sábado, 18 de mayo de 2013
La campaña mediática de La Décima
Las consecuencias de seguir un planning de comunicación pasional.
La Décima.
No sé si la palabra es planning. Tengo claro que es comunicación. Lo de la Décima. Cómo llamarlo. ¿Campaña? ¿Concepto? ¿lema? ¿Eslogan? ¿Línea? ¿Tendencia? La Décima, ya sabéis a lo que me refiero.
Ayer el Atlético de Madrid le ganó la Copa del Rey, la Décima en su haber, al Real Madrid en su estadio. ¿No quieres caldo? Dos tazas. Toma y una copa. En tu casa. La Décima.
Aquí no se habla de fútbol.
Si empezamos, no acabaríamos. Es otra cosa, ya lo sabéis.
Es comunicación.
Los periodistas que empezaron con eso de la Décima, como medio en broma, medio en serio, estoy seguro que no se imaginaban en lo que iba a quedar la cosa. Es un planning pasional. La expresión de un deseo. Un concepto. Un intangible. Pero se propaga. En columnas, en titulares. Se lee con frecuencia. La Décima.
Sin querer, se va convirtiendo en axioma.
Me parece un error desde todos los puntos de vista y no tiene que ver con el deporte. Desde luego está muy alejado de los valores que se supone que transmite el deporte. El deporte a pie de calle, desde luego no es lo que se comunica con el deporte profesional. Los trofeos, al peso. Esa enumeración. Como si cada partido no fuera una batalla, como si no pudiera cambiar un marcador y todo el futuro y todo lo que se escribe, se lee o se piensa con un golpe de suerte, un contraataque afortunado o un centro chut que se envenena. Asentar una campaña, o lo que sea, simplemente propagar un eslogan, una frase, lo que sea, un lema está mal porque en el fondo, no atiende a la realidad. Es la expresión de un deseo. Si acaso. Todo lo más. La Décima. Que me cuentas si estás en octavos o en la liguilla eliminatoria. Y no sé, supongo que no pero creo que la realidad se pone en guardia ante las acometidas ficticias de los medios deportivos y sus fabuladores a sueldo. Después, te la comes. Y es por tu culpa, en gran medida. por levantar la liebre. Ya vendrá luego, si se gana, el momento de echar cuentas de los trofeos. Es prepotente. Es malo. No es lo que se supone que son los valores del deporte. De la competición sana. De la lucha en sana rivalidad. Es como hacer una lista de deseos. Uno. Dos. Tres. Cuatro. La Décima. Y llega la realidad y te la planta en toda la cara.
Es un riesgo que no pensaron los que lo decían. Los que lo incorporaron a la información, a sus informaciones. Y eso cunde porque el fútbol y la forma de informar al respecto en España está totalmente loca. Es una forma loca de hacer las cosas, sino no cuela. Nadie hace eso. Nadie en su sano juicio se la juega a pavonearse como ganador de una final sin haber llegado a ella. Si estás en la final, pues oye, pavonea. Lo mismo la ganas. Y sino, segundo. En fin, estar en la final, ya es un orgullo. Pero en octavos, no hables de la Décima. Ni en cuartos, ni siquiera en semifinales. Porque se vuelve en contra. No es serio. No es periodismo. No es modo de comunicar y se predispone a la realidad en contra. Lo de la realidad siempre es difícil de precisar y más aún con la avalancha de noticias absurdas que hay alrededor del fútbol nacional. Eso no es la realidad. Se informa de cómo un autobús sale de un parking. Se informa de cómo una expedición llega a un hotel. Se informa de cómo se reúnen los directos a comer. Eso enturbia el asunto. Porque si hablamos de opinión, no acabamos. ME refiero solo a lo que es estrictamente noticias. O lo que nos venden como si lo fueran. ¿Cuántas veces se habrá colado ese concepto de la Décima en ese tipo de noticias de nada? Noticias de llegan los jugadores al hotel. ¿Es noticia que lleguen los jugadores al hotel? Es una pregunta no retórica. No lo es. Y no es gratuito. No es porque sí. Hay intereses de fondo en sobredimensionar los prolegómenos de los partidos. En fin, la cuestión de fondo. Es comunicación. La Décima es comunicación. Las llegadas a los hoteles son comunicación. No hablo de la pelota ni del césped. Hablo de lo que pasa sin llegar a vestirse de corto. Lo que no es noticia, ni lo ha sido nunca ni lo será por más veces que nos lo retransmitan minuto a minuto.
Es comunicación. Es un discurso sólido el que se asienta debajo de todo eso. Y creo que afecta a las futuras generaciones. Aunque prefiero no dármelas de adivino y no entrar en especulaciones temporales. Afecta a día de hoy.
Hace una semana vi un reportaje en REPOR, el programa de TVE1. Se llamaba: La Quimera del fútbol. Es terrorífico. Sinceramente, es atroz y vergonzoso. De vergüenza ajena. Lo digo en serio. Os lo buscaría pero paso. Buscadlo vosotros.
Es comunicación.
Tiene influencia. No es porque sí.
Lo de la Décima, afecta. Los niños lo habrán dicho en el recreo. Los pobrecillos habrán dado por sentado el título y luego, pues claro, es más dura la caída. ¿qué necesidad? Para qué especular con lo que quizá ganemos o quizá no.
La comunicación importa. En el deporte, importa. Es comunicación. No hablo de fútbol. No hablo de trofeos ordenados numéricamente. Es una actitud. Es una forma de posicionarse ante el mundo y cómo el mundo no las encaja y las devuelve.
Las devuelve.
El mundo es tozudo.
La realidad es un burro parado que no anda.
La Décima no existía. Bueno, sí, era para el Atlético de Madrid.
No es gratuito inventarse las campañas de comunicación a la virulé o con el corazón de hooligan o con la expresión de nuestros deseos. Al final cuesta dinero. La ilusión mal resuelta se acaba pagando. Y se trata de una campaña mediática. Es una forma de informar asumiendo determinados parámetros de realidad especulativa que asustan. Que empeoran los medios. Que empeoran el retrato diario en tinta y columnas que se hace del mundo exterior en los medios de pago, en las cabeceras que nos creemos. En internet se dicen muchas tonterías, pero todos se fían de los telediarios. Que ahora tienen secciones de deporte que duran lo mismo que todo el resto de noticias. ¿Existe esa demanda de información? Tururú. Lo han convertido en una droga, han buscado todas las fórmulas para convertirnos en adictos a esa noticia que no existe de los jugadores llegando al hotel o trotando en los campos de entrenamiento, le han buscado las vueltas, para hacerlo masticable, menos pesado, menos vacuo, llenarlo de algún modo, en un esfuerzo por ofrecer con humor, de hacerlo distendido, de darle los tiempos de los magazines, que los jugadores fueran las estrellas del rock y los derbis, sus macroconciertos. Hablan de arte para referirse a un regate. Apelan al alma. Hablan de guerra en los titulares. El periodismo deportivo y sus dejes. Merecen una tesis. Yo pensé en hacer la mía sobre la redimensión del fútbol y de la información sobre la liga a raíz de la guerra del fútbol de los años 90. Ya he escrito aquí de ello. Es cosa de los últimos 20 años. Es un tema.
La Décima. Menudo cintillo.
Menuda idea. Bendito el que se le ocurriera.
El daño que han hecho. Los pobres.
La Décima.
Igual si no se lo inventan, lo logran. Eso de ir de tapado. De no presumir. De no avisar. Dar la sorpresa. En fin, todos los tópicos están disponibles en lo de titular sobre resultados deportivos, ya se sabe. La realidad es tozuda pero siempre hay un cliché a mano. Lo que yo me pregunto es si esto afecta al karma. Quiero decir, si predispone a los rivales en contra. Si genera una aura de negatividad al darlo ya por hecho lo del recuento de trofeos. No lo sé, no lo creo, no creo que haya razones o consecuencias en la mala elección de los conceptos de fuerza de nuestra comunicación subyacente. Es comunicación. Es un concepto destructivo. No se puede confiar una política de comunicación a que entre la pelota o no entre. No puede hacerse así y menos desde la prepotencia porque se vuelve en contra.
Os pegaría las portadas de hoy de AS. Y de MARCA.
Me da pereza. Buscadlo vosotros. El REPOR. La Quimera del fútbol. Y la portada del 18 de mayo de 2013 de AS y MARCA.
La Décima.
Es comunicación.
Cuidado con lo que comunicas, porque igual puede no convertirse en realidad.
Y siempre es mejor partir del supuesto de que todo va a salir mal, porque tarde o temprano, es así. Y si estamos prevenidos, igual ni se nota.
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