miércoles, 30 de marzo de 2016

titulo definitivo y portada

el disco lo íbamos a llamar Que te den mucho por el culo y no vuelvas nunca pero al final se ha quedado Que el amor no te lleve tan lejos que luego no puedas volver


Y la portada:


Espero que os guste
La he hecho yo, como los cartelillos y diseños del grupo, etc etc

Se escriba

De escribir se escribe más de lo que probablemente se lea y lo escrito, escrito queda que dijo Gorki, aplico a todo esta máxima a todo lo hecho, dicho y hasta pensado, ojo. Lo pensado, pensado queda. Es o lo parece un asidero de la vagueza más impúdica pero no, no es que solo baste con pensar, claro que no pero que no se despiensa, lo que pasa por la cabeza no da marcha atrás, como no se desoye la palabra dicha o no se recorta la mano tendida o el puño cerrado que no se ofrece. Uno escribe o debe hacerlo como si supiera algo, que quiere revelar con cierto control del tiempo, con plazos o se escribe como el que no sabe y busca, con el eco o con los tartamudeos o los enmudecimientos de las tartas, las polaroids de la mente, las isletas de la memoria por las que no se circula o en el sabor salado de la piel del naufrago, piel quemada. Uno escribe como cuando se quema en la playa. Con el mismo proceso, mostrando carne, exhibiendose al sol y creyendose más joven que nadie, o más audaz. O simplemente distinto y somos todos iguales cuandos nos achicharramos. Rojos todos o rosas o peor, negros, todos hechos carbonilla tarde o temprano que es lo que nos iguala y que es desde donde otros escriben: en las paradas de metro, las que sin más remedio compartimos, las dársenas de las estaciones, las estampitas de la comunión, el llavero de la torre Eiffel que nos trajo alguien que estuvo en Paris o la taza con los paisajes estampados en negro y rojo. Rojos y negros, todos. Iguales en las traiciones, en los fracasos o en los secretos. Se escribe en secreto. En descargo del enano que nos habita y se siente culpable en sus crueldades. Y melindroso con los compadecimientos. Y el tono de gilipollas, se escribe muy a menudo con un tono de gillipollas importante y es casi tan necesario como la juventud para quemarse al sol, como el sol mismo. Se escribe queriendo ser sol y sin llegar a satélite. O ni cuerpo celeste. Se escribe por aburrimiento. Ojo a lo que pesa eso. La ennui. Las noches de aburrimiento. Qué de barbaridades no se habrán hecho más que por puro aburrimiento. En el amor. Cuántos matrimonios no habrán embocado altar con el tedio al acecho. Con la vacuidad persiguiéndolos y el horizonte de tener dos televisiones y dos mandos a distancia para no discutir nunca ni aburrirse por separado. Es la vida, amigos. Se escribe lo que se vive. O lo que se quiere vivir. O lo que se quiere olvidar que se vivió. Se escribe como el que garabatea. Sin propósito. Por llenar el margen. Muchos matrimonios se empapelan por lo mismo. La guerra a los márgenes y sus miles de silenciosas víctimas. Los huecos. Los espacios. La guerrilla del vacío cotidiana. Un dolor intenso, íntimo e interno que si se comparte o se cree compartido duele menos, o parece que se trocea y que se lleva mejor. Más liviano el devenir. Pero no: trae problemas nuevos. No es un problema matemático que se resuelve con una división entre dos, pues no. Ni tres. O cuatro. O todos los que rodean a la pareja y le ayudan a mantener el aliento. En el cogote, el de la vida, y en los bajos, el que motiva. Se escribe porque rima. Por la música. Por la naturaleza. Siempre fui un zoquete para entender las notas o la armonía, porque en el fondo, me oponía a lo que parecía un sistema arbitrario de encandenar los sonidos a unas barras y unos cuadros y unos símbolos pero hace poco descubrí que la música está en la naturaleza. Es demasiado reciente el descubrimiento como para explicarme bien. No lo tengo claro. Uno escribe sin tenerlo claro, también. Para conseguir aclararse a veces y es tan legitimo como el que no usa un boligrafo ni para las felicitaciones navideñas. Uno escribe por constumbre. Por defensa propia ante un mundo que le es ajeno. Por sorpresa. O como último remedio. Como última procesión de fe. Por creer y dejar las migas de la creencia. Las reliquias. Los actos sagrados. Los versos que hicieron huevo y salió un pollito. Por los pensamientos que vuelan y los que baten las alas pero no son pájaros. Uno escribe porque mira al cielo y quiere entenderlo. Uno escribe porque quiere follar. Eso es importante: perpetuación de la especie. Por el celo: uno rima en las épocas de marea alta sexual. Con la primavera los versos son como polen y van en el aire de las tardes interminables. En el olor de la hierba cortada o la tierra removida. En las afueras, en los viajes, en las esperas... Uno escribe por soledad. En verdad os digo que ni mi gato se me acerca ultimamente. Está tan feliz en su camita y solo a las ocho de la mañana, puntual como una puta, que me busca los meñiques de los pies para morderme y que le abra la puerta. Se escribe para morder puertas y abrir meñiques. Para plantear dilemas. Para madrugar con algo con hacer. Se escribe para envejecer y sentir que ha servido para algo. Y se mezcla todo. Se empieza porque estás solo, sigues por aburrimiento y acabas rematando un tocho porque quieres morder cachetes blancos como la nieve y suaves como la cuajada. Uno escribe por hambre. Por abrirla más que por saciarla. Se escribe poco o nada en la saciedad o en la abundancia. Se escribe en la pobreza y en la traición. En el asilo. Si nos quedan palabras y no se las dimos a otros. Se deja el rastro. Se deja la sangre. Se acaba el halo. Y sigue. Negro sobre blanco. Nuestra sombra. Nuestros recuerdos. Las miserias. Como esos trasteros que se abren y se compran a ciegas, que salen en los programas de televisión sobre las subastas y que son tan chabacanos... Esos trasteros cerrados por los que se apuestan los dólares a ciegas son las vidas de los otros empacadas y olvidadas, alguien dejo de pagar y se sube la persiana. Se abre la puerta. Se tira de la manta. Se cocina la empanada: cada uno a su manera. Su mole. Su picante. Se escribe para comer. Para que coma el alma. Para que grite. Y corra. Como cuando le abro la puerta al gato. Se escribe para ser libre. Libre a ratos. Un momento. Una libertad pasajera. Un aire fresco. Un sentimiento de tiempo único. Se escribe para ser dueño de algo: una frase. Dos frases. Unos pensamientos. Hoy los planté, no le he hecho foto. Me gusta hacer foto cuando planto cosas. Para ver cómo crecen. Es mi huerto aunque me debería dar verguenza llamarlo así, y es más bien un jardín. Tengo aromáticas. Y margaritas. Geranios. Un geranio que me trajo mi madre, un tallo, de un convento creo o de un monasterio de Sanlucar de Barrameda y hoy le salió una flor. Agarró.

Pongo la foto.






Se escribe para florecer. Se escribe para agarrar. Carne. Tierra. Olor. Vida. Se escribe como saberse vivo. Para conocerse en crecimiento.  Para ser esqueje de lo que fuimos. Esquejes renacidos de lo que seremos. Para no ser palos secos. No convertirnos en mala hierba. La guerra contra la mala hierba. Para abrir surco. Para sembrar el aire de esporas. Para movernos a otros campos. Para volar como cigotos invisibles. Con las ideas. Con los pétalos. Para llevarnos un trozo del monasterio, o del convento. Un pedazo de la reclusión. Un trozo de silencio. De recogimiento, una parte, una mirada que se posó en aquellas hojas que ahora miran a otro sitio. Nuevas ramas. Nuevos inviernos. Nuevos soles. Nuevos tiempos. Se escribe para medir el tiempo. En frases. En silencios. En vetas. En nudos. Para deshacer los jirones. Los hilos que desbaratan los días que pasan. Escribimos para pasar los días. Como la bola de pan para tragar la espina. Como el pez fuera del agua que abre sus agallas. Escribimos para respirar fuera del agua. Para sentir el aire que mata fuera de la corriente. Escribimos para vencer a los ríos. Que digo Manrique que eran un morir previo. Escribir para usar la sal que le sobra al agua del mar. Para beber la sal en líneas. Para darle épica a la ingesta desordenada de cocaina. O a la ordenada de lo que sea. Para beber mares. Para sudar océanos. Para cambiar cauces. Para no usar verbos. Y alejarse de la idea inicial. Para la búsqueda de cada día, que sea con palabras. Para el descansillo de las escaleras. Para la claraboya que solo se ilumina con los primeros rayos amarillos de las nueve en punto. Escribimos por los puntos. Por la ilusoria sensación de control, en las pausas, en las descripciones. En el color de las tramas.

Escribo porque es lo que querría hacer en el último aliento.
Porque siento que no he dicho absolutamente nada todavía. Para no contar nada. Para hacer recuento de todo. Para ordenar los nombres. Para desordenar los cuerpos. Por la emoción de no volver a leerlo. De lanzar botellas vacías con notas al espacio. Con sos. Con un detallado informa de manías y meneos. Por el trepidar. Por el ego.
Claro, el ego.
Culpemos de todo al ego, no al nuestro, a de los otros.
Escribimos para el ego de los demás, para que se sientan inteligentes. ara darles tarea.Y piezas de puzzle. Para que otro resuelvan. Para promover la vocación de detectives. Para el que es de natural deductor. Para eso y por gusto de ser anfitrión de misterios. Administrar el aburrimiento ajeno. Por juego. Por divertimento. Esto es casi tan importante como lo de morder piel fresca y sabrosa. No se puede subestirmar el aburrimiento, ni la maldad. Propios y ajenos. Y la maldad. Se escribe por maldad. Por rencor. Por inquina. Por desentrañar la oscuridad del alma humana menos elevada que nos repugna y nos fascina. Se escribe por fascinación. Por la Jessica Fletcher que todos llevamos dentro. Por las películas y por las series de tv. Se escribe por saber quién es el asesino. O por serlo. Por asesinar. Se escribe por asesinar recuerdos. Que crees que están muertos y aún se mueven. Y tras el último disparo, aún queda un estertor de vida en breve y mínima mota de melancolía para volvernos a dar un susto. Para desfacer entuertos. Para hacer el bien, grosso modo. O desenmascar al mal, al estilo Scooby Doo. Por ser malos por un rato. Por pura psicosis. Que junten las pistas los otros y nos descubran. El ego asesino del asesino de parrafos con ritmo. Que nos hagan turismo por nuestras oscuridades. Nuestras lunas. Nuestras caras ocultas. Que se pasen por donde nunca viene nadie. Que miren donde no se ve y completen el recorrido. Escribimos para que nos exploren. Para sacar la lengua y que nos miren la garganta con un paleta de madera. Para decir a. Para inspirar y expirar. Qué duda cabe que escribimos por inspiración. A tirones. A tiradas. A ti. Escribimos para ti. Para el tú que nunca será un yo. Para el yo que queremos ser contigo. Para el futuro. Se escribe para la posteridad. En último termino para vencer al tiempo. Y que no nos muramos. Que no se muera lo que puedas leer. Para sobrevivir aunque sea en mínimo polvo. En un estupido rastro. En canciones. En frases que den verguenza ajena. En nuestras fotos borrachos o desnudos. En nuestras noches bañandonos en el mar sin ropa. En todas las locuras bonitas que hicimos juntos. Se escribe para maquillarlas y no contar el frio que hace luego con la toalla a las cinco de la madrugada. Se escriba para olvidar lo menos bonito y juntar las sonrisas. Unir el brillo. Juntar los puntos. Mirar al filo y sentirse a salvo. Y que reunan todas las migas, es por eso. El camino. De pan o losetas. Comidas de musgo o amarillas. Da lo mismo. Escribimos por los caminos ya sean de migas o de tornados, para comer arco iris o tener apetito de cielos borrachos. Para el alma. Para lo pequeño, lo más pequeño que somos. Moléculas de amor. De apego. Para los relámpagos que nos quedan por sentir dentro. Calor y pena. Soledad y abandono. Lo de todas las edades. Lo de cada fecha. Por el oremos. Por el angelus. Por los dioses de otros. Por la fe que nos dan. Por el amor del terrateniente. Por la gallardia del capitán. Por la sal de la vecina. Por la novia del prójimo. Por la bondad de una vagina desconocida. Por los monumentos al amante desconocido. Por la soledad del escaparatista. Por la sobriedad de los escapistas. Por la aquiescendia de los magos. Por el silencio de los espectadores. Por el frio de  los señores con corbata, por el dinero que no llegamos a entender. Escribimos por pura inocencia. Y cierto descabello. Por las cobayas criadas en cautividad en la empresa cosmética para probar cremas. En su nombre. Por los delfines que pasan aros de fuego. Por los leones que disimulan ante chasquidos de látigo. Ante las crueldades de circo que se viven en cada bloque. Por los que ganan tajada inmisericorde con la borrasca de lágrima. Por las chemtrails. Por todos los hijos de la grandisima puta que hemos conocido, conoceros y andamos conociendo pero aún nos tratamos cordiales porque la primera puñalada aún no ha tenido lugar, pues por todos. Escribimos para sacarnos los cuchillos de las costillas. O de las auriculas. En virtud de todas las injusticias que se cometen así, los miércoles a las seis de la tarde, de normal, de cotidiano. Con gracia incluso. Las injusticias hasta simpáticas de los miércoles a media tarde. Las tardes tontas. Las malas contestaciones. Las brechas. La gente que agobia. Los techos. Las puertas rotas. Las jaulas. Las capotas. Los centros de internamiento. Las casas de verano que son asfixiantes. La familia del pueblo. Los tontos de cualquier sitio. Escribimos por todo eso. Por todos ellos. Por la libertad en último caso, eso, la libertad, la gran libertad que dan los pasaportes a países de palabras. Por el propio gusto de la charlatanería. Para oir lo sabios que nos fingimos. Para sentirnos lo viejos que vamos siendo o lo contrario. Escribimos por muchos juegos de contrarios. Para llevarnos la contraria y convencernos. Las frases son poleas que tiran de pesados argumentos. Que sacan lo que no esperan. Escribimos para no esperar que nos lo digan. Para ponerlo en boca de otros. Los besos incluso. En boca de oros. Para relucir sin ser oro. Para darnos un poco de brillo en los labios. Sin color. Ese es otro de los mecanismos que nos llevan a refugiarnos en las teclas o los bolígrafos. Las poleas. Las palancas. Los brillos. Los colores. Los labios. Lo que no dicen, no nos dicen, no decimos o no nos decimos, para que todo eso quede por escrito.
Lo dicho.
Lo no dicho.
Lo que nos dijeron
Lo que no nos dijeron.
Lo que no dijimos.
Lo que no supimos decir.
Lo que decimos sin decirlo.
Lo que nunca diriamos que nos dirian.
Lo que nunca quisimos decir y dijimos.
Y para que florezcan los geranios que trasplantamos.


Voy a por un vaso de agua.
Tengo la boca seca y la garganta cansada de no llegar a ningun sitio.
Para eso escribo yo a veces, para que se me seque la boca sin llega a abrirla.

Con Dios.

Scream TV Series - Ending Song Extended (10 Min)





Me encanta!
la podría oir durante horas en bucle

La serie está bien también
Me ha gustado
Carlson Young la que más, a la protagonista la trago regular

Pero bien
Estoy en vísperas de ver el último episodio de la primera temporada
Espero no sentirme estafado

Y a ver qué tal la 2a

martes, 22 de marzo de 2016

Te teaseo mal

solo me pasa a mí lo de hace un banner en plan teaser para el lanzamiento del single y poner mal la fecha, ya me vale y lo peor, no darme cuenta en seis dias... En lugar de 2016 pongo 2006, ya me vale.
El 06 no, que eso fue hace diez años...
En fin.
Nadie se dio cuenta hasta el mismo viernes o bien, nadie me lo dijo hasta ese día o la noche antes, no recuerdo.
Bueno, ahí queda como anécdota.


Bueno, al lío, os dejo los enlaces de Spoti:

El de "La vida ha sido un suspiro"
con cara b
"Te quiero mal"



 

 El de "San Judas"
(que salió la semana pasada, ya con la fecha bien)
con cara b
"Igual"





 Y....decíros, a los muy fans, que he creado un blog más centrado exclusivamente en Enrique Octavo para subir todo ahí, los videoclis, que se viene uno nuevo, los enlaces a todas las plataformas, también las de descarga gratuita, los soundclouds y las fotos de los conciertos que nos mandan o que hacemos, en principio solo eso, aunque si me animo lo mismo cuento alguna batallita o intimidades de gir que es lo que gusta al vulgo no ilustrado, pero por ahora solo hay material audiovisual y fonográfico, de paso a mis lectores de aqui que son pocos pero tenaces les libro de las chapas musicales, aunque las seguiré pegando cada cierto tiempo pero menos, más suave, por si queréis echar un ojo, el nuevo blog se llama:

enriqueoctavogranada.blogspot.com

Dar y merecer

todo el mundo pide más de lo que se merece y se merece menos de lo que cree y cree menos de lo que pide pero lo que cuenta es creer en todo lo que uno dice, pedirse siempre lo imposible y darle a cada uno exactamente lo que se merece

lunes, 7 de marzo de 2016

Streaming vs recochineo

Por cada escucha en Spotify pagan al artista aproximadamente 1.5 céntimos de € y hoy pensé en invertir los términos; pagar 1,5 céntimos de € a quién lo escuche, como estrategia de marketing. Y por recochineo más que nada.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Costaleros entrenando en la travesía

hace dos días iba con el coche por la travesía de mi pueblo a las doce menos poco y me encuentro con un tio en mitad de la calle haciendo gestos, detrás a poco metros, iba un paso de semana santa, vacio o con sacos encima que avanzaba lentamente.... y me pregunto: ¿no hay más calles en el pueblo para que entrenen los costaleros de madrugada que la travesía por la que todos los vehículos tienen que pasar? Lo dejo ahí Lo mismo lo retomo más adelante

martes, 1 de marzo de 2016

prepararse para el olvido

Prepararte para que no pase nada. Peor que ocurra algo malo, moderadamente malo, no trágico pero sí inoportuno y tedioso, es que no pase nada, absolutamente nada.
Las cosas pasan por algo, dicen y debe haber otro algo que justifique que no pasen. Las cosas no pasan por algo. Ese algo es complicado tenerlo en cuenta.
Prepararse para la soledad.
Prepararse para el desamor.
Una zona de frenado de emergencia para los malos momentos que vendrán.
Con esos pensamientos puede uno quizá atraer lo malo, puede pensar alguien pero es más como tener salida de emergencia, un plan de incendios.
Ya que sigo por ese camino, creo que estas líneas quieren mirar más en esa dirección, la evacuación de algo que no sé bien qué es. El algo por el que las cosas no pasan.
Preparar la rendición. Aprender a parlamentar. Y tener cierta habilidad al ceder. Ceder por tu bien. No ceder nunca y tener un mal inamovible. Mala idea.
A veces son paréntesis. A veces es solo una estación malherida. Una primavera en carne viva o un otoño sangrante que se va arrastrando sin morir del todo. El último disparo del invierno.
Es una suerte que aquí esten permitidas las frases sin verbo.
Qué perro soy. Por ahorrarme predicado. Rienda suelta a los sujetos. No sujetar los sujetos.

Puede que tenga que ver con eso: no sujetar los sujetos.
Aceptar que lo vas a hacer mal muchas veces y que lo primero o lo único con lo que se arregla, con lo que se hace bien, es asumiendo eso. Con el plan de evacuación bien trazado. Con salidas. Con escaleras. Con respiraderos. Abrir respiraderos. Como este blog que es un respiradero.

Prepararse y ya que te preparas, pues todo a la línea, para la muerte. La gran preparación.
Para eso vivimos, para eso aprendemos. Parar morir con sabiduria. Para saber hacerlo y saber seguir viviendo con ello. Es complicado. No me imagino cómo. Y está luego el azar. Las decisiones.
Son como piedras en un río, ese ejemplo lo aplico mucho y a mil cosas, porque no nos movemos de motu propio, porque somos seres inertes en lo que se refiere a las leyes que mueven el universo, sean las que sean, y es esa corriente, el agua, la que hace que avancemos en el cauce o que nos sepulte el fango. Algo así. Es una teoría que se basa en un fuerte componente de irresponsabilidad. Prepararse para ser sepultado por el cauce del río no es irresponsable. Es una metáfora, claro. La corriente. El cauce. Las piedras. El agua. Todo lo es. El frío. Sujetos. No sujetarlos. Libres. Así se chocan. Así se relacionan y se complica todo. La coctelera es nuestro ánimo, lo que lo termina de agitar. Es una comparación de mierda, de acuerdo, pero bueno, quiero sacarme de encima esta pereza o este hastio. Es complicado acostumbrarse al desanimo. A las contrariedades. Es dificil no esperar que la cosa mejore. No demasiado. Estamos lo bastante mal como para que un pequeño cambio a mejor nos parezca un oasis y un motivo de celebración. Que nos exigimos demasiado es verdad. La exigencia. El rio. Las piedras, a ver cúal es más dura. Abrir respiraderos en el río. Uno a veces tiene la sensación de haber escrito mil veces lo mismo. Mil veces recordado. Es solo que soy un pesado. Me repito como la morcilla. Como el ajo.

No te preparas el estomágo para una barbacoa por más polvos de farmacia que tomes. No se olvidan las resacas, no se van tan rápido conforme te haces viejo. Aprendemos porque nos pesan las rodillas. Tenemos que pensar más porque nos cuesta correr. Las barbacoas sientan peor. Contamos las mismas historias. Nos hacemos viejos de forma parecida. Se nos afea el cuerpo y se va aberenjenando pero los ojos se vuelven más bellos a fuerza de haber visto, solo por eso, por ver y ver y ver.... Esa forma de mirar es la del que ha visto mucho. Eso es lo que nos ayuda a prepararnos, Los parpadeos. Aprender a parpadear un par de veces antes de entonar, antes de sacar la primera silaba de la primera palabra. Parpadear lento. Que no se nos note la sorpresa ni las pupilas secas. Unos ojos viajados. Unos ojos amplios. Unos ojos lentos. Unos ojos que nos sean familiares al primer vistazos. Unos ojos grandes y abiertos. Unos ojos sin llaves.
Los feos tenemos que abrir más los ojos. Quizá nos vean más sinceros. Quizá así nos miran menos. Por intimidación. O puede que sea otra cosa. Esto son solo monigotes. No es un esbozo. No es un retrato. Ni es para nada. Lo que decía al principio. La nada. Para lo que hay que prepararse. Cualquiera diría que estas divagaciones servían para eso. Para alimentar al loco que se subirá a una caja en la plaza para lanzar plegarias, suplicas y maldiciones. Para el profeta, aseguraros que coma el profeta. No se os olvide su plato.
No te preparas para que se te escape el tren. No te escapas para ser una cifra más, un número. Una escueta verdad. Un puntito negro. Un punzón. Un trozo de hielo. Nos derretimos. Es un hecho. Va rápido para imaginarnos como un cubito pero estamos muy lejos de ser un polo. Es mucho más rápido. Es mucho más absurdo. Es una forma de mirar. La realidad pasa a la misma velocidad para todos. El mirar lento es lo que se aprende. El ojo sabio es el que sabe detenerse y pensar cada paso. Y el ojo vago igual. La vagueza como un mecanismo de defensa.


Prepararte para que, al final, no te quieran. Eso es también una papeleta.
Prepararte como te preparaban en el colegio para el examen final del amor, la gran pregunta: ¿Eres feliz, cariño?
Prepararte para el no.
No, cariño.
Perder del todo es perder el cariño y que no sea ni un recuerdo bonito. Ni un recuerdo. La memoria es una tierra con un sano barbecho. Una turba que no admite borrones. Y se olvida.

Prepararse para el olvido.
Es otra.

El tren no nos espera pero las metáforas trilladas mejor que se vayan. Las ninfas de repuesto mejor que no estén, Tengo los pies fríos como la eternidad. Tengo un cierto picor en el pecho. Espero no enfermar. Cuando enfermo escribo así. Lo mismo es un virus. En los dedos. Lo mismo es una enfermedad, pienso a veces. Puede que sea un desánimo patológico. En serio que lo pienso. Sería un descargo. Para los picos y los malos momentos. Los dedos de los pies se van a poner de punta como estalactitas. Es un invierno raro. Es un año raro. Uno debe entender sus bioritmos. A veces debe intuirlos. Los valles, los sombríos valles. Mirar al sol y prever las sombras. También las de uno. No esperar lluvia en el desierto, de eso hablo en el fondo, de saber qué esperar. No bailar a los dioses. Es eso. Un tema más de tener mapas que paciencia. De saber mirar las nubes y no imaginar formas. De escuchar el viento y no invocar espíritus. Esta morralla tenía un sentido claro, que es el de ubicarse porque eso no está nada claro. Nada. Y es el principio. Aquí hay que volver al principio, una y otra vez. Pienso que eso es lo que nos enseña a morirnos. Los principios.


Prepararse para el desierto.
Prepararse para el monzón.