lunes, 8 de febrero de 2021

Una parte muy pequeña

 Llevo todo apuntado para cada día y cargo las alforjas de cada 24h demasiado, consciente de que será casi imposible hacerlo todo. La utopía tiene que serlo hasta el final. Tiene que quedarse sin hacer, pero eso que tacho o que tapo con un NO en mayúsculas bien de tinta, me pesa como una losa a pesar de la dificultad de la empresa y de ir a sabiendas. Me explico de pena. Que me jode y no debería. Tengo la cabeza como un bombo. Voy a desgranar, a ver, que lo de escribir aquí siempre es imprevisto. Va a rachas. Muy del volunto. No lo planeo y vómito lo que viene. Me vomita a mi lo que no se digiere en el día a día, de esa bilis pues estas palabras. En la regurgitación diaria pues algo asoma, un tropezón de vida que se resiste a desintegrarse. Voy para arriba y para abajo todo el puto día. La furgo no tiene radio y canto yo. Según el ánimo le tiro por Camarón o Los Panchos o me arranco por éxitos casposos de radiofórmula que me vienen a la mente como perdigonazos. De los ochenta. Un horror. Neuronas con tonadillas incrustadas que se niegan a desintegrarse. Y a qué venía todo esto. Pues eso digo yo. Hoy venía berreando All by myyyyseeelf.... A grito pelado. Estoy hecho mistos. Ay.


Estoy mirando una web de alquiler de martillos neumáticos. Aún no me han llamado del taller. Le temo a la reparación y más a que no la tengo. Estoy currando para pagar eso lo primero. El mazo llega hasta donde llega. Qué buena inversión fue. Anda que no he roto cosas. Me pongo música. Con cascos. Me aburro como una ostra y sudo como un cochino. Como un cochino con cascos y cara de ostra. Me quejo de vicio. Alquiler de maquinaria pesada. Quién te lo iba a decir. Pesadas todo lo que quieras, pero maquinaria hemos manejado poca. Todo va guay. Guay y lento. A paso de desesperación. La cosa va como la seda. Hoy he tenido una jornada intensiva de picado y sacado de arena. He buscado símiles con lo de grabar. Es el proceso. Picar piedra y configurar micros es lo mismo. Ni se parece, vale. Pero forma parte del proceso. Todo es un proceso. Desde que aparece el acorde que enlaza hasta que asoma la letra o la hacemos del tirón en el ensayo. Igual escribir. O hacer una obra. Se parece poco a primera vista pero es de eso que te metes y no sabes por dónde vas a salir. Como un bosque. Y necesitamos perspectiva. Y puntos de referencia. Y trabajo en equipo. Ahora voy tirando solo pero tiene que venir un fontanero y un electricista como mínimo y en ese orden, y unos albañiles que ayuden. Que es tela. Dar con el mazo es como seguir el metrónomo. En eso se parece. Aquí me desahogo y ya está. Es mi Querido Diario. Os podéis ir cuando queráis. Como siempre le he dicho a todas y todos. Derecho de admisión al revés. Derecho de omisión. Derecho de inmersión. Derecho al sofá a dormir de una vez y que se acabe ya hoy. Que vaya día de mierda.

Mi situación es kafkiana. A mi Kafka siempre me gustó o sea que bien. El proceso. Cómo escribir una tesis. Como una misión de vida. Como ser una cucaracha. O lo que sea. Leer mil veces los primeros párrafos. Sentir que cada frase está esculpida. Que el sustantivo se cincela con el adjetivo correcto en el primer capítulo atento al parpadeo. Repetir y repetir. Minucioso. Detallado. Con un ritmo. Un respirar. Una cadencia en la escritura. Todo al dedillo. Y luego el trazo gordo del desenlace.  El descuido en la acción cuando se desencadena. Y al final un sin Dios y párrafos deslabazados. Ideas por terminar. La sensación de no hacer nada o no acabar. Una parte muy pequeña. Es igual en una obra o un disco. Grabar. O lo que sea. Cambiar las cosas de sitio. Cambiar los sitios de cosas. Volver a empezar. Dejarte algo enchufado. Olvidar un detalle importante. Una parte muy pequeña. Que lo jode todo o al revés. El ruido blanco me despierta a veces porque me dejó puestos los altavoces y cuando cae la señal, aparece un zumbido. Un libro cerrado, un folleto si acaso. Me explico horrible. Hago lo que puedo. El zumbido acojona. Ha sido un lunes cargado y no he puesto la lavadora. Que lo tenía en mente. Pero he hecho otras mil cosas. Todas apuntadas previamente en mi compendio de garabatos. Lo de la lavadora estaba. Creo que al apuntar lo que sea, siento que ya se va haciendo. En parte es verdad. Una parte muy pequeña.





martes, 2 de febrero de 2021

Yo y ya

 Todo es el punto de referencia. Solo puedes tomar uno. No puedes cambiar a mitad. El punto correcto. Suena la televisión como un viento que azota. La noche se filtra por las rendijas de las ventanas. No hay referencia y punto. Muchas veces no la hay. Hoy fue un día duro. He llegado tarde y las calles estaban vacías. Qué malestar.  Me cuesta seguir adelante. 


Todo depende del punto de referencia que tomes. A veces te toman a ti. Ser el punto y la i. Ser que ya es, lo que te toque. A mi por ejemplo hay días que me toca reparto. Y tengo que salir marcha atrás y en curva. Si pillo mal la trazada, me como el muro. Pasa que los muros de algunos barrios de Granada pues no son rectos. Hablo de tapias del Albaicin por ejemplo. Están torcidas. Y si pillas un punto de referencia torcido, se obra la fuerza centrípeta y te vas contra la cal con toda la chapa. Tengo el corazón roto. Me lo podía tatuar en la frente pero tengo dudas de tener corazón. Lo debo haber perdido. Vete a saber dónde pero noto el hueco y lo noto roto. En mí reina el caos y manda la poesía y acata órdenes de la música, que es un poder divino porque no lo entiendo. No he cenado. No me he tomado ni una cerveza y venía sediento. Quizá esto sea la certificación de que no le importo a nadie, y el que está conmigo, Canelita, no me entiende. Es un gato. Tampoco me suelen comprender los humanos allegados. Una pertinaz incomprensión que es como una vecina. Una cara que te suena. Desde siempre. Nunca le he dado importancia.


Para ir marcha atrás en cuestas por el Albaicin en furgoneta, el punto de referencia lo es todo y no se puede cambiar a media maniobra, pero en otros empeños es distinto el dibujo. Hay proyectos que crecen o se reconfiguran y el punto cambia o hay que encardinar varios, o irse adaptando. Aceptar el bandazo. Me explico como el culo. Quizá me falta un punto de referencia. Hoy tengo el cerebro frito pero cuándo no es fiesta. Me gustaría un descanso. Apenas probé bocado. Siento el hueco roto del corazón y el hueco vacío del estómago. Lo de cambiar el punto de referencia me ha pasado con el estudio de grabación. No lo debería llamar estudio de grabación, según mi amigo Alfonso si no tengo una mesa de sonido y no, no la tengo. Coste cero. Mi epitafio. Es un estudio de grabación con o sin mesa, y Alfon lo sabe pero lo dice para picarme. Soy un picón de primera. Eso cambia mucho los puntos de referencia. En general los cambios sin explicación aparente son una constante. El bando crítico con mi estudio de grabación o mi estudio sin mesa es mayoritario. Los que me apoyan somos minoría, yo y ya. Somos uno solo pero rebatimos argumentos y damos guerra como un batallón. Yo y ya. Me cuesta asumir está cabezona soledad. Yo y ya. Somos poco y soy pocos para todo lo que hay que hacer. Necesito ayuda pero no me gusta pedirla y tampoco se donde. Al bando de los criticones, no. Los del grupo pensé que me iban a ayudar, por propio interés y por simpatía y tal pero me he comido un mojón . Lo he dicho y tampoco he implorado. Pero no. Igual en algo me echan una mano pero por ahora han sido más de insistir en que limpie y pase la aspiradora, que me olvide del sótano y me concentre en tener mejor el salón que es donde ensayamos. Ensayar, ensayamos y ya es bastante. Ensayo y ya. No les pido más. Las canciones nuevas van saliendo. Un parto de burra. Para el estudio, yo y ya. Más solo que un perro perdido. Un punto de referencia perdido. Que es a lo que iba y he aprovechado para lloriquear un poco, que cambia todo en un proyecto grande y las referencias y los puntos en los que apoyarse pues también. Y a veces hay que empezar desde principio. Tabla rasa. Enebrar bien el hilo desde la primera puntada. Leer más me vendría bien y lo mismo una leche con galletas. Me he tomado un café a las once de la noche. Mala idea. Estoy muy harto de estar solo tanto tiempo. Yo y ya. 


La referencia eran las tuberías porque no se podían cambiar. Al picar paredes cambiaron los puntos. El doble de espacio. El último año se ha inundado ocho veces. Desde octubre, cuatro. Ya he dado con la tubería rota. Progreso patente. Ahora saco arena que huele a agua podrida. Tengo una mini mina de la que sacar millones de espuertas. Yo y ya. Yo y mi espuerta. Tengo dos. Yo y mis dos espuerta. Las espuertas del cielo. Necesito un líquido para el tratamiento de la madera. Tengo que darle una mano. Me cansa la de cosas pendientes. Dos mil mierdas. Dos mil millones. Estoy sacando una montaña de ahí abajo. Yo y ya. Y la contractura del homoplato derecho que es el verdadero narrador omnisciente de todo esto. Eso y ya.


El punto de referencia de mucha gente son ellos mismos, error clarísimo. Porque uno cambia. Se cansa o se aburre y desdibuja la trazada. La gente que me parece feliz a simple vista se ve que tienen muy bien escogidos sus asideros. Una tristeza genuina siempre acarrea un aire de desorientación. Tenerte de referencia es meterle un imán a la brújula y es inevitable a veces echar mano de la intuición para escoger un camino pero el tiempo te enseña que eres tú el camino escogido. Yo y ya. Tú y ya. Y caminos en la mar.

lunes, 1 de febrero de 2021

Espuerta a espuerta

 Dos mil doscientas entradas llevo, unas pocas en borrador y otras tantas publicadas y la sensación de no haber dicho apenas nada que interese. Es como una escombrera de obra. Se supone que aquí solo hay cascotes. Que lo definitivo es en otro sitio. No se dónde. Habla el cansancio a veces. Se complica el juego de voces. A qué venía todo esto, se pregunta mientras sigue tecleando como narrador. Es como picar. La tierra que sale va llenando el primer hueco. Luego vuelve a salir. Espuerta a espuerta. 


La espuerta como medida universal. De amor. Te quiero a espuertas. Te puto quiero a espuertas. Ayer leí en algún sitio lo de te puto quiero y me puto mató. Vaya expresión fea. Mi rutina es un poco cansina. Va lento. Es un proceso. Pienso en las próximas vacaciones. Trato de recuperar la esperanza. Estamos todos flaqueando. Habrá gente feliz, pienso a veces y me jode. Los que no lo estén sufriendo. Busco recompensa en cosas sencillas. Una cena rica. Una buena película. Todo me parece una mierda, sinceramente. Como la canción de Astrud. Incluido lo vuestro. Todo mierdoso. La palabra mierdoso o mierdosa es potente. No me he contagiado. Oye, es algo. Oye, no te has muerto. Qué más quieres.


Llevo tres cafés y estoy despierto desde las diez. Hoy me toca llenar la furgo de maderas. Van a reformar un pub. Es una madera con horas de vuelo. Vigas. De todo. Tiene buena pinta. A ver. Cargar y descargar. Lleva años cerrado. Es un tute. El hombro derecho me está jodiendo. Tengo un nudo permanente en la chepa. Salgo a correr en parte por eso, por aburrimiento y hastío también pero sobre todo por ponerme más en forma. Y por un sueño recurrente. Igual lo cuento en el siguiente párrafo. Nunca me acuerdo de los sueños. Casi nunca, de las pesadillas y sobre todo, de las que me despiertan sobresaltado sí que me acuerdo. Las vivo y las sufro. En una de las últimas aparecía mi Canelo desollado. Salí al patio y lo vi entero y sin heridas, me alegré mucho. Solo escribo sobre mis mierdas. Dos mil mierdas. Ya lo siento. Es lo que hago. Sentir y sentirlo. Es lo que hay. 


Mientras hay sol, estoy activado. Medio jardín se congeló. Muchas ramas se han pochado. No se cuántas plantas han muerto definitivamente o reverdeceran. Eso espero. Me voy ya a las maderas. Luego sigo.


Ya he vuelto. La ostia. Furgoneta hasta arriba de tablas más sucias que el culo de un mono. Más peligroso que una tabla llena de clavos. Me pinché mil veces. Dos mil entradas, mil pinchazos. Cargar y luego, al sótano. Y hoy tengo la otra mitad. Me cansa solo pensarlo. Hoy lo mismo llevo un carro de supermercado. Estoy jodido. Tengo las manos magulladas como si hubiera volado por el asfalto. Se pinta un martes de mierda. Luego me han llamado para trabajar. Guay por el dinero. Me viene genial pero me apetece menos tres. Menos mil y tengo que darme prisa con la madera. Cuando acabe, vuelta al lío y echar diesel. Este tipo de días me cansan desde por la mañana. Mi idea es forrar el sótano de maderas. No se cómo quedará. Luego hay que darles un repaso, por supuesto quitar las puntillas y todos los restos. Me dormiría de nuevo y hasta el miércoles, de la semana que viene. Espuerta a espuerta. Tabla con clavos a tabla con clavos. Puntilla oxidada a puntilla oxidada. No hay que tener cuidado en general, no qué va. Ayer casi me empotra el coche de un idiota que me adelantó por la izquierda. Sin lógica ninguna. Vi mi vida pasar en tres segundos. Qué tontería si me hubiera dado y un rato antes, una tabla con clavos se escurrió y me pasó a centímetros del cuello. Parece que le pongo épica al asunto, pero no. Así fue. 


Me tengo que poner en marcha ya y dejarme de contar. Luego sigo si eso.