sábado, 1 de junio de 2013
Escribir sobre lo que va pasando
Estos son mis presupuestos: lo que vaya pasando. Como si pasaran cosas. Cosas pasan, pero pasa poco cuando abro el blog y le doy a Nueva Entrada. Justo pasa eso. Nueva Entrada. Uno se acuerda y la mayor parte de las veces ni eso, de las dos o tres tonterías que le dejaron más perplejo días atrás. Días. Atrás. Lo que fue pasando. No tienen mayor importancia. Son formas de ver las cosas. Maneras de comunicar. Vienen al caso con las noticias, las opiniones de alguien, los comentarios... A veces me aventuro en los lodazales políticos y no le quedarán días a la eternidad ni dispondré de aliento para pedir perdón por ello y arrepentirme de dedicarle líneas con recto ánimo a ese tipo de sendas retorcidas y tortuosas. Hacer. Hacer es siempre hacer. Días. Atrás. Van pasando. Leer el blog, no suelo. A veces me sorprende. Como si fuera el Diario de otra persona que ha caído en tus manos de modo legal. No hay ese ritmo furtivo de haber hurtado de un cajón. No. Es menos emocionante. Es cero emocionante. Es la antiemoción. No pasa nada cuando le das a Nueva Entrada. Un blog de Nuevas Entradas en las que no pasa nada. Un ejercicio. Carrera continúa redaccional. Lo que va pasando. Pero nunca lo que va pasándome. A veces echo de menos más higadillos. Más lamento. Más salpicaduras. Es todo muy telegramático. Muy bip bip bip. Y es casi mejor que el bla bla bla. Puede que algún dia suba el escalón de lo onomatopéyico. Apuesto a que no. El pesimismo es siempre una buena cura de lo que igual nunca te pasa. Me invento letras de canciones últimamente con más frecuencia. Tarareo. Al salir del trabajo. Solo tarareo. No tengo guitarra. Me la robaron. ¿Os lo conté? Es una gran historia. Un robo. Los robos siempre dan para buenas historias. No tengo guitarra. Ninguna. Tenía varias. Nada. No tengo ni una flauta. Que tampoco sé tocarla. La flauta, desde luego, no. La guitarra, tampoco. Pero por lo menos guarreo a mi manera y me salen letras. Ahora las aprendo de memoria. Tarareo. Compongo con aire. Sin cuerdas de nylon. Con aire y soledad. Esto pasa. A veces tienes que hacerlo sin nada. Sin tener nada. No hay nada, hazlo. Esto pasa cuando le doy a Nueva Entrada. No hay nada, hazlo. Entradas antiguas. En Borrador. Hay casi doscientas. Muchas hablan de cosas que ya no me importan nada. Un ejemplo. De lo que podría haber sido un intrascendente episodio retratado a mi manera en el blog, en este blog. El otro día. Días. Atrás. Que resulta que abuchearon a los Príncipes de Asturias el otro día en el Liceo. Tema de apertura en tertulias. Tele. Radio. El tema del día. Pitos en el Liceo. Felipe. Letizia. Pitados. Una noche en la Ópera. En fin, esas cosas. Me da para rato eso a mí en el blog. Siempre por lo mismo. La comunicación. Creo que la comunicación de la Casa Real es pésima. Es de hace mucho tiempo, muy siglo XX. He escrito aquí mil veces sobre ello. Y el tácito acuerdo de la prensa española de no remover mucho lo que huele mal, me enerva. Cuando me enervo, el blog se engorda. Come indignación. Revuelto de indignación. Indignación al horno. Crema de indignación con picatostes. Indignación plancha con su guarnición de palabras y palabras y palabras. Bip, bip, bip. Bla, bla, bla. Y el blog engorda y engorda. Y no importa. Quiero decir. Una pitada. Pues tú me dirás. El Liceo. Pues tú me dirás. Los símbolos. Las señales. Letizia. Felipe. Cuestiones regias. En fin. La comunicación de un Rey. ¿Cómo se comunica oficialmente un Rey en el siglo XXI? ¿Se hace una cuenta de Twitter o qué? Mi grupo se llama Enrique Octavo. Enrique Octavo. Otro rey. Ayer me preguntaron por mis nuevas canciones. No les conté lo del tarareo. Las tengo todas casi listas, dije. Hechas con aire y palabras, pero listas. Le conté lo del robo. Lo del robo lo escucha todo el mundo con relativo interés. Os lo debería contar por aquí pero me da pereza. Fue hace unos meses. Días. atrás. Lo de siempre. Sobre lo de los pitidos reales en Barcelona me hizo gracia como lo explicó Javi Nieves, a medias con Expósito en Cope, hablando de que se trataba de un concierto fuera de abono. Queriendo decir que los habituales no hubieran pitado. Los abonados del Liceo, quiero decir. Y fue curioso. Y Cospedal. Al final, hablas del que habla de lo que hablaron. Es cansado. No os voy a engañar y se queda en nada la cosa. Son pitos. Son silbidos. Es aire. Es también escribir de lo que vaya pasando. Pasa. Y es tema de apertura en las tertulias. En mi blog, como poco, es percha de la siempre complicada comunicación de la Casa Real. ¿Cómo se planifica la comunicación de una Casa Real acechada por las circunstancias en lo tocante a actos públicos con vocación de ocio? ¿Le pitarían a Letizia si la identificasen en los conciertos de Eels o de Los Planetas? A Letizia le mola el indie pop. En Rolling Stone, lo publicaron. En fin. Tengo que comprarme una guitarra. O que alguien me la preste. Puedo seguir componiendo en el viento, en el aire. Con palabras. De memoria. De tarareo. Es un buen método. Pero tendré que dar el siguiente paso. Luego vienen muchos más. Ensayarlas. Tocarlas en directo. Grabarlas. En fin. Me da pereza solo pensarlo. Espero que todo eso vaya pasando y que yo os lo cuente. Días. Adelante.
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