ventana, pueden darse hasta dos o tres crecidas por noche. Nunca me olvidarás, pensaba yo y aquí estoy recordandole en el blog y no solo ahí, hay un guiño también en las canciones, claro, y en más cosas del grupo que aún estoy por decidir. Es curioso pero el grupo va mejor que yo. Odio la palabra proyecto porque no lo es, pero el grupo tiene un par de momentos especiales por llegar y yo, no.O eso parece. Ayuda, en el grupo y en todo, tener lo más claro posible lo que depende de uno y lo que no está en tu mano. Poner una lavadora, por ejemplo, lleva estando en mi mano casi dos semanas. Que la tienda y llueva, que me pasa con una frecuencia e chiste pues no depende de nadie, ni del hombre del tiempo casi... El hombre de mi tiempo soy yo y sí, también claro, puedo equivocarme con mis predicciones, con ese margen de expectativas y realidad y joder, ¡sí! ¡Supéralo! ¡De una vez por todas! Es muy posíble que no sea el camino lo de escribir esto en el blog, pero oye. Que salga. Mejor fuera, como la canción de El Hombre burbuja. El hombre de mi tiempo, el hombre de mi burbuja...Y si al final uno tiene que ser el abandonado, pues lo es. Y si tiene que ser el olvidado, pues lo es. estaría bien saberlo quiero decir, siendo y sabiendo que lo es. Pero esa distancia... Ese ninguneo. Ese no vernos. Esa no despedida... ¿Que si he pensado que son estrategias de ella? Pues claro. ¿Que si creo que es el remate del tomate del ensimismamiento pensar que alguien no te quiere ver porque en realidad su estrategia es que te eche de menos para siempre y que es una tonteria de alguien que no asume que no es no y que le da igual? Pues también. He compuesto una canción sobre este momento que ya apunta a hitazo de época. Igual, se llama. Lo mismo el titulo termina siendo Igual (voy a ser yo). Pero con el el voy a ser yo entre paréntesis, pero no lo tengo claro. Paréntesis con punta, claramente.
martes, 4 de noviembre de 2014
verborrea diaria o verbal diarrea puntual
Ejercitar la verborrea como camino de conocimiento sin reparar en su dimensión enfermiza, es como practicar la gripe corriendo por estas fechas descalzo o sin ropa y ver como se da con los estornudos, como se siente uno y para eso le doy a nueva entrada, aunque no siempre a dios gracias porque tenemos también las indignaciones cotidianas y las súbitas pasiones que vienen a ser entradas que lees a los meses y ni fú ni fá mientras que las torrenciales colecciones de conjunciones sin comas pues ni siquieras las lees porque son especialmente tediosas a pesar es verdad eso del ritmillo que las acompaña pero es también el reto de no usar nada más que teclas que se pronuncian sin articular el silencio y que cada uno se apañe y no haya parones ni pausas pero tampoco comas ni puntos a los que agarrarse o con los que pararse a pensar por qué está uno aquí ni lo que está haciendo exactamente lo que se parece mucho a mi propia vida en la que no pasa nada, nada que merezca la pena y solo rima de poco a poco algo con algo y otro algo y después parece que va a haber un remate espectacular o un tirabuzon o una escotilla que se abre o un giro o simplemente volver al punto de partida, solo escuchar las teclas como si fueran pasos y como si teclear mas rapido fuera correr y escucharte correr sin necesidad de huir de nada o al revés, huir sin necesidad que te persigan o perseguir un eco o un sonido que se repite en la cabeza o una estampa de la infancia y volver y volver siempre y volver al origen y saber por qué se hace algo y no hacer nada sin saber nada y que el tiempo se apague y dejarlo todo a medio hacer porque lo terminaremos tres años despues y sabe esperar y entiende que debe ser por algo y que nos servirá que no lo parece pero será útil, la rapidez de dedos y la lentitud de conexiones, la pereza de leer o releer o practicar y hacerlo bien o cada vez mejor y seguir haciendolo, porque la verborrea es una enfermedad, es una forma de poner hervir la cabeza, de abrir l tapa y que salga el aroma de un recuerdo, que nos lleve al potaje de la abuela, a los sitios comunes, llegar alli y cambiarlo de sitio, complicar el asunto, buscar más al fondo, preguntarse por qué pasan las cosas, abrir una radio vieja que no funciona, quitarle los tornillos a todo sobre todo a las personas, desatornillar los secretos más íntimos y las mas intimas pasiones, seguir cavando la zanja, ampliando la trinchera, cada uno en su guerra o en sus paces o en los armisticios que conceda la cabeza o las alianzas pasajeras o los momentaneos bombardeos de ideas y que eso se recoga como un solo de jazz o en trova o como un repentista o como el bolero que se acelera o vivo como un pescado en cubierto y dando coletazos o como una presa abierta, o como una lluvia fuerte o una verborre diaria como chimiriri o una tormenta que asuste o una lluvia triste para mí lo es siempre y a veces escribo por soledad para tenerla o para quitarmela pero por su culpa y a veces busco culpa sin necesidad o me canso pronto de todo o me aburro o me estorbo o me canso de verme o de oirme o de estar simplemente en el mismo sitio, a veces siempre llueve y me cansa o me canso de la sequia o de no nada o de volver a hogarme y escribo sin maldad o para ella o sin ella o sin males o sin nada o nadie a lo que agarrarme solo para seguir que no es poco y estar aqui que es algo
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